lunes, 3 de febrero de 2025

Córdoba, un mar de olivos...

 



  Segunda visita que hago a Córdoba, con un plus fantástico (no por la compañía precisamente, 🤣,  sino por la ampliación de mi perspectiva histórica,  💪). Tuvimos lluvia y frío en Qurtuba, lo que nos extrañó al recordar la temperatura más alta de Granada, pero nada que nos impidiera conocer, recorrer y pasarlo bien. Se nos quedaron algunos puntos de interés que ver, unos por falta de tiempo y cansancio, otros por olvido. No obstante, el par de noches que estuvimos las aprovechamos bien (28 al 30 de enero). 
 Corduba (según los romanos), Qurtuba (musulmanes) o  Córdoba, actualmente, fue la capital de la Hispania Ulterior en época romana, siendo fundada durante el siglo II a.C (año 169 a.C.). En tiempos romanos desempeñó un importante papel, especialmente durante las luchas civiles por el poder en Roma en las que participaron personajes como Sertorio, Pompeyo y Julio César entre otros. El verdadero auge de Corduba fue en el período de Augusto, aunque también en los gobiernos de Trajano y Adriano, ambos de origen hispano, continuó el esplendor, lo que convirtió a la ciudad en la capital de la provincia Bética, la más relevante en Hispania. Posterior a ello empieza a declinar, sufre el efecto de las primeras invasiones moriscas; luego llegan los visigodos, bajo el poder de los cuales está hasta el 711, año en que hacen su aparición en el escenario ibérico los moros. Qurtuba se transforma en la capital del Califato Omeya de Occidente, lo que la lleva al mayor apogeo. Fue allí donde se comenzó a construir una de las mezquitas más grandes del mundo en el año 786 (siglo VIII). Asimismo, la ciudad-capital fue una de las más pobladas de todo el occidente en su tiempo. Fue centro de cultura, de moda, de educación, del más exquisito equipamiento urbano, con abundantes baños públicos y bellos jardines y fuentes. Los Palacios eran numerosos y uno de ellos (sus ruinas) fue el conocido como "Medina Azahara"('la ciudad brillante').  

   En la actualidad, Córdoba tiene 323 mil habitantes, ciudad que posee más Patrimonios de la Humanidad a su haber: su Centro histórico, el sitio arqueológico Medina Azahara, la Fiesta de los Patios Cordobeses y, la joya de la corona, la Mezquita-Catedral. Pero Córdoba no sólo es eso, es mucho más. Hay un puente romano con Torre de Calahorra que cruza el Guadalquivir, unos molinos medievales a orillas de este último, un Alcázar de los Reyes Cristianos, una especie de Arco de triunfo que no lo era porque en realidad fue una de las puertas a las que se accedía una vez se pasaba el puente, el yacimiento arqueológico de un Templo Romano del siglo I d.C., los restos de unos baños árabes, etc.  

    Nuestro alojamiento estuvo al interior del barrio judío, de manera que debimos transformarnos en expertas en movernos con nuestras maleticas por callejuelas de adoquines, dejando a nuestro paso un sonido nada de musical. Llegamos a la plazuela Angel Torres, llena de naranjos y pavimentada con cerámica y piedras de río con diseño. Frente a ella, una puerta antigua daba la entrada a una especie de condominio con una callejuela plena de plantas y flores. ¡El entorno del alojamiento se veía prometedor! Ubicamos el depto. arrendado, ¡eureka! y nos fuimos a almorzar lo más cerca posible, cargadas como habíamos llegado. Tuvimos suerte. Nos aceptaron con nuestro equipaje y hasta allí llegó la suerte, 😂 😂.  Mi merluza en salsa verde no tenía ni una gracia y los espirales carbonara de mis amigas tampoco, pues estaban desabridos. Lo único  bueno fue el postre, aunque no había tarta de queso. Fue allí donde empezó nuestra decadencia gastronómica, 😒😒. 

  Una vez dimos cuenta de los postres, nos fuimos al alojamiento. Sólo hubo un pequeño detalle: estaba en la segunda planta, o sea, tercer piso para nosotros. Arrastramos como pudimos nuestras maleticas y, ¡uff!, llegamos. Nos instalamos con rapidez, cada una en su respectivo dormitorio (¡tres por fin!!). La vida nos sonreía, así que salimos a conquistar Córdoba, Pinky, 😁. Ya era el momento.  

