domingo, 10 de mayo de 2015

Aventuras de una noche...y de unas horas...

    Cual Cenicienta moderna y liberada, doña Principessa iba cruzando el puente levadizo cuando ya las campanadas de la Iglesia del Feudo tañían indicando las 24 horas. A pasitos cortos, con sus zapaticos de gamuza color ciruela y su capa roja,  mezcla de Caperucita y Maléfica (jajaja , ¡qué versatilidad!) subió silenciosa y cansadamente los 60 peldaños de la torre de su palacio, hasta llegar a su puerta. No quiso hacer uso de sus poderes sobrenaturales para ascender levitando (la batería se le había descargado). Con un perentorio "¡Ábrete, sésamo!", logró abrirse paso, corrió a su suite desesperadamente, tiró cartera y capa por cualquier parte e ingresó a la carrera al servicio higiénico. ¡Ufff! Alcanzó a llegar antes de "romper aguas" (jajaja). 
   Luego de solucionada esa prioridad tan prosaica, se desenjoyó y guardó todo en la caja fuerte (Juan Segura vivió 100 años...dicen). Se despojó de sus zapatitos de cristal (¡bravo! Llegó con los dos zapaticos a palacio, nada de dejar uno botado como una descuidada antepasada..., pues, para vuestra información,  ya no hay príncipes que los recojan; tal vez un encargado de la limpieza urbana haría aquello o una persona en "condición de calle",  nadie más). 
   Una vez que, con un movimiento de cejas, envió sus pertenencias, dejadas de cualquier manera por el apuro, a sus lugares correspondientes, caviló por algunos infinitesimales momentos acerca de si, a esa hora, tomaría once (ya eran más de las doce, así que "once" no podía ser, jajaja). Se acercó a la cocina y....¡vaya, vaya!, divisó unos tallarines con carne y salsa que habían quedado de su rico almuerzo del día, y que estaban destinados para su comida del sábado. ¡Hummm, réquetehummm! ¡Se ven y huelen deliciosos! ¡Estaba con hambre! (su última ingesta alimenticia había sido a las 13 horas, es decir, once horas atrás - ¡otra vez, "eleven" -)
- Ok, ok, "estógamo" mío. Calentaré los tallarines. Mañana prepararé otro almuerzo. 
..... ¡Mmmmmmmmm! 
   Con ese plato de pastas y dos cafe-citos bien calientes, revivió y recuperó toda su energía. Tanto así, que aunque llegó pensando en acostarse inmediatamente, decidió subir unas fotos en recuerdo del encuentro "íntimo y personal" que había tenido esa noche. 

- ¡Oh! ¡Amiga mía! ¡Usted se las trae! 
- ¿Qué me traigo? Yo no entender...
- ¡Hummm! ¡Te conozco, te conozco desde siempre...lará lará! 
- "....desde lejos...como un sueño bueno y viejo..." ¡Jajaja! Sobre todo "viejo" . 
- Oye, Principessa dispersa y loca, ¿de dónde vienes llegando a esta hora tan "cenicienta"?
- Me hice un lindo regalo...
- ¡Fuiste a un show de vedetos!
- ¡Nooooo! ¡Cómo se te ocurre siquiera! ¡Soy una DAMA!
- ¿Y éstas son horas para que una DAMA llegue a palacio? No me parece....
- Entre el "ser" y el "parecer" suele haber  diferencias. Y aunque estoy de acuerdo que  una Principessa como yo, no sólo debe serlo sin también parecerlo, te aseguro que no andaba en "malos pasos" ni menos "pecaminosos", jajaja.
- ¡Ya pues! ¡Explícame! ¡Me tienes en ascuas! 
 
