martes, 8 de diciembre de 2015

Un día clave: la familia en pleno


      Llegó el domingo 6 de diciembre. 6,20 horas y arriban los hermanos faltantes: Héctor y Luis. No nos queda otra opción que levantarnos con mi hermana, a pesar del sueño que tenemos. En fin, no todos los días estamos todos juntos (jejeje) . Les atendemos con sendas tazas de café y luego se les conduce a sus respectivas "suites" (uno al  dormitorio donde está nuestro otro hermano y , el menor, quién le manda a serlo, al sillón del living, jajaja). ¡Todos a seguir durmiendoooo! Antes de cerrar los eyes, instruyo a mi celu que me despierte a la 8,30 horas. Por suerte, obedece, aunque igual casi no resultó necesario, porque, a pesar de dormir profundamente, mi reloj biológico fue más rápido. La responsabilidad de "cuidar" de nuestros hermanos menores era grande (jajaja). Lo importante también era ...¡ganar la ducha! ¡Bravo, lo logré! 
   Lo primero, preparar el desayuno y luego, los que ya se habían aseado, debían esperar que los otros estén lavaditos y perfumados para poder desayunar con tranquilidad. Las primeras conversaciones, bromas, especulaciones, actividades programadas. ¡Se acerca la hora! ¡Todos a lavarse los dientes y hacer los últimos arreglos! ¡Vamos saliendoooo! 
   Esperamos un microbús número 11 a media cuadra de la casa y subimos en fila india. Pedí al conductor que nos avisara dónde bajarnos. Así lo hizo: al llegar a la Avda. René Schneider nos indicó dónde quedaba la Iglesia a la que íbamos. Caminamos las dos cuadras  que nos restaban para llegar a la parroquia y allí estuvimos esperando, mientras terminaba el servicio anterior al que íbamos. Habíamos llegado más temprano de lo que pensábamos así que nos entretuvimos conversando en las afueras del templo y cuando ya se acercaba la hora (11,30 )  ingresamos y nos ubicamos todos juntos en un asiento. También llegó nuestro hermano Ernesto, el valdiviano. 
   La familia completa no se ha caracterizado por ser demasiado cercana a lo religioso. Mis padres no eran de ir a Misa, sólo acudían en caso de acompañar a algún conocido o familiar en momentos felices o momentos aciagos. Por ello, ninguno de nosotros fue muy cercano a la iglesia, aunque en lo personal, tuvimos un mayor acercamiento mi hermano Ernesto y yo, así parezca increíble (en mi caso lógicamente), pues en la actualidad, soy la más alejada. Claro que, tratándose de mis seres queridos y conocidos a los  que estimo, me allano sin dificultades a asistir a un  servicio religioso (pero sólo con la fuerza del cariño  y no con la fe que se espera de los creyentes). A pesar de mi agnosticismo ( ya lo he explicado anteriormente) no me niego a que, en una de ésas, las oraciones de los creyentes puedan tener algún sentido y algún efecto positivo para los que han partido de nuestro lado. Pedimos  por nuestros tres queridos ausentes : por Asendino, mi padre; por Urbana, mi madre, y por Mirella, mi recordada hija. Fue muy emotivo escuchar de boca del sacerdote a cargo sus nombres, unidos en la liturgia y en la ausencia de nuestro lado, en las tres ocasiones en que los pronunció. 
    Pero no todo fue sólo emoción, también hubo un momento curioso, que sirvió para divertirnos a costa de uno de nuestros hermanos. Debido a nuestra pronta llegada a la actividad, en el momento en que la persona encargada repartió los aparatitos aquellos que sirven para recolectar las limosnas de los feligreses (que más parecen artilugios para cazar mariposas, jajaja) , Luis, el mayor de los hermanOs estaba en el lugar y en el momento adecuados, de manera que recibió la petición de recoger los aportes de determinado sector, ante lo que no quiso (o no pudo, debido a la sorpresa, jajaja) negarse. Así, que tuvimos un motivo para molestarlo por la función que le cabría en determinado momento de la misa, aunque no pongo ni llorando las manos al fuego por su fe. 
