viernes, 10 de enero de 2025

A la francesa...

  

   Ha pasado tiempo desde que Francia era el ombligo del mundo, que dictaba la moda, el arte, la música, la forma de comportarse en sociedad y hasta la forma de hacer política.  Lejos estamos de un Versalles iluminado por las fiestas reales y del llamado Siglo de las Luces que iluminaba hasta los pensamientos más oscuros, 🤭. A distancia estamos -¡por suerte, 😬!- de una frenética guillotina funcionando 24/7 y de Napoleón saliendo y entrando por el Arco del Triunfo hasta que la suerte le abandonó en la Isla Sta. Helena. Para ser precisos, un poco antes la caprichosa fortuna se mandó cambiar y lo dejó solo, 😏. Menos lejos pero no deja de ser, estamos de la "belle époque", ese período bullante en toda Europa,  aunque París fue su capital, en que parecía que Midas era el monarca omnipresente. Todo florecía: la industria, la tecnología, la economía, la música, la pintura, la moda, la arquitectura, el teatro, hasta que un pistoletazo en Sarajevo dijo ¡basta! A pesar de aquello, de una primera y segunda guerra mundial, aún hasta hoy Francia y, especialmente, París y su torre,  siguen viviendo de sus laureles. No en vano es la "ciudad luz", el destino turístico más visitado en el mundo, tanto así que una amiga ya me tiene chata porque no iremos hasta allá  aunque andaremos por los alrededores, 🤭🤭. Como decía Fabio, "¡otra vez será,  🎶 🎵!...

   Mientras escucho el soundtrack de la película "Amèlie" para crear el ambiente propicio, escribo y pienso que la "Vieja Europa" -como canta Sabina- está en franca decadencia, para qué decir Francia, Alemania, Grecia, 😢😭. Cabría preguntarse, al estilo Vargas Llosa, "¿cuándo se jodió Francia y todas las demás naciones? Hagamos memoria.   

   Indudablemente, luego de las guerras mundiales hubo un encorsetado período de paz -fría, fría, como el agua del río, 😉- que permitió la reconstrucción, hasta que el ave Fénix resurgió entre las cenizas. Algo crujió, se rompió, quebró y derrumbó. El Muro se vino abajo, la URSS voló en muchos pedazos y comenzó un nuevo orden, en que Asia se atrevía a levantar la mano -millones de manos- y África comenzaba la diáspora, tratando de sobrevivir a la pobreza, a las guerras tribales y a otros tantos flagelos luego de haber dejado de ser colonias. En tanto, la Iglesia Católica, Apostólica  y Romana comienza a perder su brillo e influencia, a pesar de que aún queda mucho oro en sus arcas. Va extendiéndose una segunda religión - el Islam- con mucha fuerza y convicción,  como diría alguien a quien conocemos, 🙈.  El fenómeno de la globalización "coopera" con esto, así como se transforma en la mejor herramienta para el intercambio de ideas, tecnologías, productos, divisas, etc., que van reacomodando los liderazgos.  
    Así llegamos a la actualidad,  con una Unión Europea no tan unida, con una guerra en la puerta de su casa, con una invasión de migrantes, de tecnologías, de industrias de otros continentes, tratando de apoyarse y rearmarse para que no los sorprenda un ataque inesperado, intentando batirse con sus propios medios y recursos para evitar los chantajes de oriente o de la América Grande. Los grandes líderes europeos han perdido brillo, mientras China -como que no quiere la cosa- sigue con su invasión  industrial y comercial, menos cruenta y más conveniente. Allí está  la "Vieja Europa" acoquinada ante el próximo ascenso al poder de Donald Trump, que, como mono con navaja, está amenazando a quien se le pone por delante. 

   Y a pesar de todas estas incertidumbres -y unas cuantas más que no he mencionado- el prestigio y glamour de Francia sigue vigente, aunque Macron esté con menos lustre que mis zapatos viejos. "Oh, là là là".  

