jueves, 1 de octubre de 2020

Intensamente...

 Intenso ha sido este último par de días, de una intensidad tal  que me  ha sacado de mi rutina, pero de lo cual no me quejo aunque lo consigno en estas líneas, para que se entienda en qué aguas he estado sumergida. He estado inmersa en un par de apasionantes y emotivas historias que no por ser ficticias no son menos vívidas. Una, conformada de palabras; otra, de imágenes audiovisuales, tanto así que le quité tiempo al sueño y al descanso para satisfacer una curiosidad casi obsesiva por las tramas. Aunque implique  vivir con un grado mayor de ansiedad de lo acostumbrado, estas horas resultan vivificantes y casi adrenalínicas (conste que no exagero). Quien se ha visto alguna vez atrapado por las páginas de un libro, sabe de qué hablo, también quien no puede dejar el siguiente capítulo de una serie para el o los siguientes días y cual drogadicto continúa "degustándola" hasta el desenlace (me imagino aquello del "drogadicto", porque no he tenido la experiencia y no la tendré: es una opción de vida).                          Cuando vives con la intensidad de compañía,  no es posible detenerte a realizar actividades más reflexivas. He allí la razón de que mi "pluma" permaneciera quieta. Suena medio o completamente cursi aquello de la "pluma", toda una antigualla en estos tiempos modernísimos en que nuestra identidad caligráfica se ha perdido entre las teclas, o imitación de ellas, de un celular, tablet u ordenador. No obstante así es.   
 [Entre paréntesis...Tiempos hubo en que escribí con pluma, claro que no de ganso u otra ave. ¡Imposible habría sido! Tengo mis años, pero no tantos. Sí alcancé  a usar la pluma metálica para escribir en el cuaderno de caligrafía, mientras cursé  mis primeros años de educación primaria en Puerto Nuevo. El artefacto tenía la misma lógica que un pincel, pero en el lugar en que van los "pelos" se insertaba, en una ranura "ad hoc", la pluma metálica, la que se introducía en un pequeño frasco con tinta cada vez que uno escribía alguna palabra. Incluso los pupitres, que eran de madera, tenían el orificio para instalar el frasco con tinta y así evitar que ésta se volcara y derramara. Una vez que se inventaron y masificaron los lápices  de "pasta", el uso de las lapiceras y de la tinta fue desapareciendo, mucho antes que los orificios de las mesas escolares, que permanecieron en las aulas mientras tuvieron vida útil -me refiero a las mesas, no a los orificios-. 
  Más  adelante, aparecieron las lapiceras con forma de lápiz, pero más sofisticadas. Se mantenía la pluma metálica y la tinta como parte esencial de un producto compacto, pero ya no fue de uso diario, sino que pasó a transformarse en un objeto de lujo, como lo sigue siendo en la actualidad.  En un  mundo en que se utiliza cada vez menos el texto manuscrito, escribir con lapicera es toda una gracia, que para los  copistas anteriores a la imprenta, era un verdadero arte
(también para los chinos, japoneses y árabes, por la naturaleza de su escritura). En la actualidad, hasta nos hemos despedido de aquellos poco estéticos
 cayos o durezas que nos salían  en un costado  del dedo mayor u otro, según en el cual apoyáramos más el lápiz al escribir. Debimos decirle también adiós a los dedos manchados de tinta cuando el calor provocaba que del pencil saliera más de la necesaria.  O que en el bolsillo del delantal o de la camisa escolar quedara la marca indeleble de un lápiz "reventado" por el calor. En fin, algo hemos avanzado...y también retrocedido). Cierre de paréntesis...]
 

   Volviendo a mi intensa vida de estos días,  específicamente  reducida al nivel del gusto intelectualmente emotivo, comparto con ustedes el nombre de las "culpables". Primero, la serie. Line of duty ('cumplimiento del deber'), temporada 4, vista de un "tirón", desde las 21 horas a las 6,30 del siguiente día. No tiene una trama extraordinaria ni distinta a tantas otras series policíacas. Tal vez impacte más por el hecho  de mostrar el lado oscuro dentro de las propias líneas del orden social, con una corrupción que forma parte del sistema policíaco de tal manera que ya es necesario que exista una división especial encargada de investigar y atrapar a los corruptos internos. También está  en mí el afán, infantil e ingenuo, de que atrapen cuanto antes a los "malulos", antes de que sigan haciendo más daño, a lo que se agrega el gusto casi mórbido de enterarme cuanto antes de lo que sucede. ¡De todo hay en la viña del Señor, como pueden ver!   Después  de esa "tanda" de imágenes, balazos, heridos y demases, me costó quedarme dormida porque ya la luz del día estaba presente y yo no duermo de día. En todo caso, a las 8,30 estaba bajo el chorro helado de la ducha para despertar del todo, pues debía hacer un trámite insoslayable.     
    La otra "culpable", su señoría,  fue la novela Terra Alta de Javier Cercas, la última y con el Premio  Planeta 2019, nada menos. Me costó descargarla, pero le había "echado el ojo" en las góndolas españolas en marzo pasado. ¡Excelente! Interesante la identificación casi obsesiva del joven protagonista, Melchor, con la novela Los Miserables de Víctor Hugo (tremendo relato, sin duda) y sus personajes Jean Valjean, el delincuente redimido, y Javert, el policía incorruptible. Melchor experimenta lo de ambos y en el mismo orden en su corta vida, pero termina, al final, separándose y siguiendo su propio camino, más  esperanzador y, tal vez, menos heroico y en pleno siglo XXI. 

Nota: la foto inicial tiene su explicación, divertida por suerte. Hace 4 años, con motivo de la celebración de un Día del Profesor, los asistentes acordamos ir disfrazados al evento que ofrecía el Preuniversitario en el cual trabajábamos. Yo decidí sólo llevar puesta una peluca que había comprado, de mi color favorito, sin saber que existía un filme infantil llamado "Intensamente" en que aparecía un personaje femenino con un cabello de este colorido. Así que, pasé a transformarme, merced a la peluca, en un ser ficticio, más cercano a Tristeza que a Alegría por mi apariencia, jajaja. La verdad, todo un correlato.

4 comentarios:

  1. 😄😄😄😃😃
    Siii,usé esas plumas para caligrafía y tambien en Artes Plásticas.
    Con respecto a tu trasnoche, yo no puedo ver tv toda la noche porque me quedo dormida. No importa lo que esté viendo.😊😊😊😊

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  2. Claro que sí, en Artes tuve también que practicar la técnica del puntillismo, ahora que me lo recuerdas. 👋👋

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  3. Me había gustado tu "luc", pensé, o la perdimos o se le soltaron las trenzas.

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