jueves, 31 de diciembre de 2015

La Ley de las Compensaciones....

   La vida está llena de compensaciones, unas más grandes que otras, unas más sanas que otras, sin duda...

  Mi vida también lo está. Es la manera que tengo de no sucumbir... Es la estrategia de la que acabo de tener absoluta conciencia en estos días...
 Pero, ¿por qué usar esta herramienta, estrategia, metodología o como quiera llamársele? ¿En qué momento usarla? ¿Qué se logra con aquello?
   Vamos por parte, como dijo mi querido Jack...
 Uno no tiene en esta vida -tal vez la única- todas las cosas que uno desea (por suerte, de otra manera, ¿qué haríamos si tuviéramos todo? Los deseos, anhelos y sueños se nos gastarían, quedando el pozo vacío). Hay cosas y no-cosas que uno  no conseguirá nunca mientras viva y se morirá sin ese deseo cumplido. ¿Alguien, más adelante, cumplirá deseos incumplidos de los que ya murieron? ¿Quién sabe? 
- ¡Yo no! 
- ¡Ufff! Era sólo una pregunta retórica, por tanto no esperaba que la respondieras. 
- ¡Humm! ¡Vives haciéndote preguntas retóricas! ¿Es que acaso no quieres respuestas? ¿Es que tú ya tienes las respuestas y sólo lo haces como un recurso para demostrar tu capacidad intelectiva después? 
   Ninguna de las dos opciones son las verdaderas. Son preguntas que se me ocurren en el momento mismo que voy escribiendo y que me hago a mí misma y luego comienzo la tarea de ir tratando de desentrañar la respuesta a esa interrogante. No siempre llego a una respuesta clara y definitiva. A veces, incluso, quedo con muchas dudas instaladas, luego de no haber tenido ninguna. Son los gajes del oficio de pensar e interrogarse por las cosas de la vida.

   (A propósito de deseos incumplidos por el imperio de la muerte, yo he tratado, en la medida que me  "surgen" algunas ideas -no sé si me surgen o simplemente alguien me las "sopla" desde otra dimensión- de ponerme en el lugar de mi hija y realizar alguna acción que, de acuerdo a cómo la conocí, sé que lo habría hecho. Claro que me cuido de no caer en la obsesión, porque tampoco eso sería sano. Estoy segura que si hubiera sido yo la que se hubiera ido antes, ella habría hecho lo mismo. Recuerdo que una vez me dijo, angustiada: "¡Si te pasara algo me muero!". Si así hubiera sido, habrías seguido adelante, querida hija, como he tenido que hacerlo yo. Fuimos  sobrevivientes por años y, hoy, yo sigo siéndolo).

   Hablando de las compensaciones, creo que cuando a uno le dirigen la vida  no tiene necesidad de buscarlas, siempre y cuando le guste que la conduzcan. (Uff, hace calor, o me ha dado calor). En el caso anterior, uno se dedica simplemente a seguir las directrices, sin cuestionar demasiado, sabiendo lo que hay que hacer y haciéndolo, claro está. Estando en esta situación, las decisiones que hay tomar son mínimas, casi todo el tiempo está ocupado y lo que queda para descansar se añora y se degusta con entusiasmo.  El problema surge cuando ya nadie dirige tu vida, cuando estás de vacaciones extendidas y las 24 horas del día son de tu exclusiva responsabilidad. Este es el momento en que entran a tallar las compensaciones (o como quiera llamárseles). Desde el instante en que despiertas, debes tomar decisiones y "llenar" tu programa diario a cómo dé lugar, a pesar de tus carencias y de la soledad, para no caer en el marasmo, en la razón de la sinrazón, en la nada... Es aquí donde lo que te gusta adquiere una importancia capital. Debes recurrir a ello con un cuentagotas. Si son varias las cosas que te gustan, estás salvada. Si son pocas, tendrás más de algún problemilla. 
   Me explico.
   Tienes que organizar tu vida cotidiana, dejando una tarea especial para cada día, aunque el tiempo te dé para hacer varias en la misma jornada. ¿Cuál es la idea? (Pregunta para mí). Simplemente, que todos los días tengan su identidad y no se transformen en copias del anterior. La uniformidad trae consigo el desencanto, éste la rutina, y llegados a eso estamos a un paso del sinsentido. 
