lunes, 7 de septiembre de 2020

El hijo de Stalin

   Joseph Vissiaronovich Stalin nunca ha sido un personaje histórico del que me interese averiguar nada. Sé de la aureola siniestra que le rodea y sé,  luego de leer una larga biografía de su vida y obra, que lo que se ha dicho de él,  fuera del ámbito de sus seguidores, es verdad,  miles más  o  menos de víctimas producto de sus "purgas".  No ha sido azarosa la lectura de su biografía.  Ha sido una tarea que siempre emprendo luego de leer una novela que gire en torno a un personaje o acontecimiento históricos.  Es una especie de check list que realizo para separar la realidad de la ficción.  
   El personaje no me atrajo, sino el autor del thriller: Robert Harris. Tal vez por ello me costó en las primeras páginas introducirme en la historia, pero una vez encaminada, el avance se hizo vertiginoso.  Me impresionó la descripción de los pequeños pueblos y aldeas del norte de Rusia, deprimentes,  pobres, casi abandonados por el progreso y por la larga mano del Estado. Así y todo, no dejaron de maravillarme la soledad, el frío, la aridez inhóspita del paisaje cercano al Ártico. El hielo, la nieve, el viento inclemente,  la pobreza, la desesperanza vital  o el fanatismo a ultranza.
    En la novela El hijo de Stalin, Kelso es un historiador y profesor en la Universidad de Oxford, que se encuentra participando en un Simposio en Moscú por unos días. Participa como profesor invitado y experto sobre Stalin. No es un catedrático muy digno que digamos. Siempre viste la misma ropa, fuma como locomotora y bebe como un cosaco. Se ha casado  tres veces y está  en una etapa de su vida en que su carrera está estancada o, más  bien, en retroceso. Hace años ya que no publica nada.
  Al final de su ponencia se acerca a él un hombre que resulta para él una sorpresa inquietante. En su juventud había sido guardaespalda, chofer y hombre de confianza de Beria, uno del círculo íntimo del caudillo. Papú Rapava cuenta de la madrugada en que llegaron a la dacha de Stalin, donde lo vieron inconsciente, víctima de un ataque cerebral. Fue la ocasión que tuvo su lugarteniente para sustraerle una llave, ir hasta la caja fuerte y sacar unos documentos, que fueron enterrados en terrenos de la propiedad de Beria.
    A los tres días,  Stalin había  muerto, sin recuperarse. Era 5 de marzo de 1953.
   Kelso no supo qué contenían los documentos ni si seguían bajo tierra. Rapava se fue antes de decírselo. El simposio está en sus últimos días, pero no le interesa. No sabe si lo que oyó forma parte de una leyenda o realmente es verdad, pero si fuera cierto, sería un verdadero acierto para su trabajo. Busca a la hija de Rapava (éste se la había mencionado) para dar con el padre. Sin embargo, cuando llega al edificio en que vive, él ya está muerto luego de una terrible tortura. Hace otras averiguaciones, pero no obtiene resultados. Por tanto, inicia junto a sus colegas, la tarea de volver a su país. Está en el aeropuerto, cuando Zinaida se presenta con un mensaje que le dejara su padre, en el cual le indica el lugar donde había dejado "algo", agregando que pidiera ayuda a Kelso.
   Efectivamente el famoso "Cuaderno con tapas de hule negro" existía. Era el diario de vida de una joven camarada que tuvo el "gran honor" de servir en la casa de Stalin y que existía la posibilidad que, dada la fama que tenía, hubiera sido una más de las tantas mujeres del dictador. 
    En los días de la narración, cercanos al 2000, la URSS ya no existe como Confederación.  Boris Yeltsin está en el poder de la Federación Rusa. Hay crisis en el país. Mucha gente se ha transformado en opositora. Añoran los días de gloria de Stalin. Consideran que los occidentales están comprando su "historia" con sus dólares. Los documentos secretos se han ido haciendo públicos y hay muchos que no están de acuerdo con esta apertura.
   En ese contexto, la posibilidad de un "heredero" de Stalin sería recuperar la Rusia por la que sienten nostalgia. No se trata que no haya tenido hijos. Los tuvo: tres, dos varones y una mujer, pero sólo la hija está viva. Los tres tuvieron una triste y trágica vida, despreciados por su padre. El mayor, intentó suicidarse, luego estuvo en un campo de concentración, donde murió pues su padre se negó a intercambiarlo. El otro hijo, alcohólico y traidor, muerto en 1962. Sólo la hija, que logró escapar de Rusia hasta EEUU. en el año 1967, logró una vida menos difícil hasta el año 2011, cuando falleció. 
  ¿Existirá hoy ese "heredero"? Si así fuera, ¿logrará dar un vuelco en la historia de Rusia? ¿O será acallado por el régimen?
   ¡Ta ta ta tán! La única manera de saberlo es hacer lo que yo hice: leer la novela hasta el final, que resulta ¡impactante! Hasta pronto.

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