domingo, 8 de noviembre de 2015

"Esperando la carroza..."

"Esperando la carroza..."

  Antes de explayarme, me interesa aclarar, inmediatamente, que éste no es un cuento de hadas, ¡de ninguna manera! (ya no estoy para esos cuentos, ...ni para otros, jajaja); tampoco estoy en Viña del Mar ansiando dar un paseo en carroza o victoria (lo hicimos una vez en familia y... ¡fue hermoso!); menos estoy en los momentos previos a acompañar una marcha fúnebre tras una carroza mortuoria...
  ¡Ninguna de las anteriores!  Estoy, en realidad, a la espera de que se inicie la obra de teatro del mismo nombre...
  Hace un par de meses la vi en cartelera. Pensé inmediatamente en buscar el momento para asistir al espectáculo, pero mis clases y mis viajes al sur, me impidieron cumplir con el propósito. No pensé, como en una ocasión anterior, que iba a tener una nueva oportunidad y, ya ven, aquí está , en cuerpo presente y me propuse aprovecharla. 
   Debo señalar que no he leído la obra, pero, mientras estudiaba en la universidad, más de un profesor nos habló de ella, de manera que sé cuál  es el tema. Ustedes pensarán, "¿cómo, siendo profesora de Castellano, no ha leído esa obra?" Pues no, los profes de Castellano o Lenguaje, NO hemos leído TODAS las obras  ni a todos los autores. Aunque no dejo de desear a veces tener más tiempo para leer, especialmente algunos libros que tengo en palacio y que no he leído. Porque así es... El tiempo es insuficiente... y se te pasa la vida, mientras la clepsidra sigue, sin pausa ni tregua, gota a gota, poic, poic, poic... (sonido de gota).
    Antes, algunas publicaciones periódicas (La Nación, Revista Ercilla) solían tener campañas (no sé qué nombre le darían a aquéllas) en que junto con el diario o la revista uno recibía un libro o minilibro, de Literatura Chilena, Española o Clásica. Hubo un tiempo en que no me perdía ninguna ocasión de ir atesorando libros, a precios populares. Algunos de esos libros están vírgenes aún, jajaja. Claro que medio aporreados y empolvados, producto de los numerosos traslados y del tiempo. En una  etapa más actual,  compré libros por internet, en varias ocasiones y nunca tuve dificultades en las recepciones:  me llegaban a casa sin inconvenientes. También, las librerías de Valdivia y Temuco fueron lugares habituales de visita en los últimos años de residencia en el sur... Acá, en Rancagua,  prácticamente no he comprado nada, pues casi no hay librerías especializadas, aunque, eso sí, hay varias de libros usados (sólo que a mí no me gusta comprar textos de ese tipo; ¡pobre pero delicada!). En una ocasión que fuimos a Tacna con la familia, compramos varios: son baratos allá, aunque no de tan extraordinaria calidad (es el paraíso de los pirateos de libros).  Ya hace unos 6 años que me he dedicado a leer casi exclusivamente  libros electrónicos, para lo que me compré precisamente un kindle. Era, sin duda, una necesidad, toda vez que  la lectura es una actividad muy importante en mi quehacer diario, en especial en los períodos de vacaciones y durante los viajes. La adquisición de este aparatito me ha  permitido andar con muchooossss libros sin necesidad de mayor espacio ni peso. 
   Después de este recuerdo libresco, decidí contabilizar mis libros e ir pensando qué hacer con ellos No estaría de más, empezar a  regalar muchos de ellos, especialmente  a los pequeños de la familia.
 ¡Ufff!, acabo de "catastrar" (como dicen en la tele) los libracos, libros y libritos: son 800 y algo más. Pensé que la cantidad era mayor pero es lo que hay, jajaja. En todo caso, ocupan su espacio y sería hora que cambien de mano y vuelvan a  ser útiles. Ya planificaremos cómo repartir algunos. 
- ¿Te sugiero una estrategia, amiga mía? 
- A vers...¿cuál? 
- Que los interesados hagan fila...¡Yo primero, jajaja!
- ¡Qué vivaracha! 
- ¡Me inscribo con los de Saramago, García Márquez, Vargas Llosa, Rivera Letelier y otros contemporáneos famosos...!
