Más que tierra de granadas, a nosotras nos pareció de naranjas. ¡Eran tantas las plantaciones de ellas que vimos antes de llegar allá, que no salíamos de nuestro asombro!, así como la cantidad de olivares al acercarnos a Córdoba. Pero ya hablaremos de esto último, que antes mucho hay que decir de las maravillas granadinas. Granada, distante 295 kms. de Cartagena, es una ciudad Patrimonial con todo la razón del mundo. Posee la mejor y más valiosa muestra de la cultura musulmana en tierras peninsulares, el Complejo llamado "La Alhambra", que, por si fuera poco lo anterior, se encuentra enclavado en una ubicación privilegiada, en los altos de la ciudad, dominando la parte llana.
Granada en la actualidad contiene 232 mil habitantes, muchos de ellos centrados en barrios típicos, como el Albayzín y el Sacromonte (donde se aglutinan descendientes de los musulmanes o moros y gitanos, respectivamente). Nosotros precisamente quedamos en el límite del Albaycín, de sus calles adoquinadas y estrechas, en subidas y bajadas, con abundantes tiendas de souvenirs y de un cuanto hay de productos, tesoros para los turistas y compradores compulsivos, 😉. Saliendo del edificio en que estábamos alojadas, a la derecha teníamos el Albayzín y a la izquierda la Avda.Gran Vía, con la Catedral a unos pasos (y muchos otros puntos de interés).
Llegamos como a las 15,30 a esa tierra soñada y mientras íbamos en el taxi a nuestro alojamiento recorrimos calles y avdas. ya recorridas. Era mi tercera vez en la ciudad, ya casi como visitante frecuente. Al bajarnos del vehículo, me asombró. Cruzando la calle adoquinada estaban las tiendas de souvenirs. Se nos sonrió la cara cuando corroboraron que había ascensor. No cabíamos las 3 con nuestras maletas, pero eso no importaba. La fumadora se quedó abajo dándole al vicio, mientras las otras subíamos a tomar posesión del depto., que resultó muy acogedor, aunque algo pequeño (en correlación con el ascensor, 😂😂), pero contábamos con 3 camas y una lavadora. Una de nosotras debía lavar bastante ropa. Después de instalarnos, salimos a reconquistar Granada, la apetecido por muchos.
Esa tarde recorrimos el casco histórico, llegando a la Catedral, al Monumento de Isabel la Católica y Colón, a la Plaza Nueva, fotografiamos el tímido paso del Río Darro por un costado de la Plaza Nueva, hasta llegar a un Bar de Tapas, ambientado en onda medieval, donde nos sacamos las ganas de probar las dichosas tapas españolas, acompañándolas con jugo, cerveza y vino, en consumo absolutamente moderado, 😉. Podíamos elegir 5 variedades de tapas por 14 euros, todas las cuales estaban muy sabrosas. Cada cual eligió una de su gusto y las restantes llegamos a consenso. El hambre nos hizo llegar a acuerdo con rapidez, 🤣 🤣, a todo lo cual le acompañó un platico con aceitunas y otras tapas, gentileza de la casa. Un poco de shopping, una entrada fallida a un Carrefour Express (supermercado), pues estaba lleno de chinos, que habían arrasado con los envases de agua. Debimos buscar otro super en las cercanías, pues necesitábamos pan y h2o. En el intertanto averiguamos paraderos de bus turístico y horarios pues al otro día teníamos planificado visitar La Alhambra.
Dos cosas: 1) en Granada la invasión china continúa (también en Córdoba, pero en menor escala). Desde que estuve el año 2016 en esta bella ciudad, la presencia asiática era realmente notoria. Ahora, sigue igual o ha aumentado. A pesar de ser temporada baja en el viejo continente, los grupos de turistas chinos son numerosos. Todo lo invaden, con una actitud avasalladora y prepotente. El consejo a seguir es "si no puedes contra ellos, escapa de ellos o déjalos pasar". Imposible ganarles, 🙄😏😒. 2) Intentamos conseguir entradas a La Alhambra por Internet. Los precios oscilaban desde 20 a 71 euros. A nosotros nos interesaba, sí o sí, visitar los Palacios Nazaríes, donde se encuentran las dependencias más bellas que han visto nuestros eyes, amén de fuentes, jardines y patios espectaculares. Pasamos a una agencia de espectáculo de flamenco y entradas para el complejo, pero no nos convenció. Finalmente optamos por estar allá temprano e intentar conseguir las entradas en taquilla, como le había aconsejado un matrimonio vecino nuestro en depto. en Cartagena.
