jueves, 7 de mayo de 2015

Lo que dejamos atrás...¿habrá sido una decisión acertada?

    Mirando una fotografía de esas que se comparten a través de la red, subida por una de  mis amigas, comencé a recordar todas las cosas que usábamos antes y que ya ahora han pasado al olvido, que han sido desechadas, reemplazadas, transformadas en  objetos de museo o de culto. La imagen correspondía a un "chancho" doméstico, uno de esos aparatos que se usaban en casa, para sacar brillo sobre el piso encerado, a puro "ñeque" (no me refiero a esos animales chillones y hediondos,  que también son domesticables, a los cuales había que alimentar con papas y afrecho, aunque en la actualidad, seguramente, su alimentación se debe  haber vuelto más sofisticada y "moderna"). 
   Junto con ello, indudablemente, llegó la duda e interrogante inmediata: ¿habremos realmente avanzado en Humanidad así como lo hemos hecho en Tecnología? De pronto, los noticiarios nos hacen dudar sobre aquello y, en otros casos, estar seguros que, en verdad, el proceso ha sido inverso. Pensando matemáticamente, así podría expresarse esta gran duda:  

     ¿A < tecnología < humanidad y valores?
                                       o 
     ¿Mientras + tecnología > humanidad y valores?


   Creo que nos hemos empobrecido como seres humanos, a nivel general. Es cierto que las labores hogareñas son más livianas, pues hay una serie de "adelantos" que lo han permitido, pero...¿a costa de qué?
   Ya no se encera en casa, por lo tanto no se debe "sacar brillo" (¡fuera el chancho, entonces!). Hoy se cuenta  con piso flotante, cerámica, alfombra o cubrepiso. Tampoco se lava como antes, pues todo se echa a la lavadora automática, que lava, estruja y casi entrega seca la ropa de todo tipo (le falta puro colgar la ropa en el tendedero; ¡qué lata que no lo haga!, jajaja). En el ámbito del aseo, las escobas de esparto ya casi no existen, pues fueron reemplazados por los escobillones, en primer término y, luego, por las aspiradoras. 

   En la cocina, la máquina de moler (aquella maravilla de pesado fierro) fue reemplazada por la Moulinex y las diversas procesadoras de alimentos. El tostador de lata con hoyitos (que ya era una etapa superior para el pan tostado sobre la cocina a leña) se transformó en una tostadora eléctrica; en tanto,  las teteras (de loza, aluminio, teflón u otro material),  se cambiaron por hervidores eléctricos. La cocina a leña varió a microondas;  el calentador a leña o salamandra, a estufa a combustión lenta, a una toyotomi o calefacción eléctrica. Hasta las cocinas a gas están quedando atrás en este mundo cada vez más cómodo y facilista: las encimeras eléctricas son más cómodas, elegantes, limpias....Y así, suma y sigue... en el ámbito doméstico. 

   En el área de las comunicaciones, el salto o, más bien, la evolución, han sido gigantescos. Aún recuerdo las radios a pila que teníamos en el campo donde vivimos cuando infantes. No había luz, por lo que se usaba ese sistema, además de las vitrolas, antepasados de los pick up, tocadiscos, tornamesas o "tres-en-uno", como se les llamó. 
Debo aclarar, eso sí, que no soy de la generación de la vitrola, ¡noooooo!, pero he conocido varias, especialmente en los Museos.  Una vez  que la radio se transformó en un aparato que podíamos conectarlo a cualquier enchufe o toma-corriente, estos inventos fueron evolucionando desde su funcionamiento a transistores a usar circuitos. Primero, las radios funcionaban en onda larga y onda corta; más adelante, comenzó a hablarse de estaciones radiales AM y FM. Primero aparecieron artefactos que sólo servían para escuchar radioemisoras, para luego transformarse en radio-caseteras, doble caseteras, con cd-rom, etcetc. En la actualidad, ya no hay radios en los hogares, solamente equipos de música, con todos los adminículos necesarios para darle más potencia y efectos especiales, de manera que los vecinos sepan lo que es escuchar música (jajaja). 
  En el rubro de las películas, el desarrollo también ha sido extraordinario. Desde películas en blanco y negro (que iban a exhibir cuando apenas éramos unos "ñiñitos" y vivíamos en el campo...,  especialmente de cowboys, que eran las que más les gustaba al público cinéfilo de ese tiempo) hasta el cine actual en grandes salas, con todo tipo de efectos especiales, o al cine-en-el-hogar, pasando por una cinta VHS  o video-casette con su correspondiente video-reproductor-grabador, hasta los actuales cds y cdroom, de diferentes marcas y tipo, incluyendo el lujo (aunque no tanto ahora) de un Home-theather. 
  