    Hace unos días fui a una de las ferias de abastos de la noble y heroica ciudad de Rancagua. Buscaba con desesperación alguna lechuga de mi gusto. Porque, obvio, tengo mis gustos al respecto: nada de costinas, escarolas, romanas u otros tipos. Quería lechuga morada o española. La hoja tierna y el sabor de éstas me gustan, además de que se aprovechan bastante bien. En la feria del viernes no encontré ninguna de mi gusto, aparte de que las probables estaban más marchitas que una octogenaria, 😂 😂. Esperé al domingo y partí con la seguridad de que ahora sí que sí. Ya había rastrojeado en mi huerto-jardín todo lo verde factible de ser transformado en ensalada y estaba en falta. Recorrí buscando. No quería 2 por mil, pues mis días en palacio están contados (no porque me vayan a desalojar, 🤣, sino porque pronto emprenderé vuelo para otro destino). Quería UNA lechuga MORADA. De pronto mis ojos observaron unas de las que a mí me gustan, aunque frescas frescas no estaban. Las hojas externas estaban necesitando agua, 🥵. Pregunté su valor y me dijeron $1000. No me pareció muy barata la cosa, toda vez que no estaba fresca. Al ver mi poco aire de convencimiento, el feriante me dice : "¡Es lechuga francesa!". Antes de reírme para mí misma, le contesté, ipso facto, a manera de pregunta, "¿Hablan francés?"😄😄 , y el tipo, no menos ágil para responder, me dijo "bonyú", 🤣 🤣.     
    No le compré su lechuga pero nos reímos harto. Más allá compré una morada, que me salió más mala que ocho. Son de aquellas que parece que las mantienen con excesivo riego, así que cuando uno quiere consumirlas, además de botar una buena parte de cada hoja por su oxidación y descomposición, hay que lavarlas a lo menos tres veces. Más suerte tuve hace un par de días en el supermercado, en que sí encontré una lechuga francesa a $ 890, lo que era una ganga en este local. Ésa es la que estoy consumiendo en estos días. ¡Exquisita! No cabe duda, en este ámbito, que la fama de "lo francés" sigue vigente. 

   Hace unos meses, viendo una serie española de época, conocí la expresión "irse a la francesa", que no estaba en mi repertorio, aludiendo a una persona que se va de un evento social sin despedirse de nadie. Aún cuando la expresión supone que esa persona que se va "a la francesa" es maleducada, el origen de la expresión tenía el sentido contrario. La norma era irse sin despedirse y en forma discreta, para no interrumpir la actividad. La interrupción era vista en la Francia del siglo XVIII como de mala educación. Antes de buscar el significado etimológico de la frase, elucubré que tal vez se debía a una actitud precavida de los franceses, como parte de las lecciones históricas, 😂 😂. No lo digo por Napoleón (a ése lo echaron e impidieron que volviera), ni por Robespierre, que ni siquiera intentó escapar, porque no dimensionó la fragilidad del poder. Luis XVI y María Antonieta sí intentaron irse "a la francesa" pero lamentablemente no les resultó. Pero luego busqué el significado etimológico y entendí su origen. 

 ...En mi defensa, señor juez, debo señalar que yo también me he ido de eventos de la misma manera que los franceses, un poco respetando el origen de la expresión -pura casualidad- y porque, en una reunión masiva, es una lata despedirse de personas que no te interesan. Hasta de mi casa, una vez, me fui a la francesa, 😂 😂.  

   Sé que al recordar nuestro próximo viaje a Europa que haremos con Marce y Eli, no podremos decir "Siempre nos quedará París",  porque NO pasaremos por París, 😂 😂. La ciudad luz tendrá que esperarnos hasta el año venidero, suponiendo que no esté totalmente invadida por inmigrantes - que ya son bastantes-, por China o Rusia. O tal vez por Trump, que haya querido comprarse una parcelita por esos lares. Llegada la fecha, veremos. Hasta pronto. 






No hay comentarios:

Publicar un comentario