miércoles, 29 de julio de 2015

La dama de la Camelia...

    Ayer recibí una camelia de regalo. Fue un hermoso, sencillo e inesperado regalo. Anduve con ella por las salas de clases, hasta que logré traerla a palacio. Acá respiró tranquila. Al menos, a mí me lo pareció. Su cara cansada recobró vida y sonrió feliz. 
- ¡Pssst! ¡Princess! ¡Soy yo! 

- Sí, ya veo. 
- ¿Estás bien? 
- Yes.
- Me preocupas.
-¿Why?
- De pronto te veo alejándote de la vida real.
- ¿En serio? 
- ¡Claro, pues! Recién estabas hablando de la sonrisa feliz de una "camelia".
- Jajaja. ¡No te preocupes! Sucede que me he puesto más sensible, más poética...
- ¡Jumm! ¡Síndrome preprimaveral! ¡Oye, pero eso "le da" a la gente joven! 
- ¡Ja! ¡Yo soy "joven"!...de espíritu, jajaja...
- ¡Eso no puedo negarlo! 
- ¡No, porque es evidente! Además, para tu información, debo señalarte que cada una de las estaciones del año tienen efecto en las personas, especialmente en los seres sensibles y ...espirituales.
- ¡Tú, espiritual! ¡Jajaja! 
   Bueno, mi amiga tiene razón. Creo que no me he caracterizado mucho, en el transcurso de mi historia, por ser espiritualitual. Pero sí, en el último tiempo, debido a la madurez y a la ocurrencia de algunos hechos significativos en mi existencia, el sentido de mi vida ha tenido un cambio o giro relevante. Lo material ya no importa por sí mismo o por su posesión, sino por la calidad de medio para alcanzar un bien intangible (tranquilidad, por ejemplo). Por ello, los objetos que antes eran mayoritariamente sólo componentes de un  paisaje, ahora han adquirido individualidad y sentido. Los actos mecánicos y automáticos, son más conscientes; los actos fallidos, analizados. 
   En este escenario transformado,  los pequeños gestos han adquirido una categoría sobresaliente y, por tanto, pesan mayormente en mi consideración al otro y en mi propia autoestima. Eso ha significado que el círculo vicioso ha derivado en virtuoso. 
 Cuando se produce esto, tiendes a dar más de lo que recibes y das sin necesariamente esperar retribución. Eso significa que el individualismo  pierde pie y protagonismo, dejando el paso al desinterés, no en el sentido de "falta de interés", sino en el de rechazo de lo material. No obstante, no se trata que de pronto te vuelvas  un cristiano acérrimo (¡líbreme la Virgen y todos sus Santos de aquello! , jajaja), sino que adquieren mayor relevancia los detalles y las pequeñas acciones de la vida cotidiana de quienes te rodean, tanto si son positivos como si no. 
   Fue ayer también que, al "premiar" a un alumno que, en uno de los grupos, había tenido el mejor puntaje en un Miniensayo, al recibir el pequeño presente (una barra de cereal), puso un gesto de estupor que me hizo preguntarle si le sorprendía el obsequio. Él, con mucha sinceridad, responde: "¡Estoy feliz!" La verdad, me llegó al corazón su respuesta espontánea y emocionada. ¡Estaba feliz por el puntaje y porque era la primera vez que la "distinción" le correspondía a él. Algunos compañeros, más cínicos y mundanos, se sonrieron medio burlones. Yo me quedé con el detalle de su rostro y de sus palabras. 
    Y henos aquí que digo y pienso...No, mejor "pienso" primero y "digo" después: ¡Puchas, cuánta responsabilidad tenemos los profesores en la autoestima de los alumnos! Si todos valoráramos lo suficiente esa llave-mágica que tenemos, ¡cuántos niños y adolescentes podríamos salvar de cometer errores, faltas y hasta delitos! 
   Hoy lo volví a comprobar: la semana pasada le dije a un par de alumnos que se integraban a media mañana a la clase que eran un excelente aporte para la clase, por lo que los invitaba a que hicieran un esfuerzo y llegaran más temprano. Y hoy, tuve la grata sorpresa de verlos llegar a la primera hora de clases, eso sí, un tantico atrasados, aunque no fueron los únicos. ¡Se los agradecí!
   Mañana la camelia ya estará marchita o deshojada; es su sino. 
                              "Para tan breve ser,
¿quién te dio vida?..."
   Lo que para nosotros son dos días, para una flor es una vida entera. La relatividad del tiempo ...y de la vida, como siempre, presente. 
    Sin embargo, cabe recordar que lo que importa no es cuánto vives, sino la forma en que lo haces. Que las palabras están de más, cuando las acciones hablan. Que el valor de las cosas no está en su costo comercial, sino en el aprecio o cariño con que se te entrega. 
    Buona noite. 
    

Vocación de lagartija

    ¡Ahhhhhhh! ¡Qué rico! 
  Siento el calor en mi piel, en mi cuerpo, que se derrite lentamente, se desliza  al cemento donde se desparrama, hasta llegar a la tierra que hay entre las  junturas de la loza del pavimento de la vereda de la calle .... Me uno a la tierra y, con ello, vago por misteriosos caminos subterráneos, recorro interminables kilómetros de materia, ora porosa, ora compacta,  olorosa, húmeda, donde logro escabullirme con rapidez...uniéndome en un abrazo total. Ya no soy individuo, soy masa. 

