sábado, 30 de noviembre de 2019

Bitácora... Sábado 30...

Semana Cuarta...
Sábado 30...
   Parece que a Estambul le dio pena nuestra partida. Nos despidió con una lluvia torrencial,  con rayo y trueno incluido, en el momento de bajarnos del bus para ingresar al aeropuerto. No esperábamos esa despedida, por lo que no estábamos preparados para quedar como pan remojado mientras retirábamos el equipamiento del maletero del bus. ¡Uff! Cada cual se protegió de la descarga de agua como pudo.
Y, luego, como si no fuera suficiente, comenzó el peregrinaje por los diferentes escáneres de la policía, con el miedo a perder parte de las compras o al cobro de los kilos extras en las maletas, que los del cuerpo sabemos que pasan gratis. El problema va a ser cuando, ya en casa, tratemos de bajar los 2 a 4 kilos que hemos agregado a nuestro body. En fin..., son los costos de la buena vida ... 

 Cuando empezamos a aterrizar en Atenas no podíamos creer en ese cielo azul, con una que otra nubecilla, que aparecía como desubicada en el inmenso firmamento. Después de haber estado largo rato confinados en el avión antes de salir de Estambul, mientras amainaba el aguacero -que llegaba a  sonar en el fuselaje- y autorizaban al capitán para elevar el vuelo -o ahuecar el ala, jajajaja-, no era para menos que el ánimo diera un vuelco positivo al observar el cielo griego. 

 Allí nos esperaba Pilar, una guía mexicana, muy amable, muy organizada, que nos fue entregando los antecedentes necesarios para movernos en Atenas. 

Además de aquello, nos ofreció un "extra" al programa que nos encantó (y que, al mismo tiempo, alivianó la billetera) : un espectáculo nocturno de bailes y canciones tradicionales, acompañado de bebidas a elección y algo para picar. 
  El show , por suerte, valió la pena, con "Zorba, el griego" de broche de oro, interpretado magistralmente primero y bailado después, porque la "atención" fue paupérrima: un vino tinto que no le llegaba ni a los zapatos a un vinagre de Chile, más encima helado helado, acompañado de unos trozos de manzana y naranja para picar (jajaja). ¡Ni que hubiéramos sido pajarillos! Lo que sí bebimos fue agua, y en abundancia. Por ley, en Grecia - al igual que en nuestro país- deben entregar agua gratis. ¡Qué suerte! 
   Volviendo al espectáculo, habría que destacar la variedad de bailes ofrecidos por el grupo, las interpretaciones de los vocalistas y una bailarina de belly dance, danza del vientre u oriental que, realmente, era una maravilla. Varios de nuestros compañeros de "infortunio" (jaja) salieron a bailar, destacándose algunos más que otros por el empeño puesto en la tarea.

 El regreso lo hicimos a pie, por una Atenas aún con bastante vida nocturna, caminando rápido las cuadras que nos separaban del hotel, con tal de llegar antes de la medianoche para no perder el encanto.    

Hoy día, a las 10 de la mañana, nos esperaba la Acrópolis (luego de visitar el Estadio de los Juegos Olímpicos de la Era Moderna, construido completamente en material de mármol e inaugurado el año 1896)
  Recorrimos la Acrópolis junto al guía durante algo más de una hora, para luego quedar con tiempo libre para fotografiar  y completar la visita. A mí, que ya conocía el lugar, no dejó de emocionarme e impactarme esta maravilla arquitectónica y artística, que pensé que  no volvería a ver, dimensionando en su más justa medida, en esta ocasión, gracias a la información recibida, todo el esfuerzo, la calidad y la precisión utilizadas en su realización. 
Y si bien es cierto, cada visitante debe conformarse con el "esqueleto" de estos grandiosos edificios, mil veces es preferible esto que no tener nada que ver. Lo que queda nos "habla" fuerte y claro de esa historia pasada, que existió en la realidad, en un tiempo  y espacio concretos, imposibles de desmentir. 

Puede que Atenea y Poseidón no hayan sido personajes históricos, pero los atenienses y diversos pueblos de este sector del mundo, sí creyeron en ellos y los incluyeron en sus actividades cotidianas y espirituales.   

