miércoles, 10 de junio de 2015

Mal de muchos...

Mal de muchos ...

- ...consuelo de tontos. Eso lo sé, pero ...¿me lo dices a mí?

- Nooo, lo expreso después de haberme bajado de un colectivo que me trajo desde la Villa de Rengo. 
- ¿Te pasó algo? 
- Creo que estoy con la piel delicada, pero, en todo caso, con motivo justificado. 
- ¡Cuenta, pues! 
- Afectada por la muerte de Antonieta, que me ha llevado a pensar en  la fragilidad de la vida, me subí a un colectivo de regreso a Rancagua, luego de hacer las últimas clases de la semana (día sábado). La primera situación ocurrió al salir de Rengo e incorporarnos a la carretera principal. Me di cuenta cuando el vehículo tuvo un repentino frenazo y un desvío brusco hacia la berma. El chofer se disculpó señalando que el otro automovilista tenía la culpa. Como no estaba atenta a ello, no estoy segura, además por lo que luego sucedió, es poco confiable su explicación. 

   Frente a la brusca interrupción del viaje, me puse atenta a la carretera, pensando : "¡Si seguimos así, capaz que no llegue a palacio!" (jajaja). El taxista comienza a tomar velocidad, a cambiarse de vía para adelantar otros vehículos y empiezo a mirar el velocímetro y de pronto me voy dando cuenta que el badulaque traspasaba los 120 kms. Como no soy automovilista, no tenía la seguridad de la velocidad permitida en carretera en la actualidad, así que dudé en decir algo. Al final, decidí partir por la consulta acerca de cuánto era lo permitido legalmente. ¡Era y es 120 kms. por hora! Al recibir la respuesta, le señalé al susodicho que controlara la velocidad, porque hasta donde yo veía, desde mi asiento, su velocidad llegaba a 130 (claro que podía haber una pequeña diferencia pues no estaba justo al frente del velocímetro). El tipo reconoció que solía  llegar a 130 a veces, pero se molestó porque, dijo,  cómo era posible que en sus  43 años de trabajo yo era la primera que le hacía esa observación, como si el hecho de ser la primera significara que estaba equivocada. ¡Na' que ver!
   Siguió reiterando lo mismo un buen rato, pero tomé la decisión de no discutir con él; se veía que mezclaba "peras con manzanas" y, en una de ésas, el tutifruti iba a ser fenomenal. 

- Conozco a varias de esas personas.
- ¿¿¿??? ¿Choferes de colectivo? 
- ¡Noooo! ¡Estás igual que el Colectivero, jajaja!  ¡A personas que mezclan las cosas y cambian de tema, pues no les gusta reconocer que pueden haber cometido un error!
- Sííí, son muchos y muchas los que así lo hacen, con ellos no se puede discutir, la verdad. No logras mantenerlos centrados y precisamente ésa es su herramienta para "ganar" una discusión.


   Por lo tanto, al descubrir que ése era el tipo de persona, opté por no perder el tiempo, ni palabras, ni perjudicar el ambiente de los demás pasajeros. Lo que a mí me había motivado para reclamar, cosa que suelo hacer pocas veces, porque habitualmente la gente reacciona así, era el riesgo que había detectado y darme cuenta de lo difícil que habría sido salir con vida o indemne en un accidente, a esa velocidad y en aquella carretera, con vehículos transitando a similar kilometraje o más. Pero aquello no me satisfizo, pues, en el fondo, sólo fue un grito en el desierto. 

   En fin, me sirvió para dame cuenta del apego a la vida que la mayoría de nosotros tenemos, del miedo al dolor y de lo hilos tan delgados que depende nuestro paso por este mundo. Y aunque hay cosas de la vida que uno no quisiera, simpre, siempre, vale la pena vivirla...hasta ahora... Xd

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