   Aún con la sensación del calor sentido durante el sueño, después de haber pasado un intenso frío durante toda la mañana al interior del palacio (a pesar de estar en funcionamiento la calefacción), abandono sus dependencias y sus muros y me integro a la vida callejera. 
    Sorpresa es lo primero que siento al ya estar en calle Alcázar, al sentir la grata temperatura. Cruzo la calle y elijo la vereda soleada. ¡Ahhhhhh! ¡Qué exquisito! Me parece recuperar la sensación del sueño, todo tibieza y placer. Me gustaría que mi destino estuviera más lejos para alargar esta gratificante sensación, en que nada duele, nada molesta, todo parece en el equilibrio perfecto. 
    Cuando en ocasiones menciono que mi origen es sureño, inmediatamente se escuchan loores  en honor a mi recordada ciudad de Valdivia. Y la pregunta surge espontánea: "¿y por qué te viniste a Rancagua?" Indudablemente, la respuesta también es espontánea, a fuer de repetida: "Porque allá llovía mucho".
    La verdad, es una manera extrema de simplificar las cosas, porque esa respuesta  corresponde a  sólo uno de los factores, y ni siquiera al más importante. Sin embargo, el clima más caluroso de la Sexta región se transformó en una de las grandes ventajas de nuestro traslado a esta ciudad. A mi querida Infanta no le agradaba el frío. A mí, más que el frío, la lluvia. Pero no toda la lluvia, sino aquélla que se ensaña sobre uno cuando debes salir de casa y te"empapa" hasta la saciedad. Aquella de la que habitualmente uno se protege la cabeza, pero de la cual los pies son víctimas casi inmediatas.
     Vienen a mi memoria lluvias persistentes de días y semanas, que inundaban los campos, las calles y las veredas y todo, todo lo mojaban. Pero también recuerdo el sonido de la lluvia sentada al lado del fuego, sin la necesidad de salir al exterior, con la alegría de estar en un lugar protegido y grato. Recuerdo la lluvia de otros momentos,  sonando en el techo mientras yo estoy acostada, abrigada y ... feliz. 
   Lluvia de la vida adulta y cotidiana; lluvia de la infancia protegida y luminosa. 
   Evoco unos días bajo el agua incesante, con el viento haciendo chocar con fuerza la lluvia en los ventanales, con el sonido de las olas rebotando en las rocas, allá abajo, en la playa. Tormenta al exterior e interior de nosotras, tiempos difíciles, complejos, cuyo espejo era el clima de ese agosto pasado. La amistad nos salvó del naufragio. 
    Lluvia de la ruptura y del desconcierto. 
    Un día dijimos "¡Basta! ¡Vamos a la tierra soleada! ¡Saquémonos este frío del cuerpo y del alma! ¡Busquemos la luz!
    La encontramos, por un tiempo ...al menos...Luego, ya no estuvo más y me resigné a su ausencia. Era imposible recuperarla.
   El sol es vida, el sol es calor. Nutre, te alimenta, derrite el hielo, dispersa la niebla, elimina el frío, te anima el espíritu. 
   Yo, una lagartija más, espero su llegada, celebro su caricia, alejo el dolor, una vez más, otro día más...

martes, 28 de julio de 2015

Un Coco al alcance de la mano : ¿qué más se puede pedir?

     El valor de la entrada no era barato, pero tomé la decisión de pagar lo que me pedían pensando que valía la pena y que, más que un  gasto, era un inversión en buena onda y salud para el espíritu, algo así como una visita a un buen psicólogo.
   Coco Legrand se presentaba en Rancagua, en el Teatro Regional y nunca había tenido la posibilidad de verlo en persona aunque lo había admirado durante años por su humor agudo, irónico y de crítica social.¡Así que la oportunidad no podía ser mejor!
   Esperé con ansias el sábado 25, mirando cada día la entrada golden, ubicada en la tercera fila del escenario. Llegó el gran día y, como de costumbre, me fui 10 minutos antes de la hora. Llegué a las 21 horas puntualmente. Me estaba sentando en la butaca cuando comienza la voz en off a dar el discursillo aquel. Justo ahí me doy cuenta que había estado cargando toda la tarde la batería de mi camarita amiga y no la había llevado, ¡¡grrrrrrr!!. ¡Nada qué hacer! ¡La función ya comenzaba! Así que debería fotografiar con el celular, a riesgo de cualquier flash. ¡Ufff! ¡Por suerte había alcanzado a llegar a tiempo!
     La primera parte del "show", con Jaime Azócar, se ambientaba en un Gym donde dos "jovencitas" un tanto averiadas por el tiempo y por la vida, tratan de recuperar la tonicidad y la figura, lo que sin duda está muy lejos de ser logrado,  porque todo les cuelga (jajaja). El contexto y sus disfraces son la excusa ideal para hablar del  mundo femenino de tercera edad, que, a decir verdad, no queda muy bien parado y nos saca muchas risas espontáneas a los espectadores. 
   Una vez que estas damiselas, separadas ambas y con serias carencias de calor ("ellas"  mencionan que no tienen con qué -¿o con quién - calentar sus camas, jejeje), hacen "mutis", comienzan unos efectos especiales de extraordinaria calidad, con fotografías de edificios de Santiago, entre ellos, la Virgen del Cerro San Cristóbal, la Moneda, la Torre Entel, siendo blancos de un ataque extraterrestre, con el sonido correspondiente. Parecen imágenes sacadas de una  película, muy realistas e impresionantes.
Entre las luces, algunas de ellas estroboscópicas y muy  coloridas, aparecen unas extraterrestres espectaculares, con características humanoides, que, luego de bailar una coreografía "extraterrestre", dejan el escenario al macho alfa, don Coco, quien aparece vestido como un personaje de filme de la Guerra de las Galaxias. 
   Esta puesta en escena corresponde a la obra  humorÍstica llamada "TERRÍCOLAS, corruptos pero organizados", muy contingente, toda vez que este año han salido a la luz muchos casos de este tipo precisamente en nuestro país. Es un tema de larga data, que debe existir desde que el ser humano comenzó a comerciar con sus semejantes con el fin de obtener una utilidad material. 
    La crítica social es el sustento del  trabajo humorístico de Coco Legrand, tanto en esta obra como en todas las que hemos conocido de este artista. Una crítica aguda, directa y certera hacia quienes componemos la fauna social. Las mujeres, los políticos, las autoridades, el chileno medio, el joven, el cabro chico... todos aparecen en su monólogo, nadie se salva, tampoco el sistema de salud, la educación, los impuestos, la cultura (o falta de ella); en fin, todo lo que conforma nuestra idiosincrasia. 
   Hubo un momento, como sucede en muchas presentaciones públicas de artistas que se manejan en el arte de la improvisación, que en uno de sus recorridos por el largo del escenario, el humorista descubre que en un privilegiado asiento de butaca, se encuentra una joven escribiendo en su celular mientras él actúa. Indudablemente, y no deja de tener razón, le señala inmediatamente que para qué diablos (lo dijo de manera menos elegante, eso sí) había gastado en comprar una entrada de las más caras, si  iba a estar whasappeando o chateando, mejor hubiera hecho en quedarse en su casa...¡Humm! No me habría gustado estar en el lugar de la joven (salvo por su juventud, jajaja). Habría preferido que me trague la tierra, aunque después me haya expulsado ruidosamente por lo poco "tierna", jajaja. 
    Sus 68 años y las desventajas que esto significa en la vida y en nuestro país, aparecieron como un leitmotiv, a ratos, demasiado recurrido, dándole a la presentación una atmósfera de cierto resentimiento. Aquello no me agradó y contribuyó a un gustillo un tanto amargo con que me quedé al finalizar el espectáculo. Aún así, no puedo dejar de reconocer que es todo un mérito estar 45 años realizando una tarea tan difícil como lo es hacer reír a un público diverso y exigente. Debe ser casi como estar permanentemente en la cuerda floja, en la que para no caerse (entiéndase "caer en desgracia") hay que ser un verdadero equilibrista y mago. Y creo, sin lugar a equivocarme, que Coco Legrand tiene esas cualidades, de las que carece mucha gente del espectáculo. Mención especial cabe para los políticos que, a pesar de brindar "cada espectáculo" a diario,  no hacen reír ni sonreír como los humoristas (¡y eso que algunos llevan más de 45 años tratando de hacerlo!, jajaja).
   Y así como la función comenzó puntualmente, no hubo bis ni nueva aparición como para pedir la gaviota (jajaja). Por ello, todos, con la cortina de cierre musical sonando en alto volumen, no tuvimos otro remedio que levantarnos de nuestros asientos, sin tener la posibilidad de obtener ni la más mínima  "yapa". ¡Es que siempre estamos esperando más de los demás! (¿Será justo? ¿O es muy tonto lo que estoy escribiendo?)
     Al final, sumando y restando, y a pesar de los pesares, valió la pena estar allí, de cuerpo y mente presentes, antes de que la vida nos dé una sorpresa y pudiera llegar a ser tarde para alguno de los dos.   

