jueves, 18 de junio de 2015

En el camino de la Seducción...

   Realizando una clase sobre la comunicación no verbal, uno de los alumnos mencionó, al parecer en tono de broma, que ellos usaban  la sonrisa para seducir a las mujeres. Jajaja, me dio mucha risa y a sus compañeros también les pareció chistoso, más  por la desfachatez y tranquilidad con que lo dijo, que por lo que decía. 
    Precisamente, pensando en aquella intervención, que no deja de tener su sustento,  me di a la tarea de pensar en las distintas formas de seducir que tenemos, algunas muy sutiles, especiales para personas sensibles e inteligentes y otras,  más burdas, para aquellos/as que son más duros/as de entendederas. 
   Indudablemente, el artista de la seducción, por excelencia fue y es Don Juan Tenorio o quien se parezca a él en la vida real, en tanto sus equivalentes en el ámbito femenino fueron las Cortesanas y las Geishas, en una época no muy lejana, quienes se preparaban para ello, considerado un verdadero arte y una opción de vida. 
    No cabe duda, que lo gestual y corporal tienen una importancia capital en esta tarea. Pero todo aquello, tal como muy bien lo entendieron aquellas verdaderas academias de "fabricación" de geishas, pasa por un conocimiento acabado del sexo opuesto (o del mismo sexo,  si se trata de no discriminar)
     Para saber lo que al otro le gusta, lo motiva y lo entusiasma, debemos  habernos informado de lo general y común a todos o una mayoría, y, además, haber observado al sujeto en específico. Y es allí donde todo lo gestual y postural adquiere importancia fundamental, a veces, más que lo propiamente verbal. 
   Por tanto, además de informarse de lo genérico, hay que averiguar lo particular relativo a características, costumbres y preferencias, además de observar todo lo no verbal del sujeto en cuestión.  Y con esta información acumulada, si el motivo de nuestros desvelos nos interesa realmente, ya estamos en condiciones de desplegar todas nuestras  artes seductoras. 
   Elegir lo sutil o lo evidente para la seducción en cada caso es una decisión que dependerá de la información recabada en relación a la "víctima". Pero, ¿qué hacer si no se cuenta  con aquella información, ya sea porque no hubo tiempo (y hay que intentarlo antes que el "pajarito se nos vuele", jajaja) o porque no hay antecedentes posibles ni confiables (él o ella es todo un misterio)?
   Si ese es el caso, se recomienda comenzar con lo sutil; si aquello no da resultados visibles, hay que seguir con lo menos sutil, jajaja. El riesgo, eso sí, es grande, pues puede que no haya el éxito, no porque las "herramientas" sean poco efectivas, sino porque podemos encontrarnos frente a una persona incorruptible. 
   A propósito de lo anterior, me acordé de una película donde la seductora es una bella mujer que "subyuga" a un estupendo, guapo y tincudo profesional...soltero(ón). Todo va perfecto y en su sumun, pero sucede que ella no dijo que era casada y él, (¡pobreciiitoo!) se había entusiasmado mucho. El problema es que él "supuso" que la damisela no tenía compromiso y ella, al parecer, "se olvidó" de mencionarlo (¡estas mujeres son tan pérfidas!).
    Indudablemente que no todo es miel sobre hojuelas en esto de la seducción. Algunas proezas de éstas resultan fantásticas al comienzo, pero luego toman  intrincados caminos que pueden terminar en una especie de seducción fatal (como la del filme).  En relación a esto, es necesario aclarar que aquí sólo vamos a hablar del proceso inicial, no de su desarrollo ni evolución.


