Empiezo a escribir, seguramente el penúltimo relato de este viaje, en dos partes, separadas por 24 horas. Las similitudes de las acciones me han decidido a juntarlas en un mismo escrito. De esta manera no me exijo más de la cuenta y tampoco les aburro. Me vuelvo a congratular por haber llegado hasta acá y estar cerrando tan bien este viaje postergado un año y hecho realidad al fin...Llegó el domingo 15 de diciembre y voy a participar en un primer tour cuencano, que dura prácticamente todo el día, pero no incluye almuerzo, 😒. Más no se podía pedir, pues sólo pagamos 35 US$. El lugar de encuentro está a 3 cuadras del hotel, así que para allá partí, desayunadita.

Finalmente 6 personas conformamos el grupo del tour, todos ecuatorianos a excepción mía. Sólo va el chofer con nosotros, pues la forma en que está planificada la salida lo permite. Luego de vueltas y revueltas, 😁, subidas y bajadas, habiendo recorrido 80 kms. en 1,15 horas, llegamos a las Ruinas de Ingapirca ("inga"='inca'; "pirca"='pared'; es decir, 'Muro del Inca'), ubicadas en la localidad del mismo nombre, provincia de Cañar, Gobernación de Azuay, de la cual Cuenca es la capital, todo esto al sur de Ecuador. El sitio arqueológico está emplazado en una pequeña colina rodeada de otras, algunas más elevadas. Su altura corresponde a 3.160 msnm. Corresponde a una construcción de origen Inca-cañar, cuyo centro principal es el "Templo al Sol", edificio que se ubica en la parte más alta del complejo, el que data de inicios del siglo XVI, en época aún precolombina. Se presume que el propósito de todo el sitio tendría carácter ceremonial o de experimentación, toda vez que los cañaris adoraban a la Luna y los Incas, al Sol.

Las averiguaciones señalan que quien habitaba originariamente el lugar era la tribu Cañari cuando llegaron los Incas en su proceso de expansión. Luego de un inicio confrontacional establecieron acuerdos por matrimonio, con lo que se consolidó la relación tribal. El complejo arqueológico contempla varias dependencias y secciones en su superficie. Terrazas de cultivo, baños de purificación, bodegas, viviendas, casa de las escogidas, Templo del Sol con patio. Cabe señalar que de las construcciones sólo se conserva los cimientos y muchos restos que se agruparon en un lugar bajo el título de "dinteles y sillares". Son trozos de andesita que cumplían dicha función, lo que se deduce de la forma y marcas halladas en ellas. Hay una pared de la Casa de las Escogidas (niñas y jóvenes educadas para servir en el Templo del sol) que se conserva de manera original, pero el templo propiamente tal es una réplica, levantada sobre la base de los cimientos y documentos de la época. Es importante mencionar un detalle: este Templo es el único de forma oval de todos los construidos por los Incas.

Nos anduvo trayendo por el yacimiento arqueológico una guía del lugar, llamada Marcia Alvarez. Con ella también vimos una réplica de vivienda precolombina, con techo de paja y paredes de adobe, con una ventana en la parte superior para ventilación e iluminación. Cerca de ese sector, más bien cerca de la entrada actual, se descubrió una tumba colectiva cañari al lado de la cual hay un símbolo funerario llamado "huanca". En cada letrero nos detuvimos, para recibir la explicación de la guía. La verdad es que para mí fue toda una sorpresa. No esperaba ruinas precolombinas tan interesantes en Ecuador, aún cuando las edificaciones hayan sufrido el paso del tiempo y del expolio. Después de pasar por la puerta de un pasillo que acercaba al Templo del Sol, accedimos a la escalera que nos llevó al patio, frente al templo. Desde arriba, se tenía una visión privilegiada de todo el complejo y de las zonas adyacentes. Fue, sin duda, la visita cultural más significativa de este viaje.

