martes, 11 de febrero de 2025

Perdidas en el Vesubio...



   
   Nadie podía sospechar que, luego de haber andado 21 días por diversas ciudades de España y por Roma, nos íbamos a perder en las cercanías del Vesubio y, para mayor inri, en dos ocasiones y días diferentes. La verdad sea dicha: no somos tan perfectas. 🤭🤫. Primero nos sucedió en medio de la Ruinas Arqueológicas de Pompeya y, luego, camino a Herculano. Y antes de que surjan versiones tergiversadas o apócrifas, aquí va la pura y santa verdad, 😜.

 

   El jueves 6 nos fuimos en tren a Pompei (Pompeya) a eso de las 9,30 hrs., para estar allá  en unos 50 minutos. Creo que han sido los pasajes más baratos pagados, 3,3 euros cada una. ¡Una ganga si se considera lo caro que es movilizarse por estos lares! Caminamos hasta el sitio arqueológico y a mitad de camino, una compró un libro explicativo y otra arrendó un aparato audioguía. El librito -nada de barato- está durmiendo el sueño de los justos en un bolsillo de la maleta... Pronto llegamos a la entrada del parque  y compramos nuestra entrada, 18 euros cada una, y comenzamos la excursión en lo que era una ciudad con 10 a 15 mil habitantes aproximadamente el año 79 d.C., cuando se produjo la erupción del Volcán 🌋 Vesubio. Por lo tanto, el espacio a recorrer no era menor. Todo estaba señalizado aunque sin explicación. De allí el libro y el audioguía. Junto con ello, cada una recibió un tríptico que mostraba el mapa del sitio con sus divisiones en regiones, vías, ínsulas, con diversos colores y números romanos -obvio, no iban a ser chinos, 🤣-. 
    Intentamos entender cabalmente la nomenclatura, pero yo me rendí sin luchar -esta vez-, guardé el libro y el folleto y caminé junto a mis amigas. El desplazamiento había que hacerlo con cierto cuidado, pues las calles y vías de la ciudad están "pavimentadas" con piedras de gran tamaño y las veredas son mayormente modernas, pero no todas. No era muy difícil que uno se pudiera caer, pero no sucedió así. Fuimos entrando en las diversas construcciones que aparecían abiertas en alguno de los lados de cada calle. La cantidad de gente era poca aunque a ratos surgía algún grupo numeroso y bullicioso. Más de uno era asiático. 
    También hubo momentos en que estuvimos solas en algún recinto o calle y eso era maravilloso, 🤩🤩. A eso del mediodía empezó a aumentar la afluencia de público. Seguimos recorriendo aunque ya con algo de cansancio. A las 13 hrs. comenzamos a buscar los servicios higiénicos y aunque mirábamos el plano recibido ya no teníamos claridad hacia dónde caminar. Llegamos a una calle sin salida. ¡Estábamos completamente perdidas y no había nadie para ayudarnos, ni siquiera el Chapulín Colorado, 🤣😂! Retrocedimos un par de cuadras (¿o ínsulas?), logrando encontrar la vía que habíamos recorrido antes y, en consecuencia, la que llevaba a unos restaurantes y servicios. Subimos las escaleras con las fuerzas que nos quedaban y solucionamos todos nuestros problemas, de baño y de hambre, pues ahí mismo aprovechamos de comprar una porción de pizza, un pannone napolitano (un pan con bacon, salchichas y de un cuanto hay picado con masa, como si fueran chicharrones) y bebida si es que faltaba.    
    Consumimos tranquilamente nuestro alimento y seguimos con nuestra visita por muy poco rato más. A las 15 horas estábamos abandonando el sitio arqueológico, con la clara conciencia  que nos faltó más de la mitad por ver, pero nos quedaba la caminata a la estación de Pompeya, la espera y el regreso en tren y la caminata hasta el depto.de Nápoles. Ese día, sin embargo, caminamos sólo 12 kms.pero el cansancio acumulado se notaba.

    Lo que vimos en Pompeya fue extraordinario. Un espectacular anfiteatro en excelente estado, villas privadas (con muchas dependencias y jardines interiores), casa particulares, casas de comerciantes, una lavandería, bodegas, tabernas, algún taller, una panadería, una enorme palestra (gimnasio), termas y baños públicos  y muchos otros espacios. 


