lunes, 10 de febrero de 2025

Nápoles: caos vial y suciedad.

   

   No volveré a Nápoles aunque me paguen, salvo que pueda alojarme en un hotel en la zona vip (si es que la hay). El pequeño problema es que creo -sin pecar de exagerada- que aún en ese lugar la basura estaría presente en las calles. ¡Para qué decir en el centro histórico! Yo ya lo había vivido el año 2018 pero había olvidado unas cuantas cosillas. Les cuento.

   Partimos de Roma (ya se me confunden los días y horarios, 🙈; ¡necesito un calendario!) el miércoles 5 de febrero en tren. Llegamos pasadas las 14 horas a Nápoles  sin novedad. Aquélla -la novedad- se presentó cuando nos enfrentamos a la mayor sinvergüenzura vista en todo el mundo mundial dial (sé que en nuestro país también actúan así algunos). Desde la Stazione  Centrale Garibaldi hasta nuestro alojamiento (distante no más de 5 cuadras), nos cobraron 15 euros. El tipo dio unas vueltas mientras nos preguntaba si era la primera que estábamos en Nápoles y, aunque el taxímetro no pasaba de 8, él cobró 15 euros. No había nada qué hacer, pues si nos hubiera dado una explicación no la habríamos entendido y nosotras malamente podíamos pedirle alguna . Fue en ese momento en que me  acordé que aquella actitud es marca registrada de los napolitanos. Cuando anduve con Sebastián, mi sobrino,  el año 2018, en esta "maravillosa" ciudad, además de cobrarnos la módica suma de 17 euros, no  me entregó el vuelto de 20 y se fue tan campante, 😲¡ Actitud digna de la mafia napolitana!

    Llegamos a nuestros aposentos,  un depto. de dos pisos, con un dormitorio con  baño, arriba y comedor y cocina abajo, más medio baño ('sin ducha'  debe entenderse, 😛). El señor, nos dio las indicaciones, le pagamos la tassa di soggiorno (impuesto por pernoctar en la ciudad, harto si se considera  el chiquero que es Nápoles, 😁😁). En Booking decía que el depto. tenía 3 camas y por eso lo arrendamos, pero sólo tenía dos habilitadas. Vimos un tercer colchón no muy católico detrás de la tele. Tampoco fueron muy católicas  las  otras camas. Me tocó compartir la grande,¡por suerte! ¡Cuántos añosss que no compartía cama, 😁 😁! Duro el colchón, eso sí,  tanto que mis costados quedaron  adoloridos la primera noche y eso que están rellenitos, 🤭🤭. 

    "¡Andar en tren, es lo mejor 🎶 🎵 !..." 

[Abro paréntesis: voy viajando en el Trenitalia. ¡No me van a creer, pero voy a ...¡Nápo!es!😱😭😢. He sufrido la llamada "maldición de Maradona" (yo la llamé así, 🤣😂🤣). Suchede (pronunciado en italiano) que fui a conocer la ciudad de Sorrento - 🎶 🎶- y ¡ma que cosa!, además de un viaje de ida algo irregular, de regreso no tenía locomoción, ¡nada! Estuve esperando 45 minutos y ¡niente!...¡Fue la maldición maradoniana la que cayó sobre mí! 😬 Ya les contaré detalles. Cierro paréntesis]. 

   El depto. napolitano estaba recientemente  remozado, impecable. Nada qué decir al respecto. El problema fue que pagamos para la atención de tres personas y había 2 camas, 2 tazas para el café,  2 baños, 😁,  lo último es broma... Ver el depto., luego de mirar el entorno exterior, era para sentirse bendecidas, pues afuera todo era mugre, 🤮🤢:  papeles, botellas, bolsas de distintos tipo con y sin basura, cartones, ropa, etc.    
   Incluso esa tarde, después de almorzar unos bisteccas di manzo (bistec de ternera) muy sabrosos en un restaurante indio, invité a mis amigas a conocer el lungomare (la costanera), con tal mala suerte que no elegí bien el trayecto y nos vimos en la obligación de abortar el paseo o, al menos, cambiar de dirección. La calle no sólo tenía basura en abundancia, sino también ratones, varios, que salían de sus escondites a  nuestro paso. Yo, al  menos, vi unos 3 negros -ratones- y uno plomo. La Ely asegura que el que pasó por entre mis pies tratando de hacerme una zancadilla, 😉, era café. ¡Bien variados de pelaje los diablos, 🤣 🤣! Escapamos antes de que nos transformáramos en su comida! (habrían tenido para varios días, 😁 😁). La Ely, asqueada; la Marce, atemorizada; yo, optando por la seguridad y bienestar de mis compañeras, 🤭🤭. 

