sábado, 23 de mayo de 2015

¿Libertas datur ...o...libertas capitur?

¿La libertad se regala o se conquista?

La libertad : causa, motor y objetivo final del ser humano, en éste y todos los tiempos. 
  Derecho y valor por el que más ha luchado la Humanidad desde que el mundo es mundo y que, a la par,  el que ha reportado más víctimas que cualquier catástrofe. 
   Aspiración máxima de quienes no la tienen; uso y abuso por parte de muchos que la poseen; merecida pérdida de ella en castigo por actos atentarios de los derechos de los demás, en el caso de varios.

                     ¿Es una conquista o es un regalo?
     La Declaración Mundial de los Derechos Fundamentales del Hombre (y de la mujer, jajaja) la establece como uno de los primeros y más trascendentales, después del derecho a la vida. (Obvio: si no estamos vivos malamente podríamos exigir libertad, jajaja).  Es decir, ésta es considerada un valor consustancial a toda persona humana desde que nace, independiente dónde y cuándo, aunque, en determinados contextos, no deja de ser más que un "saludo a la bandera".     Pues, aun estando ya en siglo XXI , la Era de la modernidad, del conocimiento, de las comunicaciones, de la globalización y de la tecnología,  hay personas que viven en la esclavitud laboral, sexual y doméstica, incluso con menos derechos que una mascota.      En tanto, en el otro extremo, no en menor cantidad pero sí con más fuerza (la de las armas y el poder), están quienes usan y abusan de su libertad  en detrimento de quienes tengan a su  alcance. 
    
   En general, tenemos nuestro primer contacto con este bien intangible, cuando comenzamos a conocer y recorrer el mundo, gracias a nuestro aparato motor  y a la voluntad, y damos nuestros primeros pasos sobre nuestros pequeños pies, aprendiendo a desplazarnos. Esa primera  libertad podríamos denominarla  "vigilada" (jajaja).
    Más adelante, mientras de infantes pasamos a  adolescentes y, luego, a jóvenes, la libertad se convierte en una ferviente aspiración. No hallamos la hora de ser LIBRES... de nuestros padres, de nuestros profes, de las restricciones, de las normas, de las exigencias, para hacer "lo que nosotros queramos". El cabello largo y la barba eran, hace un  tiempo,  las expresiones de libertad; en la actualidad,  se agregan los piercings, los tatuajes, el cabello de cualquier color y forma, las expansiones en las orejas, la vestimenta transgresora, además de acciones relativas al consumo excesivo de cigarrillo, alcohol y drogas, en muchos casos, más una serie de otras expresiones, actitudes y acciones que no es el caso enumerar.
    Una vez que los padres, los futuros jefes o la realidad les dice a esos jovencitos que en el trabajo hay determinadas normas y exigencias, ese/a postulante a adulto, debe decidir, en libertad, si accede a ese margen planteado o busca otras alternativas. No se le ha restringido su libertad, simplemente se le ha dicho qué es lo que puede hacer y lo que no , frente a los derechos  de los demás. 
   La mayoría lo entiende y lo asume o lo acepta sin asimilarlo del todo. Otros, almas libres-libres-libres, extienden lo más que pueden su actitud adolescente, a costa, muchas veces, de los adultos que los quieren, pero no les "leen la cartilla".

   Y henos aquí, ya estamos en condiciones de responder a la pregunta: 
    ¿La  libertad es un regalo o una conquista? 
   Es un derecho y es un regalo, en tanto aprendemos a hacer buen uso de ella. Luego, ya jóvenes en camino de la independencia, ésta se conquista, se gana, se merece, se cuida y se cultiva.


- ¡Maravilloso, Principessa! ¿Estás tomando Bilz o Pap? Jajaja.
- ¡Hummm! ¡Sé que puede parecer una utopía, pero...!
- Mira, haciendo uso de mi proverbial inteligencia, agrego a lo que tú planteaste  que este valor-derecho tan anhelado, exigido, esgrimido, utilizado y manipulado, en teoría no puede ser absoluto, pues en la medida que vivimos con otros o al lado de otros, nuestros límites se restringen. 
-¡Muy acertado! Para allá iba...
- ¿Para dónde? 
-  A establecer y reconocer el aporte de  mi "colega" Albert Eisntein. No sé si habrán "cosas" o verdades absolutas, pero la Relatividad "la lleva", sin duda...
- ¡Una gran verdad! ¡Habría que estar en una isla desierta o transformarse en ermitaño para gozar en soledad de la libertad. Sin embargo, esto no es posible. 
- ¡Claro que no! No tenemos miles de millones de islas ni otras tantas ermitas! Jajaja.


