sábado, 14 de diciembre de 2024

¡Lo sabía!: ¡una verdadera Superwoman!, 🤗

  

   Acabo de confirmarlo esta tarde: ¡Soy definitivamente una Superwoman! Tal como lo leen. Imagino que no se sorprenden mucho, porque ya lo sospechaban, 😂😂, pero así es la cosa. No les contaré detalles aún, sino a su debido tiempo para que puedan entender tamaña proeza alcanzada, 💪🦵👅...Hoy jueves salí temprano, tal como lo tenia presupuestado, pero sin poder desayunar, pues era antes de la hora indicada. Sólo tragué unos sorbos de yoghurt y a las 6,45 iba saliendo del hotel. El día estaba en marcha y de qué manera. Me llevé una tremenda sorpresa: las calles estaban invadidas por padres que llevaban a sus hijos a los establecimientos educacionales. Eso significaba que ingresaban a las 7 am., tal como lo corroboré después. Y pensar que tontamente ayer, al salir a las 8,30, creí que todo empezaba recién a moverse en la ciudad, 🙈 🙈.  En mi camino al Muelle de San Blas 🎶,  perdón, Plaza San  Blas, me topé con pequeñitos de 3 ó 4 años llevados de la mano por alguno de sus padres, al colegio. Sin duda, al opinar como ayer, fue un indicativo de que me faltaba calle, lo que estaba subsanando  en ese momento. 

   Al llegar al lugar de encuentro para el tour, vi un par de personas sentadas en los asientos,  nada como para asustarse. Además, en la calle del frente había policías de tránsito.  Eran recién las 7 am.y me habían citado a las 7,20. No había calculado bien lo que iba a demorar en recorrer la distancia, correspondiente a más de un kilómetro de caminata. Anduve rápido sin duda, por lo que debí esperar. Pronto llegó otra persona a la plaza. Por el equipaje que llevaba y el quedarse esperando allí, supuse que era turista. No era muy difícil de adivinar tampoco por sus rasgos, 😄. Al final, uno de los que esperaba era el operador que me vendió el tour y yo no lo había reconocido, 🤭, y el otro -otra en realidad-  era parte del viaje, quien quería que la pasaran a dejar a otro lugar al término de la jornada, por lo que iba con camas y petacas. A las 7,30 hizo su aparición el vehículo, de una capacidad de 22 personas aprox., pero en el que viajamos, holgadamente,  13 con el guía,  😏. 

   Entre los turistas había una variedad amplia : un matrimonio gringo con su hija bien grandecita ya, una canadiense, 2 portuguesas, una india,  una pareja costarricense, una chilena -yo-, y otros dos no hispanos. Nuestro destino final era la Laguna del Volcán de Quilotoa, a 180 kms.de distancia y a 3.800 msnm. Este último  detallito yo lo ignoraba, pues no pregunté lo suficiente ni averigüé, así que algo de preocupación me invadió por momentos. Cierto es que he estado en lugares altos como La Paz, El Alto, Machu Picchu y Lago Chungará, la mayor altitud, 4.517 msnm., pero en alguno de ellos tuve dolor de cabeza. Esperaba esta vez que no, pues ya estaba metida en el viaje, 😏.    

   El conductor de la van tenía la mano firme. Iba a su buena velocidad, que se notaba en el último asiento. Salir de Quito fue todo un desafío. Es tanto el tráfico a algunas horas que se avanza a la vuelta de la rueda. Una vez que salimos del taco respiramos tranquilos, mientras el guía nos explicaba el plan de actividades. Nuestra primera parada, luego de una hora y treinta de recorrido, fue en un lugar llamado Saquisilí, donde asistimos a una Feria indígena. Esta actividad se desarrolla bajo un alto y amplio techo abierto, donde campesinos y comerciantes exponen sus productos. Algunos expendían en el mismo piso de pavimento, mientras otros los tenían mejor dispuestos en cajas o muebles adecuados a la función. Había desde hierbas, flores y frutas, hasta animales de corral, vivos y muertos, 😬😬. También había pequeños almacenes en puestos y en vehículos, además de un sector de comidas. Asimismo vi mucha venta de granos y legumbres, pan de diferente tipo, cuerdas, etc. ¡Impresionante! A favor de la higiene, había pollos faenados para la venta (sin cadena de frío) en bolsas plásticas, así como sucedía lo mismo con el pan y las frutas. Sólo compré 3 naranjillas que se veían estupendas (a 0,50 cts. ).