Sabiendo aquello, ver lo que queda del Templo de Zeus, que se proyectó como el más grande de todos los de su tipo, con 104 columnas de 17 metros de altura, en una estructura rectangular de 96 por 40 metros no deja de causar impresión. Fue comenzado en el siglo IV a. C.y aunque estuvo unos siglos inconcluso, el Emperador Adriano (romano) le dio término en el siglo II d. C. Fue completamente construido en mármol.
   La verdad es que sólo divisamos desde lejos este templo, así como el Arco de Adriano y los anfiteatros en la parte baja de la Acrópolis. Del Agora  y otros hitos más allá del Areópago (roca natural desde la cual San Pablo hizo un discurso, según se registra en la Biblia) sólo hubo mención. Felizmente yo tuve la oportunidad de visitarlos en enero pasado.
   Luego de un almuerzo griego gourmet, una cena en un local tradicional y, entre ambas experiencias, una tarde loca  de compras de souvenirs y recuerdos varios, más una amena parada de nuestro cuarteto en un café con conversación incluida, sólo nos queda mañana para gozar de los atractivos de esta tierra, tan rica en historia, cultura y vida social. 
  Nos espera un recorrido fluvial para llegar a tres islas, que deberemos aprovechar al máximo para llevar con nosotros  los mejores paisajes naturales y humanos. El día se anuncia espectacular en vivencias e imágenes, por lo tanto el  descanso se hace necesario. ¡Nos vemos! ¡¡Hasta tomorrow!!
   

jueves, 28 de noviembre de 2019

Bitácora... Jueves 28...



Semana Cuatro...
  Jueves 28...
      ESTAMBUL, la capital de TURQUÍA, es una ciudad cosmopolita, con 15 millones de habitantes y, al parecer, con una vida nocturna bastante más activa que Egipto y Jordania.
   En Estambul se ubica el aeropuerto más grande del mundo hasta el momento (aparte de otros dos).  Pronto, serán los chinos quienes ostentarán este título, pues ya lo están construyendo. Además de lo anterior, Estambul tiene un parque automotriz de 4 millones y medio de vehículos, lo que explica los atochamientos en las horas "punta". 

No es fácil ni rápido llegar a un punto de destino, pero a pesar que algunos de nuestros recorridos han sido más lentos de lo deseado, esto ha tenido su lado positivo:
ha permitido ir conociendo algo más de la ciudad, su gente, los edificios, el equipamiento urbano, la conformación de algunos barrios, el tipo de comercio, todo lo cual  nos va dando una idea de cómo es la gente que habita la urbe.
   Estambul es una ciudad antigua. Sus primeros habitantes llegaron desde Megara (Grecia) a asentarse en el lugar. En el año 330  d.C. el emperador Constantino la convirtió en la capital del Imperio Romano de Oriente y aunque su nombre oficial fue "Nueva Roma", prevaleció el de Constantinopla.

 Era el lugar estratégicamente ideal para dominar todo el comercio desde y hacia Asia, por el Estrecho del Bósforo.
    Llegamos a tierras turcas con grandes expectativas, especialmente fomentadas por la serie de telenovelas de esta nacionalidad que se  han transformado en favoritas para muchos y muchas  compatriotas. Y pareciera que los turcos lo saben muy bien, porque no ha faltado la estrategia de la adulación para la oferta y venta de productos (al igual que en Egipto y Jordania), además del manejo del idioma español para comunicarse con los muchos turistas hispanohablantes. Junto a aquello, está el hecho de conocer el nombre de futbolistas de nuestra nacionalidad, como una clara táctica de buscar la empatía (esto también sucedió en Egipto y Jordania).
     Sin duda, las visitas culturales imperdibles han sido lo mejor de Estambul: la Mezquita Azul, las más conocida, especial y hermosa de la gran ciudad (de 15 millones de habitantes, contra los 80 del país), de gran belleza en cada uno de los detalles de su ornamentación en paredes, cielo raso, alfombras y equipamiento interior. 

