
Ya les había contado que les iba a explicar de qué manera me persiguió esta mala onda, por hablar la verdad sobre la ciudad, que transformó en ídolo a Maradona, tanto o más que los propios argentinos futboleros. La verdad no es grata pero hay muchas que no lo son, por lo tanto, hay que asumirlas. Hay muchos que, además de asumirlas, la aceptan, internalizan y siguen tan campantes, allí, en Nápoles, y en la quebrada del ají. Una ciudad con tanta historia y esfuerzo, que fue una colonia griega bajo el nombre de Neápolis ya en el siglo IV a.C., importante y reputada culturalmente. Siglos después pasó a manos de los normandos, para posteriormente ser parte del imperio Romano y en el siglo XIII fungió hasta de capital del Imperio Angevino (del cual no sabía nada de nada). En poder de la monarquía hispánica aragonesa vivió tiempos de prosperidad nuevamente, pero en el siglo 17 hubo una gran epidemia. ¡Ajá, esto ya es costumbre, entonces! Los borbones, napoleónicos y sicilianos se apoderaron de la ciudad y sus alrededores, hasta que Garibaldi unificó Italia, pero después de la II guerra mundial sufrió un fuerte terremoto -Napoles, no Garibaldi- que hizo retroceder los planes de mejora y expansión que habían comenzado unos años antes. Es Patrimonio de la Humanidad por su gran riqueza de edificios y monumentos históricos, desde castillos medievales hasta ruinas clásicas (¿¿¿???), incluyendo los sitios arqueológicos de Pompeya y Herculano, de los que ya les hablé latamente.
Con todo este background a cuestas, habría que preguntarse, a lo Vargas Llosa, ¿cuándo se jodió Nápoles? Porque lo que tiene no le luce para nada, a excepción de los parques arqueológicos gentileza del Vesubio. Por ello me fui a Salerno el 8 de febrero, buscando nuevos aires, más puros, jurando no volver a Neápolis. Sin embargo, la maldición me persiguió y debí volver 2 veces a esta ciudad, por suerte sólo a la Stazione.

Llegué a Salerno con lluvia, felizmente suave, nada que impidiera salir a caminar por el lungomare (costanera) y buscar algún supermercato. Quedé frente al Duomo de la ciudad, en un edificio que fue palacio en sus buenos tiempos y aunque por fuera el lugar no prometía mucho, debo ser justa: fue un acierto arrendar esa "suite".Tenía todo lo necesario, muy limpio, amplio, cómodo y muy bien ubicado. La anfitriona, un siete. Y, como extra, cuando uno apagaba la luz para dormir, en el cielo raso aparecía un cielo estrellado, con vía láctea incluida y un cometa, todo muy sutil, pero que se veía claramente. ¡Maravilloso! Al despedirme pregunté por el dispositivo que hacía posible aquello, pero la explicación fue "¡Non lo so!" Algo así como que un turista lo instaló pero ellos no sabían cómo funcionaba. No creí la explicación pero hice que sí. Las cosas no funcionan con magia. Independiente de aquello, fueron 3 noches durmiendo bajo las estrellas, 🤩🤩...o viendo estrellas, 😉.

El sábado en la tarde en Salerno estaba casi todo el comercio cerrado y se veía poca gente. Pensé que los salernitanos eran de poca vida social y quitados de bulla, pero, para variar, me equivoqué. Resulta que el domingo volví más tarde al alojamiento, 19,30 hrs., y en el paseo principal había mucha gente, todo bullía, cafés abiertos, niños en las calles, perros paseando con sus amos, amos tirados por sus perros, etc. El día había estado con sol y llamaba a mover las piernas. Ese paseo peatonal, que llegaba a la Stazione, era el más relevante y allí se encontraban las tiendas de marca. Terminaba en una vía que me gustó mucho, angosta, con adoquines llamada Vía Mercanti, donde había locales comerciales más pequeños y un sinúmero de joyerías, 😍. Por esa vía llegaba yo a mi alojamiento. Precisamente en una de las joyerías el sábado recién llegada vi unas joyas que me encantaron. El último día fui a buscar el local y había desaparecido, 🙄😬. Por más vueltas que di e incluso pregunté por un posible cambio de escaparate, no lo encontré, 😢😭😭. ¡La maldición de nuevo!
El segundo y tercer día en Salerno me dediqué a conocer lugares cercanos. El domingo 9 partí a Sorrento, pasando, en el camino por toda la Costa Amalfitana. Tenía planificado llegar al destino final, Sorrento, y después volvería por tramos, bajando a conocer un par de esas ciudades-balnearios de la famosa costa. El día estaba ideal para un paseo que me había prometido hace más de año hacer. Salí temprano, caminé por el lungomare hasta llegar a la Stazione con el mejor de los ánimos y de las vistas (mucha gente en día domingo haciendo deporte por el paseo marítimo, especialmente mujeres). Busqué dónde comprar pasaje (no había tren para ese lado) de bus. En un local al interior de la misma estación vendían. Pedí mi pasaje (4 euros) y me fui a esperar porque partía a las 9,30 hrs. Faltaba algo más de media, ¡Uff! ¡No había "de otra"!