     [ Entre paréntesis: Suerte que pude escribir en mi correo para avanzar en el relato. Hoy es viernes y voy de viaje a Cuenca. El blog se me cerró y no tengo internet. Que pueda escribir aquí ya es una gracia. Son las 11 am. del viernes y voy arriba de un bus. En la tarde-noche llegaré allá y aunque pudiera parecer que pierdo prácticamente  un día  en el viaje  pudiendo hacerlo durante la noche, preferí este horario para ir haciendo turismo "de carretera", que también sirve  para conocer lugares a la pasada, clima,  aspectos naturales  de un país  desconocido. Junto con ello aprovecho de descansar de la agotadora actividad de ayer y de escribir lo que no logré registrar anoche por el cansancio. No hemos avanzado mucho en una hora. El tráfico resulta infernal en la salida conurbada de Quito... Acabo de cambiarme de asiento y de fila. Me estaba dando el sol y ya mi cabeza lo estaba resintiendo. Un sol en medio de las nubes provoca su efecto no menor. Ahora sí: se nota en cambio].

   Vuelvo al viaje de ayer jueves... 

   Veo pasar ante mis ojos grandes extensiones de invernaderos. Este sector del país que está a mayor altura debe sufrir fuertes heladas en algún momento del año. Se me acaban de destapar los oídos, por lo tanto estoy a una altura desacostumbrada, definitivamente. Continúo. Una vez se deja atrás Quito y las ciudades cercanas, aparece ante la vista la naturaleza algo más pura, menos intervenida. [¡Uff! ¡Llevan la calefacción encendida en el bus! ¡Qué incomodidad!  En fin, es una fortuna para los friolentos; me imagino a varias que conozco, 😄😄, mientras la Concejala iría sofocada,  batiendo el abanico, 😁].  Sigo. En sectores llanos - como también en las faldas de las colinas- hay grandes extensiones de cultivos de papas, habas, brócolis. El guía me señala que Ecuador es gran exportador de este último  producto. [ ¡Uff! Me veo en la obligación  de sacarme el polerón y los calcetines, pues me acaloré demasiado, 🥵🥵].  
   Frente a la feria de Saquisilí había un pequeño restaurante, al que el guía nos invitó a visitar por si queríamos probar algún alimento típico. Yo, que no alcancé a desayunar, me entusiasmé,  pero cuando me asomé al "sucucho" -sorry- y ver lo que algunos comensales habitué estaban consumiendo, se me quitó todo el hambre. Sólo ingresé para usar el baño, que, -obvio-, no era un dechado de higiene ni de comodidad, 😬😬. En fin, la necesidad suele tener cara de hereje o ateo, 😉.  Pagué 0,25 cts.por ello, que es lo que cobran en todas partes, la mitad menos que en nuestro chilito. Al salir del baño, en el sector de la parrilla, vi dos roedores mostrando los dientes, en una sonrisa pep, mirándome mayestáticos. Estaban perfectamente asados y listos para servir, aún ensartados en una varilla, como al spiedo.  ¡Guácala!🤮🤮. 

  Mientras esperábamos que lleguen todos al encuentro para seguir camino, afuera, entablé conversación  con la pareja costarricense. Eran afables y, lo más importante, habían visitado Chile. Estuvieron en Santiago, Valpo. y Viña,  pero además llegaron hasta Pto.Varas y Chiloé. Me hablaron de su país  y llegué a la convicción  -igual que el presi- de que definitivamente el próximo año me voy a Costa Rica unos días. Una de las turistas portuguesas ya ha visitado el país centroamericano, corroboró  sus bondades. 

      [Voy muy tranquila y feliz viajando. A esta hora, 11,40, aún voy recorriendo el mismo trayecto de ayer. Eso me sirve para afianzar recuerdos. Ya debemos estar a la altura de Saquilisí. ¡Efectivamente! Llegamos a esa desviación que lleva a la ciudad de la feria, pero la dejamos atrás pues seguimos directos. Acaba de subirse al bus una tercera vendedora ambulante. El primer vendedor vendía frascos de ginsén; el segundo, caramelos; la tercera ofrece helados. Al segundo le compré un paquetico de "melcocha", que tiene una clara pinta de turrón. Ya veremos cuando en Chile la probemos, aunque sea por curiosidad, 😉 ].   

 Nuestra segunda parada del tour fue en la vivienda ancestral debuna pareja de indígenas.  Esta  vivienda es  más  pequeña que las rucas,  pero coinciden con ellas en cuanto a su techo de paja de forma cónica,  a pesar de que la base se erige ocupando menos espacio de superficie. Ingresamos a la construcción en la que se encuentra la cocina y el comedor-diario.  Es una sola habitación estrecha con piso de paja sobre la tierra.  Desde no hace mucho tiempo cuentan con electricidad,  lo cual les ha permitido mejorar su calidad de vida.  El guía nos explica que entre ellos hablan el quichua. Había olvidado comentar que al subirnos al minibús luego de estar en la feria, había un nuevo pasajero.  Era un artesano pintor de escenas y paisajes típicos del país sobre piel de borrego. Él nos saludó en quichua, de lo cual no entendimos "ni jota", obvio. Es una lengua que tiene una suave cadencia al oído,  con un dejó musical.

