
Estando casi todo listo y planificado, no siempre resulta como uno lo esperaba. No faltan los detalles, las preocupaciones de última hora o ese "detallito" que te quita el sueño o lo entorpece y, al final, el descanso no es como querías. Me cambié de hotel la última noche con el objetivo de descansar mejor (el penúltimo hotel tenía el defecto de contar con paredes muy delgadas, tanto, que casi cada movimiento ajeno nocturno, repercutía en mi cabeza, despertándome con frecuencia). En el "Gran Hotel de París" -bien ambicioso el nombre, 🤭- me encontré con un edificio antiguo bien mantenido, poseedor de un hermoso patio interior, usado como restaurante. Por ello, al llegar a realizar el check in el lunes, todo estaba pasando en el interior. Era la hora del almuerzo, bastante barato para ser hotel, 3 US$. Entonces, me dije, aquí está la mía. Me instalé en la habitación (2o.piso, en el corredor sobre el patio-comedor) y me fui a almorzar. Entrante, principal, jugo y postre, todo en dosis para persona que cuida de su figura. Yo lo hago sin duda -deben haberse dado cuenta, 😂-, pero me habría gustado una chuleta un poco más gruesa. La degustada estaba bien sabrosa (con salsa a la naranja), pero tenía menos carne que Mark Anthony, 😂 😂. El postre podría habérmelo tragado de un sopetón, pero como soy una dama, lo hice en dos tandas, 😉. Me tomé, eso sí, dos vasos de jugo (agua con un poco de color, 🙈) y un café, el cual estaba de muy buen nivel. Quedé satisfecha, en todo caso, para ser justos.

No quise sorpresas de última hora. Por lo tanto, me animé, luego de descansar un poco, a ir hasta el Terminal Terrestre de Cuenca, a 15 ó16 cuadras de distancia, caminando, 🚶♀️. Fue un trayecto de conocimiento y de corroboración de la actividad comercial como una de las relevantes en la ciudad. Sin saberlo, me fui en un 70% por una misma calle, que, coincidentemente correspondió a muchas joyerías. Por ello fue que en una de ellas, un hermoso anillo llamó severamente mi atención al mirar de refilón su escaparate, tanto así que pasé a curiosear. No era barato pero valía su precio. Me quedé con el dato y la idea rondando, pero opté por seguir hasta mi destino. ¡Lo que pudiera hacer después ya era otra cosa, 😊! Llegué al fin al Terminal, pero al solicitar un pasaje para el día siguiente recibí como respuesta que debía comprarlo momentos antes del viaje, 😳🥺😧😠, es decir, ¡toda la caminata había sido en vano! ¡Madre mía! ¡Qué fastidio para los que planifican! Bueno, no tanto, porque no puedo negar que fue un buen ejercicio, 🥵. De regreso pasé a cuanta joyería se me ocurrió sin encontrar algo parecido a lo visto al principio, 😒. Llegué al hotel a descansar, escribir y arreglar mi equipaje. Faltaba aún casi toda una jornada, pero ya estaba casi todo listo.

Martes 17: me levanté temprano a pesar de que lo que temía sucedió. En fin, no importa; gajes del oficio de porfiada, 😂. 6.0 am. y ya empezaba a moverme, aunque el desayuno lo servían a partir de las 8 horas. La idea era dejar el equipaje en custodia, para salir después del desayuno sin preocupaciones y volver sólo cuando fuera el momento de empezar la primera etapa del regreso. Ya liberada de cargas, como Rica McPata, decidí hacer uso de taxis para movilizarme. Así sucede cuando hay dólares, 😉, ejem. Les cuento que cuando el lunes, al pasar por el Museo Pumapungo ('la puerta del puma'), el más importante de la ciudad, vi que en terreno aledaño a los edificios había un sitio arqueológico, quedé estupefacta. ¡No podía creerlo! 😳😳. ¡Mi debilidad son las ruinas del pasado!, de este tipo, aclaro, 🤭. Así que más que diligente decidí dejar mis horas disponibles de la última mañana en Cuenca, para ir a visitar el Museo.

