jueves, 27 de febrero de 2020

Altea, belleza mediterránea..., Elche, la ciudad de las Palmeras...

   Altea, una belleza mediterránea...
  En mi tercer día en Elche, madrugué nuevamente, con el fin de viajar hasta un pueblo catalogado entre los más bonitos de la Costa Blanca valenciana.¿Otra vez?, dirán ustedes. ¡Es que son varios! Se trata de Altea, una "pequeña" ciudad de 22 mil alteanos aprox. Se ubica en la provincia de Alicante, a orillas del Mediterráneo, un poco más al norte de Benidorm. 

 Por ello me levanté más temprano, pues la idea era llegar antes que ayer al lugar. Sin embargo, no adelanté mucho. El bus de Alicante a Altea pasa por Benidorm, hace unas cuantas paradas, lo que, agregado a la congestión vehicular,  va sumando minutos y no se avanza mucho. Más encima, el "badulaque" del conductor, se bajó a tomar desayuno en la Estación de Benidorm, de manera que tuvimos que esperar que el "caballero" terminara su alimentación para continuar el viaje. 

 Si bien el bus casi salió vacío de Alicante, en Benidorm prácticamente se completó de gringos y gringas, todos emparejaditos, así que cero posibilidad para mí (jajaja).
   Al fin, cuando Google maps me indicó que llegábamos a Altea, el chófer anunció la primera detención. Al ver, en la parte alta de la ciudad, el campanario y las cúpulas de la Iglesia, me bajé "ipso facto". Era el momento y lugar de iniciar la aventura del conocimiento y de la caminata. El reloj marcaba las 10,35 hrs.
   Día  despejado, deslumbrante, con una suave brisa que aligeraba, en algo, la sensación térmica (la temperatura alcanzó  los 26° nuevamente). Me encantó  el lugar. También  había  gente de "Gringolandia", pero en mucho menor  cantidad que en Benidorm.  La razón es bien clara: las Playas  Roda y la otra que vi a continuación,  no tienen arena, sino  piedras, de tamaño pequeño, pero piedras al fin y al  cabo. Eso, indudablemente,  hace desistir a muchos bañistas.

  En Altea hay vestigios íberos,  romanos y musulmanes,  lo que da cuenta de su antigüedad.  Se plantean dos teorías  en relación al origen del nombre. Por un lado, se cree que provendría  del griego 'Althaia', que significa 'yo curo'. Por otro lado,  podría provenir del árabe  'attaláya'. Cabe señalar que el casco antiguo de la ciudad está construido en altura, lo que serviría de fundamento para la segunda teoría. 

 Además  de las playas, del paseo marítimo, de dos puertos (uno pesquero y el otro, deportivo) y de la belleza de su casco  antiguo, la ciudad cuenta con la Iglesia de Nta. Sra. del Consuelo, la que se construyó con del aporte comunitario  a inicios del Siglo XX, cuando sobre las ruinas de una iglesia construida en el siglo XVI, erigieron el edificio actual. 
 Para llegar hasta ella,  debí subir aproximadamente 330 peldaños, aunque no todos fueron continuos. ¡Por suerte! Había descansos, miradores  y sectores medianamente planos;  en caso contrario, más  de algún  "vejestorio" terminaría  en el Centro de Salud (me di la tarea de contar los peldaños al bajar desde la Iglesia,  jajaja). 

Todas las casas (de dos o tres pisos) lucen pulcramente, pintadas de blanco, encaladas, como novias virginales esperando al novio marinero (jajaja). ¡Qué mala comparación! Sin duda, inmerecida para una ciudad tan bella...