lunes, 27 de julio de 2015

Historias de taxi...sin Arjona...

    Me subo a un taxi, cargada con la mochila llena de mercadería del súper y  con la bolsa de frutas y verduras de la Feria de Recreo con Grecia. Es mi rutina de cada 15 días, cuando me quedó en este Reyno, y de regreso del Parque, paso a estos dos lugares, para proveer la despensa de palacio.
    Subo con todos mis bártulos al asiento del copiloto, que es el más cómodo y el más amplio, cuando uno va cargada... y cuando no,  también (parece que ya estoy empezando con las pequeñas manías de la gente adulta, por no decir otra cosa, jajaja;  bueno, en realidad, no es maña, la ubicación es definitivamente más cómoda y más amplia, aunque en caso de un choque, puedas quedar mirando para atrás, como en El exorcista, jajaja).
   En la radio del vehículo, con más volumen de lo habitual,  canta Jeannette, una cantante de años atrááásss... El taxista, junto con hacer partir su vehículo, entona la canción con más entusiasmo que con buena voz (no se parece a Arjona, ¡por suerte!).
   Me sonrío y le digo:  "¿Recordando sus años mozos?",  en tono de pregunta, pero sin esperar respuesta, pues al mirarlo, efectivamente sus años deben haber rondado por la adolescencia cuando esa canción fue top-ten. 
- ¡Mi quitó la palabra de la boca!, dice sonriendo.- Efectivamente, de mis años mozos. ¡Qué tiempos aquellos, ¿no?!
   Y comienza a enumerar las bondades de una edad dorada que no me parece desconocida (jijiji, ¿por qué será?): que las entretenciones de los jóvenes eran más sanas, que se tomaba menos y ya siendo mayores de edad, que no había tanta violencia ni delincuencia, etcetc., en lo que no dejaba de tener razón. Me señala que, a pesar de la experiencia, igual le sigue afectando el que algunas personas sean tan dañinas. Menciona que a él le gusta mantenerse unido a la familia y a los amigos. 
- ¿Sabe?, me dice.- Cuando pienso que voy a cumplir sesenta años no termino de creérmelo. 
- ¿Apuesto que aún se siente como de 40?
- ¡Algo así!, me dice. A veces me  pregunto qué he hecho en estos 60 años...
   Me habla de que en sus ratos libres le gusta salir a caminar o a andar en bicicleta, escuchar música, conversar...
   En fin, nada nuevo bajo el sol; más bien  lo que le gusta a toda la gente que ha vivido lo suficiente y empieza a darse cuenta que ya está llegando la hora de  "jugar a los descuentos". Es decir, la hora de tomar conciencia que han pasado los años casi sin darnos cuenta, entre la lucha diaria del pan de cada día (o de la torta), de la preocupación por el ascenso en el trabajo, de la tarea de criar y educar a los hijos, de la adquisición de bienes de consumo... y de tantas cosas más. Ha llegado la hora en que el futuro no lo ves a tan largo plazo, no sabes si por problemas de que ya no tienes tan buena vista o porque te das cuenta que ya pasó más de la mitad de tu vida. 
   No acostumbro a hablar con personas desconocidas, menos cuando tendrás sólo unos minutos compartidos debido a la mera casualidad. Sin embargo, cuando en alguna ocasión sucede, el diálogo intercambiado no resulta inocuo: es como si la realidad se te quisiera imponer a la fuerza, para que no la olvides, para que no te adormezcas, para que recuerdes que el reloj sigue inexorable su avance, por lo que es necesario y perentorio que estés consciente de lo que haces,  que valores el día a día y que no dejes pasar la oportunidad de marcar la diferencia en la vida cotidiana de alguien (o viceversa),  aunque sea por unos minutos. 
    Llegados a mi destino, cada cual volvió a su quehacer inmediato, no sin antes desearse un buen resto del día. 
    Caminé las dos cuadras que me separaban de palacio, subí a mi torre a duras penas con mi carga a cuestas y llegué dispuesta a preparar un rico almuerzo, distinto por ser domingo, diferente por la tranquilidad de contar con todo el tiempo que yo quiero disponer para mí, sin sentimientos de culpa ni de arrepentimiento. Era el momento de vivir la vida, hic e nunc. 
   

