martes, 15 de diciembre de 2015

Un encuentro con la Luna...


   Lunes 14 diciembre:
    Nos levantamos como a las 8,30 de la mañana, con el gorjeo de unas aves, de las cuales su canto nos recibió cuando llegamos el domingo. Fue un sueño muy reparador, tranquilo, silencioso. Después de nuestra correspondiente ducha, desayunamos sendas tazas de café (gentileza de la casa) con los restos medio endurecidos por el tiempo de unas marraquetas que habíamos comprado en Rancagua, pero que aún estaban comestibles. Le agregamos unas láminas de queso medio fundido por el calor del bolso. Acompañamos con un par de dulces de nuestro desayuno de Calama,  bastantes añejos ya (casi como las dueñas, jajaja) y el resultado fue estupendo. Después de lavar loza, dejar todo arreglado; nooo, medianamente arreglado en la pieza (como en un hostal que se precie, hacían el aseo de cada habitación todas las mañanas) nos fuimos a conquistar el mundo. Se trataba de ocupar la jornada matinal en conocer San Pedro, recorrer sus calles, vitrinear, caminar ...y caminar...
    El objetivo más importante que nos propusimos cumplir  fue llegar hasta el "Pueblito de Artesanos", que al saber que existía, desde el día anterior, nos "tincaba" visitarlo. Llegamos a la Plaza pues allí habíamos visto la flecha indicatoria. Casi como Hansel y Gretel, pero a la inversa, fuimos siguiendo la flecha y preguntando y preguntando. De pronto el camino nos pareció conocido (¿sería un deja vú?). ¡Nooo...!Tampoco era  que nuestras almas hayan  transmigrado en otra vida. ¡Nooo.! Simplemente sucedía que el día anterior habiamos pasado por allí al llegar, pues el famoso "Pueblito de Artesanos" quedaba al lado del Terminal de Buses. Visitamos como  4 talleres y eso sería todo; los otros estaban cerrados y, aunque eran interesantes y se notaba que las personas que se encontraban allí eran los creadores de los trabajos, estaba todo muy caro. Visitamos una Orfebrería que tenía trabajos artesanales  espectaculares pero de demasiado valor para nuestro bolsillo medio estrecho. No se trata que no tengamos poder comprador, claro que lo tenemos, pero es que eran demasiado caros.,..
    Luego de aquello, medio decepcionadas, rehicimos el camino hasta "Caracoles", sin dejar de detenernos en algunos locales que no habíamos visto. Entramos a un local en que había unas joyas extraordinariamente hermosas. Dejamos en la memoria anotado el lugar (Atacameña) para una  próxima vista. Seguimos caminando... La otra tarea era comprar unas verduras  y frutas para prepararnos un  almuerzo frío en el Hostal.  Para ello compramos un pepino, un tomate, un limón (tremenda compra, jajaja), más agua y unas frutas para llevar al primer Tour que haríamos  (en la jornada de la tarde). Llegamos muy acaloradas a casa, a ducharnos no más, un poco de agua fría  no nos podia dañar, al contrario, podía aclararnos la piel, que ya se está tostando bastante con el sol.
     Preparamos el almuerzo: ensaladas de tomate y pepino, los cuales,  en lugar de cortarlos adecuadamente,  casi los despedazamos  porqur el único  cuchillo a mano era más bien mantequillero que cocinero. A las ensaladas les  acompañamos con un tarro de atún rancagúino y postre de  naranja con manzana (macedonia). Tanto a la ensalada como al postre los adornamos con unas semillas de linaza qur encontramos por allí. Terminamos nuestro almuerzo con un  café o té. Además consumimos la última marraqueta que nos quedaba. Luego de nuestro pantagruélico almuerzo, dejamos todo lavado y  ordenado, como corresponde.  ¡Ah!, me había olvidado señalar que sobre  el mueble de la loza había una radio pequeña. Pues sucede que doña Gladys, instada por su espíritu festivo, le buscó las 5 patas al gato, upps, es decir, a la radio hasta que funcionó y pudimos almorzar al ritmo de cumbias villeras y reagethones.
   Despues de un descanso necesario, nos  preparamos para la  salida: agua, unas barras de cereal, sombreros y bronceador. Yo quise dar inicio a los Tours con ropa ad hoc, es decir, étnica. Luego de "arreglarnos", partimos con media hora de anticipación a la agencia.  Sin embargo, en el trayecto de poco más de una cuadra casi nos achicharramos . Nos ofrecieron asiento a la sombra, lo que agradecimos con entusiasmo, pero también nos dijeron que faltabam unos 40 minutelis para iniciar la actividad mientras se juntaban todos. Optamos por vitrinear en un  par de locales y , sucede que,  ¡albricias! ¡nos fue muy bien! Yo pensaba llevarme una polera de San Pedro y había andado preguntando en varios locales, pero justo casi enfrente de la agencia estaban a buen precio.  A Gladys también le fue bien: compró dos pañoletas para llevar de regalo, lo que , como nos quedaba tiempo , fuimos a dejar al hotel.  Alli, debido al calor reinante, opté, rápidamente, por cambiarme de ropa, lo que fue una decisión muy acertada (así que la onda étnica quedó para otra ocasión). Después de aquello nos fuimos al lugar de encuentro,  desde  donde nos llevaron a otra agencia,  y, luego de llegar todos los partcipantes ,  a  caminar otro poco, bajo el sol, para ir hasta donde estaba el minibús que nos llevaria al tour. 
      ¡Nos fuimos! ¡Bravo! El guía de la ocasión se presenta, se llama  Luis, y, para variar, es extranjero, de origen guatemalteco. Durante el trayecto, nos explicaba los antecedentes  en  Castellano (aunque sólo éramos 4 los nativos)  y en  inglés para los 9 restantes (chinos, alemanes, franceses, peruanos y no sé qué otra nacionalidad) . Entre las 16,20 y las  20,20 aprox. recorrimos el Valle de la Luna, las Tres Marías, las Dunas, el Valle de la Muerte y el Gran Cañón desde donde observamos una fantástica puesta  de sol. 
   De la experiencia de este primer Tour podemos destacar lo siguiente: 
Lo extraodinario: estar en contacto con espacios mágicos y únicos en el mundo, resultados de la creación de la naturaleza.
Lo positivo: un excelente ejercicio para la vista y los demás sentidos. 
Lo inesperado: el recorrido por las cuevas de la Cordillera de la Sal, la caminata por las Dunas, la subida  al Mirador de una Cuenca endorreica, que constituye el Valle de la Luna, todo a pleno sol
Lo místico : la observacion de una Puesta de sol desde un lugar privilegiado.
   Y podríamos destacar muchos más aspectos, agregando numerosa información entregada por el guía, pero , la verdad, hay que vivir la experiencia para entender de qué se trata, hay que ver las vastas extensiones de tierra, arena, rocas, con diferentes minerales y formaciones, con coloridos extraordinarios,  sin ninguna intervención humana, para captar la magia y el misterio de estos lugares, para darse cuenta que frente a estos paisajes somos pequeños y nuestra vida es un segundo frente a lo que ha vivido nuestro planeta para llegar a esta belleza. 
   

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