Las casas tienen balcones de hierro y macetas con flores de diversos colores. Las veredas, cuando las hay, y las calles tienen adoquines o pequeñas piedras introducidas en el cemento  (vi esa técnica en el Museo de Rancagua, pero se me olvidó  el nombre, ¡eskuismi!). Varias tiendas de ropa, restaurantes, taperías, bares y demases, pero en menor cantidad que en Benidorm y  más caros, completan el panorama. ¡Una pena, desistí  de almorzar aquí! ...Antes de que lo olvide, no sólo  escuché  hablar en Inglés,  sino también  en francés,  alemán  y otro idioma que no supe reconocerlo,  pero me "tinca" que era checo o de algunos de esos países (por el sonido)
   
¡Uff! ¡Calor! ¡Escapé  de las llamas para caer en las brasas!... Me fui a la estación de trenes. Esta vez iba a regresar en TRAM, un ferrocarril de "Cercanías", que se detiene en cuanta estación  aparece, pero, lo importante  es que no depende de los atascos automovilísticos. A las 14,15 ya estaba al interior  de un vagón ¡repleto! Obligada a sentarme al lado de un señor que estaba dormitando y frente a una dama, ídem.  ¡El olor pa' qué  les cuento! (no del señor, sino en general). Sólo  les diré  que el aire estaba espeso (jajaja).
 Empezamos el viaje. Cada cierto  rato, con el bamboleo del tren (o bien que no, jajaja) mi compañero de asiento casi se apoyaba en mi hombro, despertaba y se sentaba derecho, pero no le duraba  mucho. Por suerte la señora se bajó  un poco más  allá  y me cambié  de asiento.  Poco a poco el vagón  fue quedando con menos gente, un alivio,  la verdad, pero no terminaba de llegar. Al final,  no me van a creer, pero demoró lo mismo que el bus  aunque, eso sí,  fue un viaje con mucho mejores vistas (no lo digo por mi compañero de asiento, jaja). La línea  ferroviaria pasa más cerca del mar,  de manera que uno puede ir viendo las mansiones,  cada cual más  bella, la playa y todo el equipamiento turístico.  Son escasos los espacios sin construir en un trayecto de varios kilómetros.  
 
  El TRAM me dejó  en Alicante. Allí  debía  subirme a otro tipo de tren, del RENFE, para regresar a Elche. Sucede que tienen estaciones diferentes,  jajaja. Por suerte, rápidamente  me orienté (hace un par de años estuve en esa linda ciudad) y pude obtener mi "billete". Al final,  iba a llegar casi a la misma hora que el día  anterior, habiendo iniciado el regreso dos horas antes...Iba a sentarme en el gran vestíbulo de espera cuando una señora de edad (Dios guarde a la que escribe, jajaja) me dice que va a Elche también  pero nunca ha estado allá.  Ella se había enterado que yo iba pues estaba tras mío  en la fila. Le expliqué  en qué  vía  debía  esperar, pues yo ya había  visto eso en las pantallas. "¡Ahí  nos vemos!", le dije. 
   Entre paréntesis...
En varias oportunidades,  casi reconocida  por otros como natural de por acá,  he dado indicaciones de direcciones y he ayudado a comprar billetes en las máquinas.  Hace un par de días  le ayudé a un señor que parecía  sirio; ayer, a un  joven de quien  no reconocí  su nacionalidad, pero hablaba español y que  iba a Murcia. He recibido tanta ayuda que lo mínimo es que devuelva algo en parte. Claro que si aparece un chileno, tendré  más  cuidado, jajaja》
 Cierro paréntesis...
  Y así fue. Nos sentamos juntas y como si fuéramos amiguis de toda una vida nos dimos a la "cháchara". Era viuda desde hace unos años, pensionada, 75 años, y aunque no impuso en toda su vida, se las "arreglaba" muy bien con la pensión que le dejó su cónyuge  (Q.E.P.D., jiji,  se lo merece) de 900 €. Tenía 3 hijos, 5 nietos. Era la mayor de 5 hermanas (me acordé de Juanita; pobre mamá,  con tantas "cabritas"). Me mostró fotos de su familia...En fin, yo dije unas pocas cosas, pero la dejé hablar y le hice preguntas. Ella se bajaba una estación  más allá.  Nos despedimos con besos en ambas mejillas y me dio la dirección de su casa, porsiaca...: Jijona 23, Ibis. No tengo idea de su nombre, tampoco le di el mío,  pero sé dónde llegar  si se me ocurre  (y si la señora sigue en este mundo, claro). Desde el andén,  vi que me hacía señas y me tiraba un beso. ¡Amorosa! Le correspondí las señas, contenta de haber tenido un buen rato conversando  con una desconocida, por el gusto de comunicarnos  nada más. 