- Te informo clara y firmemente que no me desharé de todos, menos de los nombrados que son mis favoritos y ...otros más...
- ¡Qué fome! ¡Y yo que me había ilusionado!
- ¡Sorry!
- Oye, cambiando de tema...y, finalmente,  ¿apareció el Príncipe en la carroza o te quedaste con los "crespos hechos"? 
- Te cuento...
   No era príncipe ni ningún apolíneo ejemplar del sexo opuesto. Era una amarga sátira en relación a aquellos hijos y nueras (o viceversa, dependiendo de los órganos sexuales de los retoños ya maduros) que se "pelotean" a la octogenaria madre-suegra, con la finalidad que los otros se hagan cargo del "bulto" que, a esa edad, ya molesta, transformándose en un estorbo, y cuya casa ya no es suya sino de uno de los hijos. La bendita señora trata de ayudar pero resulta lo contrario. Y mientras los patéticos hijos, dominados por sus mujeres, insinúan, sugieren a sus damiselas que se atienda la petición de la nuera-víctima (absolutamente histérica y amargada de tener que soportar a su suegra), las nueras-arpías argumentan maquiavélicamente para mantener el estatus-quo. Sólo cuando la anciana ha desaparecido y es encontrada supuestamente muerta, el "amor" aparece milagrosamente y la "pobrecita" Mamá Cora caramba que se echará de menos... Es el momento de las acusaciones y las culpas, es el instante oportuno de pelearse ahora el "botín de guerra" (es decir, los restos de la santa señora) y determinar dónde se realizará el velorio. Es el momento de las recriminaciones, de sacar los "trapitos al sol" y darse cuenta que las manchas no saldrán por más que las pilchas se dejen al sereno y se les ponga cloro (jajaja)...Sin embargo, de pronto,  sucede lo inesperado, lo impensable, lo digno de Ripley : Mamá Cora regresa de su paseo por la Estación de trenes (estaba esperando, cual Penélope, a su Ulises, jajaja; noooo, es broma) y casi infarta a "medio mundo". Entonces, a lamentarse de las lágrimas derramadas, del tiempo perdido en una húngara que decidió lanzarse a las ruedas del tren y que no era -¡qué lata! - Mamá Cora (jijiji). Y, ahora, de nuevo el dilema y el problema no resuelto: ¿quién carga con la muerta, pardón, con la madre-suegra-que-estorba-todo-el-rato?
   ¡Triste y patética realidad de nuestra sociedad! Excelentes actuaciones y puesta en escena. Los pocos asistentes que habíamos realmente disfrutamos cada uno de los sórdidos detalles y de los destemplados parlamentos de los actores, especialmente de las "nueras" y la "nieta". 
    No pude dejar de recordar a mi querida madre, que, felizmente, no debió vivir aquello, aunque no sé si estuvo en condiciones de dimensionar la entrega de mi hermana en su cuidado. Y, lógicamente,  poniéndome en el lugar de Mamá Cora, me proyecto en lo personal. Tomo en mis manos una pequeña esfera de cristal o vidrio que guarda al interior burbujas de diferente tamaño (un regalo especial y diferente de mi amiga Cecilia) para ver si es posible ver el futuro, mi futuro...¡Uff! No hay vida al interior, las burbujas no son burbujas, son pequeñas pelotitas de diferente dimensión, no se mueven, están estáticas. Le acerco otro regalo especial (una pequeña lámpara de cristal de sal que me obsequiara Waldo) y no logro el efecto que deseaba: que la luz se refracte o proyecte en la esfera a ver si surge un arco iris u otro efecto maravilloso... No, hay demasiada luz solar, deberé esperar la noche y ahí les cuento...
   Sin esperar "visiones" esotéricas, tendré que ir tirando líneas acerca de mi futuro mediato (el inmediato ya lo tengo visto: ¡a gozar, a gozar, de mis vacaciones!). Como ignoro lo que sucederá, deberé imaginarme distintos escenarios, pero, eso sí, sin que aquéllos, ya sean los tristes o peores, me impidan disfrutar de lo presente y de lo que viene a la vuelta de la esquina...Para empezar, lo importante y claro es que no habrá nadie cercano esperando que la carroza me lleve, jajaja...  

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