Pronto se empezó a llenar el paradero de Sitasud, un par de chinos, mucha gente rubia y alta, 🥴, varios de tercera edad y el sol 🌞 sonreía de frente, 🥵! ¡Al fin llegó, con 10 minutos de atraso, con gente al interior (muchos jovenzuelos como yo) y los que esperábamos éramos unos 50, 😱😖. Me subí como pude y ya no había asiento, pero me ubiqué estratégicamente en el sector 'sillas de ruedas' (espero que no sea parte de la maldición, 😂🤣). Quedé perfectamente apretada como salchicha, 😂, apegada a los vidrios como insecto y con vista a la costa. ¡Mejor ubicación no podía pedir! Habría preferido ir sentada pero al tiempo despejado buena cara, 😊. Me fui sacando fotos como loca debo confesar, 🤗.

Fuimos pasando pueblos entre curva y curva: Vietri sul Mare, Cetara, Maiori, Ravello, Amalfi. Nadie se bajaba así que el calor ni les cuento; los olores para qué decir (recordé mis tiempos universitarios en que en La Pingüina subíamos unos 60 para no cruzar el puente sobre el Calle- Calle lloviendo). La carretera (o carreterita por lo angosta) era sinuosa hasta decir basta, 'meándrica' (perdón, señores de la RAE). El conductor debía ir tocando la bocina para que, desde la curva contraria, supieran que íbamos. Las motocicletas eran las predominantes, pero muchos autos circulaban en sentido contrario. En muchas ocasiones, más de un vehículo debió detenerse o retroceder para que el bus pasara. Yo iba con una mano sujetándome y llevando la mochila y con la otra sacaba fotografías. En más de una ocasión pensé que nos íbamos derechito por los acantilados o chocábamos. Porque hasta llegar a Amalfi (lugar que le da nombre a toda la costa) sólo hay 25 kms. y el recorrido demoró una hora. El relieve hasta allá es escarpado, sólo montes y acantilados, con algo de plano en las localidades mencionadas e incluso unas playas pequeñas. En Amalfi hay más espacio, incluso un muelle, pero la mayoría de las construcciones hasta allá están casi colgando de los acantilados.
Pero no sólo había viviendas particulares, hoteles, alguna construcción antigua, sino también plantaciones. Pronto comencé a ver unos arbustos o árboles tapados con malla rachel y de a poco fui descubriendo que eran numerosas plantaciones de limones. Justamente de esta zona es originario el limoncello [ 'limonchel-lo' se pronuncia]. "Si la vida te da limones" le dijeron a estos italianos y la supieron hacer. Espacio que se podía había limoneros. El 🌞, en tanto, rielaba sobre el agua y maduraba los limones. Claro que yo parecía tomate 🍅 del calore, 🥵.

En Amalfi se detuvo el bus y nos hicieron bajar a todos, indicándonos dónde llegaría el bus que continuaría el viaggio. No señalaron hora ni nada. Los que esperábamos continuar tuvimos que estar sin alejarnos demasiado, pues podía llegar el bus🚌🚎.Caminé por el sector y saqué algunas fotografías cercanas, para tener de recuerdo. Amalfi era una especie de cala que hace el Mar Tirreno en el Golfo de Salerno. Para adentrarse en la ciudad había que empezar a subir calles y escaleras. No era el momento. A los 45 minutos, 11,30 hrs., llegó el bus. Yo había visto que varias personas habían comprado pasaje nuevamente, a un señor que andaba con una maquinita. Le fui a preguntar, antes de la llegada del bus, si mi boleto era válido, mostrándoselo y lo aprobó, aunque no lo tomó. Digo esto porque el conductor en Salerno me rompió el boleto al subir al bus. ¡Qué agresivo, 😆😁😆! Como en Amalfi había preguntado y lo habian aprobado, me subí con mi boleto roto (yo le había pedido al vendedor en la estación un pasaje hasta Sorrento). El conductor de esta nueva máquina era el mismo al que le había preguntado y se quedó patidifuso cuando tomó mi boleto roto, 😂. Yo le dije, en lengua, adonde iba y que el chofer anterior era el culpable, 🤷♀️. Llamó al jefe que estaba abajo, le mostró el boleto y el otro como que se encogió de hombros. Al final me dejó pasar, 🤣 . Analizando la situación, creo que les di miedo, 😂. Me había lavado el cabello esa mañana y me parecía a la bruja Mim. 🧙♀️. ¡Me tinca que fue eso! También creo, y esto es en serio, que debía compar otro boleto de Amalfi a Sorrento, pero el primer vendedor (y único, 🤭) no me lo explicó. ¡Yo era inocente!