  Logramos, en el camino de regreso, encontrar un supermercado grande y nos aprovisionamos. Volvimos ya oscureciendo, tratando de que sea en perfecto estado, pues para cruzar en cada esquina o callejuela, había que encomendarse a San Maradona, porque los pasos de cebra, aunque los hay, no es fácil usarlos. Hay que asegurarse que el o los vehículos tienen intenciones de parar y mirar para todos lados si no aparece alguna motocicleta asesina que las hay por cientos, como la basura y los inmigrantes. El peligro es que muchos semáforos funcionan con los colores rojo y amarillo-naranjo nada más, así hay que lanzarse a la calle a morir no más, 🤣 . Con los tres días que estuvimos aunque no al completo, por suerte, igual quedamos expertas en sortear motocicletas .

   El segundo día, jueves 6, fuimos a visitar las Ruinas de Pompeya, así que llegamos en la tarde a descansar y a alimentarnos. De esa visita extraordinaria les contaré en el próximo relato, así como de la visita a Herculano el viernes 7, con la diferencia que esa jornada volvimos más temprano.   

    El último  día de estadía, que fue también el último día entero juntas, les propuse a las chiquillas irnos más temprano a nuestra aventura cultural para volver antes y tener tiempo de conocer la Plaza del Plebiscito (objetivo real de la primera salida, que abortamos a causa de los ratones que nos salieron al camino). La idea era que también tuvieran la imagen de otro sector de la ciudad, que yo recuerdo muy bonito. Aceptaron y pasadas las 15 horas emprendimos camino por el Corso Umberto I en dirección a la  plaza más importante de Nápoles. No alcanzamos a llegar, 1) porque estaba bastante lejos y, 2) porque parte o todo el sector estaba en obras. Frente a ello desistimos.  
    Con lo que alcanzamos a recorrer, debo decir que la cara de la ciudad había cambiado muy poco. La basura y el  descuido, aunque en menor medida, seguían siendo parte del paisaje. Descansamos un rato frente a la Fuente de la Plaza del Municipio, miramos desde lejos el puerto y el Castel Nuovo, y luego volvimos caminando como peregrinas cansadas, pues desistimos de buscar taxi. Eso sí, cambiamos de ruta, lo que permitió ahorrar unos miles de pasos. Igual ese día caminamos 16 y medio kilómetros, 🥵🥵. 

    La despedida de Nápoles, de Italia y de nuestro viaje juntas por 25 días había comenzado. Eli y Marcela volverían el sábado 8 a Chile y yo me quedaría sola, triste y abandonada, 😂  😂 , por estas tierras de Dios, viendo al Papa en cada estantería de las librerías donde se promociona su libro de memorias, 😬.  Una rica pizza -dicen, porque no la probé- fue lo máximo del momento del adiós. No me convidaron porque no cooperé, 😁, ¡es bromita! Al festejo se le agregó unos tragos de cerveza, con 🍋 para Marcela, que ella tomaba en calidad de remedio para su resfrío, 🤭🤭, que quede claro. Y, luego, a arreglar el equipaje con el cuidado de no equivocarse en lo que guardaban en la maleta o bolso de mano, para evitar pérdidas lamentables. En ese necesario orden, más de alguna encontró compritas de las que ni se acordaba, así como se arrepentía de haber comprado algo muy pesado, 🙈 🙈 . Ayer, domingo 9, me enteré que las maletas grandes de mis amigas se quedaron en  Madrid y que no estuvieron ni ahí con seguirlas hasta Santiago, 😂 😂.  Ojalá las puedan recuperar con todas sus compras. Lo importante es que el kilo de café en grano de mi propiedad, que Marcela tuvo a bien llevar en su equipaje de mano, llegó sano y salvo, 🤪🤪.

   El sábado 8, como casi todos los días, a las 7 am. estábamos levantándonos y comenzando la actividad de cada jornada, para luego abandonar el alojamiento y partir a la Stazione di treni. Marcela llamó un uber  (del que estoy debiendo mi parte) aunque fuera cerca, porque las pobres maleticas, al igual que las dueñas,  estaban cansadas de  caminar sobre adoquines, basura, líquidos de dudosa procedencia y naturaleza, 🤧. Una vez en la Estación hubo que darse a la tarea de encontrar el binario (línea) que le correspondía al Trenitalia con destino a Salerno. Primero no encontrábamos la salida del tren en las pantallas. A averiguar. Bajamos al subte y buscamos la línea 1 que nos señaló el funcionario. Llegamos a otra empresa. ¡Vuelta! La encontramos pero el tren no pasaba por la línea 1, sino por la 2. ¡Uff! ¡Por fin! Vinieron los adioses, los buenos deseos y la separación. Yo bajé al andén que me correspondía y las  chiquillas buscarían dónde esperar pues su viaje, en bus, era más tarde. Irían directo a Roma, de ahí al Aeropuerto Fuimicino, para luego regresar a Chile, con dos escalas - Madrid y Lima- y todo el cansancio de sus vacaciones europeas a cuestas, esperando recibir alimentación en sus vuelos. Seguramente en el intertanto, irían unas cuantas veces al baño, 🤭🤭. Hasta pronto.




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