   Así que me levanto apenas despierto. Preparo el desayuno no sin antes salir a la terraza a ver mi plantación (me alegra el día y me otorga energía el ver cómo las hortalizas van creciendo o lo verdes que se ven; el verde anima sin duda), prendo el televisor o el tocadiscos (mi autorregalo navideño), y antes de realizar la tarea o trámite especial (que no necesariamente debe ser urgente)  me instalo en la terraza a leer y disfrutar de la mañana sin ese calor molesto del mediodía. Luego, siendo casi las once o algo pasada esa hora, salgo, si es fuera de casa la tarea especial. De todas maneras trato de que todos los días haya una actividad al exterior porque es necesario caminar y cambiar de aire, compartir con la "chusma" (jajaja), aunque eso signifique dejar la lectura inconclusa. Total, el texto, de papel o digital, seguirá en palacio a mi regreso. 
   Ayer, por ejemplo, tenía dos actividades, la menos de mi agrado la hice al salir de casa, para no buscar excusas luego para no cumplir con ella (que ya es tarde, que hace mucho calor, que seguro está cerrado; a la hora de no querer hacer algo, uno es campeón/a para inventarse justificaciones). Luego me dediqué a recorrer calles que habitualmente no recorro pero centrales; así fui a un local que descubrí no hace mucho tiempo y que se llama "Dejà vù". Ahí me entretuve mirando ropa y joyas de fantasía. Salí del lugar con un bolso informal bien bonito, blanquinegro, colores, rectifico, luz y sombra, que me gustan combinados. Pasé por los escaparates de varias zapaterías de calle Astorga, pero sin detenerme demasiado pues no era de mi gusto lo visto, excepto unos mocasines de cuero "legítimo" y que no estaban caros (¿habrá cuero ilegítimo?).
    Al final, cuando ya se me agotaron los escaparates (jajaja) me dirigí al lugar que era mi objetivo inicial y verdadero, un local en Calle del Estado, donde vendieran discos de vinilo de música clásica. La verdad a mí no me gustan las cosas usadas (¡qué exquisita!, dirán ustedes, pero así es no más, debe ser cuestión de cuna, jajaja). Me costó asumir aquello, pero lo hice con hidalguía y sinceridad; a estas alturas no voy a estar engañándome a mí misma. En este caso, no tenía otra opción. La única forma de conseguir lo que buscaba era hacerlo en locales que venden cuestiones (para no repetir "cosas") usadas. Luego de pasar por tres lugares donde venden revistas y libros viejos, el último encargado me indicó dónde debía ir ...y claro, estaba a media cuadra. No había entrado nunca allí. Debí vencer mi rechazo a revisar discos con carátulas archiusadas y algo sucias, y finalmente opté por tres LP. 
   Hoy en la tarde he estado escuchando mis adquisiciones: la música de la película de Juan Salvador Gaviota con la voz de Neil Diamond; el Concierto de Aranjuez, de Joaquín Rodrigo y Los más bellos Valses  de Johann Strauss. Y a pesar de mi temor, la audición y degustación no tuvo ninguna dificultad, pues los tres discos estaban en perfecto estado. El de Neil Diamond es el único que tiene el año, 1974. Los otros carecen de fecha pero deben ser coetáneos, por la diagramación de la carátula; es decir, ¡con nada menos que 40 años de vida! ¡Increíble!
   Junto con ello, decidí cambiar de vajilla para servir mi almuerzo. Esto puede parecer una estupidez, pero no lo es para nada. En estos días, también, podría darme el gusto (porque sin duda podría hacerlo), por ejemplo, de ir a almorzar, de vez en cuando, o todos los días, a restaurantes, uno diferente cada día. Pero, si bien resultaría muy cómodo y novedoso tal vez, me perdería el gusto y la entretención de  prepararme la comida, tratando de que sea algo distinto cada día, especialmente los acompañamientos. Así que por eso, cambié la vajilla: utilicé una loza de color sandía para disponer las ensaladas, el principal, el pan e incluso el postre. ¡Se veía distinto...y bonito también! No es engaño, es cuidado. No quiero que la soledad y la ausencia me cobren tributo ...y así, vivo y sobrevivo...