viernes, 24 de julio de 2015

¿Es el amor un salto al vacío?

  Dictando mi cátedra  hace unos días, comenzamos a analizar un texto que tenía como título "¿Un salto al vacío?". En la interrogante no había pistas del tema, pero tenía la virtud de llamar la atención de un lector inquieto. Lo que sí estaba claro es que el emisor se planteaba -y nos planteaba-  su gran duda sobre un tema específico.   Como primera actividad, le pedí a los alumnos que hipotetizaran sobre el contenido del texto y un alumno, al parecer con experiencias en el tema, señaló que podía ser del "amor" de lo cual hablara el texto, pues este sentimiento, desde su perspectiva, era un salto al vacío. No inicié una discusión (como ejercicio lingüístico, se entiende) acerca del fundamento de su afirmación, pues habría significado desviarnos demasiado de la primera actividad de la clase, para la que tenía apenas 10 minutos. Debí abandonar la oportunidad de argumentar en relación a una temática tan  controvertida. ¡Para otra vez sería! 
    Parodiando en parte a Segismundo (¡eskuismi, don Pedro!), podría comenzar preguntando: 
  " ¿Qué es el amor?  Un frenesí.
    ¿Qué es el amor? Una ilusión.
     Una sombra, una ficción, 
     El mayor bien es pequeño, 
     Que todo el amor es sueño
     Y los sueños sueños son..."
  ¿Por qué razón(es) una persona puede pensar que este sentimiento que mueve al mundo, puede significar una especie de suicidio y, por lo tanto, responsable de un daño y perjuicio mayor? 
   Sin duda, alguna mala experiencia personal o conocida. También podría ser una actitud cínica, pero no lo creo en este caso  (¿o bien sí?)
- ¿Y para Ud., amiga mía? ¿El amor es eso o algo parecido? 
- ¡Interesante pregunta!
- ¿Y cuál es su respuesta?
   Mi respuesta no la puedo dar en un par de líneas. Requiere unas cuantas más. 
    Como muchas cosas de esta vida, el amor, especialmente el de pareja, es un juego de azar: o tienes mucha suerte con él o nada de ella. También hay una tercera posibilidad: que la "suerte" se comporte en forma caprichosa (no en vano, se dice que doña Fortuna tiene una rueda...en funcionamiento...aún, ...jajaja).  En  mi caso, me he quedado sin fichas para cambiar en caja y...con una rueda en funcionamiento un tiempo, pero...ya detenida (sniff). 
   Si hacemos un análisis más minucioso, debo señalar que no sé hasta qué punto el azar interviene, en realidad. No debemos olvidar que a uno le parecen objetos...pardón, "sujetos" dignos de ser amados aquellas personas que piensan como uno. Por tanto, la elección la hago YO,  dentro de ciertos márgenes que YO misma he establecido, consciente o inconscientemente (siempre que sea yo quien elija y no al revés).  Eso significa, sin lugar a dudas, que el/los sujeto(s) de mis desvelos se ha(n) transformado en tal(es) por el hecho de cumplir con determinado "perfil", elaborado por mí, por lo que si cumple(n), parcial o totalmente,  con ese perfil depende de mi "buena visión" o  de mi poca o gran exigencia. 
   Expresado aquello, creo que el azar sólo tiene participación  en la primera parte, es decir, hasta el instante mismo en que el "elegido/a" aparece ante mis ojos. Desde ese momento, es responsabilidad mía el haberlo/a transformado en "candidato/a" o "postulante".     Llegados a este punto, entonces, debo reivindicar en algo al azar y no atribuirle toda la responsabilidad. Claro que en los casos en que el amor se produce a primera vista, allí sí debiera hacérsele responsable, pues es él quien nos pone  al otro/a ante nuestros ojos. 
En esta situación resulta necesario (aunque inútil) cruzar los dedos, pues nuestra razón y capacidad de análisis están dormidos, siendo solo los sentidos los que parecen estar gobernando nuestra persona. En este caso, el amor se transforma en un salto al vacío. En una situación como ésta,  no ha habido tiempo de conocer ni compartir con el otro/a, por lo que es jugar al todo o nada, es apostar todo lo que tengo sin saber qué mano tiene mi oponente (¿oponente?).  La disyuntiva que se le presenta al "enamorado a primera vista"  es dejarse llevar por la vorágine sensual (de sensación y sentidos) o  domeñar los impulsos haciendo oídos sordos a los cantos de sirena (o sireno, jajaja)
   Si la Suerte anda de buen ánimo, nos irá bien con ese "salto"; de otra manera, más temprano que tarde, estaremos lamiéndonos las heridas y arrepintiéndonos, tal vez, de habernos arriesgado.  - En síntesis, ¿ha dado Ud., estimada Principessa, algún "salto al vacío" en el ámbito amoroso?
- ¡Síí! ¡Debo confesarlo!
- ¿En más de una ocasión?
- ¡Afirmativo! Pero no daré una cantidad, porque no he sacado la cuenta, jajaja
- Jajaja...¡Qué graciosa! ¡Eres una verdadera "jumper", entonces! 
- ¡Era! Ya no estoy en esa actitud. Uno queda muy "machucada" después de cada salto, jajaja.
- ¿Valieron la pena?
- ¿Los saltos o los machucones? 
- Ambos.
- Contestaré con unos preciosos versos de don Antonio Machado.
    "Aguda espina dorada [amor]
    quién te pudiera sentir
    en el corazón clavada."
- Tradúceme, plis.
    Siempre es mejor haber sentido algo que nada, aunque ese sentimiento haya traído, junto a la alegría y al gozo, penas y desilusiones. Sin duda hay algún salto que no valió todo lo que se arriesgó, pero los hechos fueron, la historia de aquello ya está escrita y no hay forma de borrar esos hitos. Es parte de los errores cometidos en un trayecto que recorres por única vez, sin mapas ni gps, con mayores o menores consecuencias. 
    Lo que somos hoy es el resultado de todo lo vivido, sea blanco o negro. Lo que hayamos sufrido ha valido la pena en la medida que nos haya servido para madurar y mejorar como persona, habiendo incidido positivamente en la vida de más de alguien. De otra forma, nuestro devenir no habrá tenido ningún sentido y no habrá pasado de ser un  mero acto fallido. ¡Eso!