     Una vez terminado el servicio, habiendo saludado a Ximena y Miranda que también concurrieron, nos propusimos llegar hasta el Parque donde descansan nuestros padres. Llamamos taxi, mas no había ninguno disponible. Un hermano de mi cuñada nos llevaría,  sólo a las damiselas,  hasta el lugar, a unas considerables cuadras de distancia. Mis hermanOs deberían buscar el medio que pudieran para llegar allá. Lo cómico fue que, aún estábamos acomodando en el vehículo que se nos ofreció, cuando vemos a nuestros 4 hermanos ya en camino a nuestro destino, a bordo de un taxi que pasó por el lugar, jajaja. 
   Ofrendas de flores recibieron nuestros padres además de la presencia de todos sus hijos (los seis), una nuera y una nieta, en lo familiar. Todos colaboramos en la limpieza y ornato de la lápida. También, como siempre lo hacíamos cuando íbamos con nuestra madre, nos fotografiamos en el lugar. Por allí, surgió más de una broma y comentario divertido, característica familiar hasta en los momentos más tristes, sin que por ello se constituya en una falta de respeto. Nos despedimos de ellos, acordando visitarlos nuevamente el martes, día del cumpleaños de Papá (los que estuviéramos). Saliendo de allí, un par de nuestros hermanos fueron a comprar sus pasajes para el regreso a sus casas el martes, mientras los demás nos fuimos caminando las seis cuadras a casa, donde prepararíamos el almuerzo para los seis y, posteriormente, realizaríamos la reunión familiar. 
    Uno de nuestros hermanos debía partir ese mismo día, por lo tanto la decisión fue comprar el almuerxo, preparando las ensaladas en casa. Los compradores de pasajes estaban encargados los platos del menú, sin embargo, a pesar de su esfuerzo, no hubo resultado a esa hora. Ello nos obligó a optar por adquirir unos plumímeros asados en el Súper del frente (Sta. Isabel, recientemente inaugurado). El almuerzo estuvo sabroso, aunque indudablemente no fue gourmet como hubiéramos querido. Después del té o café, ya ordenada la mesa y lavada la loza, comenzó la reunión.
     No entraré en detalles, qun dijo esto, quién lo otro, quién se enojó, quién no lo hizo (jajaja), aquello forma parte de la intrahistoria secreta de nuestra familia. Sólo puedo decir lo que a mí me compete (para no arriesgar demanda, digo yo, jajaja):  yo traté de no hablar mucho (todos somos buenos para hablar y expresarnos a la hora de hacerlo, pues todos directa o indirectamente hemos ejercido la docencia o lo estamos haciendo), pues  no siempre logro controlar mi tono cuando es algo que me afecta, por lo que no quería contribuir negativamente al desarrollo de la conversación. ... No recuerdo exactamente cuánto estuvimos conversando (tal vez cerca de dos horas ), diálogo  en el que  cada cual fue aportando, explicando y dando a conocer su postura frente al presente y futuro del núcleo familiar. Lo material pasó a segundo lugar, imponiéndose la historia creada por nuestros padres y de la que somos los herederos y responsables de continuar...y si bien es cierto, etáreamente conformamos dos o hasta tres subgrupos, vivimos en momentos distintos de la historia de nuestro país, estamos en ciudades distintas con historias de vida diferentes, nuestro origen es el mismo tronco. Esto fue lo que primó y, al final de la conversación, acordamos que la mansión familiar quedaba a disposición de todos los integrantes y sus descendientes, a condición del cuidado y preservación en cada ocasión que se ocupe. Por tanto, los papás triunfaron, la siembra ha fructificado, las diferencias sólo confirman la que nos une: somos todos hermanos.

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