    Entre las casas que vimos, varios con dueños identificados y adinerados, llamó nuestra atención la amplitud de la residencia, los bellos mosaicos que todavía se veían en algunas habitaciones, los implivium de mármol (especie de estanque cuadrado ubicado a ras de piso, que se corresponde con una "ventana' en el techo y que recoge el agua de lluvia para ser utilizada después; éste se encuentra en el atrio o vestíbulo de la vivienda; ver fotos), las pinturas en las paredes con sus colores perfectamente conservados, con jardines interiores y sus correspondientes columnas. Cualquiera se hubiera querido una casa como aquéllas. 

     Varias tabernas tenían sus mesones de mármol perfectamente conservados, con las vasijas (especies de tinajas) de greda aún intactas algunas, otras quebradas. Vimos un complejo de Termas extraordinario que, según información, estaba siendo construido o rehabilitado y que cuando se produjo la erupción no se había ocupado. Sólo un cuerpo había en un sector, seguramente una réplica. Según información de Internet se han recuperado entre 1500 a 2000 cuerpos de las víctimas de este siniestro en Pompeya. Vimos, antes de salir, unas réplicas en una sala, que muestran de manera fehaciente el terrible y doloroso fin que tuvieron estas personas. ¡Impresiona! 

   Es difícil ponerse en el lugar de toda aquella gente, que vio, de forma imprevista y sin ningún aviso, el fin de todo su mundo, con sus alegrías, penas, posesiones y esfuerzos convertidos en fuego y ceniza de un momento a otro. No es menor que, después de siglos, otros humanos caminen por sus calles, vean lo que habían construido y, desde la lejanía que da el tiempo y el desapego afectivo, no resulte fácil alquilatar la magnitud de lo sucedido. Pareciera que el ser humano, no aprende y olvida rápidamente. Y porque olvida precisamente no aprende, como ha pasado con los "pompeyenses", como dijo la Eli, 😂, y los ercolanesi. Por eso, a orillas del sitio arqueológico está la nueva Pompei, esperando, tal vez, que el Vesubio nuevamente vuelva a actuar. Y la historia volverá a repetirse, 🎶 🎵. ..

   A Herculano partimos más temprano al día siguiente. Ese viernes 7 había algo de efervescencia en la Stazione. Mucha presencia policial y militar. Había anuncio de un paro nacional, al parecer, de trabajadores del Estado y era probable que los horarios de los trenes se vieran afectados. Nosotras no habíamos comprado biglietti. Lo hicimos en las máquinas y nos fuimos a buscar la línea correspondiente. Mostramos nuestros pasajes y nos dijeron dónde dirigirnos. Como era funcionario le obedecimos a pesar de que mucha gente iba cambiándose de línea. Le pregunté a un  señor que se veía respetable y le entendí que el tren sí nos servía, pero que había otro más directo. Como io non parlo italiano y sólo entiendo a lo Tarzán, no pude decodificar el mensaje completo y nos quedamos ahí, sin cambiarnos, esperando il treno, pues el funcionario nos había dicho eso.  