  Claro que no es posible disfrutar del silencio necesario que potencia la belleza y sobrecoge el espíritu, independiente de la fe que se tenga o de la que no... Son demasiados los visitantes, mucho el bullicio, junto con la superficialidad (mucha o poca) que se observa en cada uno de los asistentes, interesados en la fotografía, o en la selfie más curiosa y/o riesgosa, que también nos incluye.
 El nombre en turco es Sultanahamed Camii, que significa Mezquita del Sultán Ahmed. Fue construida por este personaje entre 1609 y 1616. Tiene 43 metros de altura y la cúpula, 23 metros de diámetro. La característica que la diferencia grandemente de las otras mezquitas es que en lugar de contar con 4 minaretes (torres delgadas desde las cuales se llama a la oración) tiene 6, lo que causó gran polémica en su momento.
 Para los visitantes no hay impedimento para ingresar, pero primero hay que comprar una entrada y luego atenerse a reglas religiosas de sacarse los zapatos. En el caso de los fieles, las exigencias son mayores, pues deben purificarse como se estipula (lavado de determinadas partes del cuerpo), descalzarse, orar prosternándose, los hombres en el primer piso, las mujeres, en el segundo. 
   Basílica Santa Sofía: Iglesia que se ubica al frente de la Mezquita Azul, a una distancia de unos 200 metros. Fue originalmente concebida como una mezquita del Imperio Otomano. Posteriormente, Constantino el Grande, el primer emperador cristiano, la convirtió en una  Iglesia bizantina, transformándose en uno de los edificios más grandes del mundo. Lamentablemente, de esta primera construcción no se conserva nada (siglo IV). Más adelante, fue reconstruida, pero fue quemada en el año 532. 
  La tercera iglesia es la que ha llegado hasta nuestros días, aunque con reparaciones, producto de los daños por eventos telúricos. Durante 900 años fue la sede de la Iglesia Ortodoxa de Constantinopla. En 1453, con la conquista de la ciudad por los turcos, la iglesia pasa a convertise en la principal Mezquita de Estambul, título que mantuvo durante 500 años. 
A partir de 1935 pasó a ser  el Museo Ayasofya. Es un edificio de 56 metros de altura, con una cúpula de 33 metros de diámetro, 4 minaretes y, como riqueza museística, diversos mosaicos de interés histórico.   
Hipódromo Romano  : punto de interés histórico del Barrio Sultanahmet. Fue construido en el año 220 d.C. y enriquecido por Constantino el Grande. Si bien en sus orígenes cumplió la función para la que fue  construido : entretener al pueblo con carreras de cuadrigas, espectáculos artísticos, lidias de fieras, en la actualidad el hipódromo propiamente tal ha desaparecido, se ha transformado en un parque, permaneciendo en el lugar algunos hitos, como, por ejemplo, la Columna Serpentina y la Columna de Constantino. 
   En el mismo sector, se erige un monumento de origen egipcio, un Obelisco, el más antiguo de Estambul, con 3.500 años a cuestas. Fue construido por orden de un faraón y luego transportado a la ciudad. En su base pudimos observar escenas de guerra y otras de carácter cotidiano. El obelisco mide 20 metros. 
   Un hermoso paseo marítimo por el Mar Mármara y el Estrecho del Bósforo, en una mañana sin lluvia y con algo de sol entre las nubes, además del disfrute que implica la navegación tranquila, nos permitió dimensionar la ciudad, entender aquello de que es una tierra con los pies en dos continentes, Europa y Asia, admirar la Bahía Cuerno de Oro
observar los edificios y las casas más hermosas (y más caras), pasar bajo los  puentes que cruzan el mar para unir la ciudad, las hermosas mezquitas, además de las llamadas Murallas de Teodosio, una Universidad y muchas otras embarcaciones que se cruzaron con nosotros.
   La actividad que enriqueció la travesía fue la posibilidad de fotografiarnos caracterizadas de sultanas y sultán, con lo cual nos divertimos mucho. El "estudio" contaba con las vestimentas necesarias y sus complementos. Fue una grata experiencia grupal. Daba gusto ver a nuestros compañeros de viaje, verse transformados, merced a unas vestimentas y admíniculos, en casi personajes de telenovela.
    De la gran ciudad también nos vamos con el conocimiento de tres lugares comerciales claves: el Gran Bazar, el Mercado Egipcio de Especias y una Fábrica de Diseño y Confección de Vestimenta de Cuero(de oveja y de cabra),  que nos recibió con té de manzana y un desfile de modelos, lugar este último donde no fuimos muy buenos clientes por los altos precios. 

 En cambio,  los dos primeros lugares, con numerosas, coloridas y olorosas tiendas hicieron nuestra delicia. Compramos todo lo que se nos ocurrió y lo que nos permitieron nuestros fondos, que aún deben estirarse para "asaltar" el comercio griego. Claro que probablemente no sea tanta la cantidad, porque nuestras maletas ya tienen "varices" de tan cargadas (jajaja). 
   Ha sido una fascinante experiencia conocer parte de Estambul, experimentar una cena en un barrio con vida nocturna, con celebración de cumpleaños y todo de una de las viajeras, con música tradicional de acompañamiento, que alegró mucho nuestra primera noche. 
  Ayer, tuvimos el honor de llegar hasta el Restaurante Orient Express, ubicado en la Estación de Ferrocarriles, lugar icónico y relacionado estrechamente con Agatha Christie, quien escribiera una de sus famosas novelas, llamada así, en esta ciudad.  
 Al dejar la ciudad de "Las mil y una noches" , con una sola noche de experiencia en sus calles, siento que se quedó al debe el programa. Me hubiera gustado un espectáculo artístico, visitar las numerosas ruinas de la antigua Constantinopla, que divisamos desde el bus al pasar y desde el mar, cuando hicimos el viaje marítimo, y visitar algunas de las islas. 
Eso hubiera sido redondo, como lo fue todo lo conocido y recorrido en Egipto. No obstante, todo lo visto ha sido fantástico; el hotel, de primera calidad (Hotel Mercure), las comidas, deliciosas; los turcos, estupendos. Adiós, Estambul, volveremos si es posible. Ahora, nos espera Grecia .

