En medio de la espesa niebla, pasadas las 17 hrs., la Principessa logra encontrar la entrada del Palacio. Debió guiarse más bien por el instinto que por su brújula interna (que al parecer, salió con fallas de fábrica desde su nacimiento, jajaja).
Una vez en los portones de palacio, soltó el aire que, sin darse cuenta había retenido, de la preocupación por sentirse perdida. ¡Pobre de mí, qué habría hecho si me pierdo! Bueno, piensa la Principessa, no habría faltado el alma caritativa, jajaja...
La espesa niebla que rodeaba las construcciones palaciegas, en una especie de "deja vu" le llevaron, sin máquina del tiempo ni ningún otro artilugio tecnológico, al pasado, a su niñez, cuando la familia real vivía en una localidad cercana al Reyno de la Villa de San José de La Unión ( actualmente La Unión). La localidad se llamaba y se sigue llamando Puerto Nuevo y se ubica a orillas del Lago Ranco, hermoso y tranquilo lugar, donde la pequeña Principessa ( bueno, sigue siendo pequeña, pues no creció mucho de esos años a la fecha, jajaja) aprendió sus primeras letras (a, b, c y d, jajaja).
El castillo familiar estaba rodeado de grandes extensiones de terreno, con huertos y árboles frutales. también había animales domésticos que se faenaban cada cierto tiempo, especialmente cuando llegaban visitas y parientes de palacios vecinos. ¡Eran momentos de alegría y jolgorio, pues todos los infantes, incluida la Principessa, tenían "chipe libre" en esos días. Su mundo, durante el día , era jugar.
Sin embargo, .... no obstante.... al llegar la noche, la situación cambiaba: en el castillo aún no había luz eléctrica; se utilizaba lámparas (que funcionaban con alcohol) y velas.... ¡Qué terrible debe haber sido!!, piensa en la actualidad la Principessa, pero en esos años, la situación era normal : se estaba en el período más oscuro de la Edad Media, por eso no había luz suficiente (jajaja). En esas oscuras noches, alumbrados por la mortecina luz de una vela, era los momentos predilectos para contar historias de terror... ¡Juaáááá! , para asustar a los más pequeños, aunque, para ser sinceros, recuerda la Principessa, los más grandes nos contagiábamos de ese miedo a lo desconocido, misterioso, al lado oscuro de las cosas...
La situación se complicaba cuando en noches de invierno, principalmente, bajo la lluvia, el viento y la OSCURIDAD, había que ir a hacer uso del servicio higiénico, conocido en dicho tiempo como "pozo negro". La Principessa se queda pensando en el nombre , pero no logra encontrar la explicación "¡No sé qué tendrían de negro !" (tal vez la oscuridad de la excavación ) , pero así se les conocía, aunque también había otro término usado para nominarlos pero no lo nombraremos por su carencia de elegancia, jajaja.......
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(esta misma historia será terminada mañana. Principessa nuevamente en estado casi de muerte súbita, producto del sueño y cansancio (no sé de qué estará cansada la Principessa pero así es).
A Pamme Patiño le gusta esto.
La espesa niebla que rodeaba las construcciones palaciegas, en una especie de "deja vu" le llevaron, sin máquina del tiempo ni ningún otro artilugio tecnológico, al pasado, a su niñez, cuando la familia real vivía en una localidad cercana al Reyno de la Villa de San José de La Unión ( actualmente La Unión). La localidad se llamaba y se sigue llamando Puerto Nuevo y se ubica a orillas del Lago Ranco, hermoso y tranquilo lugar, donde la pequeña Principessa ( bueno, sigue siendo pequeña, pues no creció mucho de esos años a la fecha, jajaja) aprendió sus primeras letras (a, b, c y d, jajaja).
El castillo familiar estaba rodeado de grandes extensiones de terreno, con huertos y árboles frutales. también había animales domésticos que se faenaban cada cierto tiempo, especialmente cuando llegaban visitas y parientes de palacios vecinos. ¡Eran momentos de alegría y jolgorio, pues todos los infantes, incluida la Principessa, tenían "chipe libre" en esos días. Su mundo, durante el día , era jugar.
Sin embargo, .... no obstante.... al llegar la noche, la situación cambiaba: en el castillo aún no había luz eléctrica; se utilizaba lámparas (que funcionaban con alcohol) y velas.... ¡Qué terrible debe haber sido!!, piensa en la actualidad la Principessa, pero en esos años, la situación era normal : se estaba en el período más oscuro de la Edad Media, por eso no había luz suficiente (jajaja). En esas oscuras noches, alumbrados por la mortecina luz de una vela, era los momentos predilectos para contar historias de terror... ¡Juaáááá! , para asustar a los más pequeños, aunque, para ser sinceros, recuerda la Principessa, los más grandes nos contagiábamos de ese miedo a lo desconocido, misterioso, al lado oscuro de las cosas...
La situación se complicaba cuando en noches de invierno, principalmente, bajo la lluvia, el viento y la OSCURIDAD, había que ir a hacer uso del servicio higiénico, conocido en dicho tiempo como "pozo negro". La Principessa se queda pensando en el nombre , pero no logra encontrar la explicación "¡No sé qué tendrían de negro !" (tal vez la oscuridad de la excavación ) , pero así se les conocía, aunque también había otro término usado para nominarlos pero no lo nombraremos por su carencia de elegancia, jajaja.......
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(esta misma historia será terminada mañana. Principessa nuevamente en estado casi de muerte súbita, producto del sueño y cansancio (no sé de qué estará cansada la Principessa pero así es).
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