    Cuando llegó me pareció estar en la línea 2 del metro de Santiago, por lo rasca que se veía la máquina con sus vagones, todos llenos de grafitis de diverso colorido. Por suerte que por dentro no era así. En todo caso no era la elegancia misma. Dudosas aún, nos f
uimos mirando Google maps para salir de dudas y si bien al comienzo dijimos "¡vamos bien,👍!", luego, el mapa nos indicó que nos habíamos desviado de dirección y nos fuimos alejando de nuestro destino. Cabe señalar que Herculano es una ciudad que queda más cerca de Nápoles que Pompeya (apenas a 11 kms.), por tanto, que nos alejáramos no era buen signo. Marcela se fue a mirar el itinerario de estaciones (que se ubica en la parte superior de las puertas como en el metro santiaguino) y allí trabó conversación con otro señor respetable, 🤣, quien le explicó con peras y manzanas lo que había que hacer.     
   En la siguiente estación nos bajamos; se llamaba Cercola. Allí penaban las ánimas. Cambiamos de andén porque había que esperar el tren que nos llevaría de regreso a otra estación donde se producía el desvío ferroviario. Suerte que hablamos del nombre de dicha Stazione -Barra se llamaba- porque nos subimos en vagones diferentes y éstos no conectaban entre sí, 🥴🥺.  ¡Ahí sí nos hubiéramos perdido completamente! Marcela, por un lado, sola, solita, sola, y Eli y yo, por otro lado, 🤭🤭, yendo por mundos separados, 🤣. Pero no, nos acordamos dónde teníamos que bajarnos y volvimos a reencontrarnos, 😍.  Ahí, a esperar otra vez,  ahora sí que sí, il treno correcto, 🤗🤗.  
    Llegamos a Herculano (Ercolano para los italianos) a las 9,50 hrs. Estando allá, en un bonito día, ya todo estaba bien. Caminamos unas cuadras, en bajada, todo en bajada, y llegamos a la entrada del sitio arqueológico, bastante más reducido que el de Pompeya. Se estima que sus habitantes eran aproximadamente 4 mil. Las ruinas de esta pequeña ciudad, a orillas del mar, dedicada principalmente a la pesca y al comercio, están mejor conservadas que las de Pompeya, aunque también sufrió el expolio de muchos una vez se descubrió bajo 60 pies de ceniza volcánica en el siglo XVIII. Sobrevivieron a la catástrofe frescos en que aparece Neptuno y su hijo Télefo, dios o semidiós muy bien dotado, 😉 en un edificio llamado Augusteum o Basílica y varias esculturas guardadas en Museos.  
    Lo que más nos impactó de Herculano fueron los esqueletos que se observan en unos almacenes semicirculares en la parte baja de la ciudad, frente al mar, donde se descubrió, en la década del 80, ¡hace poco!, los restos de 300 personas aproximadamente,  que se refugiaron allí para salvarse de los efectos de la erupción o que estaban esperando ser rescatados por vía marítima. Sobre esa estructura existe una terraza donde se conserva la estatua de un senador romano, M. Nonio Balbo, posando para la posteridad, después de casi 2 mil años. También hay otras esculturas en un jardín de la llamada "Casa de los Ciervos", cuyo nombre se debe a la existencia de 2 esculturas existentes en el jardín, donde un ciervo es atacado por unos perros. Junto a las anteriores, hay dos obras más: la de un sátiro con un odre y de Hércules ebrio, esculturas que en miniatura llenan las tiendas de souvenirs por lo graciosas, especialmente la última, 😁.  
     Las Termas existentes en Herculano están muy bien conservadas e impresiona la belleza de su estructura. Hay dependencias separadas para hombres y mujeres. En esta construcción se nota claramente las distintas salas que componían las termas romanas, incluyendo la caldera. En general, los colores de las paredes de las casas están mejor preservados que en Pompeya, predominando el color terracota, el más de moda o a mano que aplicaban los romanos a los interiores de sus viviendas. Además, hay muchos más mosaicos preservados, así como frescos. Lo podrán constatar en las fotografías.  
     Las ruinas de Herculano las recorrimos al completo, faltando sólo las construcciones que estaban cerradas por mantención. Antes de alejarnos pasamos a ver los restos de una barca que fue encontrada en la excavación con los efectos que produjo en ella la erupción pero que a la vez le permitió preservar la madera de la que estaba construida. Este valioso testimonio de una barca romana del año 79 d.C. se puede visitar al salir del sitio arqueológico de Herculano. Con esta visita dimos fin a nuestra gira cultural de la jornada. 

    Salimos del parque con hambre, que se acentuó al comenzar la subida  en dirección a la estación. A mitad de camino pasamos a un restaurante donde todo lo que nos servimos era de marca registrada en la bel-la Italia : gnoquis, lasagna y pizza. La que salí ganando fui yo, pues la pizza pedida era enorme y su masa, la mejor probada. Además, mi "copa" de vino se transformó, casi por arte de magia, en 250 cc., que es bastante  para mi personita. Pero, para no perder lo invertido, no me quedó otra cosa que sacrificarme, 🤣 🤣.  Después de llenar nuestros estómagos y apagar nuestra sed, nos fuimos a la estación y regresamos a la sucia Nápoles, 😬😬. Era el último día que estaríamos allí y juntas, como ya les conté en el relato anterior. Hasta pronto. 

   Pompeya: 




 Herculano: 












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