Antes de las 9 horas del martes salí del "Gran Hotel de París", 🤣, busqué un taxi, pregunté cuánto me cobraba, 1,5 US$ dijo, y me subí. He aprendido que, ante todo, debe haber cuentas claras. No me subo a un taxi si no me dicen un precio y éste me conforma. La primera sorpresa al ingresar al museo fue que debía registrarme, seguido de que no había cobro de entrada, 🤗🤗. Porsiaca, yo iba con la Visa lista, 😉 , pero no fue necesario. Me dirigí en primer lugar al museo de sitio. Recorrí todo el lugar, tratando de descubrir las funciones de esos cimientos, pues, lamentablemente, había escasos letreros indicativos. Investigando en línea, me he enterado que este sitio arqueológico es inca y corresponde a 4 hectáreas en total. Antes fue ocupado por los Cañaris hasta la conquista de Tupac Yupanqui, los que a su vez fueron conquistados por los españoles posteriormente. Este lugar, conocido como Tomebamba (igual que uno de los ríos que llega a Cuenca) fue la parte norte del Imperio Inca, que se extendió por estos territorios. Se cree que Huayna Capac estuvo viviendo en estas instalaciones. Los cimientos encontrados corresponden a depósitos de provisiones, viviendas de las mujeres que servían en el palacio, un gran patio ceremonial o koricancha y otros aposentos destinados a los soldados.

Bajo los cimientos que ocupa la colina Pumapungo, se ha recreado los jardines del Inca y un acueducto. De aquello se destaca cercos, cultivos, con plantas y flores, más una pequeña isla rodeada por un cauce de agua. En el jardín, siguiendo una forma de gran flor, hay una chacra con más de 200 plantas nativas, entre ellas, maíz, quínoa y papas. Cerca de la isla y el cauce de agua, se ubica el Inkario (=aviario), donde se puede apreciar guacamayos, loros, pericos y águilas, de diverso tipo y colorido. Después de ver todo aquello, regresé al edificio y recorrí la Exposición Etnográfica instalada. Allí me enteré que había 12 nacionalidades en Ecuador con 20 pueblos indígenas, casi todos desconocidos para mí. Objetos cotidianos y recreaciones de su modo de vida ilustran a los más relevantes.