Me fui sentada y descansada. Seguimos a orillas del mar hasta Positano, la ciudad más bella de la costa, con sus mansiones encumbradas y apegadas a los cerros, en enorme cantidad y con una arquitectura muy similar. Una vez que abandonamos esta ciudad la carretera se alejó de la costa, desaparecieron las casas y aumentaron las plantaciones. La Costa Amalfitana había terminado y yo me sentía algo decepcionada. Había visto fotografías y videos y el hermoso y diversi colorido no apareció por ningún lado. Las casas eran mayoritariamente blancas o de tono pastel y no se ajustaba a lo que yo esperaba ver. Que tendrían vistas espectaculares no me cabe ninguna duda😮😯🤗🤗. También había leído que era posible caminar por toda la costa de un lugar a otro. Aquello tampoco me pareció muy factible. Las distancias son considerables para un caminante aunque sea fanático. No quiero decir que no se pueda caminar, pero no de una ciudad a otra. Además no deja de revestir peligro dicho ejercicio en esa carretera angosta, sinuosa, con subidas y bajadas, con motociclistas en abundancia. Es hermosa la costa, las panorámicas son bellísimas, pero me decidí quedar con las fotos sacadas y el viaje de cara a la costa y no bajarme al regreso.

Una hora de recorrido desde Amalfi y llegamos a Sorrento. La parada estaba en las afueras de la estación de trenes, pero además de un baño abierto, no estaba funcionando la venta de pasajes del bus. Ya eran las 12,30 hrs., por lo que no perdí más tiempo en averiguaciones y me puse a recorrer Sorrento. Casas, locales cerrados, llegué a la Avda. de los hoteles frente al mar, pero no encontré paseo marítimo. Medio cabreada que un lugar tan conocido mundialmente (por la canción "Torna a Surriento") pareciera tan fome, caminé para mi lado izquierdo. ¡Ahí era donde estaba la vida sorrentina! Todo el comercio, las callejuelas adoquinadas, las tiendas de souvenirs, donde compré una botellitas minúsculas de limoncello y crema de pistacho. No vi más que eso.

Después de todo este recorrido, aunque aún era temprano, decidí ir hasta el terminal y esperar un bus. Pregunté, me indicaron que se detenían una calle abajo. Allá fui y esperé 45 minutos. Volví a preguntar y nada se veía en el horizonte. En ese momento me di cuenta que la maldición me había alcanzado, 🫢🫣😬🥺. Podría oscurecer esperando y no llegaria bus. Ante tal incertidumbre, opté por lo más seguro: tomar el tren, que iba a Nápoles, 😷, y desde allí, partir a Salerno. Averigüé si era posible y si tenía tren a Salerno en el horario que llegara a Nápoles y sí lo había. ¡Uff! Me resigné a perder dos horas de mi vida y volver a estar cerca del espíritu maradoniano, pero pasar la noche en mi alojamiento. En lo económico, los dos viajecitos en tren sumaron en total 10 euros, ¡una ganga!
Todo resultó bien. Llegué a las 19,24 hrs. a Salerno y recorrí con rapidez el paseo peatonal principal que parecía haber recobrado vida, en comparación al día anterior. Andaba bastante gente por las calles y otras tantas se veía consumiendo en los cafés y restaurantes, como ya les había contado. Caminé de prisa, pasé a un supermercado a comprar lo necesario para alimentarme, lo que hice apenas llegué al alojamiento. La mitad de un tetrapack de lentejas preparadas, una ensalada de rúculas, yoghurt, café y algo de pan fue mi suculento almuerzo-once-cena. Lavé unas prendas, ordené todo para el día siguiente y me fui a dormir bajo un cielo de estrellas. ¡Qué mejor! Hasta pronto.
Nota: Maradona es casi omnipresente en Nápoles. Aparte de los souvenirs en los que aparece (en distintos formatos y materiales), hay algunos pasajes o callejuelas en que cuelgan lienzos de un lado al otro con su imagen.
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