Semana Uno
No me había dado cuenta del calor que hacía sino hasta que acudí al pasillo del quinto piso a mirar la marcha, esta vez con Profesores y otros gremios . No es de las más numerosas, pero tampoco se podría catalogar de pobre. Casi es una acción heroica la emprendida por los marchantes bajo una temperatura como aquélla. Desde que escuché la consigna de los estudiantes, "a la calle los mirones, no se hagan los ..", soy más discreta en mi estadía en el lugar de observación. Algunos se preguntarán qué me impide marchar si soy tan víctima como muchos de los reclamantes y, además, en mi calidad de pensionada, tengo "todo el tiempo del mundo", por lo tanto no tengo esta excusa.
La verdad, aunque resulte políticamente incorrecto decirla, es que no me gusta formar parte de la masa. Tengo un prurito aristocrático que no se relaciona para nada con mi "pedigree" (mapuche en 3@ generación, en todo caso), sino con mi actitud vital. Me gusta la soledad y sólo me rodeo, algunas veces, de gente, pero no me dura mucho. No me gusta pertenecer a grupos, ni asociaciones en mi vida personal, aunque mientras fui laborante, en más de alguno participé, pero no como masa manipulable, cabe puntualizar.
A propósito de aquello, me acabo de acordar que hace un par de días, al fin, me llegó un aparatito que compré por internet. Un traductor con capacidad para 43 idiomas, dice su descripción. Para qué, pienso ahora, que he cambiado de planes. Creo que podría haber sobrevivido sin él, pero sucede que cuando lo compré, hace más de un mes, no sabía que el "estallido social" también iba a transformar mi postura frente a la vida. Ahora sólo quiero irme a un lugar alejado de la ciudad, en contacto con la naturaleza y con el mínimo de vecinos posible. Lo ideal sería irme a una isla desierta, pero a estas alturas de la "civilización" y el desarrollo de los bienes inmobiliarios, todas deben estar habitadas y no creo posible comprar una parcela en alguna de ellas. De todas maneras, visitaré en el verano, al menos un par de las varias existentes en el Lago Ranco. Por ello, el traductor pasará a formar parte de varias de las posesiones inútiles que pudiera haber adquirido en vida. Capaz que pueda ayudarme a entender el gorjeo de las aves o el canto de los grillos. Llegado el momento, probaré a ver si resulta.
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