Abandoné el Museo agradecida de la casualidad de haber pasado por allí, interesarme por lo visto y, gracias a ello, planificar esta visita imperdible. Al salir, aún me quedaba tiempo. Fue en ese momento que decidí atender un capricho. Me subí a otro taxi, que me llevó cerca de la calle de las joyerías y, sin problemas, ubiqué local en el que me había enamorado...¡de un anillo, 😍🥰! Sin tantos prolegómenos hice la "inversión" correspondiente y salí feliz del local, habiendo satisfecho una vez más un antojo, 🙈. ¡No tengo remedio! En todo caso, el que puede, puede, 😏. Unos paseos más y me fui a buscar mi equipaje, subí a otro taxi, llegué al Terminal Terrestre y compré mi pasaje a Guayaquil.
El viaje se me hizo interminable. La mayor parte viajé sin compañía, para mi alegría. ¡Ah!, me olvidaba contarles que el segundo ambulante que se subió era un mago, 😁. ¡Tal como lo leen! El se presentó así, pidiendo disculpas por molestar. Era entretenido, hacía participar al público, hacía algunas bromas, haciendo aparecer y desaparecer naipes, vaciando agua en un papel, reconstituyendo una hoja de diario totalmenfe rota. Nos hizo reír y nos sacó plata, además de "regalarnos", según él, un par de chocolates nikkolo. Yo, que estaba en platea -en asientos adelante- cooperé, por supuesto, 😂 😁. ..
Teniendo un pequeño margen de tiempo al llegar a Guayaquil me bajé del bus para, rápidamente, buscar un taxi,que me llevara al "Aeropuerto Internacional José Joaquín Olmedo", a apenas a 5 kms. Supuestamente uno demora en vehículo 10 minutos, pero era tal el tráfico que nos demoramos 1 hora. ¡Una verdadera locura! 😱😰😢. A esas alturas ya llevaba media hora de retraso. Eso me obligó a no intentar enviar mi maleta de cabina a bodega al ir a solicitar tarjeta de embarque física, como que no quiere la cosa. Debí desestimar esa argucia. Simplemente me fui directo a migración y algunas exquisiteces made in Ecuador, se quedaron en manos del revisor. Felizmente el costo no era más allá de 8 US$. La lata fue que, al final, las compré para el policía, 😒. Precisamente esa duda era la que me tenía inquieta la noche anterior, así que, ya al no existir el peligro de requisición en Lima o Santiago, se me acabó la incertidumbre.
El primer tramo del viaje fue breve, 1 hora y media. Una vez embarcada y sentada (al medio, 😒) me quedé dormida, mascarilla mediante. Alcancé a despertar en el momento que repartían el snack (una barrita de cereal y una bolsita de papas fritas, todo sanito, 🤤) con el café. Después, a dormitar otro poco. Ya en Lima, de nuevo a migración y listo, a esperar algo más de una hora. Fue allí donde se ofrecieron a llevarme la maletica a bodega. ¡A buena hora, 😬! En fin, acepté para facilitar la bajada en Santiago. De nuevo me tocó en suerte el asiento del medio, casi al final del avión. A mi lado, se ubicó un argentino pasado a ajo, 🤧. Me gusta mucho este condimento, pero en la comida, 😂. Dormité, desperté al llegar la colación (un "sanduche", unas frutas picadas y un ☕), seguí dormitando malamente. Y, ¡al fin!, en Chile. Intenté reiteradamente realizar la declaración del SAG y fue imposible, me aburrí. Quise migrar vía máquina. ¡Nada! Había que ir a "manual". Pasé por scanner sin problemas. ¡Uff! ¡Ya era hora! Debí completar ✍ a lápiz ✏ mi declaración. Fui a buscar mi maletica y nada, no estaba. ¡No puede ser! 😢😢. Éramos como 5 personas que no encontrábamos nuestro equipaje. Una funcionaria empezó a averiguar. Nos enteramos de que, al menos, la maletica había sido subida al avión. Algo es algo. Había esperanzas, 🎶 🎵... Esperamos varios minutos... Parece que las "perlas" se habían quedado escondidas en la bodega, 😂 😂, porque al rato aparecieron, vivitas y coleando. ¡Uff! De allí, subirse al bus-aeropuerto para llegar al Terminal TurBus, subirse a otro bus en dirección a Rancagua, bajarse del bus y subirse a un Uber para llegar a palacio. ¡Al fin, en casa, 😊🤗😔, y a salvo, 🥵🥵🤗🤗.
Han pasado unos días en palacio y me dedico a escribir estas líneas. A manera de síntesis, de acuerdo a lo visto en los diez días de estadía en la nación ecuatoriana, me pareció ver gente bastante religiosa, lo que se evidenciaba en la cantidad y cuidado de sus recintos católicos, en el número de fieles asistentes a los oficios, en la abundancia de locales de venta de artículos religiosos, así como en la connotación dada a la celebraciones de Navidad, que vi en todo su esplendor en la ciudad de Cuenca, aunque también se respiraba en cada pueblo por el que se pasaba. A pesar de aquello no puedo afirmar que los habitantes ecuatorianos se vean felices y contentos. Se ven activos, trabajando, formal e informalmente (muchos, de este último modo), lo que no impide que la pobreza trasunte por todos lados, especialmente en Guayaquil, Quito y las localidades pequeñas por las cuales pasé en mi recorrido de sur-norte-sur. Pobreza que se evidencia en las viviendas, en las calles, en las vestimentas, en la basura existente por doquier, como generalidad. Sin embargo, aquello no les impide ser afables frente a las consultas. El único problema es que no siempre yo lograba entender sus respuestas o preguntas, 😁. Tienen una pronunciación del español muy "africado", como que "arrastran" las letras y no modulan completamente los sonidos, amén de los modismos. En todo caso, es un hablar parecido a sus vecinos peruanos y bolivianos.
En las ciudades visitadas, a pesar de alta densidad poblacional, había mucha población, especialmente femenina, que vestía ropa campesina o típica de manera cotidiana, lo que, sin duda, es una muestra del alto porcentaje de población autóctona existente en el país. Las comunidades indígenas allá tienen prerrogativas jurídicas y judiciales ortografía constitucionalmente, lo que también es signo del peso poblacional y político de aquéllas.
Ecuador, desde el punto de vista climático, geográfico y similares, es un territorio complejo para quien vive mayoritariamente en un clima templado, con terrenos llanos, al menos a lo largo, que no a lo ancho. Mucho calor -sobre 30°- en Guayaquil y la zona sur; un poco menos intenso el calor en la zona norte -Quito-, pero igualmente con esa humedad tropical que no acomoda. Sol quemante, humedad y mosquitos en Guayaquil; lluvia y calor en Quito. A excepción de Guayaquil, ubicada a orillas del Río Guayas y cercana al mar, las ciudades de Quito y Cuenca son cercanas a cauces fluviales, especialmente Cuenca, lo que implica un turismo distinto, más histórico y cultural, que de diversión. Tal vez sea esta misma condicionante geográfica que las hace más tranquilas en lo que a vida nocturna se refiere. En lo que respecta al relieve terrestre, Ecuador no es un país de tierras llanas; al contrario, la mayor parte del recorrido realizado entre Quito y Cuenca -450 kms.- discurre entre cerros y ambas urbes se encuentran sobre los 2.500 msnm.