   Nuestro primer destino y el más relevante fue la Mezquita-Catedral, conocida eclesiásticamente como "Catedral de Nuestra Señora de la Asunción". A las 16,30 estábamos ingresando a ella y maravillándonos con el "bosque" de columnas blanquirrojas, que para una persona pedestre y poco dada a la espiritualidad pudieran parecerles unos dulces infantiles en forma de bastón o adornos navideños para el árbol de pascua. ¡Cientos de columnas y de arcos!, en un piso vacío de asientos, muchas capillas, pinturas, lámparas y arcos con ornamento muy parecido al que vimos en La Alhambra. Aquella maravilla de arco tan bellamente ornamentado era el Mihrab, lugar que indica hacia donde debe dirigirse la oración de los fieles.    
   Algunos datos de la Mezquita-Catedral son: inició su construcción el año 786  pero no terminó sino hasta 200 años después, alcanzando una superficie de 23.400 m2., siendo varios los gobernantes implicados en la tarea en su tiempo correspondiente. El año 1236 la mezquita cambió de orientación espiritual, al pasar Córdoba a poder cristiano. Se transformó en Iglesia cristiana, aunque conservando su estructura, además de levantar otras dependencias netamente cristianas. El estilo arquitectónico, entonces, no puede dejar de ser plural, debido al tiempo de construcción que ocupó. Es así como tiene elementos hispanomusulmanes, renancetistas, góticos y barrocos. 

  Estuvimos poco más de una hora al interior de la Catedral, maravillándonos de su belleza, grandiosidad, juegos de luz y oscuridad dentro de algunos espacios, fotografiando y fotografiándonos. ¡Maravillosa! Nos preguntamos cuántas columnas habría, pues no nos dimos a la tarea de contarlas. En Google  se habla de más de 800 hasta 1.300. Bastante diferencia hay en las cantidades, pero sea como fuera, incluso las 800 son muchas. Lo importante  es que tan maravillosa obra pervive hasta nuestros días y nos ofrece una muestra de la opulencia que vivió Córdoba en aquel tiempo.   

   De allí nos fuimos al Puente Romano que estaba a una cuadra y poco más, firme a pesar de los siglos de existencia uniendo las riberas del Río Guadalquivir. Se estima su construcción en tiempos del emperador Augusto (entre fines del siglo -I a.C. y I d.C.). Tiene una extensión de 331 metros, empezando cerca de la Mezquita-Catedral, para terminar al otro lado del río en la Torre de la Calahorra, una fortaleza construida entre los siglos 14 al 15. Recorrimos el puente junto a muchos otros caminantes (es sólo puente peatonal), deleitamos nuestros oídos con la música y el canto de un joven cantante,  descubrimos tres estructuras cercanas al puente sobre el río: molinos medievales,  de los que quedan 11 dispersos sobre el cauce del río con distinto grado de deterioro. 
 Volvimos sobre nuestras pasos y nos detuvimos en la Puerta del Puente, construida en el siglo XVI, de estilo renacentista, que, junto a otras dos que formaban parte de la muralla defensiva de la ciudad sobreviven. Restos de la muralla romana fueron reconstruidas en tiempos de los musulmanes y también en tiempos de la Reconquista cristiana, siglo XIV. Hay otras dos puertas que se conservan en la ciudad, la Puerta de Almodóvar, bajo la cual pasamos esa misma tarde y los dos días siguientes (es el ingreso al barrio judío) y la Puerta de Sevilla.  
    Caminando por los adoquines de aquel sector pareciera que uno retrocede en el tiempo. Cerca de la Mezquita-Catedral, a un par de cuadras, vimos las murallas del Alcázar de los Reyes Cristianos. Ya eran las 18,30, había oscurecido y la entrada estaba por otro sector. Decidimos visitar el Alcázar al día siguiente, lo que finalmente no pudimos hacer. Yo había visitado este monumento histórico el año 2017, había recorrido las dependencias y sus hermosos jardines. Es una construcción que se erigió sobre una de origen musulmana y que se terminó en tiempos de Alfonso X, siglo XIV. Por allí, una de mis compañeras, mientras yo me acercaba a las puertas del alcázar, logró "atrapar" una naranja 🍊 de las tantas que había en los árboles de la plaza aledaña, con la ilusión de saborearla al regresar a nuestro alojamiento, deseo que resultó frustrado pues esos cítricos ornamentales, que adornan calles y plazas de muchas ciudades españolas, son prácticamente  incomibles, lo que yo les había advertido por propia experiencia, 😂 😂. O son muy ácidas o amargas. Así y todo las usan para hacer mermeladas. Hay un tiempo en que los municipios las cosechan o autorizan a los residentes para hacerlo.  
    Las visitas y  caminata por largo rato nos tenían ya un tanto necesitadas de baño, para variar, 🙈 🙈.  Justo vimos un "aseo" instalado cerca de allí, del cual hicimos uso por 0,30 céntimos de euro cada una. No son una maravilla pero salvan de la ignominia y de la desesperación, 😬😬😊😊. A propósito de baños, luego que retomamos nuestro paseo, me acordé que a una cuadra poco más estaban los restos de unos "baños árabes" ('hammam') de aquellos que se utilizaban para bañarse, similares a los que usaban los romanos en su tiempo, con sus diferencias, claro está. Bajamos a la entrada (estaba en el subsuelo) y al ir a pagar la entrada nos encontramos al encargado hablando por teléfono con una emergencia personal, de manera que no pudo cobrarnos y nos dejó pasar graciosamente, 🙂.Recorrimos las distintas dependencias del sitio arqueológico, poniendo especial atención en la sala principal del baño con columnas parecidas a las de la mezquita y en las lucernas del baño (claraboyas en forma de estrellas en el techo, con la función de ventilación e iluminación).    
    Esa tarde terminamos caminando por la muralla que rodea el Barrio Judío y luego ingresamos a éste por la Puerta de la Luna. Dimos con la Sinagoga, una de las pocas existentes en España y visitables, a la que entramos sin dificultades en forma gratuita, así como al patio de un Museo Taurino. Entre angostas callejuelas de adoquines nos anduvimos extraviando, hasta que ¡sorprise!, llegamos a la plaza de nuestro alojamiento.  Fue una tarde muy bien aprovechada, de la que llegamos a preparar nuestra once y a descansar.