      Recuerdo que las funciones de  "cine" de las disfrutábamos cuando infantes solían desarrollarse en un galpón (tanto en Puerto Nuevo como en Pichirropulli). El telón era una sábana blanca (que a veces solía tener más de un hoyito, rasgadura o remiendo, jajaja) sobre la cual  "apuntaba" el proyector de películas y reflejaba las imágenes. Lo divertido o molesto era, según el entusiasmo de los espectadores,  cuando la cinta de celuloide estaba cortada (por  el mucho uso) y la película era interrumpida, a veces en lo mejor, y había que esperar que el encargado (que habitualmente debe haber sido un "cojo", jajaja, porque así le gritaban "¡Cojo, saca la pata del enchufe!") vuelva a colocar la cinta en el carrete.

   Con respecto al teléfono, la historia no es tan distinta, pues partiendo por los teléfonos fijos, con hoyitos para discar o simplemente teclas (ahora touchè), se derivó a los teléfonos inalámbricos y luego a los celulares, que una vez que empezaron a hacer de todo se llamaron smartphones, de tal alcance y utilidad  que hasta sirven para sacar a pasear al perro (jajaja). Si los primeros celulares casi causaban dolor de espalda por el peso, los actuales son absolutamente "lights" y aerodinámicos y hacen tantas cosas que a uno no le van a alcanzar los años de vida para conocer todas sus "gracias", más todas las "w" habidas y por haber : www, wi fi, whatsap...

    Además, han reunido en sí lo que antes requería de varios aparatos separados: integra las características de una buena cámara fotográfica, juegos, conexión a internet, videos, música, correo electrónico,  etcetcetcetc. Por tanto, ya no es necesario una mini-radio, un walkman, un cdroom, una cámara fotográfica, un reproductor de películas, un pc, una consola de juegos, una cámara de videos, un mapa, una brújula, ...¡Un LIBROOO!... A todo, absolutamente a todo, puedo acceder a través de un teléfono inteligente, incluso más inteligente que uno mismo y con un conocimiento extraordinario, que ya se quisiera tener uno mismo.


  En fin, esto y mucho más han sido nuestros avances tecnológicos como especie...  


   Sin embargo, no dejo de pensar en aquellos objetos que formaron parte de nuestra infancia y ya no están: la cocina a leña y sus correspondientes astillas para prender el fuego;  el brasero con el tarrito que servía de tiraje, lo que permitía encender el carbón más rápido (tarrito que recibía diferentes y creativas denominaciones, jajaja); el mortero para el ají, el ajo y la pimienta; el jarro lechero; el cedazo para cernir el harina; el abrelatas que, además de hacerse cargo de las conservas, al mismo tiempo sacaba las tapas de las bebidas y cervezas, así como descorchaba botellas; la cafetera de aluminio o enlozada con su correspondiente colador de género; la pelela o "cantora" (jajaja, claro que ya me salí del ámbito de la cocina); el guatero de goma (que de pronto quedaba mal cerrado o con mucho vapor y resultaba peligroso), etcetcetc...

   Que la vida es más cómoda en la actualidad, qué duda cabe; que tenemos acceso a muchas más cosas que antes, es innegable; que la capacidad de viajar física o virtualmente, es un hecho y, así, suma y sigue...suma y ...sigue...  Sin embargo, en la rapidez de estos cambios y "mejoramientos" de nuestro hábitat, hemos desatendido los más importante:  nuestras propias personas y nuestros seres queridos. Así que, empecemos hoy mismo, a recuperar espacios perdidos a manos de la tecnología: apaguemos el televisor, escuchemos música, cultivemos alguna planta, llamemos a nuestros familiares, escribámosle a nuestros amigos, aportemos buena onda a la conversación, sonríamos más, enojémonos menos, ríamos de  buena gana, saludemos con entusiasmo, alegrémonos de estar vivos... ¡He dicho! ¡Caso cerrado! (jajaja).  
   

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