
Arribamos a la capital de la madre patria el martes 21 de enero, con la rapidez en el cuerpo transmitida por el tren de alta velocidad. Cuando nos bajamos con nuestras maleticas seguimos a la masa, al menos esta vez, 😉. Así llegamos a la salida de la Estación Atocha, donde un sinnúmero de taxis llegaban, esperaban y salían, mientras una larga fila de clientes iba avanzando para subir a los vehículos. Nosotras pedimos un vehículo por app, que no resultó nada de rápido y aunque le envíamos nuestra ubicación nos indicaba que debíamos movernos hacia otra calle, llamada Alfonso XII. Comenzamos a buscar la famosa calle pero no la encontrábamos. Preguntamos al menos a 3 personas: no tenían idea. En la rotonda que había al llegar a Atocha el tráfico era infernal, lo que se complicaba con trabajos en la vía. El taxi había llegado y nosotros no estábamos en la dirección correspondiente. Al fin logramos ubicarnos merced a google maps. El chofer tenía una cara de tres metros cuando subimos a su vehículo y nos llevó a nuestro alojamiento con face de pocos amigos sin dirigirnos una palabra. El costo del viaje, 17 euros y fracción, ya se había cargado a la tarjeta de Marcela, así que no se justificaba su enojo. Posteriormente, supimos que a Marcela le hicieron un recargo de más de 2 euros por la espera, 😬.

Para ingresar al depto. no tuvimos problemas, pues la anfitriona estaba esperándonos. Muy afable ella y el depto., de primera. Cerca de allí había una frutería y un supermercado, así como un paradero de buses, que nos dejaba a un par de cuadras de la plaza Puerta del Sol. El ingreso al depto. tenía sus bemoles, pues habia que abrir la cerradura mediante bluetooth. La patroncita aprendió a hacerlo y con eso tuvimos suficiente. Lo que se nos anduvo yendo en collera fue la cocina, pues era de inducción y, otra vez, ella fue la que solucionó el problema. Con la cafetera no pudieron las chiquillas, a pesar de pedirle ayuda a google. Les quedó grande. Yo, ni lo intenté. Lo lamentable fue que no pudimos tomar de ese café rico que nos dejó la anfitriona. En todo caso, el nuestro no era de despreciar, 😉. La puerta del baño hizo trabajar nuestras neuronas cuando intentamos cerrar ese cuasi-sagrado cubículo; hasta llegamos a pensar que no había puerta, 🤣 🤣. Simplemente, era de corredera, 🙈.

