sábado, 26 de diciembre de 2015

"El amante japonés"


   Es el título de la última novela de Isabel Allende, que leí durante esta Navidad, es decir, ayer. No fue un regalo, no; fue una compra que hice en una Librería de Valdivia hace un par de semanas y que luego nos acompañó (la novela obviamente, no la librería ni el librero, jajaja) en nuestro viaje a San Pedro. Mi hermana comenzó a leerla tímidamente (es decir, de a poco, como que no quiere la cosa, porque no vayan a pensar que ella, my sister, es tímida) hasta que se entusiasmó y terminó devorándola, metafóricamente hablando, claro. Me la recomendó; me dijo: 
- Leéla, tiene que ver con parte de lo que hemos vivido. 
   No me aclaró qué parte, pues se lo prohibí. No me gusta que me relaten por anticipado una historia que voy a leer. Me gustan las sorpresas (en esto al menos, y también en el amor, de las buenas sorpresas eso sí, jajaja). Ahora, después de leerla, me pregunto:
- ¿Cuál será la parte que tiene que ver con nosotras? Podría haber más de una....(¡ta ta ta tán...!)
     "El amante japonés", relato entretenido, digerible al máximo, como todas las novelas de Isabel Allende. Sé que tiene muchos detractores, conozco a más de alguno, pero aún cuando les encuentro razón en que la calidad literaria no es la característica de su obra en general, no me cierro a reconocer que, sin duda, encontró la fórmula para dar en el gusto a una cantidad impresionante de gente, de muchos países del mundo. Y eso no tiene por qué ser negativo. Hay momentos, en mi caso, en que me gusta leer novelas  de este tipo, que no caen en lo folletinesco, pero que tampoco son candidatas al Premio Nobel. Entretienen, divierten, te transportan a un mundo distinto, a una historia de vida diferenre, aunque sea ficticia. Y en el caso de Isabel Allende, por el hecho de ser chiena, hay mucho de nuestra manera de ser que se ven reflejadas en las acciones y pensamientos de sus personajes. 
  "El amante japonés" presenta varias historias entrelazadas, pero indudablemente la más trascendente es la de Alma Belasco y, en su relación con ella, conocemos la de Irina  y la de los otros integrantes de la familia Belasco.  Los temas más relevantes de este relato dicen relación con un amor prohibido, primero por las convenciones sociales, que condena la unión de personas de distintas razas, en especial cuando una de ellas se ve como "inferior", y, segundo, por los deberes conyugales, uno de los cuales es la fidelidad. 
   Junto a la temática amorosa, aparece muy cercana a la protagónica, el tema de la vejez, del deterioro humano producto de la edad, principalmente, y de la enfermedad, en segundo plano. El escenario principal de la novela es una Casa de Retiro, muy al estilo país desarrollado (¡qué suerte!). Esta característica del espacio novelesco, nos acerca al mundo de la vejez, de la ancianidad y de la muerte. Y no nos resulta nada de ajena la descripción del comportamiento que cada uno de los residentes del lugar va teniendo, dependiendo de la etapa de deterioro a la que van entrando, partiendo por los independientes y autónomos, cuyas facultades físicas y mentales están en muy buen estado, pasando por los que comienzan a necesitar asistencia porque los achaques empiezan a desarrollarse y la mente muestra ya signos evidentes  de olvido y confusión, para llegar a la tercera y última, en que la voluntad de vivir está desapareciendo, la depresión gana la partida, ya no hay  deseos de levantarse, de alimentarse ni de continuar.
    Esto último me trajo a la memoria (y con mayor razón a mi hermana)  parte de nuestra historia familiar reciente: la muerte de nuestra madre...
 Junto a los anteriores, también aparecen, aunque menos desarrollados, el tema de la relegación (de carácter político por pertenecer a una raza distinta, una réplica de los campos de concentración nazi pero al estilo americano), la pornografía infantil, el homosexualismo, el abandono de la tierra natal y también el amor conyugal, sincero, honesto y profundo. 
   Fiel a su estilo,  la autora presenta  en esta novela varias historias entrelazadas, con personajes de distinto tipo y nacionalidad, por lo tanto, de mundos y visiones  diversos frente a la vida, así como visibiliza una realidad cada vez más presente en nuestra sociedad: el problema de la vejez y ancianidad, situación que ya en  muchos países está siendo atendida como una de las prioridades nacionales (¡para allá vamos!), no sin terminar el relato con dos sorpresas y revelaciones  inesperadas, que explican un par de "detallitos" que parecían piezas sobrantes. Al final, todo calza.
- Amiga mía, ¿a usted le preocupa el tema?
- ¿Cuál de los dos?
- El que el invierno se acerque, por supuesto...( ¡jum!, parece que aquí hay gato encerrado...)
- Cuando sea el momento me preocuparé, u ocuparé más bien; por ahora seguiré gozando de esta segunda etapa de mi vida adulta, sin cerrar los ojos a la o las que viene(n), porque tampoco se trata de vendarse los eyes.
- Me alegro que así lo esté tomando, amiga mía. Sabia decisión...
- ¡Siempre he sido sabia, para que lo sepa! Jajaja...
- ¡Humm! ¡No lo creo, aún siendo de noble alcurnia! Uno no nace sabio, los años, las experiencias -buenas y malas- le van dando la perspectiva necesaria para ir aprendiendo y actuando con sabiduría. ¡Claro que no a todos...ni a todas, jejeje!
- ¡Upsss! ¡Buen golpe!
- Y a propósito de los temas novelescos comentados,  ¿puedo hacerle otra "preguntación"?
- Por supuesto, aún me dura el espíritu navideño, jajaja.
- ¿Usted tuvo o tiene  algún amante "japonés,  chino, tailandés, español o simplemente chilensis"? 
- Pregunta bien impertinente, diría yo, por calificarla de alguna manera.
-...pero fácil de responder con un o un no...
- ¡Lo que quería! Jajaja. No diré ni lo uno ni lo otro. Diré como los famosos "Sin comentarios" o "Paso", jajaja
- No se olvide, amiga mía, que "el que calla, otorga".
- Lo sé. Dejaré mis relevaciones para cuando escriba mis Memorias...
- ¡Ajá! ¡Seguramente serán muy sabrosas y gourmet sus memorias, querida Principessa! 
- ¡Puede que sí, puede que no! A veces lo inesperado viene de donde menos se imagina...