    Para no abusar de la paciencia de su amiga (que no es mucha que digamos), doña le contó que había ido a un Concierto, al primero que el cantante ALBERTO PLAZA ofrecía en Chile, con motivo de su Gira por los 30 años de carrera musical. No se trataba que ella sea fanática acérrima de este trovador, pero nunca había asistido a alguna presentación de él y se había propuesto asistir, en "la medida de lo posible", a toda presentación interesante. 
   El Concierto fue espectacular, comenzando con la  canción "Cómo se pasa la vida..."(una verdad "del porte de un buque", como decían antes, jajaja); la voz de Albertiño se conserva extraordinariamente bien, los músicos acompañantes buenísimos, las luces, de todos colores, y la interacción del cantautor con el público muy entretenida. 
   Lo que a su majestad no le agradó fue el lugar (el local de un Club) el  mobiliario (de latón o aluminio, casi lo mismo)  y la  baja temperatura que había (¡brrrr! ¡Puchas que hacía frío!). Importante agregar, a manera de reclamo retórico, aunque no directamente a los organizadores del evento, el exagerado costo que el servicio de taxis tiene en la ciudad de Rancagua. Estos abusadores cobran el doble que en otros lugares. Doña casi nunca  recurre a ellos, pero en esta ocasión, además de desconocer el enclave del local, su horario de trabajo le dio un margen de apenas 20 minutos para llegar allá, por lo que no tuvo otra forma de asegurarse de llegar a tiempo, que optando por irse en taxi, el que le cobró un "ojo de la cara y le dejó el otro colgando" (jajaja).
    Sin embargo, a pesar del reclamo, se alegró de haber ido y darse aquel regalo, considerando lo cercano que está el día de la Madre. La mayoría de las canciones interpretadas eran conocidas. Presentó tres  nuevos temas, de los cuales a ella le gustó principalmente el último "Yo puedo", que alude a los niños con Síndrome de Down. Que quede claro que nuestra amiga no quiere aparecer como políticamente correcta; no es el tema el que le agradó sino la música y su letra (sorry).


   Al siguiente día el celular la despertó, por suerte.  Pocas ganas tenía de levantarse temprano, pero  debía ir a trabajar a la Villa de Rengo, y aunque su primera clase se iniciaba a las 10 A.M., faltando unos minutos para las 9 abandonó el palacio, como todos los sábados.  La mañana estaba muy helada, por lo que decidió desempolvar un abrigo grueso, el que le prestó auxilio durante toda la jornada, incluso pasadas las 14 horas, cuando dejó atrás el colegio y anduvo "vitrineando" por los stands de la Plaza de Rengo. 
     Fue allí donde se encontró con una sorpresa, que le divirtió un rato: en un puesto de pinturas y cuadros estaba el augusto, insigne y "conspicuo" segundo Padre de la Patria, cuan alto era (no tengo idea cuánto medía el badulaque, pero con los años perdió estatura, en sentido literal y figurado), acompañado a ambos lados, como si fueran sus guardaespaldas y protectores, dos imágenes de Jesucristo. ¡Qué chiste cruel! No pudo contenerse: sacó su celular y fotografió la "curiosidad". Y pensó: "¡con razón la Iglesia Católica Chilena no le hizo mayores problemas a tal Belcebú!"


- ¡Oyee! ¡No estés diciendo herejías!
- ¡Jajaja! Suerte para mí que ya la Santa Inquisición y sus esbirros estén hecho polvo hace un buen tiempo, si no hace rato que ya me habrían transformado en astillas o chamiza para encender las hogueras.
- ¿No temes que si existe verdaderamente  el Infierno  seas pasto de las llamas eternas? Jajaja
- Jajaja. Como no lo sé ni nadie ha vuelto para contarlo,  no me voy a preocupar ahora. ¡Oye, porfa, no adoptes el típico tonillo de la Iglesia decimonónica, que mantenía a sus fieles "en cintura" a través del temor al fuego infernal! 
     