Ya instaladas y habiendo tomado desayuno, nos fuimos al centro, no sin antes comprar una tarjeta con pasajes para hacer uso de un bus de recorrido. En Madrid, para nuestra alegría, cada pasaje nos costaba 0,60 €. ¡Vaya diferencia con Barcelona, donde debimos desembolsar 1,6 € por lo mismo. Aunque estaba lloviendo en la capital, fuimos a conocer algunos lugares de interés. Nos bajamos cerca del Museo del Prado, para comenzar la primera parte del recorrido subiendo la "Cuesta de Moyano" hacia el Parque "El Retiro", donde caminamos por calles secundarias hasta que llegamos a la principal, con sus fuentes y esculturas, más la laguna y sus patos. Llovía a ratos y, a pesar de ello, no faltaban los deportistas al interior, de ambos sexos, que realizaban sus trotes personales, además de algunos turistas y "clientes frecuentes", 🤭🤭que deambulaban por el parque.
Dejando atrás el parque nos esperaba la "Puerta de Alcalá", que impresiona verla en vivo y en directo, así uno la haya visto en fotos y documentales muchas veces. Pero posar con ella en el fondo es otra cosa. Seguimos caminando y llegamos al Palacio de Cibeles con sus torres y "miriñaques". ¡Qué belleza de edificio y qué buena ubicación! Nuestro recorrido continuó hasta la Plaza Puerta del Sol, admirando los bellos edificios, sus estilos y esculturas en el trayecto hasta el centro-centro. Una vez allí, nos dedicamos a buscar dónde almorzar, no sin antes pasar a vitrinear a un par de locales de souvenirs. Nos fuimos a comer a una picada que recordaba y que para mayor contentamiento no había subido en exceso los precios por comida por ser un plato buffet. Desde que entré ahí por primera vez el año 2016 había subido sólo 3 euros, 🤗. Nos sacó del paso el local. Si bien algo repetimos en cuando a la comida, no nos gustó la cocción de la carne, 😬. 
Al salir, la lluvia ☔ nos sorprendió con su intensidad. Quisimos aprovechar el resto de la tarde yendo a visitar la Plaza Mayor, la Catedral de Almudena y lo siguiente, pero debimos renunciar a la brevedad y protegernos bajo el dintel de un local comercial. Al amainar un poco el agua decidimos recorrer el camino hasta llegar a Primark, subiendo hasta la Gran Vía. Llegamos algo mojadas, pero ¡lo logramos! Primark es una tienda de ropa económica, pero de buena calidad, no muy bella la verdad -la ropa, pero útil-. Cada vez que he estado en Madrid (si mal no recuerdo ésta es la quinta vez) me ha resultado divertido reconocer a los turistas mediante un detalle, cuando uno pasa por ahí cerca: los que llevan bolsas de Primark seguro lo son en su mayoría, 😂 😂. Obvio, nosotras no fuimos menos. No salimos con la bolsa aquella, pero sí con productos. El frío invierno nos obligaba a abrigarnos más, 🤭🤭. Luego de aquello nos fuimos al paradero del autobús 6, al que no debimos esperar gran cosa, aunque la demora estuvo en el viaje de regreso al depto., tranquilamente 40 minutos. En Madrid los semáforos son abundantes y el tráfico, como en todas las ciudades grandes, es alto en determinadas horas del día (3,5 millones de habitantes).

Al otro día, salimos bajo la lluvia también. A pesar de ello, hubo momentos sin ella, que nos permitieran visitar lo pendiente: Plaza Mayor, Mercado San Miguel (maravilloso y completamente gourmet), la Catedral de Almudena, el Palacio Real, con un sabroso brunch a la pasada, 😋. Además, fuimos a la Plaza España, al Templo de Debod, la Gran Vía y buscamos dónde almorzar. Esta vez estuvimos en un restaurante a media cuadra de la Puerta del Sol, donde quedamos a ombligo parado, pues el primero elegido era "revuelto con champiñones y jamón" y aquello resultó ser dos huevos revueltos con los agregados mencionados. Ya con ese plato estábamos listas, pero luego se vino el principal, mis amigas, carne con papas fritas y yo, calamares con ensalada (no estaban muy sabrosos los calamares, 😒). Faltaba el postre: una, pudín; las otras, helado de fresca. ¡Uff!

Como luego había que hacer ejercicios para quemar calorías, a caminar se ha dicho. Nos fuimos de vuelta al Primark por algunas otras cosillas, y acompañé a cuanta tienda se les ocurrió pasar a Marce y Ely, más a unos locales de venta de souvenirs. No pudo faltar el supermercado y partimos, merced a google maps, en búsqueda de uno que nos hizo caminar su buen poco. Ese día, si no me equivoco, anduvimos cerca de los 14 kms. Llegamos cansadísimas al alojo, aunque igual algo de bebida caliente y un poco de pan comimos, a excepción de una, que sólo le "dentró" líquido, 😁. Nos quedaba aún un día más en la capital del Reino y pretendíamos aprovecharlo al máximo. Para ello, el primer día habíamos contratado un tour para visitar dos ciudades espectaculares. Ya les contaré mañana acerca de esos Patrimonios de la Humanidad, de los que por estos lares hay muchos, partiendo por nosotras, 😂 😂 🤣. Hasta pronto.
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