lunes, 7 de diciembre de 2015

Preparando el Banquete...

¡Diablos y rediablos! ¡¡¡Se me borró la entrada completa!!! ¡Ayyyyyyyyyyyyyyy!@€%&*#()#-+%+(%)&-%*&€

   ¡Ya! ¡Basta de llorar y gritar! Hay que empezar de nuevo...
   Ahora, a reiniciar. 
    El día de hoy ha estado desarrollándose con varios percances, así que hay que resignarse y recomenzar...
Sábado 5: día en que llegaba uno de los hermanos viajeros, Patricio, quien había iniciado su viaje el viernes a medianoche desde Arica. Llegó a las 3 de la madrugada del sábado y debió quedarse "haciendo hora" en el Aeropuerto, pues el Terminal de Tur-Bus de Santiago no abría sus puertas sino hasta las 6 de la mañana sabatina. A esa hora sacaría su pasaje para llegar esa tarde o noche a Valdivia. Cruzamos los dedos para que encuentre pasaje  lo más temprano posible. 
   Mientras tanto, en Valdivia, nosotras nos levantábamos a las 8,30 igualmente, para  tener el tiempo de ir hasta la Feria Fluvial donde compraríamos los principales productos para el Gran-banquete-gran. No obstante, en primera instancia, buscamos alguna prenda necesaria para nuestros días de  veraneo, ése era el objetivo que se propuso mi hermana. Yo la acompañaba, ayudándola a sentir (jajaja). Y como dignas mujeres Álvarez Saldaña que somos, no podíamos dejar de salir de alguna de las tiendas con algún "engañito" para nosotras mismas (mi hermana, con un pantalón ancho de moda y yo, una larga polera-vestido, jejeje). Claro que tampoco olvidamos hacer el trámite de encargar  unas copias fotográficas  de nuestros padres como recuerdo para nuestros hermanos. Yo aproveché de sacar copia de una fotografía en blanco y negro de nuestros tres hermanos menores cuando pequeños, para tener de recuerdo. 
     Después de aquello, nos dirigimos a la Feria por la calle Libertad, en completa  libertad de nuestras acciones, como mujeres independientes que somos. Nuestra compra para el Banquete: huepos (espárragos de mar) y salmón. Como el "ligero aroma de estos frutos del mar" no nos  permitiría seguir patiperreando, pasamos a buscar las fotografías encargadas y nos fuimos a casa a preparar las delicias planificadas, no sin antes ingresar al Súper (que está a unos metros de la casa materna) para comprar lo faltante del evento. 
  El menú, como podrán suponer ustedes estuvo "de miedo" y, una vez preparado, el resultado fue extraordinario, o, más bien, extra-extra-extraordinario (como pueden ver, la humildad es otra de nuestras grandes cualidades, jajaja). De entrada, preparamos huepos a la Principessa (con cebolla y morrón picado, mucho cilantro y limón, con un poco de salmón desmenuzado); principal: salmón con verduras salteadas (cebolla a la pluma, morrón verde y rojo, champiñones); ensaladas surtidas (espárragos con huepos y champiñones; lechuga con tomate y pepino) y macedonia de postre (de mandarina, kiwi y mango)
   Antes de comenzar a almorzar, fotografiamos el almuerzo, para enviarle por whatsApp las imágenes de lo que habíamos preparado, pero como las "malas intenciones" no siempre resultan (por suerte!!!)  el envío no fue posible y me quedé con las puras ganas de molestar a mi hermanito. Después de servirnos nuestro opíparo almuerzo, ordenar, lavar loza, tomar el correspondiente té, y antes de estar dormitando como veteranas en los sillones del living, nos fuimos al patio-jardín a descansar de todo lo trabajado, caminado y comido ( nos faltó sólo bailar). Estuvimos escribiendo, resolviendo puzzles, escuchando música, cada cual en una de las reposeras de nuestros padres.  Ya siendo las 18 horas, comenzamos "a movernos": nos cambiamos de ropa, lavamos algunas prendas personales y luego partimos al Terminal de Buses, ya siendo casi las 20 horas. El bus, de acuerdo a lo que le habían informado a nuestro brother, llegaría a las 21 horas o algo más (y eso que había salido a las 9 de la mañana de Santiago, ufff, como para desesperarse un poco por la cantidad de horas y por el calor) . Nos bajamos al llegar al Torreón de Barro ubicado en Avda. Picarte (a unas 2 cuadras del Terminal). El objetivo era fotografiar y fotografiarse en esa maravilla de monumento nacional, vestigio de la Conquista Española, hace 470 años aproximadamente. Una vez logrado nuestro propósito, bajamos a la Costanera y nos fuimos capturando imágenes de ese atardecer valdiviano y fraternal. El hermoso paseo, la verdura existente, la tranquilidad vespertina sólo se alteró al recibir la llamada de nuestro hermano que nos avisaba que el Bus había quedado "en panne" antes de llegar a Máfil, a unos 40 minutos de Valdivia. El problema no era que fuera a "quedar botado", sino cuánto demorarían en ubicarlos en otro bus o reparar la máquina. Finalmente, les dijeron que no había bus de repuesto, por lo que deberían esperar a que viaje un técnico que iría a reparar el vehículo. Lógicamente, el hermano menor mandó un S.O.S.: solicitó que averiguáramos cuánto cobraba un taxi para ir a buscarlo.
   Frente a esta llamada de auxilio, como hermanas mayores que somos, procedimos rápidamente a iniciar el trámite solicitado, que comenzó por concurrir a la Oficina de Tur-Bus para plantear el reclamo, lugar donde "no tenían idea" acerca de lo que había sucedido, por tanto, malamente podrían solucionar aquello. Al menos, dejamos la información y el malestar por la poca eficiencia y cuando ya íbamos a realizar lo solicitado, nuestro brother nos llama para avisarnos que lograron que una persona con camioneta los traslade. Una media hora después, pasamos a buscar a Patricio al Parque, llegando rápidamente a la casa materna. 
   Ya en casa, luego de ir conversando el viaje y las novedades, presentamos el banquete, del que dio buena cuenta Patricio con la ayuda de Ernesto (el hermano valdiviano) que llegó a compartir. La conversación duró hasta las 3 de la madrugada, hora en que nos acostamos para despertar a las 6 de la mañana  cuando llegaran los dos hermanos faltantes. 
    La parte más compleja aún estaba por llegar:  la reunión familiar era al día siguiente  y lo que decidiéramos iba a determinar, lo quisiéramos o no, el futuro de la familia. Por tanto, parte de esa inquietud latente y patente,  habíamos estado tratando de despejarla parcialmente entre los que estábamos juntos en ese momento. Pasadas las 3 era hora de dormir, el día siguiente aún no comenzaba y había que descansar.

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