Semana Uno
Domingo 10
Acabo de descubrir que tengo sueños premonitorios. Sí, tal como se lee . ¡¡Impresionante!! Resulta que antenoche soñé que se me soltaba (no se me caía) un diente superior delantero (de los propios, jaja). Quedaba con él en la mano sin motivo ni razón, e indoloramente. Cuando me levanté, mientras me lavaba la dentadura, me acordé del sueño. Rápidamente corroboré su firmeza y me alegré de tenerlo fijamente enraizado.
Sin embargo, a media mañana, desde la Clínica Médica en que me atiendo para mis chequeos anuales (más bien, bi o trianuales) me llamó una contestadora (o, en sentido estricto, "llamadora", porque fui yo la que contesté; ¡qué siniestro!) para recordarme la hora al día siguiente y anunciarme que tenía una atención dental GRATIS. ¿Gratis?, pensé. Aquí hay gato encerrado, me dije. Para averiguarlo, seleccioné la alternativa que me permitiera hablar con un "ejecutivo"(¡qué elegante y eufemística manera de de denominar a un/a telefonista! ). Era verdad, me agendó hora (él) y ya veré qué sale. Y, tal como los vendedores ambulantes que se suben a las micros y, a veces, a los buses, junto con la hora, por el mismo precio, o sea gratis, el regalo de dos radiografías xxx ( se me olvidó el tipo de radiografías que era: mejor me hubieran dado hora para el geriatra, jaja).
Hora para atención dental ¿¡GRATIS!? Me quedó dando vueltas e hice sinapsis (lógicamente en forma indolora). A nuestra edad -mi edad-, los problemas de salud comienzan a crecer exponencialmente. La máquina humana se va desgastando igual que un auto usado y cuando no es una es otra cosa. Recordé que yo nunca me he atendido dentalmente en esta clínica (a la que recurro por todas mis dolencias, antiguas y actuales desde que llegué a Rancagua). Deben haber descubierto aquello y también hicieron sinapsis. No quieren que me escape en este rubro, así que lanzaron el anzuelo. Seguro que después de esta "graciosa" visita, el dentista descubrirá varias "cosas" en qué ocuparse y por las cuales ya no tendré atención "gratis"...
....Tal como lo pensé. No podía ser de otra manera. Un dentista con delantal impoluto, con su respectiva asistente rubia, me invitó a ubicarme en el asiento reclinable de la consulta, luego de esperar bastante tiempo y casi quedarme dormida. El doc se dio bastante trabajo en buscar por todos lados (entre los dientes, claro) y aunque no encontró ninguna carie, halló unas obturaciones antiguas (¡cómo no!) que "necesitaban" ser reemplazadas. La verdad no sé si vale la pena reemplazarlas. Si tuviera claridad cuántos años me quedan en este mundo cruel y caótico de estos días, lo pensaría, pero como carezco de más avisos premonitorios por ahora, mejor será que actúe preventivamente. Así que, sin querer queriendo, me veré pronto en la tarea de diversificar la diversión cotidiana, agregando visitas al dentista. ¡El que puede, puede!
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