
El 24 de enero nos dirigimos a Cartagena por vía férrea en un tren de alta velocidad. Nuestro pasaje, comprado por Internet, decía que nuestros asientos estaban en el sector "cielo". No sabíamos lo que significaba pero algo malo no sería, imaginamos, 😇😇. Partiríamos de una estación que no conocíamos, llamada "Chamartín". Eso sucede porque no todas las estaciones están preparadas para este tipo de trenes. Así que madrugamos para no sufrir por los atascos de tránsito que pudieran existir a primera hora de un día viernes, desde el alojamiento a la estación, a unos kilómetros de distancia. De nuevo tuvimos que someter nuestras pertenencias a los escáneres previos a acceder al tren y, de nuevo, 😒, mi cuchillito cocinero salió pillado. En el viaje a Madrid había pasado sin problemas, aunque igual debí abrir mi maleta, pero esta vez me lo requisaron, 😒. No era una gran cosa en cuanto al tamaño, no más de 5 centímetros de hoja🍁, pero no pasó la revisión. La idea era contar con él cuando me quede sola en "Las Europas" y, obvio, arriende pieza de hotel en lugar de depto. En fin, así son las reglas... Junto con ello, me anotaron en un registro, así que quedé seguramente como "persona de interés", 🙈 🙈.

Una vez pasado ese trago semi-amargo, 😉, nos fuimos a buscar el "cielo". ¡Era el segundo nivel del último carro, el número 8! Claro que las maletas no las llevamos al cielo, se quedaron en "tierra" no más. Haberlas subido sin ayuda de ningún ángel habría sido una ordalía. El vagón iba lleno, así que tuvimos compañía...masculina, 🙄. El viaje por tierras de las comunidades de Madrid y de Murcia nos dejó como aprendizaje las grandes extensiones de cultivo existentes, de olivos, almendros, naranjas, mandarinas, limones...¡Campos y campos sembrados y plantados con aquéllos y más! ¡Impresionante! El tren se detuvo apenas en cuatro estaciones, contando a la que llegamos. Aunque hubo momentos en que la velocidad llegó a 298 kms., no dejó de demorar su buen poco para la distancia existente entre ambas ciudades -440 kms.-. En realidad , algo menos, pues sólo llegamos "veloces" en el cielo hasta Murcia, a las 11,01 hrs. En aquella estación compramos billetes para irnos en un Renfe los restantes 50 kms. Llegamos a las 13 horas a Cartagena. Del depto. podíamos disponer a partir de las 15 horas, así que decidimos almorzar cerca de la estación. Cerca de ella se veían restaurantes, por lo que partimos hacia ellos caminando y con nuestras maleticas a cuestas.

No fue tan fácil encontrar algo a gusto. A dos cuadras estuvimos frente a un hotel. Acaloradas por el esfuerzo y la temperatura más alta que en la capital, nos detuvimos allí y nos instalamos en la terraza a almorzar. No podíamos haber elegido mejor. El almuerzo estuvo excelente. De primero nos servimos, una de nosotras, crema de calabaza; las otras, ensalada César. De principal, salmón con pasta, dos y pollo con salsa de champiñones y papas fritas, la tercera. Bebidas y jugo para no atorarse y de postre, tarta (de manzana, una; de queso, las otras), además de café. Una pidió café con leche, lo que a todas nos causó mucha gracia -y preocupación,😬- después, porque el almuerzo estuvo bastante contundente. ¡Uff! Todo por 18 eurillos, 😁 😁.

Cerca de las 15 horas nos fuimos a buscar el depto. arrendado, que estaba a un par de cuadras, por lo que no requerimos de medio de movilización. Abrir el depto. fue casi una gimkana. Tuvimos que ir a una oficina, abrir con una clave recibida por wahtsapp, pasar al interior, buscar una cajita adosada a la pared, abrirla con otra clave, sacar el juego que nos correspondía, salir de allí, ir a otro edificio y abrir una puerta que costó muchísimo, subir a un segundo piso (para nosotros tercero), sin ascensor, para llegar, ¡uff!, a un alojamiento bastante bueno. En general, debemos decir que hemos tenido bastante buen ojo y suerte al respecto, 😃😃.
Luego de instalarnos, salimos a conquistar el mundo, o sea, Cartagena. Es una ciudad de 220 mil habitantes. Fue fundada por el cartaginés Asdrúbal el Bello el año 227 a.C. bajo el nombre de Qart Hadasht, transformándose en un bastión importantísimo para el poderío cartaginés en el Mar Mediterráneo y en la Península. El Imperio Romano estaba en proceso de expandir sus dominios y la superioridad cartaginesa en el mar era un impedimento para sus planes. Fue el origen de las Guerras Púnicas, de las cuales una de las campañas de la Segunda G.P. tuvo como objetivo la conquista del puerto de Qart Hadasht. Escipión el Africano lo logró el año 209 a.C., a partir de lo cual la ciudad pasó a llamarse Carthago Nova. Pero eso no fue todo, pues a la llegada de los visigodos y, poco después, del poderío bizantino se le llamó Cartago Spartaria. Posteriormente, viene la aparición de los árabes...En fin, la urbe fue oscilando según los vaivenes de la historia y los cambios en el poder.