Al día siguiente madrugamos, pero entre vuelta y vuelta y decisiones tontas por demorosas, nos subimos recién a las 9,30 hrs. al tren turístico en la Plaza Nueva, pagando la módica suma de 9,35 eurillos por subirnos y bajarnos en las paradas que quisiéramos durante todo el día. El trencillo no iba directamente a La Alhambra; daba vueltas por media Granada antes de subir al complejo, lo que hicimos cerca de las 11 hrs. ¡Uff! Era para darse de cabezazos en los muros. Al ver grupos de chinos por todos lados casi me desespero. Yo había visitado La Alhambra en diciembre- 2016 y en enero-2018, ingresando a los Palacios Nazaríes en la segunda ocasión. La experiencia había sido tan impresionante que quería que mis compañeras de viaje también la tuvieran y yo repetirme, 😉. Pero la suerte nos seguía acompañando. Preguntamos si podíamos comprar, nos pidieron que esperáramos nuestro turno. Sólo podía pasar una. Me tocó la misión y partí con 50 euros de cada una esperando que alcance. Cuando me dijeron que había entradas a las 16 horas y a 18 euros cada una, casi me atraganto de la impresión. Feliz como una perdiz volví donde mis amigas, las que se pusieron igual de alegres porque, además de haber encontrado entrada para ver los Palacios, habíamos ahorrado una barbaridad. Por Internet nos habían ofrecido incluso a € 71 cada una.
Cabe señalar que si bien la entrada a los Palacios era a las 16 horas, mientras tanto podíamos visitar todo lo demás. Dos veces nos pidieron mostrar las entradas en todo el recorrido del complejo que hicimos entre las 11 y las 13. Disfrutamos del "Generalife", esa villa rural con jardines ideada por los Reyes Nazaríes a manera de descanso, cerca de sus palacios hacia finales del siglo XIII. Fue un paseo hermosísimo y reparador. También visitamos el Palacio de Carlos V (data: 1526, siglo XVI) y la Alcazaba (siglo XIII), fortaleza en que residía la guardia de élite del sultán. Allí fue precisamente donde el cielo se descargó sobre nuestras cabezas, cuando subíamos a la Torre del Homenaje. Quedamos mojaditas; suerte que andábamos con nuestras parcas, más una llevaba paraguas. Eso nos permitió sobrevivir al pequeño diluvio, 🤣. Esperamos unos minutos y seguimos con nuestra visita.
Ya siendo las 13 horas bajamos a una parada del bus turístico, el que nos dejó en la Plaza Nueva, donde buscamos un restaurante para almorzar. Optamos por una pizza cada una con bebida, lo que nos costó 10€, que lo valieron porque la pizza no era nada de pequeña. Antes de la 15 horas (14,40 horas) tomamos el tren turístico. El chofer demoró todo lo que quiso y se le ocurrió. Se detenía en las paradas, conversaba con alguna otra persona, etc., tanto demoró que lo que podríamos haber hecho en una hora, demoró 1,20 hrs. Yo estaba histérica porque temía que llegáramos tarde y no nos dejaran ingresar. Pero llegamos a la hora exacta y casi no había gente en fila. Después entendimos que la abundancia de chinos que había al interior era la razón por la que aún no se había terminado la fila de ingresos cuando llegamos.
Una vez adentro, todo fue relax, alegría, asombro, fotografías, selfies, etc. ¡Volví a asombrarme de la belleza de las construcciones, de las decoraciones de las paredes, de los cielos rasos, de las ventanas, puertas, pilares y capiteles, de los patios, de las fuentes de agua, de los estanques, de las plantas y flores! Fue un recorrido maravilloso por los Palacios de Mexuar, de Comares y de Los leones. Abandonamos este complejo monumental por la emblemática Puerta de la Justicia y cada cual fue fotografiada saliendo de allí, mientras la última, simulaba cerrar la puerta, 😁 😁. Esta es una de las cuatro entradas a La Alhambra, sobre cuyo arco se observa una mano, mientras en la pared interior aparece una llave. Ambos elementos son simbólicos y han sido interpretados de distintas maneras, aunque presentan elementos en común: el poder y la fe... Fuera de la puerta esperamos el tren turístico y no nos bajamos de él sino hasta llegar al Mirador de San Nicolás (en el barrio Sacromonte), lugar desde el cual, habiendo buen tiempo, se puede observar una maravillosa puesta de sol sobre La Alhambra. Ese día no pudimos gozar de aquella vista, pues estaba muy nublado y amenazaba lluvia. Por ello, nos fuimos hasta el Monasterio de la Cartuja, pero faltaba poco para el cierre del horario de visita y sólo pudimos apreciar el edificio desde el exterior. Con ello, terminaba nuestro paseo y visita por los monumentos de esta hermosa ciudad, tierra de moros, judíos y cristianos, principalmente. Había llegado el momento de hacer últimas compras, arreglar maletas y repararse para partir el siguiente destino : la hermosa Córdoba. Hasta pronto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario