Quito es una ciudad bullente, activa, llena de vida (con 2.600.000 habitantes), aunque a las 8,30 pareciera tranquila y sosegada. Es llamarse al engaño si uno cree aquello. A esa hora salí a conquistar el centro histórico de la gran ciudad de Francisco de Quito al segundo día de mi llegada. Iba con todo el ánimo del mundo pues la jornada se mostraba auspiciosa como precisamente fue. Una buena ducha y me fui al desayuno incluido en el alojamiento, de tipo continental, muy rico, en un buen ambiente, en el último piso -el cuarto-. Café, jugo, frutas, un panecillo y dos huevos fritos. ¡Perfecto! Bueno, no tanto, en lo "frito" de los huevos anduve guateando, 😂 😂. Pero estaban exquisitos y me recordaron mi infancia. Esa fruición con que untábamos el pan en la yema del huevo, poco a poco, saboreando, para que dure lo máximo posible. ¡Mmm! Al gusto solíamos agregarle el obtener el triunfo sobre el hermano, por conseguir que el huevo dure más y uno terminaba comiendo los últimos trozos de la clara mientras al o los hermanos presentes ya no les quedaba nada. ¡Era una satisfacción aumentada al doble! ¡Qué maldad más grande! 😁 😁.
Dejando de lado los huevos fritos, me propuse empezar la caminata en dirección a uno de los edificios religiosos más cercanos y hermosos que alcancé a ver y fotografiar ayer a la distancia. En mi recorrido hice una primera detención en la Plaza de la Independencia o Plaza Grande, con un Monumento a los Próceres de la Patria en el centro del lugar, que constituye la referencia para la altura de la capital ecuatoriana, 2818 msnm. Entre los edificios que la rodean están el Palacio de Carondelet, sede de gobierno y residencia oficial del presidente; el Palacio Arzobispal; el Palacio de Pizarro; la Catedral Metropolitana y otros, todos de siglos de existencia, muy bien mantenidos en la actualidad, resultando un gusto observar la belleza de sus líneas.
Desde allí, me dirigí a la Basílica del Voto Nacional que, además de estar en un sector elevado de Quito, es una de las iglesias más altas de Hispanoamérica, con 83 m. Es de estilo neogótico y fue construida entre los años 1887 a 1924. Su nave central es de 140 metros de largo (¡más de una cuadra! 😳), mientras cada una de sus torres alcanza una medida de 115 m. de altura. Su diseño contempla una planta de cruz latina. Contiene una cantidad impresionante de capillas, 24 en total, frente a una de las cuales encendí cuatro velitas -de colores distintos- en memoria de mis padres, mi hermano y mi querida Mirella... Si el edificio exterior es extraordinario, el interior también es impresionante y sobrecogedor. A pesar de no ser creyente, no dejo de maravillarme de la belleza y simbología de muchos edificios religiosos... Sucede que para el visitante la salida está por la parte posterior de la construcción, que lleva a un patio y otras construcciones menores complementarias. También hay una escalera, con sus 79 peldaños y correspondientes descansillos, escalera que da a la calle posterior. Desde allí se tiene una visión hermosa y completa. Habiendo buscado la mejor posición para fotografiar, me llamó la atención una de las torres, la que fotografié en especial. Después, buscando más información de la basílica, me enteré que precisamente esa torre que había fotografiado mostraba que en lugar de gárgolas cuidando el edificio, había cóndores, que junto a otros animales propios de esta zona del mundo, protegen esta creación humana. Pondré esa fotografía al final del relato para que puedan distinguir el detalle de los cóndores, que también es uno de los animales nacionales del Ecuador, así como de Chile, Colombia y Bolivia.
Luego de esta visita, en el mismo sector, ingresé a una oficina turística a averiguar lugares y precios de tours. Me interesaron dos, dejando pendiente el contrato hasta contrastar los valores... Volví cerca del lugar de partida, pero por otras calles, para así ampliar mi conocimiento. Me vi, de pronto, en la calle de las ferreterías, bastante animada a esa hora. Fui a dar a la Plaza del Teatro, con un edificio muy hermoso, que da el nombre al lugar. Llegué nuevamente a la Plaza Grande, donde ingresé a otra oficina de turismo, algo más cara y top, 😁. Por allí encontré un policía urbano que me dio todo tipo de información para llegar a la "Virgen del Panecillo", pero antes, sin tanto entusiasmo, me fui a Casa Museo del Mariscal Antonio José de Sucre. Sucede que la entrada era gratuita y había una visita guiada a las 11 h. -eran las 10,45-. Di una caminata por la cuadra y decidí volver, inscribirme y esperar. No podía irme de Ecuador sin aprovechar la oportunidad de tener, aunque sea una ducha de cultura, 😉, amén que con qué cara miraría a mis amigas Profes de Historia de no hacerlo, 🙈.
La visita no pudo ser mejor. Recorrimos casi todas las dependencias, desde la sala de recepción, pasando por el auditorio, una sala de exposición temporal de cuadros en madera, muy hermosos. Luego se nos llevó a las caballerizas, al patio de servicio, desde donde subimos al sector cocina, repostero, quedándonos un rato mirando el hermoso patio estilo andaluz con su fuente. Posterior a ello, llegamos al comedor, a un salón de visitas, la alcoba y el oratorio, para terminar en el salón de eventos en forma de "L", la dependencia más amplia y con más muebles originales de la mansión. La construcción conserva mucho de lo original, como por ejemplo madera en dinteles de ventanas y puertas, en el artesonado del salón principal, en las paredes usando una técnica llamada "bahareque", ya utilizada por los indígenas precolombinos, en que se mezcla palos o cañas con barro. Es un poco el equivalente al adobe chileno. Fue una interesante visita y recorrido de 45 minutos. ¡Bravo! 🤗👏👏.
Próxima visita: la Virgen del Cerro El Panecillo, lugar en que la ciudad alcanza 3016 msnm. Para llegar hasta allá hice parar un taxi, que por 3 dólares no sólo me dejó allá, bastante lejos a decir verdad, sino que también me contó un par de historias ecuatorianas: la del albañil Cantuña que se comprometió a terminar el Convento San Francisco en un tiempo breve y al ver que le iba a ser imposible hace un pacto con el diablo a cambio de su alma, logrando engañarlo, igual lo hizo en aquellas historias que conocemos nuestro Pedro Urdemales. También me contó la historia de un curita que salía todas las noches. Fue un entretenido viaje con ese taxista quiteño, haciendo de guía a la vez que de conductor, ni parecido a los de Guayaquil. Llegué a la punta del cerro "El panecillo", 🤭🤭. Saqué todas las fotografías de la ciudad y las selfies habidas y por haber, recorrí los lugares adyacentes, una plaza de comida, luego unos puestos de artesanía, hasta que me di cuenta que se podía ingresar al Monumento de la Virgen. Por one dólar se podía subir hasta un Mirador, que estaba a 11 metros de altura, con vistas espectaculares y, en cada planta, imágenes, fotografías y vitrales religiosos. Antes de abandonar el monumento, conversé con la encargada. Allí me enteré que la estatua, desde la figura del mundo sobre la que está, tiene 33 m.de altura siendo en total 41 metros hasta la base. Otra tarea cumplida y feliz.
Hice parar otro taxi, cuyo conductor fue la mar de simpático, que hasta se detenía para que yo tomara fotografías. También me habló de Cantuña, 🤣, parece, orgullo nacional. Le pedí precisamente que me dejara en la obra del tal Cantuña a medias con el Colúo, 😈, que aún debe estar verde o morado por el engaño, 😂. Enorme construcción, que, lamentablemente estaba cerrada. Había un museo aledaño, pero yo no quería más guerra por el momento, así que desistí de visitarlo.
Me fui caminando de regreso al centro-centro, encontré otra oficina turística, pero era más cara que la primera vista, así que me hice el ánimo de subir hasta la Basílica nuevamente. Me costó no poco, pero lo logré y contraté para mañana jueves. Ya con ese trámite realizado, empecé a regresar buscando una plaza a la que deberé llegar mañana temprano para comenzar el tour. En el trayecto pasé a almorzar a un pequeño restaurante sin clientes en ese momento, ya las 14,30 hrs. La comida estuvo no sólo en la cantidad ideal para mí, sino también muy sabrosa y con excelente presentación. La acompañé con un jugo de "tomate de árbol", fruta típica de acá, nada tan extraordinario para mi gusto (soy algo regodeona a veces, 🙈 ), pero pasable.
De allí, el regreso, la pasada a un supermercado de los ya conocidos que encontré en el trayecto y el ingreso a una tienda de artesanías para comprar algunas cosillas. El día estaba muy nublado y había empezado a llover. Eso, junto al cansancio de 13 kms. caminados, a los que hay que agregar algunos en subida, me estaban pasando la cuenta. Por tanto, decidí regresar al hotel. Ya eran las 16,30, 🤗🤗. El resto del día lo dediqué a descansar, ordenar mis gastos, comunicarme con amigas y familia, ver unos videos, escuchar música, volver a alimentarme y escribir. ¡Qué mejor! Nos leemos. Hasta pronto.
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