jueves, 23 de julio de 2015

"Debemos separarnos, no me preguntes máássss..." (II parte)

"¡Siempre nos quedará París!"


  ...Me quedó dando vueltas...

   
- ¡Chuata! ¿Qué consuelo puede ser eso, pienso yo?
- ¡Cierto! También lo pienso, pero, al parecer era la única opción "legal". 
- Oye, Princess...¿tú aceptarías quedarte sólo con el recuerdo de lo vivido en París? 
- Siempre que el recuerdo sea positivo... ¿Y tú? 
Es que creo que no se trata de que haya sido extraordinario o no, sino que de ¿si aceptarías luchar por un nuevo París o no?... En mi caso, todo depende de las circunstancias...
    ¡Difícil disyuntiva! 
    Reencontrarse con un antiguo amor, reconocer que no hubo olvido por parte de ninguno de los dos, y volver a separarse...¡Noooooo! ¡Me parece terrible! Hay que pensarlo bien; no  conviene tentar a la Srta. Fortuna, que es muy caprichosa. Puede que nunca más tengas la posibilidad de conocer el amorrrr...Sin embargo, la situación no es tan fácil, cuando hay un tercero en discordia (aquí sí es válida la expresión "con participación de terceros")...
   Veamos...
- ¿Puedo hacer una pregunta, amiga mía? 
- Sólo una. 
- ¿Vas a hablar desde la experiencia?
- Podría ser, claro que no sólo desde la propia; hay mucha experiencia de otros que tiene muchísima validez, según sea el caso...
- Jajaja, sin comentarios...
    Decía que si él o ella tienen un compromiso sentimental y/o legal la situación se complica, pues todo dependerá de la consideración en que se tiene a esa tercera persona. En la actualidad, si no se quiere a la persona con la que se vive, es más sano para todos, aunque el dolor sea inevitable, la separación, pues aquello permitirá rehacer la vida,  reiniciándola  con un verdadero sentido. 
   Si sucede que hay hijos y hay cariño (aunque no haya amor), tal vez  sea suficiente...para algunos.  No obstante, para otros no lo será. Y aquí, hay que enfrentar un nuevo dilema: ¿hay que sacrificar los hijos en lugar de sacrificarse uno? 
    ¡Humm! Pensándolo bien, pareciera estar mal planteada la pregunta. No se trata que al separarse, uno "sacrifique" a los hijos, sino que decide dejar de vivir, junto a la familia completa (incluidos los hijos), contexto en que ya la convivencia no es sana ni nutritiva; muchas veces es hasta nociva para todos. 
    Llegados a este punto, ¿Cuál es el límite para decidir seguir o no  una relación familiar o de pareja ? 
   Un momento, voy a enumerar, para ordenarme

1. Si hay amor de ambas partes, aunque hubiera habido alguna desavenencia menor, se debe luchar por la relación.  Lo importante es establecer claramente  todo lo que une a la pareja y si aquello es más, en cantidad y en relevancia, vale la pena seguir juntos, pero mejorando las formas de solucionar las discrepancias. 
2. Si el amor es mutuo, pero uno de los dos tuvo una actuación "impropia" (engaño) es posible continuar siempre que haya un reconocimiento y un sincero compromiso de no volver a hacerlo. Junto con ello, debe existir de parte del "engañador" una valoración de su pareja, por sobre las relaciones o encuentros ocasionales, por muy atractivas que estas últimas puedan resultar. Asimismo, de parte del engañado/a debe existir una actitud honesta de perdonar lo ocurrido, sin que aquello signifique echarlo bajo la alfombra, aunque tampoco se trata de estar permanentemente recordando (que para eso las féminas somos especialistas, jajaja), pues la vida cotidiana se haría insostenible. Un hecho como éste al interior de una relación de pareja supone un quiebre, que es necesario asumir con una actitud madura de ambas partes, si se quiere que la relación continúe por derroteros saludables.
3. Si sólo hay amor genuino de una de las partes, mientras la otra parte, al menos sienta cariño, admiración y apego por lo compartido y alcanzado como pareja, vale la pena intentarlo. Eso sí, siempre que no exista una tercera persona en discordia (de parte del que ha cambiado de sujeto amado). Lo fundamental es que el respeto por la relación y por el otro se mantengan como prioridades. 
4. Si un integrante de la pareja se ha enamorado de otra persona, no es aconsejable que la relación anterior continúe. Es un autoengaño y un engaño a las otras personas. Es una situación que no puede traer felicidad a nadie. Claro que lo ideal es que la tercera persona surgida corresponda, pues eso significará que podrán iniciar una maravillosa aventura amorosa juntos (siempre que no haya sórdido por allí). En cambio, en caso que ninguno sea correspondido, lo que sucede bastante más seguido de lo que uno quisiera, no me queda otra acción que condolerme de la desgracia ajena y sugerir que inicie el difícil camino del olvido, pero, ¡de ninguna manera!, vaya a conformarse a continuar al lado de quien ya no quiere, sólo por el hecho de no querer estar solo/a. ¡Amigo, amiga : eso se aprende! Y ¡caramba! que se sale fortalecido del proceso. 
   ¿Y qué hago con París?
   Me olvido de esa ciudad aunque haya sido un maravilloso lugar de encuentro y de vida por un tiempo; nunca más me aparezco por allá, menos sola.  Hay muchos otros lugares por conocer, todos con su encanto y magia. El tiempo hará su trabajo y, tal vez, sólo "tal vez", aún haya otra ciudad esperándome...
-¡Ey, Princess.
- ¿Sí?
- ¿Ni siquiera vas a ir a "Almacenes París"? Jajaja