   El martes decidí ir al cine. Indudablemente lo había planificado el día anterior. No tenía ninguna película en vista, aunque el lunes había revisado la cartelera, pero no estaba decidida. Cuando llegué allá, hasta última hora, estando en la fila, dudé cuál ver. Ene, tene, tú...Tenía que decidir entre una película de Diane Keaton (me encanta como actriz) y "Star wars". Ninguna de las dos me entusiasmaba mucho, pero lo que sí tenía claro es que deseaba estar al interior del cine disfrutando de la pantalla grande. Opté por Star Wars, aunque ninguna de las películas de la saga me había interesado nunca verlas, lo que no quita que no estuviera enterada de su argumento y de quiénes eran algunos de sus actores, además de lo que significaba volver a estar en cartelera después de 30 años. Por eso decidí verla, además de que el otro filme era alusivo a la Navidad y la verdad es que me cargan las películas navideñas. 
    Debo señalar que lo visto lo disfruté, los efectos especiales los encontré espectaculares y la cantidad de veces que debí agacharme para esquivar las  esquirlas o algún otro objeto fueron superiores a mi visita anterior al Open Plaza. Me llegué a avergonzar en alguna ocasión, por mi reacción refleja, aunque, mirándolo desde otra perspectiva, no deja de ser positivo que mis reflejos funcionen tan bien (creo yo, jajaja). Me produjo una rara sensación al ver el paso del tiempo humano en quienes encarnan los personajes de Solo, Leia y Skywalker. Seguramente es lo que quisieron provocar: esa extraña mezcla entre la fragilidad humana (que al parecer, de ninguna manera, quisieron  esconder o disimular con maquillajes y efectos especiales)  y la "magia" del séptimo arte, que todo lo puede, que a los muertos en nuestro mundo los resucita (Paul Walker, Phillip Seymor, Bruce Lee), que a los que nunca se vieron-porque no es posible- les hacen darse la mano (Forrest Gump y John Kennedy). El final es extraordinario,  en imágenes, grandiosidad y suspenso: para la joven Rey,  el encuentro con su héroe de los "cuentos" infantiles, lo que le  parecía sólo fantasía  se transforma en realidad; allí está el héroe de su infancia, la maravilla se ha transformado en realidad.  ¡Buen final! ¡Y esa ascensión larga, hermosa, peligrosa, simbólica, para llegar al encuentro! ¡Fantástico! ¡George Lukas, te presento mis respetos!
...
   Esto es lo que llamo las pequeñas compensaciones en el día a día de mis días. Esto me alimenta, me alienta, me mantiene viva  y no sólo en apariencia. Me alegro de haberlo descubierto, me alegro de estar consciente de ello, pues así el disfrute aumenta y la paz llega hasta mí. Y cuando lleguen las grandes (me refiero a las compensaciones), los viajes y recorridos por nuestro país y alguno cercano, el goce será mayor. 
- ¡Diablos! ¡Me asombra tanta sabiduría en tan poco espacio...a lo alto! Jajaja
- ¡Muy cierto!, porque a lo ancho, debo luchar diariamente para no aumentar centímetros...
- ¡Es que cada bacanal que te preparas, Princess! 
- ¡Jejeje! Pero trato de eliminarle todos los carbohidratos posibles, agregándole hartas verduras y frutas. 
- ¡Eso está muy bien! Pero de pronto te da por las papas fritas, el maní, los chocolates...
- ¡Upps! Parece que tienes un buen servicio secreto...
   Tengo claro que no es recomendable consumir unas ricas papas fritas, unos sabrosos 100 grs. de maní y algún delicioso chocolate. Pero, soy casi humana y el pecado me atrae...¿a quién no? El que esté libre de estos tropiezos, que tire la primera papa...¡Hasta el año que viene! ¡Un fuerte abrazo!
   

martes, 29 de diciembre de 2015

19Q4: Haruki, ¡me haces tanto reír!