     Una vez que recorrió la Feria instalada alrededor de todo el perímetro de la Plaza, se dirigió al paradero de taxis-colectivos, uno de cuyos vehículos la llevaría de regreso a la histórica ciudad de Rancagua. 
   Llegó a su palacio a las 15,30 horas. El día estaba muy grato (22 grados marcaba a esa hora su celu). ¡Ufff!...a subir hasta la torre, dejar en su lugar el material de trabajo hasta el día domingo en la mañana y luego abocarse a preparar el almuerzo. Había dejado descongelando un pote con un guiso al que le agregó unos porotos verdes cocidos (¡obvio!, crudos habrían quedado un poco duros para comer) y dispuso un fresco postre de frutillas con piña y yoghurt. Estaba rico su almuerzo a pesar de la improvisation.
   Concurrió al súper y luego se dispuso a escribir durante un rato, antes de servirse una once ligera, pues había decidido salir de aventura nuevamente esa noche...
- ¡Ohhh! ¡Qué fin de semana más movido, Princess! 
- Así es, pues. Uno que ha sido marino..., jajajaja
- ¿Y adónde vas esta vez, ...mujer suelta y casquivana? Jajaja.
- ¡No te lo pienso contar, para que te dé lipiria de curiosidad!

   ¡Upsss! Despertó asustada. Se había instalado en la mecedora para disfrutar los minutos que le quedaban para salir, cuando se quedó dormida. Al parecer su sexto sentido le avisó y despertó 5 minutos antes (¡por suerte!). Rápidamente estuvo dispuesta y dirigió sus pasos hasta la Casa del Arte, local donde, algunos fines de semana presentan obras teatrales. Nunca ha ido allá, pero sabe que está a 6 cuadras más o menos y frente a un colegio. Un sector tranquilo y correspondiente al casco antiguo de la ciudad. 
   Apenas ingresó le llamó la atención la grata atmósfera del local, con un café al interior,  un mesón de atención y un pequeño hall de entrada a la sala de eventos. Al comprar la entrada, recordó el Cine Club de la UACh, pues el sistema de exposición de las entradas es la misma, con una maqueta con orificios que simulan las butacas dentro de la sala y frente al escenario.  Mientras llegaba el resto del público y se acercaba la hora de la función, doña se sentó en una de las sillas del Hall a orillas de una mesita redonda (¡me encantan las mesitas redondas, son tan simpáticas!, jajaja) y aprovechó el tiempo escribiendo en su tableta, la que había llevado precisamente para llenar ese tiempo de espera. Faltando unos 5 minutos se abrió la sala y ¡Oh, sorprise! , se encontró en una hermosa sala de unas 100 butacas de color rojo, ordenadas en declive, con un pequeño escenario en la parte más baja, luces y cortinas.
   Casi lleno el local, con unos 10 minutos de retraso comenzó la comedia "No te he engañado ni lo volveré a hacer" a cargo de los actores Marilú Cuevas y Juan Alcayaga, este último más conocido como don Carter (papel que desarrolló junto al Profesor Rossa). Desde principio a fin fue todo carcajadas por la poco "elegante" manera de tratarse de este matrimonio de años de convivencia (y hasta "connivencia", diría yo). Los garabatos iban y venían, en un trato muy al día de hoy de muchas parejas "onda medio pelo" hacia arriba: ella lee la revista "Vanidades",  él es el funcionario de un Banco (jajaja). La actuación de ambos es espectacular. Ella hace cómplice al público del engaño a su marido y el público cumple muy bien su papel. 
    Después de reírse mucho por una hora y un poquito más, doña se retiró muy contenta de haber ido a conocer y poder asistir a espectáculos gratos. Esta vez no tuvo ni una pisca de frío, a pesar de que afuera no era precisamente calor lo que se hacía sentir. 
- ¡Ajá! ¡Así que era ésa tu "actividad nocturna". 
- ¡Síííííí! Una muy buena decisión e inicio de una sana costumbre para no encerrarme en mi torre de cristal. 
- ¡Me alegro y te felicito por tu decisión! Además, que el público asistente al teatro es selectivo y eso te permite sentirte en tu ambiente. Jajaja. ¡Hablo en serio! (Jijiji)
- Además, que queda muy cerca de palacio, así como el Teatro Regional.

    Luego de prepararse  un rico capuccino, se fue a la cama, que la llamaba casi a viva voz. La semana había sido realmente agotadora, pero sus "dos canitas al aire" bien valían la pena. Y, para qué estamos con cosas, bien merecidas se las tenía. 
    "Basta por hoy", se dijo y díspusose a dormir para darle la oportunidad al cuerpo de la opción que ya le había dado a su espíritu: alegrarse y recuperarse. ¡Good night! 

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