miércoles, 22 de julio de 2015

"Nosotros, que nos queremos tanto..."

¡Bravooo! 

   El día -y la semana- terminó de maravilla. ¡Eso es lo que importa, después de todo! 

   Luego de llegar de la capital y del Parque (casi como la Carmela volviendo a San Rosendo, jajaja), tomé un café bien caliente, engullí un par de galletas de arroz (última moda de esta Principessa) y  procedí a...


- ¡Jajaja! Para serte sincera, no entiendo para qué compraste esas "galletas de arroz".
- ¡Porque son sanas y...dietéticas! Tienen bastante menos calorías que ...otras galletas, por ejemplo..., menos calorías que comerse una rebanada de pan...
- O sea, que las compraste para bajar de peso...¡Hummm! Estaba pensando... Si es así "como dices", entonces eso significa que REEMPLAZAN a las demás galletas y el pan...
- Lo ideal sería que así fuese, pero, para tu información, "lo ideal" NO existe...¡Ya debieras saberlo! 
- ¡Ja! ¡Claro que lo sé!  Este mundo, nuestro mundo, no es el de las ideas; es de las acciones, de lo material... de lo concreto, de lo evidente, de lo...
- ¡Basta, ya entendí! 
- Oye, ¿cuántas galletas de arroz te comes al día? 
- A ver... no llevo la cuenta...¿3, 4?
- ¡Jajaja! O sea, equivalente a unos dos panes...¿Y comes pan?
- ¡Obvio! ¡Soy chilena! ¿Cómo podría sobrevivir SIN pan? 
- ¿Eso quiere decir que las "famosas" galletas complementan tu alimentación, no  reemplazan al pan? 
- ¡Yes! 
- Entonces, amiga mía, no es mucho lo que te ayudan, a decir verdad....Antes no comías galletas de arroz, ahora comes...¿Cuál es la ventaja? YO no le veo ninguna...
- Yo tampoco, jajaja...Simplemente tengo algo más de variedad en mi comida, nada más...Además, me quitan la ansiedad...
- ¿Ansiedad? (Jajaja, "sonó" como ese comercial de papas Lays) ¿De cuándo que eres "ansiosa"?  ¿Te falta algo?
- Jajaja, mejor lo tomo a la risa... Siempre hay algo que falta...pero, no nos "metamos en honduras"...
   