Abandonamos Ingapirca para dirigirnos a una localidad llamada Gualaceo, a 69 kms.al sur. De nuevo vueltas y revueltas, 😨, y un par de turistas sintiéndose mal por aquello. A las 12,30, luego de una hora de zangoloteo, 😂, llegamos a la Casa Museo de la Makana, en la localidad de tan bello nombre mencionado, 🤭. Aquí asistimos a una exposición del proceso de creación de una Makana, una prenda típica tradicional que se teje en telar y se tiñe con colorantes naturales, que nosotros conocemos como chal. Cuando el joven encargado, uno de los pocos de su familia que mantiene la tradición de esta técnica de tejido, nos comenzó a explicar los pasos del proceso, casi terminamos locos. Sólo al saber toda la tarea que implicaba su confección, ya nos imaginábamos el valor de una prenda de este tipo.
Ya sea con hilo de algodón, de lana o de bambú, se comienza con la urdimbre, que supone ordenar 1000 a 1500 hilos, según el grosor del hilado y el tamaño de la prenda. Luego viene el anudado, técnica realizada con yute. Los nudos deben ubicarse según lo requiera el diseño que se desea tejer, pues esas zonas anudadas, al llegar al paso tres, que es el teñido, deben mantenerse del color natural. El cuarto paso es el secado, para luego pasar al quinto, el desarme de los nudos. No todo acaba aquí, pues lo que viene ahora es poner los hilos en el telar de asiento, y ordenarlos (sexto paso) y recién, comenzar a tejer (séptimo). El último y octavo paso es el diseño de los flecos. ¡Uff! ¡Me cansé! 🥵🥵.

La fabricación de una makana puede llevar desde 4 a 5 días las más simples y hasta 6 meses las más complejas, según el diseño. De allí que el costo no sea ninguna bicoca. Una de ellas vale al menos 100 US$, en tanto, una bufanda con la misma técnica tiene un costo de 30 US$. Nos quedamos con el gusto de admirar las prendas, pues no era tanto el "enamoramiento" como para invertir esa cantidad. Cuando se nos explicó el paso del teñido de los hilos, se nos enseñó también cómo se obtenían los colores de manera natural. Por ejemplo, se usa el algarrobo (sus vainas) para obtener los matices de color café; el nogal, para los oscuros y el negro; los beige y grises con musgos y líquenes; la cochinilla -un insecto del cactus-, para los tonos rojos, al que al agregarle unas gotas de limón, queda naranjo y al añadirle bicarbonato, morado. La cáscara de cebolla morada y la flor del retamo para el amarillo, mientras que la única sustancia comprada ya elaborada desde otros lugares es el índigo, con que se obtienen los distintos tonos de azul. Fue un interesante momento de aprendizaje, 🤗.

Después de aquello nos llevaron a un local a almorzar. Cada cual pedía -y pagaba, obvio- su plato típico. Por suerte -me felicito- pedí un plato que parecía no tener tanto, que además era más barato, entendiendo después la razón. Los platos eran tremendos 😱 . Demoró un pocoel pedido pero llegó. El jugo, de guayana, estaba exquisito. Mi plato se llamaba "pincho de chancho" y era un anticucho no tan grande, pero el acompañamiento sí que era contundente: mote (un mote desconocido para nosotros, gigantesco, 🤭), papas pequeñas con cáscara (las que nosotros llamábamos "chancheras" cuando niños), plátano frito y un poco de ensalada chilena. ¡Suerte que no se me ocurrió pedir ensalada, pues no habría sido capaz! Dejé parte del mote y la ensalada a la chilena. Las papas y el pincho estaban deliciosos, con una salsa de ají amarillo "la muerte". Durante la comida compartí con un matrimonio ecuatoriano originarios de una localidad cercana a Quito, con lo que pasamos un buen rato.

Chordeleg fue la siguiente parada y localidad visitada, famosa por sus talleres de joyas de plata y sus artesanías, ostentando una distinción de la UNESCO. En ese momento y hasta el Año Nuevo, estaban de festividades navideñas permanentes. La plaza principal estaba llena de gente que había participado en actividades religiosas, desde los más pequeños hasta los más ancianos y enfermos. ¡Qué demostración de fé de tanta gente! 🙄. Hacía tanto calor, 🥵, que miré algunas vitrinas de joyerías locales de artesanía y no ingresé a ninguna. El exceso de temperatura me quitó las ganas de hacer shopping, el que sí realicé en Gualaceo cuando alguien pidió que nos detuviéramos para buscar zapatos. Obligada a vitrinear, también para hacer algo, digo yo, con tanta suerte que encontré unos zapatos veraniegos, de estilo que me gustan, a 10 US$, ¡toda una ganga! ¡Obvio, los compré, 😂 😂 ! Luego de aquello, me premié con un helado de café a one dólar. Estaba terminando mi heladito cuando empezó a llover.
Ni supimos como estuvimos arriba del minibús para regresar a Cuenca. El resto del viaje y del día llovió con fuerza, amainando un poco al bajarnos del vehículo y llegar hasta el hotel. La gracia de la lluvia de Cuenca en estos días es que ha sido en la tarde-noche, de manera que yo no me he mojado a pesar de que casi todos los días ha llovido. ¡Muy buen horario, sin duda! 😊😊. Todo como que funciona adecuadamente por acá, 😁 😁.