  Elche, la ciudad de las Palmeras...
  Elche o Elx en valenciano, es una ciudad de nada menos 232 mil ilicitanos (gentilicio), hermosa, ordenada,  llena-llena de palmeras en numerosos y cuidados parques en medio de la ciudad, con fuentes de agua y esculturas varias.  Ayer me despedí del lugar, caminando por el paseo fluvial, en el que el cauce del Río  Vinalopó aparece constreñido  en su flujo, pero discurre con rapidez y fuerza. Los alrededores están transformados en un paseo de dos niveles, donde una gran cantidad de  personas, especialmente jóvenes, corren por su trayecto, entre puente y puente, o pasean a sus perros. 
 
   El origen de Elche es antiguo. En el siglo V a.C. los íberos fundaron la ciudad bajo el nombre de Helike. Cuando llegaron los romanos (porque llegaron, jajaja), la colonia pasó  a llamarse Iulia Illici Augusta alrededor del año 26 a.C. , mientras que en la edad media, bajo el dominio musulmán, ya la ciudad se estableció  donde está  en el día de hoy, siendo reconquistada a mediados del siglo XIII por la Corona de  Castilla. Eso en cuanto a su fundación.  
   En tanto, en el ámbito arquitectónico, cabe destacar algunos monumentos destacados: 
 
 Castillo-Palacio de Altamira o Alcázar de la Señoría, construido a  finales  del siglo XV. Se cree que se construyó  sobre un edificio anterior de los siglos XII ó XIII, que habría  formado parte del recinto amurallado de la ciudad.  En la actualidad  este monumento está  dedicado al funcionamiento del Museo  Arqueológico,  muy bien implementado.  
   
Basílica de Santa María o Iglesia de Nta. Sra. de la Asunción, que fue construida  sobre la antigua mezquita (¡qué mala costumbre!, tanta maravilla arquitectónica perdida por esta actitud de parte del vencedor de hacer "tabula rasa" con la cultura del vencido) en los siglos XVII y XVIII. Es de estilo barroco. 
   
Torre de Calahorra, fortificación almohade (dinastía  bereber venida desde el norte de África), de forma rectangular,  construida a finales del siglo XII y comienzos del XIII. Era parte de la muralla medieval.
    A lo anterior, hay que agregar varias iglesias, conventos, unos baños árabes (que no alcancé  a visitar; cerraban muy temprano) y varios puentes que cruzan el Río Vinalopó. 
 
  ¡Ah! Antes de que se me olvide, les contaré  que, en esta ocasión,  reservé alojamiento por el sistema Airbnb, para probar. Ya estaba en camino cuando me llegó  una comunicación  escrita de Roberto,  el anfitrión,  que me avisaba que su pareja, Miguel Ángel,  me recibiría, y me enviaba los números telefónicos.  Tuve mis dudas, para qué  voy a negarlo.  Una cosa  es conversar o hacerles clases, pero otra cosa es convivir con dos desconocidos homosexuales. Los dos, jóvenes y apuestos  (¡qué desperdicio!), viven acompañados por un perrito.  No tuve ningún  problema.  No conversamos mucho,  salvo lo básico al llegar o alguna sugerencia,  pero sin bullicio.  El perro era obediente, por suerte, porque me gustan, pero lejos, jajaja. Incluso  quedé una noche más,  sin inconvenientes. 
   
Me gustó  Elche, ciudad de la que había  oído  hablar sólo  porque hay un equipo de fútbol con ese nombre. Me causó muy grata impresión  la vocación  por el medio ambiente y por una vida saludable. Y a pesar de que no es una ciudad pequeña, percibí que los ilicitanos no viven apurados.
   Nos vamos y nos vemos en Murcia. ¡Hasta pronto!

    

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