   Por tercera vez ubiqué el libro en el kindle y comencé a leerlo. Ya me sabía de memoria sus primeras páginas y esperaba, esta vez, avanzar un poco más y, ojalá, terminarlo. Me propuse hacerlo: tenía el tiempo y la oportunidad. Era necesario. No conocía a Haruki Murakami y, después de leer "El amante japonés", con mayor razón debía hacerlo, jajaja...
  Trato de acomodarme de la mejor manera para una lectura tranquila y grata, pero sin que eso signifique demasiado relax que me induzca al sueño. Cambio de postura, pongo las plantas de los pies en la cerámica del piso, que está helada, frente a lo que reacciono con gratitud. ¡Hace muchísimo calor!
  Ha avanzado la tarde, el calor ha disminuido. Al fin pude salir a la terraza y disfrutar de la frescura de la corriente que se forma al abrir la ventana de la cocina y la puerta-ventana de la terraza...¡Mmmm! ¡Qué rico! Leo a Haruki y ya  he avanzado hasta la página 57. Me ha hecho reír a través de uno de sus personajes, una mujer. Claro está, son las que tienen esa chispa, jajaja. Me ha dado hambre, me comeré un huevo frito, ¡qué delicia!  Adoro los huevos fritos, eso de untar el pan en la yema con harta sal e ir degustando.¡Mmmm! Pocas veces como huevos fritos, pero me encantan. A mi pequeña también le encantaban. Son uno de esos alimentos que escaseaban cuando niños y que sólo podíamos comer de vez en cuando porque éramos muchos. Por lo tanto, cuando se daba la ocasión, se  saboreaba como un ¡manjar! Pero, me acabo de acordar que tengo una pizza individual que compré el 24 y no puedo seguir manteniéndola en el refrigerador sin consumirla porque se  me echará a perder. Voy a revisarla y decido.
   He terminado de engullir mi once, al final fueron dos huevos mis víctimas, casi al estilo de Jack, absolutamente reventados y poco presentables en el plato... ¡Qué vergüenza! Me falló la técnica. ¡Ufff! Me dio calor con el café. Hay gente que, haciendo calor, no toma té ni café, pero yo no puedo dejar de hacerlo (me refiero a tomar café o té a la hora de once, jejeje). Si no lo hago, lo comido no tiene el mismo sabor. Y  aunque parezca manía, no deja de tener sentido, pues la comida cobra sentido con sus acompañamientos y lógicamente un huevo frito (o dos) no pueden tener el mismo sabor si se degusta con café caliente o con jugo o bebida helada. ¡Imposible! Me comí un francés y medio (me refiero a un pan francés, jajaja, o marraqueta como le llaman por acá). Me siento rellena, pues, para variar, comí demasiado rápido...En fin, ahora a gozar del resto de la tarde, a seguir escuchando el mp3 y continuar leyendo...¡Qué vida!, ¿no?
  Tengo sueño. Me invade de a poco, quitándome la fuerza y la conciencia. Me inunda sin que pueda flotar por encima de él. Es una hermosa tarde, casi de postal, de ésas que dan deseos de coleccionar en el rubro "paisajes"; sin  embargo, me debo dar por vencida por un rato. Logro recuperarme, me enderezo y camino. Aún hace calor, no en el ambiente sino en mi cuerpo. Deberé arrastrarme a la ducha. Seguro que luego de ella, me despabilo. Ojalá me pase el dolor de cabeza que me atenaza las sienes. Escucho las risas y gritos de los niño-adolescentes que juegan abajo, a 5 pisos de distancia. Ellos me anclan a la realidad. Verde, verde, los árboles mueven sus ramas y hojas al compás de la brisa, suavemente.
   Pronto oscurecerá nuevamente. Esta vez mi once ha sido un sándwich vegetariano al 80% (tenía un par de rodajas de salame del rubro cárnico). ¡Estaba rico! Lo acompañé de la última Heineken que me quedaba en el refrigerador. Ahora, a escribir un rato, a a leer otro poco, a mirar alguna película (ojalá encuentre alguna "decente") y luego a subir a la torre a acostarmel  Mañana, seguro, será otro día caluroso. Me gustan estos días, pero las horas luego del almuerzo son las menos graciosas para mi bella persona. Uno no sabe en qué lugar estar mejor. En la terraza, el calor del exterior se aposenta, al interior, debo sentarme en el sillón y luego estoy casi dormitando y ¡detesto hacer siesta! Despierto con mucho dolor de cabeza que me pone mal genio, así que ¡imagínense! ¡Pobre gato! 
