martes, 25 de febrero de 2020

Benidorm, playa, mar y sol...

   Desde hace muuuchoss años que he oído hablar de Benidorm, siempre asociada a la música por un famoso festival de la canción que se desarrollaba allí (o se desarrolla aún),  en que más  de un intérprete  chileno participó  en el pasado.

 Pero, en la actualidad, no tenía más antecedentes que aquéllos. Cuando "barajé" la posibilidad de visitar el lugar por el  día, al ver la cercanía  de donde estoy  -Elche- 72 kms., averigüé  más, de manera de estudiar si era digna de recibir mi visita. La diferencia del tipo de vida y de ciudad, en comparación con otras elegidas, la hizo digna ante mis ojos.
 
  Como ya lo he dicho poco sabía  de Benidorm, salvo lo mencionado. Después de mi investigación y visita de hoy, estoy en condiciones de contarles algunos detallitos de esta ciudad. Es un cotizado balneario de la llamada "Costa Blanca" española, ubicado en la provincia de Alicante  y región  de Valencia. Tiene 70 mil habitantes residentes, 150 con los turistas en temporada baja, 400 mil en verano. ¡Vaya,  vaya dato relevante!, creíble  absolutamente,  luego de ver hoy día  una gran cantidad de turistas,  principalmente  "gringos", que se desplazaban en su mayoría  en parejas (de tercera edad) por el paseo marítimo de la playa o por las calles aledañas y del centro. Parecían  verdaderas "pancoras" como andaban de quemados por el sol, muchas mujeres, independientes de la edad, con poleras sin tirantes y muchos hombres sin poleras (y sin ninguna "caluga" es necesario puntualizar; al contrario, las redondeces extras eran generalizadas y "cero" complejo en mostrarlas). 
   
El sol estaba muy intenso a orillas de la playa, una sorpresa tanto para los residentes como para las visitas, pues se está  aún  en el invierno europeo. Y las visitas, vaya que buscaban el sol, como verdaderas lagartijas, al parecer perdido el miedo al cáncer de piel, porque se veían largo rato tendidos en pleno proceso de "cocción " (jajaja).  

  Como ciudad, Benidorm  se caracteriza por su moderno  equipamiento urbano, que se refleja en la gran cantidad de rascacielos,  cada cual más moderno y más alto, constituyéndose en la ciudad española con más  rascacielos, y en la segunda, después de Nueva York, con más  por metro cuadrado.  ¡Vaya récord! 
No había visto tanto edificio en altura en un balneario (no he visitado muchos, en todo caso). Se le conoce también  por su activa vida nocturna. ¡Cómo  no, con esa cantidad de aumento de su población en temporada veraniega!
 
 
Mi experiencia en este afamado balneario no tuvo mucho que ver con tomar sol y tragos. Llegué  a las 11 horas, luego de viajar de Elche a Alicante  y desde Alicante  a Benidorm,  en un bus que pasó  por un par de pueblos pequeños, pero que demoró  una barbaridad en llegar a destino.  A eso de las 11 ya el sol "achicharraba", según mi percepción,  que es bastante sensible,  debo aclarar  (cada vez tengo menos tolerancia con el astro). Sólo  caminé  un rato por el paseo del mar, caminé  unos cientos de metros por la arena, a "pata" desnuda, pero no "aguanté" más. 

 Me compré una Pepsi-lima para hidratarme y luego "subí " a las calles paralelas a la playa, donde las tiendas de ropa barata eran numerosísimas, lo que me llamó  mucho la atención.  Las "gringas" no se hacían problemas  en comprar ropa barata para enfrentar más  livianas el calor. Cabe señalar que en las  calles céntricas  también estaban las tiendas  que no fallan en las grandes ciudades: Parfois, Zara, Desigual y otras de la misma "calaña" (jajaja)
 
 ¿Saben lo que hice? Me dediqué  a vitrinear y me entretuvo de lo lindo, sintiéndome bastante más cómoda,  porque al interior de las tiendas  es más fresca la temperatura (en verano debe ser infernal la canícula).  Me compré  unos perfumes y unas poleras y, luego, me dediqué  a buscar dónde  almorzar. No es que tuviera que buscar mucho, si en cada cuadra había tres o más locales.  ¡Para qué decir en el Paseo marítimo! Era un restaurante, tapería, cervecería  y todas las "ías" posibles de comida, uno al lado del otro,  todos llenos, con sus terrazas bajo el sol. 

 Yo, persona humilde pero honrada,  buscaba un almuerzo -menú- de acuerdo a mi estatus de no-gringa y, por añadidura, pensionada.  Encontré  al menos tres, pero cuando ya me decidí, pasé al último. Y allí,  me sucedió  algo, no sé si llamarlo "curioso" o fue un caso de discriminación simplemente. Ingreso al local, sillas amarillas y verdes, bonito, luminoso, varias mesas desocupadas. Elegí una a la sombra,  obvio, y la joven que ve que  me voy a sentar y le digo "¡Quiero un menú!", reacciona diciendo "No...". Yo, tan amable como siempre, le digo "No ¿qué?". La joven no contesta y se va hacia el mostrador. 
 
  Allí  mismo  pensé  "¡Esto me pasa por no ser rubia!". Nooo, la verdad es que no pensé,  sentí  nada más.  Sentí  rabia y salí  furiosa del local,  pero digna (jajaja). No es un escape, aclaro, sino que no voy a imponer mi presencia donde no se me quiere. "Amor a la fuerza, no es amor", dicen.  Había  caminado  unos pasos cuando escucho que  la joven, que había salido  tras mío, me pregunta por qué  me he ido. Casi me dieron ganas de reír,  pero le dije que su actitud había sido inadecuada y yo no estaba de acuerdo  con ello. La rubia (muy parecida a la actriz Goldie Hown, pero con 50 años menos) me explicó que la mesa que yo había elegido estaba reservada y ella no había sabido cómo decírmelo.  "Diciendómelo", le contesté,  "y así  evita los malos entendidos". No me creerán que me pidió  disculpas y yo, dejando de lado el mal rato,  volví  y le dije que me disculpara mi reacción  también (jajaja)
 
De allí  en adelante, nos transformamos en las mejores "amiguis" (jajaja) y les aseguro que haber regresado valió  la pena, porque, en verdad, la ensalada mediterránea,  el salmón  con ensalada, el vino blanco que acompañaba la comida y la panacota con frutos rojos  estuvieron deliciosos. 
   De acuerdo a lo que pude observar, me quedó claro que a la joven no la "mandó nadien" a que me persiguiera (sólo  había  dos personas atendiendo  y ella misma se pagó del consumo). Creo más  bien que fue un tema de no perder un cliente, aunque  aquello signifique inhabilitar 3 puestos en una mesa. El local, que debe haber tenido unas 8 mesas de cuatro, sólo estaba al 50%. 
   En fin, gajes de turista...
    Lo pasé  bien, no vi ningún castillo, no Ingresé a ninguna iglesia, no caminé por adoquines, ni entré a ningún museo...Por hoy día,  pase. Ya mañana, será  otro día...
    

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