viernes, 19 de junio de 2015

¡Imagínense 6 mujeres en 9 metros cuadrados...!

    Eso es lo que encontré al ingresar a la Sala de Profesores de mi lugar de trabajo, para iniciar mi jornada de viernes en la tarde. Seis colegas que, en esos momentos estaban desocupadas, excepto una, y que no tenían nada mejor que hacer que conversar de algo (...o de alguien, jajaja) y esperar unos minutos. Yo me transformé en la número siete al llegar. Una de ellas se estaba recién integrando a la planta docente, iba a comenzar su primera clase y era su primera vez...en este lugar. 
    Llegué y...¡guau! ¡sólo mujeres! ¡Compleja situación! ¡Diablos! ¡Muchas! ¿Saludo a cada una o no saludo? ¡Nooo! ¡Saludo "más" mejor! Este año me he especializado en ser más cercana, afable y cariñosa con todos. El ambiente de trabajo es excelente, relajado y de muy buena onda, por tanto no corresponde que adopte una actitud pesada. Somos todos colegas y aún cuando mi crianza en palacios medievales y mi temperamento no me inclinan a ser demasiado sociable, no es mucho el esfuerzo que debo hacer si la atmósfera laboral es tan acogedora. 
    Así que saludé y me transformé, por unos momentos, en el blanco (azulino, más bien) de las miradas. ¡Qué bien te ves!, ¡regia!, ¡siempre  estupenda!, ¡muestra tu vestido!. Me dio mucha risa, pero me dejé querer y mi autoestima aumentó tan rápido como la velocidad de un Ferrari (para hablar en terminología contingente). 

   Ese día me había "deslizado" bajo un vestido de lana color azulino, con cuello subido, tipo  beatle, pero no ceñido (el cuello). Complementé mi tenida, con un abrigo azulino igualmente y unas medias negras malla pescador, más zapatos taco alto, de charol, con diseño imitación cuero de serpiente. 

- ¡Guau! ¡Toda una seductora! 
- ¡No! ¡Qué va! 
- Jajaja. Te conozco...desde siempre...desde....
- A ver...aclaremos...
- ¡Jumm! ¡Algo le ha parecido mal!
- Mi objetivo no es seducir cuando me visto para ir a trabajar. Me preocupo de ello para sentirme bien, por un lado, y, por otro, por consideración a la función que desempeño y a quienes atiendo. Cuando uno se esmera en esto, se nota y le otorga, por añadidura, valor a lo que hace. 
- ¿O sea, que si te vistieras despreocupadamente, significaría que no le estás dando importancia a tu labor? 
- Algo así. Además, es un tema de respeto hacia los alumnos o para quién sea, según tu tarea . Es una forma de decirles, ustedes me importan, por eso me preocupo de vestirme lo mejor posible. En todo caso, también es cuestión de estilo. 
- ¿Y cuál es tu estilo, si puede saberse?
- Clásico, aunque también aprovechando algunos elementos de la moda que yo esté segura que le quedan bien a mi "despampanante" figura. Jajaja...
   
 La verdad, del tiempo que llevo trabajando, mayoritariamente ha sido éste mi predicamento: darle valor agregado a mi persona y a mi tarea. Aunque uno pudiera decir en algún momento que no le importa lo que los demás digan de uno, no es verdad en mi caso. ¡Sí me importa! 


    Sin duda, tu vestimenta  habla, a gritos, de tu persona. Además de indicar tu poder  económico, da a conocer tus gustos, por lo que también es tu carta de presentación ante cualquier actividad. Si optas por ropa clásica, significa que eres una persona que tiende a respetar las normas establecidas, que te  ubicas en un rango de lo considerado normal, que te importa tu imagen dentro de lo políticamente correcto. Si te preocupas siempre de andar a la moda, significa que te gusta seguir tendencias, imitar, que no te sientes bien si no andas igual que la mayoría o que quieres sobresalir dependiendo de cuál es tu círculo. Otras personas, privilegian la comodidad por sobre la situación, corriendo el riesgo de no estar adecuadamente vestidas en determinadas circunstancias. 

    Muchos suelen decir que "el hábito no hace al monje" y, en más de una ocasión, no dejan de tener razón. Sin embargo, en nuestra sociedad, el hábito es importante. Muchas cosas y....muchas personas, entran por la vista. La primera impresión, tanto en lo físico como en lo conductual, son fundamentales. Si alguien te impresiona positivamente a la primera mirada, querrás seguir mirando, lo que no sucederá si ocurre lo contrario. Pero, también hay que saber adaptarse. No siempre el mismo estilo es el adecuado; todo dependerá de la actividad que se desarrolle en cada ocasión y del grado de formalidad requerido. 

    En último término, vístete como quieras o...como puedas. Lo importante, en último término es que cada cual se sienta cómodo, aunque en este mundo de apariencias, no deja de ser una buena inversión, gastar en tu persona, sin olvidar la sobriedad y la elegancia. Te lo dice una ...Principessa...

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