 

   Al día siguiente, nuestro objetivo principal era visitar el yacimiento arqueológico de "Medina Azahara", distante a 8 ó 9 kms. de Córdoba, lugar al que llegamos mediante un bus de recorrido especial que salimos a esperar desde las 9 am., aunque partía a las 10 hrs. No sabíamos bien el lugar en que nos subiríamos al bus, por lo que anduvimos por la avda. correspondiente con apenas 6 grados de temperatura. Conseguimos subir al bus y en unos 20 minutos estuvimos allá. La primera tarea fue mirar un breve video explicativo, luego visitar el Museo y, en tercer lugar, ir hasta el sitio arqueológico, un extenso lugar en que, felizmente, sobreviven elementos claves. Originalmente la ciudad fue mandada a construir el siglo X por el primer califa de Córdoba. Abderramán III. Sin embargo, producto de luchas civiles por el poder, la 'Ciudad brillante' fue destruida en el siguiente siglo, apenas unos 80 años después de su construcción.   
     En la actualidad, habiéndose excavado sólo el 10% de lo que fue la superficie de la ciudad, destacan algunos pórticos, con sus arcos y columnas, una alberca, jardines, algunas fachadas y otros similares. La verdad es que resultó un viaje y recorrido muy interesante, que muestra la importancia y grandiosidad de este centro urbano en tiempos del mayor esplendor del Califato Omeya. Después de regresar del complejo arqueológico, vitrineamos un poco (¡cómo no!) y luego buscamos dónde almorzar. Hacía bastante frío, incluso nos había sorprendido algo de lluvia en Medina Azahara. No fue muy afortunada nuestra elección de restaurante. Poca variedad y no de muy buena calidad. Después de aquella mala elección (una carne desabrida y sin gracia) nos fuimis al depto.  bajo la lluvia, donde descansamos un  rato y tomamos café para calentar nuestros cuerpitos,  😁 😁.Ya había oscurecido cuando salimos nuevamente, esta vez a comprar pan para tomar once, aunque a mis compañeras no les interesaba mucho el pan solo; ellas querían sendos sándwiches o bocadillos. Tuvieron suerte y los encontraron. 

    Ya en casa y alimentadas, debimos preparar nuestro equipaje para el día siguiente, último destino en España. La satisfacción era grande. En cada visita habíamos encontrado lugares interesantes que visitar, buenos alojamientos y rica comida que disfrutar, salvo algunas contadas excepciones.  Esperábamos que nos fuera igual de bien o mejor en Sevilla. Hasta pronto. 






  



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