   "Estaba queriendo  decir" que procedí a cambiarme de ropa (había que ponerse un tantico más elegante) y luego de aprovechar unos minutos en ordenar mi material pedagógico para el día siguiente, salí de palacio, en dirección al Teatro Regional. El reloj marcaba las 18,50, por lo que debía apurar el tranco, pues el Concierto tenía hora de inicio a las 19 horas. No obstante, la experiencia me decía que disponía, a lo menos, de unos 10 a 15 minutos de gracia. 
     Así fue. Rápidamente me ubicaron en mi asiento "golden" quedando entre un grupo de "lolitas" de tercera edad (jajaja), con un asiento desocupado a uno de mis lados (¡bien!).
- Oye, Princess...
- ¿Sí? 
- ¿Te tocó asiento en el sector "golden" por eso de "los años dorados" o por otra razón? Lo digo por las "lolitas" que tuvieron el honor de compartir fila contigo...(jijiji)
- ¡Sin comentarios!
   Mientras disminuye la luz de la sala, se escucha la voz en off saludando y dando las indicaciones previas al espectáculo. Se abre el Telón, pasa un minuto (me imagino que aquello es estudiado), el piano espera  y aparece ...¡el Maestro, ROBERTO BRAVO! Se sienta en el taburete y comienza a interpretar...¡boleros! 
   En ese momento se hizo la luz en mi cerebelo (¿sería allí realmente?, digo, lo de hacerse la luz) y entendí por qué había tantos "sexalescentes" en la sala (jajaja). La verdad, los boleros no corresponden a mi generación pero no me disgustan, aunque tampoco deliro por ellos...
- ¿No son de "tu" generación dices? ¿Sacaste bien la cuenta, Princess?
- ¡Sí! ¡Y NO ME INTERRUMPAS MÁS! ¡No me dejas apreciar la música!
- ¡Glupss!
  Las notas de piano llenaron toda la sala, los sonidos subían y bajaban de tono, adquirían velocidad, se  r  a  l  e  n  t  i  -  z a b a n, perdían fuerza y la recuperaban con ímpetu...Las manos del pianista a ratos acariciaban las blancas y negras, en otros,  las aplastaban con brío...¡Hermoso! 
   Después de varias piezas musicales, Roberto Bravo, como es su costumbre, saludó al público, con su parsimonia y afabilidad de siempre (creo que ésta es la cuarta vez que asisto a alguno de sus conciertos).  En esta ocasión, junto con traer de invitada a una violinista, Montserrat Prieto, presentaba su último disco, cuyas composiciones eran ....¡Boleros! ¡Así que vamos escuchando boleros!, varios de ellos de Armando Manzanero, cantante algo más cercano a nuestros tiempos. No obstante, considerando que hasta Luis Miguel grabó un disco de Boleros (o más de uno, no lo sé), la letra de éstos forman parte de la memoria colectiva de varias generaciones ya. 
    "Se prohíbe tomar fotografías con flash" había dicho el Cicerone al inicio (siempre dicen lo mismo; son poco originales la verdad, jajaja), pero yo igualmente iba a tomar fotografías. Para eso llevé mi camarita. Sin embargo, no podía programarla en "instantánea nocturna", pues se activaba el flash inmediatamente. Saqué un par de fotos en "modo automático" y no resultaron para nada un acierto. Pero no podía quedarme en el intento solamente, así que preparé mi celular topísimo (con el que recientemente hemos establecido una "relación" cercana) y apunté....¡El flash que surgió de la cámara del celular fue espectacular!, jajaja. Rápidamente escondí al culpable y porfiado aparatito, haciéndome la loca, con la reprobación de mis vecinos. Por suerte estábamos a oscuras, de manera que mi vergüenza por la falta cometida no se notó, jijiji. 
- Pero, Princess...
- ¿Qué? 
- ¡Cómo tan porfiada? 
- ¡Nooo! Si mi acción no fue producto de la porfía, sino del desconocimiento...
- ¡Con mayor razón, pues! Si no conoces bien tu celular "nuevo", no deberías haberte arriesgado a usarlo para aquello. Además, esas "cosas" son "inteligentes" : si ven que hay poca luz, hacen funcionar el flash automáticamente...
- ¡Ahora lo entiendo perfectamente, pero en ese momento no procesé...! 
- ¿Te pasa habitualmente aquello?
- ¿Que se activa el flash dices tú?
- ¡No! ¡Que no procesas! Jajaja.
- ¡Uff! ¡Qué antipática!
   Después de ese chascarro, me dediqué sólo a escuchar la música, la que a ratos me traía recuerdos de tiempos felices, en que el horror aún ni siquiera había iniciado su recorrido. Hermosas se escucharon las interpretaciones de piano y violín. 
    Intermedio. Luz, conversaciones, algo de lectura mientras tanto. 
    De regreso, lo inesperado. Se abre el telón nuevamente y...¡sorprise! No es el Maestro quien está en el escenario,  sino un conjunto de varones, tres de ellos  elegantemente vestidos con chaqueta blanca y dos con vestimenta negra. Un requinto, un contrabajo, instrumentos de percusión, una guitarra y un par de maracas... en las manos del vocalista.
 La estrategia es la misma: interpretan una canción primera (bolero) y luego nos saludan. A medida que voy escuchando las composiciones, tomo conciencia, a pesar de mis pocas nociones musicales, que el Conjunto aquel es de gran calidad y cuando el vocalista (¡una voz extraordinaria!), en tono sugerentemente sensual y profundo, repite una frase, me doy cuenta que está señalando el nombre del grupo, bastante cursi, me parece al inicio, pero luego voy comprendiendo la puesta en escena. 
    ¿Recuerdan una famosa película clásica, de la década del 40 según acuciosas investigaciones realizadas,  llamada "Casablanca"? Aclaro inmediatamente que no es de mi tiempo, pero en varias ocasiones, incluso en alguna novela, me he encontrado con alusiones a la famosa despedida que el personaje de este filme, Rick (representado por el estupendo, en aquellos tiempos, Humphrey Bogart) le realiza a su amada Ilsa (Ingrid Bergman) diciéndole : "¡Siempre nos quedará París!" 
    ¿A qué viene esta referencia cinematográfica? 
  Muy simple: es el resultado de esas misteriosas asociaciones que nuestra mente realiza antes de que la lógica entre en juego. Mientras escuchaba y disfrutaba de la actuación de "La flor del recuerdo" (uff, sigo pensando que es recontra cursi el nombrecito), aún sin haber visto la película aludida, identifiqué al vocalista con Rick, vestido con "pinta" de visitante de un Casino, con movimientos mesurados y una sonrisa, mezcla de  sensualidad y cinismo, aunque con unos cuantos años menos. 
   ¿Cómo es posible aquello?
   Al enterarme que estos jóvenes (y alguno más madurito) eran rancagüinos, una vez en palacio, busqué información de ellos en las redes y entendí mi proceso de asociación. Precisamente, recrean no sólo en sus canciones una generación pasada, sino que la vestimenta, maquillaje y actuación es al estilo de los años 50. Tres de ellos usan bigote fino, de moda en ese tiempo, peinado a la gomina (o gel, como se le llamaría hoy) y movimientos "ad hoc", nada exagerado, todo elegante
   En otros momentos me parecía estar escuchando a Lucho Gatica (aunque nunca me gustó ese cantante), pero sin esa voz engolada y poco natural que usaba nuestro famoso cantante de boleros. 
    Después de tener al público ya "comiendo en su mano", ingresó nuevamente don Roberto Bravo, con una espectacular white-jacket,  además de Montserrat, e interpretaron varios temas más. 
   Fue realmente hermosa la velada. En algunos momentos coreamos la letra de más de un bolero allí interpretado. ¡Mi madre habría estado en "su salsa"!
     Y entonando "Nosotros, que nos queremos tanto, lará lará...¡no me preguntes másssss!" me dirigí de regreso a palacio. Sin embargo, no estaba Rick para acompañarme en el trayecto ni decirme al oído "La noche aún es joven" , así que, luego de tomar unas instantáneas que mostraban la maravilla del  efecto de la luz y la oscuridad en los objetos y construcciones, encaminé mis patitas hasta mi torre.