Hoy día, lunes 16, además de cambiarme de hotel, tenía contratado un tour de medio día. Dejé todo mi equipaje en custodia para pasar a buscarlo al regreso y partí al tour, con tal mala pata que era la única inscrita, 🤭🤭, así que no era viable. Las alternativas fueron los City Tour Panorámicos, uno hacia el sur de Cuenca (rojo) y otro hacia el norte (amarillo) o tal vez al revés, 😂 😂. Los dos juntos significaban 10 US$ y eran 2 horas cada uno aprox. De inmediato dije "¡upa, chalupa!". Aparte del guía que iba explicando por donde íbamos pasando a cada momento, independiente fuéramos sólo 3 pasajeros (como pasó con el bus rojo), igualmente se cumplió el programa. Además de conocer hitos importantes de la ciudad por donde pasábamos, nos llevaron a la Fábrica de Sombreros de Paja Toquilla de la Familia Homero Ortega, famosos en el mundo, equivocadamente conocida la prenda como Sombreros Panamá Jack o Jipijapa. Su origen es ecuatoriano y hay varias versiones por las que adquirió el nombre "Panamá", siendo la más aceptada la que se relaciona con la expresión lanzada por el presidente estadounidense Roosevelt, mientras estaba en Panamá en una actividad relacionada con el Canal del mismo nombre, llevando puesto un sombrero ecuatoriano.
Recorrimos la fábrica mirando y conociendo las fases del proceso de un sombrero de éstos, hasta llegar a la sala de ventas, donde el más barato está a 30 US$ y el más caro puede costar hasta más de 2.000 US$, 😱😱. Un bonito cuadro con fotografías de famosos con su sombrero salido de esta fábrica, se expone en el local. Casi como que dan ganas de hacerse tan famoso como ellos, 🤣 🤣. Ni siquiera me probé alguno. También había carteras y bolsos, muy bonitos, pero, ¡madre mía, el precio! Así y todo fue una interesante visita.

Un par de visitas más y la mañana estuvo completa. Primero fue al Parque de la Libertad, un lugar donde antes estaba la cárcel y donde hoy se erige una Torre-Mirador de 50 metros de altura. La vista de la ciudad es extraordinaria. Después, en el otro bus, subimos hasta un cerro llamado Turi (a 2.634 msnm.), donde existe una iglesia desde hace 100 años y toda una comunidad que ha hecho de este lugar, por su ubicación, un Mirador turístico y panorámico espectacular de la ciudad de Santa Ana de los Ríos de Cuenca, verdadero nombre de la urbe en que he estado estos días. El guía nos llevó a una tienda de artesanía, en la que nos dieron a degustar un "canelazo", un licor artesanal con canela, limón y maracuyá entre otros ingredientes. Estaba bien bueno, 😋🤭. Igual no compré nada, 😉. Luego, en la media hora que teníamos (aunque hubiera podido quedarme más tiempo no lo hice para poder retirar mi equipaje), fui hasta el "Mirador de cristal", una saliente con piso de vidrio para caminar, mirar el panorama y sacarse fotografías. La verdad, a mí no me dio nada de miedo. Después de haber estado en un altísimo rascacielos en Bangkok, así como en el balcón de vidrio en lo alto del Peñón de Gibraltar a 421 metros de altura, 💪💪, ya estoy curada de espanto, 🙈.
Estoy jugando las últimas horas en Ecuador. Hoy es mi última noche en Cuenca. Desde acá mismo me iré al Terminal Terrestre de Guayaquil y desde allí, sólo serán unas cuadras y estaré en el aeropuerto. Imagino que sabrán la razón por la cual no estuve desde hoy precedente en aquella urbe. ¡No me simpatizó!, aunque igual era necesario conocerla en parte, como asi lo hice. Las dos últimas jornadas de Cuenca han sido de tours, de lo que me felicito, realmente. Una vez que uno entiende en algo el funcionamiento de una ciudad, poco queda de novedoso, salvo que uno visite los museos, las casas de cultura y entidades de ese tenor. Sin embargo, yo no soy muy aficionada a recorrer la historia pasada y presente de los pueblos entre cuatro paredes, especialmente si hay exteriores visibles y más de un cultor vivo. Eso es lo que busco en los tours y es lo que encontré en este par de días. Poco ya debe quedar de sorpresa en estas horas pendientes para la llegada a Chile. Lo que quede y la correspondiente síntesis serán el cierre de este ciclo de relatos acerca de este nuevo viaje, lleno de sorpresas y aprendizajes. Hasta pronto.



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