En lo que relacionado con la producción nacional de relevancia, Ecuador sobresale por las frutas y verduras: plátanos, mangos, chirimoyas, maracuyás, cerezas, manzanas, cítricos, paltas, papas, maíz, brócolis, frijoles, etc. De todo ello uno ve en las calles siendo vendido por sus propios productores o intermediarios. Los mercados campesinos son una buena oportunidad de venta de dichos productos. En el ámbito pesquero sobresale la amplia oferta de camarones y cangrejos, que se traspasa a la gastronomía ecuatoriana. Y a pesar de ver muchos campos sembrados a lo largo de la carretera recorrida, el campesino sólo parece sobrevivir el día a día. Google dice que el gran problema de Ecuador es la baja calidad de la educación, la falta de oportunidades que conlleva a la informalidad, a la delincuencia, a la emigración, es decir, el mal de muchos de los países subdesarrollados o tercermundistas en la actualidad o, mejor dicho, "emergentes" como es políticamente correcto llamarles ahora.

Una vez más, ha sido una interesante experiencia visitar un país extranjero desconocido en particular aunque no a rasgos generales. Eso obliga a cuidar cada tramo que se recorre y cada acción que se emprende, especialmente si uno viaja sola. Lo que más rescato y valoro es el conocimiento in situ, el acercamiento a la feria, al mercado, al restaurante "reguleque", que permite captar algo de la idiosincrasia del pueblo que se visita. Regresé contenta de los dos sitios arqueológicos visitados -Ingapirca y Pumapungo-, del buen tiempo general durante esos días y de haber conocido en parte actividades típicas del país como la confección de makanas y sombreros de paja toquilla, así como alegre de haber caminado descalza por la playa de General Villamil. ¿Qué más se puede pedir? 🤗😊😊. Hasta pronto.
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