    Después de este diálogo tan "libertario" (jajaja), continuemos. Una vez obtenida tu ansiada libertad, debes hacer buen uso de ella, sin sujetar ni permitir sujeción que vaya contra tus principios o los del otro. Y esto, te lo aseguro, te hará feliz. A este valor, por tanto, se necesita agregar el respeto y la verdad. El respeto a la libertad de otros y la verdad para expresar lo que piensas y sientes, sin desmerecer visiones distintas, salvo que sean lesivas para la propia persona o para su entorno. Sin embargo, hay un límite para tu actuación, no todo lo puedes cambiar y eso no debe deprimirte. El mundo no está hecho a imagen y semejanza mía (jajaja), por lo que debes asumirlo sin dejar de ser un espíritu "libre y soberano" en "la medida de lo posible" {Eisntein, ¡te odio!}... Ha llegado el momento para usar tu derecho, regalo y conquista para  crear, para amar, para ser feliz, para pensar, para expresarte, para creer o no, para actuar y decidir...
    Y cuando llegas probablemente a la mitad de tu vida y tienes  tu propia familia,  te toca  entregar el "testimonio" en esta posta que es la vida ("testimonio": ¡qué buen nombre!). 
   La gran pregunta ha cambiado y se ha transformado en

    ¿Let's it be, let's it do...or... let's it go?  
         ¡Guauu! ¡Qué difícil!
    Tremenda disyuntiva y decisión, si aquellos que ocupan tu tiempo y pensamiento son importantes para ti. 
¿Dejarlos ser, dejarlos  hacer o dejarlos ir? ¿O las tres  cosas? ¿Todo... del todo... o sólo hasta cierto punto? ¿Hasta qué limite? ¿A partir de cuándo?
    Un verdadero puzzle o, al menos, un dolor de cabeza. 
   Nadie nos enseña a ser padres, no hay cursos sistemáticos y al alcance de una mayoría que nos introduzcan en el aprendizaje de lo básico y elemental del rol paterno o materno. Es cierto que contamos con el ejemplo -bueno, regular o malo de nuestros progenitores-. Algo es algo, para empezar. Pero ellos se iniciaron de la misma manera, es decir, aplicando lo visto a una nueva realidad:  usando la metodología más usada de todos los tiempos,  la del ensayo y error (que, a veces, se transforma en "horror").
    Habitualmente, como animales de costumbre que somos, tendemos a repetir esquemas vistos o conocidos. Es que tampoco en este ámbito es tan fácil crear o partir de cero. Nada es absolutamente nuevo. Nuestra experiencia como hijos, si ha sido positiva, la replicamos en nuestros propios hijos, que no son iguales a cómo éramos nosotros cuando pequeños, así como tampoco es igual el contexto ni los tiempos y tampoco nosotros somos iguales que nuestros padres, por lo que el resultado no suele tener ninguna cercanía con nosotros mismos púeres, resultando una pésima copia de nosotros, tal vez un verdadero esperpento. Si la experiencia ha sido negativa, mayoritariamente se cae en el error de irnos al otro lado de la balanza, de manera que de nuevo perdemos el equilibrio y el resultado no será, seguramente, el mejor. 
   El famoso "Let's it be", por un  lado,  es un llamado a soltar las sujeciones excesivas de una enseñanza paterna autoritaria, pero, por otro lado,  al transformarse en una especie de moda, se replica de mala manera, porque se imita y todos sabemos que las imitaciones carecen de convicción genuina, por tanto pierden la calidad de lo auténtico. 
      Otras veces, cada padre (en un matrimonio o pareja) maneja un lado distinto  de la balanza y así tenemos que mientras uno permite casi todo y se transforma en cómplice y amigo del "retoño", el otro/a es el dictador de la casa o la bruja mala  del "cuento", cada uno tratando de hacer lo mejor que puede. 
   Para los que no quieren hacerse problemas, no son capaces de lidiar con esto o, por  último, se han  rendido antes de tiempo, la expresión no puede resultar más conveniente. En este caso, la permisividad se enseñorea. 

    También me tocó tomar decisiones difíciles, soltar de a poco los hilos, aunque sin cortarlos. Era hora de que ella, mi querida Infanta, fuera valiéndose por sí sola, con mi guía y compañía a una distancia prudencial. Debía aprender para luego, cuando le tocara el turno, enseñar... Lo último no fue posible... En el uso de su libertad, no me compartió lo que le ocurría y ... no tuve la oportunidad de ayudarla a tiempo...
    Después de aquello, he debido decidir si considerarme culpable por no haber captado las señales ...o salir adelante, con  el dolor de la pérdida a cuestas y los recuerdos en el corazón... La dejé ser, la dejé hacer y la dejé ir de casa, cuando consideré que estaba lo suficientemente preparada para enfrentar exitosamente lo normal y adecuado. Lo inesperado y lo impensado se produjo...la cámara no cambió a lento...y el  final se precipitó...
   Hoy he elegido seguir caminando por la vida, sin olvidar lo vivido, pero con la mente y los ojos abiertos a lo nuevo, a lo interesante, a lo pequeño y valioso...Es lo mejor, es lo necesario...
   Hasta pronto...

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