  
   
   
   

   

martes, 26 de noviembre de 2019

Bitácora...Martes 26 de Noviembre...

Semana Cuatro
Martes 26...de Noviembre...

   Día de viaje, día de recuerdos, día de encuentro con el pasado con una mirada hacia el presente y futuro..
   Hoy, querida Mirella, se cumple un año más de tu ausencia en este mundo. No obstante, tu presencia en la vida de los más cercanos, de tu familia, en mi vida, se ha tornado omnipresente.
    El tiempo cronológico es inexorable: son ocho años de no verte, de no abrazarte, de no  escuchar tu voz, de no compartir tus sueños, tan afines mientras estuvimos juntas. La vida ha seguido su curso, con sus adelantos y retrocesos, en el mundo y en nuestro país. También  la familia ha continuado adelante, con tres miembros nuevos,  Diego, Julián y José Miguel, tres sobrinos muy especiales que te habría gustado conocer... Sin embargo, tu abuelita cambió de rumbo y de sustancia, ya hace cuatro años. Tal vez, quizá sólo tal vez, todo esto sea noticia vieja para ti...¡Quién puede saberlo!
  El tiempo psicológico, emotivo o como quiera llamársele, ha sido otro cuento: se  ha devenido más lennntto, se ha detenido, incluso, a veces. Ha sido el tiempo del dolor profundo y estupefacto al comienzo, el tiempo de la rabia  y de la exigencia de justicia después, de la nostalgia y del descanso finalmente, con algunas nubes, aunque ya no tan negras, el tiempo de los ritos y de la sonrisa, el tiempo de la sabiduría -creo-.
   A pesar de lo último,  no hay olvido ni perdón, pero tampoco odio ni venganza. El recorrido personal se ha definido, con absoluta claridad acerca de lo inaceptable e intransable, teniéndote siempre como referencia  en las grandes decisiones y manteniendo tu imagen cerca de mi corazón. Espero que ésta permanezca nítida hasta el final y me acompañe como hasta ahora.
   Un abrazo más, querida hija, desde este otro lado del mundo terrestre. Las más bellas flores (las de la imaginación) y los más dulces besos (los del cariño) para ti...siempre...

lunes, 25 de noviembre de 2019

Bitácora...Lunes 25...

Semana Cuatro...
Lunes 25...
   Estamos viviendo los últimos días en Jordania, con citas claves e imperdibles, amén de fascinantes:  el Mar Muerto y Petra.
    Cuando niña (hace unos cuantos años nada más,  jaja) saber que había un océano que llevaba este nombre me pareció misterioso, de mal agüero, así como el Triángulo de las Bermudas. Ya crecida  entendí su significado, pero no sé por qué pensaba que tenía color negro, a pesar de que existe un mar con ese nombre. No es raro asociar la muerte con la oscuridad... Ayer tuvimos la fortuna de llegar hasta este mar, y aún más, de bañarnos en él, tiempo suficiente  para convencernos que no hay ningún carácter esotérico en él,  ni intervención del mal en su existencia.   
Después de un recorrido de casi una hora, en bus, llegamos donde "el difunto",  cuyas aguas son claras pero el fondo, especialmente en la orilla, es de color blanquecino por la concentración de sal mayor que la normal, tal como sucede en la  Laguna Céjar de nuestro país.  
    Eran las 9 de la mañana cuando ya  nos dirigíamos a los vestuarios. 
No más de 10 minutos y  estábamos en las aguas del mar salado, casi tibio, flotando sin problemas y haciendo una que otra pirueta para que las fotografías resulten lo más creativas posible. 
Ya remojadas completamente y resbalosas con la sal, se nos ocurrió darnos un "baño" de barro (baño es un decir nada más, pues lo que realmente hicieron los jóvenes fue embadurnarnos de un barro negro que tenían en dos baldes, desde la cara hasta los pies a cambio de 5 dólares y todo mientras permanecíamos paradas)