   Regreso a las "rucas". Además de mostrarnos unos cuyes, parte de su crianza de 100 ejemplares en ese momento, extrajeron tres de ellos de sus habitáculos para que quien quisiera los apapachara, 😏. No faltaron las voluntarias. También nos presentaron a Felipe y Sebastián, dos alpacos amaestrados para fotografiarse con ellos. Además, el guía nos explicó algunas cosas más. Por ejemplo, la variedad del cultivo de papas y de 🌽, así como algunas legumbres. Asimismo, se nos informó que los indígenas tenían su propia justicia, refrendada en la Constitución nacional. Luego de una foto grupal y de un aporte voluntario, seguimos la ruta. 

     Después de aquello, comenzamos a ingresar a un terreno de subidas y curvas, de cerros y quebradas. En los cerros se fue dibujando  -como si ése hubiera el objetivo más relevante- una gran frazada de retazos rectangulares de distintos colores del verde y del café. Se veía realmente hermoso el panorama. En el viaje a Cuenca se repite esta modalidad de siembra en largas franjas en las colinas. De pronto aparece un cerro con una forma extraña, que se destacaba entre los demás. En medio de las cuestas sinuosas (casi como la Cuesta Caracoles cordillerana) el vehículo de detiene un instante, mientras el guía nos preguntaba qué figura tenía el promontorio. No adivinamos. Cuando nos dijo que era un orangután estuvimos completamente de acuerdo, 🙂. 
   La última  detención  antes de llegar a la laguna, fue pasar a conocer y fotografiarnos en el Mirador del Cañón el Río Taochi, para lo cual hubo que pagar one dólar, así como 0,25 por usar un baño malacatoso. La misma mujer iba y venía recibiendo dólares y centavos. El cañón no era tan grande pero el lugar era hermoso y estaba bien adornado. No me atreví a tomarme las fotos más arriesgadas. No me simpatizaba terminar con mis huesos y demás al fondo del Cañón. Al irnos de allí, en unos 15 minutos llegamos finalmente a Quilotoa. Cuando ya estábamos cerca comenzó a aparecer una niebla espesa y baja. Ya en el lugar las viviendas apenas se distinguían, todas las cuales eran, claramente, de tipo turístico. El lugar se encontraba a 3.800 msnm. ¡Ya estábamos allí y mi cuerpo no había acusado recibo, así que todo bien! 💪💪.  
    Nos bajamos del minibús al fin y recibimos  las instrucciones. Teníamos tres alternativas de actividades durante las siguientes dos horas: caminar por la localidad si no se quería bajar a la laguna, pues ésta  se encontraba a 300 metros abajo. El camino de bajada tiene sus dificultades, dijo el guía. Uno se demoraba unos 30 minutos en descender y 45 en subir. ¡Chanfle! 😒😬. Ahora, si no se quiere o no se puede  realizar ese esfuerzo, desde arriba, del Mirador, se pueden apreciar las espectaculares vistas de la laguna y recorrer el lugar a 3.800 msnm. La otra alternativa era bajar y subir en el tiempo y distancia señalados. La tercera era hacer el trayecto hasta abajo y hacia arriba sobre un caballo 🐎  por la módica suma de 20 US$ cada cabalgadura, así fueran una o dos personas. Yo estaba por aprovechar las vistas desde arriba para no exigir en exceso mi bello organismo. 
  Ingresamos al recinto y nos fuimos directo al Mirador en altura para ver esa maravilla de la naturaleza, 🥴😱😭. ¡No me van a creer pero no se veía nada! ¡Todo era una niebla espesa! 🫣🫣🤣🤣😂😂. No hubo, entonces, otra alternativa que bajar, de otra manera cero laguna, 😬. ¡Partimos,🚶‍♀️! Delante mío iban los costarricenses, que me sirvieron de referencia, pues la cosa no era nada fácil. Era una cuesta absolutamente sinuosa, siempre en bajada en ángulo agudo o casi, con superficie de arena, teniendo sólo al comienzo unos topes de piedra laja que evitaban que uno partiera rodando hasta el agua. El mismo trayecto lo hacían las cabalgaduras, de manera que el aroma y sus huellas estaban por doquier, 😁. ¿Para qué contarles cuántas veces me resbalé?, sin consecuencias, aclaro. Sólo una vez quedé sentada en la arena, con el jeans lleno de polvo. Ninguna parte de mi cuerpo sufrió,  salvo el amor propio, 🤣.  