- Oye, Princess.
- ¡Hummm! Ya adivino lo que viene...
- ¿Qué comes que adivinas? Jajaja. ¿Has estado alguna vez en el papel de seductora? 
- ¡Seguro, más de alguna vez! ¡Como todos! 
- No sé si todos..., no me atrevo a asegurarlo...Oye,  ¿podrías...darnos...un...ejemplo...?
- ¡Claro! En una ocasión, cuando tenía unos 5 años....
- ¡Oh, "may gash",  qué precocidad! 
- Jajaja. ¡Déjame terminar! Vivíamos en el campo (Puerto Nuevo, a orillas del Lago Ranco). Nuestros padres nos habían llevado  a La Unión; era día de pago y se aprovechaba de comprar los abarrotes. Recuerdo que mis padres tenían "cuenta" en una tienda, a la  que, precisamente, habíamos ido, no recuerdo a comprar qué cosa, pero yo vi algo que me dejó subyugada...
- ¿Un jovencito un poco mayor que tú? 
- ¡Nooooooo! Lo que había visto eran unos canastillos plásticos, pequeñitos, de color celeste, que tenían una tapita del mismo color. Estaban colgados del techo como muchos productos que no requerían cuidados especiales y quise tener uno. Solicité que me lo compren y me dijeron que no, de ninguna manera. Indudablemente con la negativa se me vino el mundo abajo: ¿¡¡qué iba a ser de mi vida si no tenía conmigo ese objeto maravilloso!!? Abandonamos el local e  íbamos a media cuadra de él, cuando me puse a llorar a gritos (creo que hasta me tiré al suelo, jajaja). Frente a tal escándalo, regresamos a la tienda y me compraron el objeto de mi obsesión. 
- Jajaja, ¡de cabra chica eras complicada, eh!  Oye...., ¿y ése es tu máximo ejemplo de seducción?
- El único posible de contar, jejeje. Bastante burdo, eso sí, pero con un gran aprendizaje. 
- ¿Cuál?
- Las lágrimas femeninas tienen un efecto comprobado en el otro, bueno, en algunos, jajaja. 
- Cierto, aunque si usas esa treta en exceso  puedes quedar muy congestionada y poco presentable; si la usas repetidamente, pierde el efecto. 
- ¡Oh, qué sabiduría! 
- ¡Gracias, nunca está de más decirlo!, jajaja.... Ahora, yéndonos para la vereda de enfrente, ¿qué te seduce? 
- ¡Humm! Las acciones, gestos y palabras delicadas y sutiles...
- ¡Chócale! ¡Lástima que las sutilezas son la especialidad sólo de unos pocos! 
- Creo que este tiempo que vivimos no es apto para sutilezas. Hay hombres que creen que porque la mujer tiene todo lo material que requiere, eso es suficiente para que entienda que se le quiere y, por lo tanto, está de más decirle una palabra de cariño o hacerle un regalo simbólico...
- ¡Cierto! Es que muchas mujeres seguimos siendo románticas hasta la muerte...
- ¿Sabes? 
- ¿Sí?
- A mí me habría gustado vivir en otra época, en esos tiempos en que una mirada, una flor, un mensaje, una canción, el roce de una mano, era la manera de seducir al otro...
- Jajaja...¿No le estarás poniendo mucho? Ya te imagino con esos vestidos repolludos y escotados, esos peinados con bucles, sentada al piano, interpretando un Nocturno de Chopin...
- Habría sido hermoso... me refiero a lo de tocar piano; lo de los vestidos repolludos, para nada;  con mi estatura, ya me imagino cómo me habría visto, jajaja....En fin, no deja de ser sólo un sueño...


   Así es. No todo lo que existe en estos tiempos es de nuestro agrado.  Y en el ámbito de la seducción no siempre el ambiente es el idóneo para que esta actividad tan "desafiante" se logre. En un mundo  tan vertiginoso, con tantos estímulos hacia donde uno dirija su mirada, de carácter especialmente tecnológicos, seguramente las herramientas para seducir a alguien han cambiado. La lentitud de la conquista y de la seducción, resultan imposibles en este maremágnum actual. Son pocas las flores que quedan, los tréboles ya no tienen cuatro hojas, la luna y las estrellas ya no se ven entre tanto edificio y smog, los mensajes escritos en papel ya no contienen pétalos de rosa (si es que hay mensajes), los pianos sólo se ven en los conciertos....
   En consecuencia, el joven seductor (jajaja) que originó este escrito,  parece tener razón. La sonrisa va quedando como alternativa, que,  unida a la mirada, ¡caramba que puede dar buenos resultados! No requiere un soporte económico ni de estudio, claro que sí debe practicarse, pues la idea es que la mirada y la sonrisa sean sutiles, apenas esbozadas, de manera que sólo el objetivo de nuestro esfuerzo sea quien capte nuestro cifrado y prometedor mensaje. ¡Good look! 

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