  Participar en esta experiencia tan "extrema" tuvo sus buenas razones. En primer lugar, la curiosidad (queríamos saber si realmente era tan "milagroso"  como habíamos sabido) y, en segundo lugar, la  diversión. ¡Y claro que nos divertimos!...hasta que nos dimos a la tarea de desalojar el barro de nuestras "pieles de ángel" (me acordé de Camilo Sesto), labor con carácter de "misión imposible". 
 Aunque casi le ganamos la lucha al barro, nos quedó un ligero olor, no precisamente a rosas, sino a lodo estancado (¡jajaja!). Luego de dos duchas, lavado de cabello y de volver a vestirnos como llegamos, nos autoconvencimos que nuestra piel estaba sedosa y rejuvenecida, jajaja.
    Después de degustar un rico almuerzo en el mismo complejo, de sacar la enésima foto grupal del viaje, nos encaminamos hacia la ciudad perdida de Petra, en bus, por supuesto. No la visitaríamos ese día, pero pernoctaríamos lo más cerca que pudiéramos.  
El Hotel-Resort Hyatt Zaman, al que llegamos ya anocheciendo, nos encantó. 
Llaves tradicionales, habitaciones como pequeños departamentos o cabañas de un piso, de construcción más bien artesanal, con callecitas interiores múltiples y pequeños jardincillos estratégicamente ubicados. 
¡Hermoso todo!, con una cena completamente de nuestro agrado y en un espacio óptimo para el disfrute.
 Entre parénte-sis,   lo que nos sorprendió un poco en Jordania es la diferencia de clima con respecto a Egipto, a pesar de la poca distancia. Mientras en la nación del Nilo, la temperatura es cálida todo el día sin grandes diferencias, en Jordania, las mañanas y las noches son bastante heladas, por lo que debimos abrigarnos más que en el país anterior.  
Hoy partimos en busca de "El Tesoro" perdido. ¡Tal cual!  Pues a la construcción principal de PETRA, precisamente se le llama "El Tesoro" porque se cree que allí se habría sepultado integrantes de la Familia Real Nabatea gobernante o que los beduinos u otros habían ocultado riquezas.
 A Petra se la conoce como la "ciudad perdida", pues habiéndose fundado a fines del siglo VIII a.C., pasó siglos abandonada hasta ser redescubierta por un explorador, en 1812. 
   El sitio arqueológico queda bastante cerca de la ciudad. Allí llegamos y, dado el momento, caminamos por un largo Desfiladero, con breves detenciones explicativas, hasta llegar a la nueva Maravilla del mundo, el frontis del Tesoro, a dos kms. de distancia, donde muchas personas ya se encontraban allí con la misma avidez y similar propósito. 
  Lo asombroso de este monumento patrimonial es el tamaño, 40 mtrs de alto y 28 de ancho, con dos niveles y estatuas muy hermosas, lamentablemente bastante erosionadas. A ambos lados, los peldaños de una escalera, esculpidos en la roca, cuyo objetivo es que las almas de los muertos puedan subir al cielo.
    Las rocas horadadas son tumbas, que existen, desde antiguo, en forma numerosa en Petra, ya sea como simples orificios o acompañados del ornamento alrededor de él. En algunas especies de hornacinas había unas formas amorfas, cuyo contenido fue explicado por el guía.  
Arribamos al  Anfiteatro Romano, cuyo material de construcción es similar a todo lo anterior , esculpido en la roca, con capacidad para unos 4.000 espectadores. 
Las columnas de la orquestra que sobreviven al paso del tiempo y a la destrucción humana, son de estilo romano, claramente. Aquí es importante señalar que esta ciudad pasó a anexarse al Imperio Romano en tiempos del Emperador Trajano. 
 No la recorrimos toda. No teníamos el tiempo suficiente para regresar y pasar a vitrinear unas tienditas si seguíamos. Por lo tanto, el Anfiteatro se convirtió en nuestra frontera. Desde allí reiniciamos el camino de regreso a la entrada, para lo que ocupamos un tiempo récord, sin dejar de observar cada puesto a nuestro paso.   
Al terminar la visita, anotamos mentalmente en nuestra bitácora el correspondiente "tic" para indicar otro sueño cumplido. No sabemos lo que nos depara la vida y el tiempo, por lo que en la medida que podamos ir chequeando o tachando (depende del gusto) sueños realizados, nuestros ojos y nuestros sentidos se habrán ido colmando de maravillas, ya sean oficiales o no. Dejaremos mañana este país, con un tránsito tan colapsado  en su capital como en Egipto.

    Ignoramos si algún día reandaremos el camino. Si no es así, nos vamos contentos de haber estado allí, donde la vida y la naturaleza cobran peaje para captar la atención de quienes quieren conocer y compartir cultura.