Nuestro mundo está definitivamente en guerra y frente a esta epidemia que ya tiene visos de "pandemia" poco podemos hacer. Y aunque Iturriaga dijo hace unos años que él no estaba en guerra con nadie, no sé si seguirá pensando lo mismo, ahora en que las facciones al interior de su institución se dejan notar en más de una ocasión. Este ahora, en nuestro pequeño mundo de 19 millones de personas, sufre igualmente guerras varias, en los alumnos y apoderados de un colegio, entre los residentes de un condominio, entre los vecinos de un barrio, en las industrias y empresas, en las calles citadinas, en los medios de locomoción, entre una y otra pandilla, entre nacionales y extranjeros, entre oficialistas y opositores, etc.etc. Y cada cual, en su miopía o ceguera, sólo se deja llevar por sus intereses personales, sin perspectiva de especie y con cero objetividad.
La vida humana ha perdido sentido y valor. Cada día mueren violentamente seres humanos en distintas partes del planeta, ya sea en medio de conflictos bélicos o merced a la delincuencia. Quedarse es riesgoso; partir, también. ¿Qué hacer en este mundo en lucha? Difícil respuesta. Algunos optan por evadirse mediante los excesos; otros, se esconden y encierran. Los más, siguen adaptándose en parte a la nueva realidad, mientras cruzan los dedos. Difícil dilema. Yo, en tanto, aprovecho los espacios en relativa paz y los recorro antes de que sea tarde para mí y tarde para todos. Arrivederci!
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