   Así es. Haciendo un ejercicio de pensar sólo en las "viejitas" que conozco (desde 70 años hacia arriba, dejando de lado los "viejitOs" para no ofender a alguien que conozco, jajaja) pienso en cuántas de ellas tendrán algún amante escondido -o más de uno-  en el baúl de sus recuerdos, aunque no tenga el colorido, la fuerza y la intensidad de lo vivido por Alma, así como también habrá varias que no se "chasconearon" (ni las chasconearon) en algún lugar prohibido. ¡De todo hay en la viña del Señor! (¡qué herética soy, arderé, seguro, en las hogueras de don Sata!).
   Creo que lo que muchas mujeres buscamos durante toda nuestra vida es ese gran amor, ese AMOR con mayúsculas, que muchas veces no se encuentra (sólo suele haber retratos en sepia con los que uno debe conformarse y resignarse, dependiendo de  la capacidad de aguante de cada cual, en lugar de imágenes con colores brillantes y definidos, o multicolores, como quisiéramos). Y nos pasamos la vida -o parte de ella- soñando con lo que no pudo ser. ¡Es que somos tan románticas!
- ¿Usted también está en esa categoría, doña Princess?
- ¡Obvio! ¡Todas las princesas somos románticas ...y las no-princesas también. 
- ¡Caramba, parece que sus memorias serán develadas antes de lo previsto!
   Esto no es ningún secreto. Se es romántica/o cuando se pone el sentimiento por sobre la razón, cuando le das cabida en tu vida a la poesía en todas sus formas (es decir, a la expresión de las emociones, de los sensaciones, de los estados de ánimo, a los sentimientos), cuando amas la libertad y la independencia, cuando luchas y defiendes los valores fundamentales. Lógicamente, no puedes ser romántica/o las 24 horas del día, porque si no tu vida sería un caos; también la razón es necesaria. Lo ideal es mantener el equilibrio, como en todo, hasta en el número de amantes, jajaja...
 

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