Lo primero que visitamos, a pocas horas de nuestra llegada, fue el "Museo de la Muralla Púnica", a pocos pasos de nuestro alojamiento. Allí nos encontramos con restos de la muralla cartaginesa que rodeaba Qart Hadasht desde su fundación. Murallas de 5 metros de ancho, de 10 metros de alto, que no sólo cumplían una función defensiva, sino también servían de caballerizas y dormitorios para los soldados. Un admirable y práctico aprovechamiento del espacio. También allí nos encontramos con los restos de una cripta cristiana, parte de una ermita construida de fines del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII, que fue hallada durante las excavaciones. Luego de admirar tan valiosos vestigios arqueológicos, partimos en busca del anfiteatro romano y nos encontramos con la estructura de una Plaza de Toros en reparación. Cabe señalar que el año 2017, cuando estuve por primera vez en esta histórica ciudad, la "Plaza de Toros" estaba igualmente en mantenimiento. Ahora, investigando en Google, entendí que efectivamente el Anfiteatro Romano estuvo allí, pero que la Plaza de toros contemporánea fue construida sobre sus ruinas, por lo que los vestigios más antiguos permanecían ocultos. Es ahora cuando se está excavando para sacarlos a la luz.

No nos fue bien en aquello, pero pronto descubrimos, en nuestra caminata, restos del Cardo y del Decumano romanos, las principales calles de la ciudad, que datan del siglo I. Quisimos conocer una Domus Romana, pero no tuvimos suerte pues el recinto estaba cerrado. Nos desplazamos hasta el Paseo Marítimo, llegando hasta el Puerto de Yates y las embarcaciones oficiales de la Marina. Pronto estuvimos en el sector de la Rueda de la Fortuna, de la escultura de la cola de la ballena y del Monumento a las víctimas del terrorismo (una escultura de 5 metros que impresiona). Después de aquello accedimos al Paseo Peatonal, presidido por el hermoso edificio del Ayuntamiento, seguido por otros de estilo renacentista, con múltiples tiendas y locales comerciales en sus primeros pisos. En aquello nos sorprendió la noche y luego de buscar un supermercado para comprar lo básico para la once y el desayuno, nos fuimos a nuestro alojamiento. Al día siguiente, teníamos esencialmente 3 puntos de interés que sí o sí visitaríamos.

El sábado 25, antes de la 10 a.m., estábamos en las calles de Cartagena dirigiéndonos a la "Casa de la Fortuna" (Fortuna Propitia), donde encontraríamos los vestigios de una domus -casa- romana, del siglo I a.C. existente en el subsuelo de un Museo creado con el mismo nombre. Luego de pagar 3 eurillos cada una nos dedicamos a recorrer las ruinas, que contenía los muros y espacios de las distintas dependencias de la vivienda de un romano adinerado. Lo que más llama la atención son los restos de los coloridos y bellos mosaicos en las paredes del atrio, lugar de recepción de los visitantes...

De allí nos dirigimos a otro museo, el del "Teatro Romano", pagando la correspondiente entrada de 4 euros. Luego de pasar por las salas de exhibición del Museo llegamos a la gran maravilla de Cartagena: ¡el Teatro Romano! Extraordinario el trabajo de reconstrucción y habilitación para que los visitantes y amantes de estas bellezas clásicas puedan sentirse, aunque sea en una parte pequeñísima, herederos de tan grandiosa cultura. Estuvimos allí un buen rato. Al salir, comenzamos a buscar el acceso y subida al Cerro Concepción pues queríamos visitar el castillo, pero anduvimos como el perro que persigue su cola. ¡Puchas que nos costó encontrar el dichoso ascensor!

Tanta caminata y búsqueda nos dio hambre, así que buscamos dónde almorzar primero para recuperar fuerzas y luego dirigirnos a una audiencia con el Sr. Castellano, a ver si tenía la deferencia de atendernos. Una vez encontrado el moderno ascensor para subir al cerro, luego de almorzar convenientemente, caminamos hasta allá, pagamos el importe 😒🙄, para ahorrarnos la subida y nos fuimos al Castillo, entreteniéndonos un buen rato arriba con unos pavos reales -bellísimos- que andaban algo inquietos y con las hormonas algo soliviantadas, 😂 😂. Después de aquello, ingresamos al Castillo de la Concepción donde recorrimos distintas dependencias y accedimos a la torre del homenaje para admirar, desde las alturas, la ciudad y el puerto de Cartagena. Allí nos enteramos que los castillos-fotalezas cercanos a la ciudad eran varios, uno en cada colina, a excepción de una que estaba sin construcción. Con esta última visita habíamos completado lo que teníamos previsto visitar de la ciudad, por lo que nos fuimos satisfechas a casa a descansar y a alimentarnos -otra vez, 🙈-. Teníamos todo listo para viajar al día siguiente a Granada (alojamiento y pasajes), sólo nos faltaba ordenar de nuevo nuestras maletas, 🥴🥺😢. El viaje lo haríamos en bus y esperábamos fuera de lo más entretenido. Hasta pronto.







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