Jueves 14
Y aquí estoy, al interior de un avión Alitalia, en vuelo hacia Roma, pero no para quedarme allá, sino por el gusto de aterrizar en tierra italiana, estar unas horas respirando un aire distinto, hacer un descanso, para luego proseguir hasta El Cairo, donde llegaremos al día siguiente.
Estos italianos son medio complicados. Cuarenta minutos que iniciamos el vuelo y no nos dejan ir al baño. ¡Uff! Habrá que aguantar y cruzarse de piernas. ¡Quién me manda a tomar una botella de agua mineral completa en el aeropuerto! Resulta que estamos pasando por la Cordillera de Los Andes y mientras no terminemos de cruzar no podemos movernos de nuestro asiento, debido a las turbulencias.¡Buena cosa! En fin, ¡a dominar el cuerpo!
Después de dos horas de aguantarse, nos dieron permiso para levantarnos de nuestros asientos y varios casi corrimos a los w.c. Era necesario...Una vez solucionado ese gran problema pude respirar tranquila... y feliz, porque, además, llegaba la hora del almuerzo, completo y regado, como Dios manda )(jajaja). Por suerte, recordé cómo se decía "vino tinto" ('vino rosso') para conseguir mi objetivo y el de mi compañera de viaje.
Engullida la comida, vino el relax, en el que aprovechamos de conversar con el viajero del asiento de atrás y luego, tratar de cerrar un poco los eyes para intentar dormir. Por intentos no me quede atrás, pero nada, sólo unos cortos lapsos de duermevela con los que no conseguí descansar mucho. Frente al No-sueño, las alternativas eran escuchar música o ver alguna película, lo que resultaba todo un desafío pues el equipamiento tecnológico de la nave no era muy moderno que digamos. Así que resignación cristiana y a escribir o leer...
Finalmente, llegamos a Roma, la ciudad eterna, a las 2 de la madrugada hora nuestra, 6 de la mañana del viernes entre los romanos, donde habría que esperar 5 horas... ¡Paciencia! No todo puede ser fácil. ¡Felici sogni!
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