    

lunes, 20 de julio de 2015

Casi en la Torre de Babel...

    Hacía tiempo que no recorría el Paseo Ahumada. Este sábado decidí hacerlo, más que por deporte o aburrimiento, porque andaba a la "caza" de unas prendas. Ello me llevó al inicio del Paseo Puente, de manera que debí recorrer Ahumada en su integridad. ¡Resultó una verdadera sorpresa!
   De pronto casi me pareció haber sido transportada a alguna Feria Artesanal extranjera. Había de un cuanto hay en esas pocas cuadras y con personas de distintos colores y nacionalidades.  A los puestos habituales de vendedores de revistas, ropas y chucherías, se habían agregado muchos vendedores de artesanía, especialmente de joyas de cobre, de madera, de peltre, de fieltro, más numerosos vendedores de joyas de fantasía, de paraguas, de pañoletas, gorros, bufandas y similares, estos últimos, principalmente a cargo de extranjeros avecindados en nuestro país (ecuatorianos y peruanos), quienes voceaban sus productos aumentando la algarabía del lugar a esa hora (pasado el mediodía).
    Mientras avanzaba hacia Plaza de Armas, aprovechando de  "vitrinear" rápidamente por aquellos puestos, sin olvidar mi "destino final", escuché, sobresaliendo de entre las demás voces, una voz de Soprano:
   -Funiculí-funiculá...    Una potente voz de una mujer de mediana edad, que se hacía acompañar con música de fondo (envasada) y un hombre algo más joven...
- Jammo, jammo, 'ncoppa jammo ja'... ....cantaban esta composición italiana en una esquina de Ahumada con Huérfanos, rodeados por un grupo de oyentes de entre los transeúntes. Se escuchaba precioso, aunque, sin duda, la cantante sobresalía ventajosamente de su acompañante.  Pasé caminando lentamente por allí, pero no me detuve. El tiempo avanzaba y  quería llegar al depto. no más allá de las 14 horas. 
    Observé un pintor de paisajes, de aquellos que trabajan sobre cartón y con pintura sprite. Éste lo hacía en tonos sepia (en la variedad está el gusto, dicen). Por allí cerca, otro ofrecía su arte en tonos multicolores. 
  Vi muchos lustrabotas o lustrazapatos en mi recorrido; no recordaba haber visto tantos en ocasiones anteriores. En mi caminata me encontré  con los tradicionales Chinchineros, que luego de tocar junto al Organillero, descansaron un rato de su rápido baile. Eran tres los que deleitaban a los espectadores con sus veloces movimientos acrobáticos. 
    ...Estoy en Plaza de Armas. Se escucha música de salsa: unos adolescentes de ambos sexos bailan salsa fuera de unos locales de comida. Hacia el centro de la Plaza, están los puestos de los pintores al óleo o acuarela, con sus obras en exposición. Entre ellos, el caricaturista de siempre, con figuras nacionales típicas en su nutrido mostrario. Esta vez, veo también una caricatura de la Presidenta. 
     Continúo mi trayecto. Cuando paso por fuera de la Catedral, además de observar que se encuentra allí el hombre-estatua, representando a un minero del cobre,  detecto que el trabajo de remodelación del edificio ya terminó. Lo que no logro entender es qué le remodelaron, pues siguen unas manchas de pintura en su frontis, así como las "huellas" de las palomas.
   El arte sigue presente: un hombre ha dibujado, con tiza de distintos colores, sobre el pavimento, un personaje muy real. ¡Excelente trabajo! 
   Pero quienes, sin duda, tienen la mayor cantidad de espectadores son los humoristas de la calle, uno de ellos, hermano de Paul Vásquez. Debe contar, al menos, con un público de unas 150 personas, quienes ríen  felices con la rutina y van depositando sus  monedas en el sombrero del contador-de-chistes. 

    Cuando ingreso a calle Puente, me parece estar en Tacna de repente. Sólo se ven y se escuchan voces de peruanos. ¡Impresionante! Desde aquí hacia adelante es el sector donde se han establecido y realmente se nota. No avanzo mucho; el local que busco está en la primera cuadra pasada la Plaza de Armas. La calidad de la vestimenta no es la misma. ¡Qué cambio en comparación con el otro  visitado antes, de la misma tienda! Se nota que sus clientes tienen el "cabello más corto" (jajaja). 


    De regreso, recorro parte de calle Estado, encontrándome con otros cantantes, esta vez de música tipo Chico Trujillo. Parece que también el público objetivo sufre de alopesia en este sector (jajaja). Los cantantes de música lírica ya no se escuchan; se han ido.
   Vuelvo sobre mis pasos. Alcanzo a ver que un payaso verde se retira del lugar donde estaba vendiendo globos con figuras. Debe haberle dado hambre tanto inflarlos. Parece que no estuvo muy buena su venta. 
    Estoy cansada. Espero pacientemente que el semáforo cambie y cruzo la Alameda. Busco un taxi y me dirijo a casa. Son muchas las cuadras para caminarlas. La mochila ha aumentado de peso misteriosamente. Sin embargo, mi paseo fue fructífero. Encontré lo que andaba buscando y, además, mis ojos y oídos vieron y escucharon la vida sabatina de los habitantes de esta cuasi-Torre-de-Babel, que, a pesar del fin-de-semana-largo, continuaban funcionando, como un verdadero mecanismo-de maquinaria-perpetua, con las mismas tareas de todos los días: vender, pintar, cantar, bailar, contar chistes ...., esperando que la generosidad de los clientes habituales y los ocasionales les permitan "parar la olla" un día más.