domingo, 20 de septiembre de 2020

Verdades...

     Reviso la lista de entradas que tengo en "barbecho", jajaja, es decir, sólo el título o un poco más.  Son más  numerosas que de costumbre,  son pequeñas ideas  (no, "pequeñas" no), son apenas bocetos de ideas, una mínima luz que puede dar origen a una llamarada, cuando las palabras vayan alimentando el fuego inicial. No es fácil  de pronto, escribir si los días transcurridos son casi iguales y la rutina le va ganando a la magia. Busco y termino eligiendo. Algo de lo que había escrito me gusta. Me decido. Acorto el título y me lanzo. 
   No resulta fácil hablar de verdades, en un mundo cada vez más engañoso, en un mundo con posturas múltiples y contradictorias, que llenan y sobrepasan cualquier espectro de todo lo posible. Creo que quien conoce la verdad, su verdad, es sólo uno mismo. Aunque la transmita a través  de las palabras, no logrará traspasarla en su totalidad y con todos los matices, salvo que la simplifique y la haga "comercial". Porque hay situaciones, sentimientos, percepciones que son inefables y por más que lo intentes tu discurso no es más que un pálido reflejo de lo que sentiste (felicidad, gozo, dolor, desconcierto, miedo...), de lo que viste o de tus certezas. ¿Para qué decir de verdades "colectivas"? Un grupo de personas frente a un mismo hecho, tiene tantas verdades como integrantes, dependiendo de sus intereses, sus virtudes y defectos, sus luces y oscuridades. Por lo tanto, la verdad adquiere pluralidad y con ello se pierde su calidad y se devalúa. Deja de ser verdad en sí  misma. 
    Entonces nos encontramos que hay tantas verdades como personas o un poco menos, dependiendo de los que renuncian a las propias por las de otros. Porque así  sucede, aquí  y en la quebrada del ají.  Renunciantes a miles por la verdad de otro(s), que ha tenido la fortuna de hablar más fuerte, más "bonito", con y por medios que han colaborado en su transmisión y en su supremacía. No me gustan las verdades colectivas, allanan y hacen desaparecer todas las verdades individuales, lanzándolas a la basura, transformándolas en desechables. 
    Las verdades individuales tienen la gracia de la diferencia y de la autenticidad, mantienen sus rasgos únicos, tal vez muy tenues y poco significativos con respecto a las verdades colectivas, pero vale la pena preservarlas. No me ajusto a ritmos ya marcados, prefiero los propios.
    Creo que en esto de las verdades, hay algunas que aspiran a ser absolutas, otras, muy pocas, que lo son, mientras la mayoría son hijas de la relatividad y de los "depende". Es un mundo, por lo que se ve engañoso (no es que pretenda engañarnos ex profeso, no le atribuyo "voluntad", sino que somos nosotros los que caemos en el engaño) e incierto.  La certidumbre existe pero de muy pocas verdades. 
    Los que creen que su dogma es la verdad absoluta se equivocan. Si lo fuera, el dogma sería único y sabemos que hay muchos. Por tanto, el creer a través  de un acto máximo de fe que la suya es la Verdad, es un error desde el punto de vista de lo absoluto.  
 "¡Momento!", dirán las ruinas en los abundantes sitios arqueológicos de nuestro planeta, "nuestra existencia es una verdad indiscutible, indesmentible". Y efectivamente es así. Ellas nos "hablan" a través de los siglos y hasta el más escéptico acepta aquello. Pero esa existencia, ¿guarda relación con lo absoluto?
    ¿Y la vida? ¿La muerte? ¿El transcurso del tiempo? ¿Son éstas verdades  absolutas?
    Vivimos, ésa es una verdad. Morimos, también lo es. Lo que ya no resulta una verdad "absoluta" es qué pasa con nosotros después. Lo físico se degrada, pero quisiéramos creer que hay algo más allá de lo estrictamente biológico. La esencia, el alma, si existe, ¿dónde "se va" o dónde "se queda"? No hay verdad sobre aquello, sólo conjeturas, partiendo de que la premisa, existencia de la esencia o del alma, sean una realidad.
  El tiempo es inasible. Lo hemos encajonado en años, meses, días, horas...Eso es arbitrario. No lo vemos en sí mismo, sino en sus efectos. Sabemos que transcurre porque hay objetos que se erosionan, porque los seres vivos crecen, se desarrollan y se mueren. Porque hay movimiento, porque hay sonido, porque hay luz y falta de ella...
    ¡Uff! no avancé mucho en mi búsqueda de verdades ni en la certeza de algunas. Sólo he podido constatar que aún existo porque pienso, aunque sean puras tonteras, jajaja. ¡Hasta pronto!
   

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