Para consuelo, debo decir, que mis compañeros de aventura iban casi por las mismas, resbalón tras resbalón. Creo que no se cayeron nada más que por las zapatillas ad hoc que llevaban. Las mías eran absolutamente inapropiadas para tal menester. Algo más de a la mitad de camino, ya divisada la laguna y con unas fotos a mi haber, me planteé la posibilidad de llegar hasta allí y regresar. Pero lo deseché. No podía ser que, luego de haber bajado lo más, no llegara al final. Continué. En cambio, una pareja que venía tras de mí no perseveró y eran jóvenes experimentados. A pesar de su inglés entendí que le contaba a su compañera de la India que había visitado la Patagonia chilena y argentina, Punta Arenas, las Torres del Paine y otros lugares cercanos. Al rato, los dejé  de escuchar; habían regresado, 🤭🤭.    
   Llegué abajo a los 45 minutos. No quería ni pensar cuánto iba a demorar. Me dediqué, en unos 10 minutos, a observar la peligrosa belleza natural. La catalogo así por lo que cuesta acceder a ella y porque está ubicada en el cráter de un Volcán, a 3500 msnm., de 3 kms.de diámetro y de 250 metros profundidad, 😳. ¡Enorme! Tenía muelle, asientos, unos kayac en arriendo, una pequeña playa. Incluso podíamos arrendar si quisiéramos. El tiempo alcanza, señaló el guía. Obvio, yo no iba a arriesgarme más y pasar a formar parte del Volcán 🌋 Quilotoa. ¡Nones! Fotos y selfies, una visita al baño y comencé mi subida de regreso. Al lugar sólo habían bajado 7 u 8 y todos muchos más jóvenes que yo.  
   Comencé la subida de la cuesta. Me habré detenido unas 50 veces, si no es más,  cansada y acesante, además de acalorada hasta decir basta,  🥵🥵🥵. Pronto me dejaron atrás. El guía iba más lento para no dejarme sola y auxiliarme, seguramente, si me daba un ataque, 😂 😂.  ¡Vamos, que se puede! ¡Otros pasitos! Al final, avanzaba unos 2 metros y me detenía. Me sentaba en los muros de contención. Otras veces, me iba sujetando de esos mismos muros para darme impulso en la subida. El guía me esperaba a la distancia y me preguntaba si iba bien. ¡Super, 🙈 🙈! ¡Vaya pregunta! ¡Seguro que estaba como lechuga  hidropónica...marchita, 🥴😢! Habiendo pasado la mitad,  el ánimo seguía persistiendo. En todo caso, no me quedaba otra. Tomé unas fotos de la tortuosa subida pero no sé si las imágenes logran mostrar la envergadura del suplicio.  
   Al fin llegué, como tenía que ser. Había transcurrido  1,15 horas y sólo faltaban 5 minutos para el plazo del encuentro grupal fijado. Me hice la chistosa corriendo  🏃‍♀️ en los últimos pasos. Ahí estaba el guía, esperando. Había empezado a llover así que mis compañeros estaban en la van, pero igual faltaban 3 que andaban caminando. Esperamos a que llegaran y nos fuimos a almorzar. Un bonito restaurante, una rica comida (no le había puesto muchas fichas al almuerzo cuando me dijeron que estaba incluido,  🙈).  Conversamos amenamente con los costarricenses y una de las lusitanas, sobre comidas, sobre Portugal, Costa Rica y Chile. Antonio alabó los baratos y buenos vinos chilenos, los que degustaron a destajo, 😁, cuando visitaron nuestro país. Contaba,  por ejemplo,  que un Casillero del Diablo les costaba en su país 20 US $, así que aprovecharon la baratura, 😂 😂.  

   En el regreso, 3 horas, la mayoría se fue durmiendo. Yo logré mirar el paisaje y fotografiar, entre pestañeo y pestañeo.  Llegamos a la Plaza de San Blas -a poco más de 1 kilómetro del alojamiento- a las 18,35. A las 19 horas estaba ya en el hotel, bien cansadita y lista para una buena ducha.  Luego de hacerlo, tomar onces, ordenar un poco, escribir algo, el  cansancio y el sueño me rindieron.  No pude terminar el relato.  Y ayer (hoy ya es sábado) viajé casi todo el día y sin conexión.  Para más inri, hoy en la mañana me desperté y la tablet no había cargado. El enchufe se echó a perder, 😭😭. Así que me conseguí uno momentáneamente, para luego comprar el correspondiente.  Puede pasar cualquier cosa, menos estar incomunicada. Por el momento, dejo el relato hasta aquí. Ya compartiré más detalles de mi viaje de ayer. Hasta pronto, 👋👋. 






No hay comentarios:

Publicar un comentario