- Pero, ¡¡¡tú no tienes un gato!!!
- Sí, me compré uno en el último viaje.
- ¿Un gato atacameño? ¿En serio? Pero, ¡si siempre has odiado los gatos! 
- ¡Es verdad! Pero éste me hizo un guiño desde una repisa y no pude dejar de traerlo conmigo. Está muy bonito, y no araña, no deja los muebles llenos de pelos y no debo preocuparme de alimentarlo. ¡Es un gato perfecto! 
    Creo que me voy a transformar en pez. No, no "creo", estoy segura. Pero no en cualquier pez, obvio. Me transformaré en una sirena. ¿Qué les parece?
- Raro, por decir lo menos. 
- No te preguntaba a ti, pero igual me sirve.
- ¡Gracias! Tan considerada ella, a lo menos "te sirvo" para algo...
   Y como solamente conozco sirenas jovenes y hermosas, la metamorfosis no estará nada de mal. Al menos, ya veo cómo me están saliendo escamas. No sé si es por ducharme a cada rato con este calor o porque he estado consumiendo bastante pescado, especialmente salmón... Tal vez sean ambos factores. 
-¡Estás loca, Princess! ...¿o debo decirte "Sirenita"?
- ¡Cómo gustes! En el mundo que esté seguiré siendo top...
- Oye, ¿y si te convirtieras -en caso que haya conversión realmente- en "ballena" y no en sirena? ¿No has barajado esa situación?
- ¡Upps! ¡Noooo! Pero...pero...ahora que recuerdo nunca he visto una ballena parlante y pensante...
- Está dentro de las posibilidades, te advierto, o una "medusa" -guácala- un pulpo o un pez globo. Ufff, hay hartos peces feos, te diré...
- ¡Chuata, qué puedo hacer! ¿Cómo revierto la situación si el resultado no me agrada?
- ¡Invoca a  Frankestein, pues, jajaja! 
  He terminado mi primer café de la mañana con la correspondiente barra de cereal. He quedado incompleta. Ahora, viene la duda existencial, ¿una nueva  barra de cereal o not barra cereal? No, mejor una fruta, una fruta con otro café. ¡Uyyy! ¡Me dieron ganas de comerme una manzana! (¿será mi subconsciente el que me está presionando?) ¡Típica actitud! Ahora que no tengo manzanas, quiero comerme una. ¡Estaban a dos lucas en la Feria el domingo! ¡Y tan caras que las encontrábamos en San Pedro, que estaban a 1400 pesos! Tengo duraznos, naranjas y kiwis. No, no comeré kiwis, mucho trabajo pelarlos. ¿Duraznos o naranjas? ¿Cómo estamos en cantidad? ¡Ganan los duraznos por unos cuantos cuerpos! ¡Ya! ¡Decisión del caso! Un durazno será sacrificado, todo sea por preservar por más tiempo la vitamina "C" en el planeta principesco. ¡No está mal! Se siente lo fresco de la fruta y lo caliente del café! ¡Obvio! 
   Haruki me espera. Voy en la página 156 de 531 y me ha gustado. Me recuerda a Alberto Moravia, aunque no tan extremo como él. Me complica un poco, eso sí, un personaje;  se llama "Tengo" y como su nombre coincide con el presente del verbo "tener", de pronto me confundo. En la historia, hasta el momento,  hay principalmente dos personajes, que me imagino se encontrarán en algún instante de la narración, en alguna bifurcación del camino, más adelante. Ellos son Tengo (profesor de Matemática y novelista novel -no ha publicado nada aún-) y Aomame (una deportista, medio karateca y personal-traine, a la vez que asesina -una rara mezcla, la verdad-). En la vida de ambos, se entrecruzan otros personajes que van adquiriendo importancia. De a poco, se va descubriendo la vida de ellos, sus motivaciones (o más bien, sus pocas motivaciones, reescribir la novela de Fukaeri , en el caso de Tengo, o tener más de un encuentro sexual, en el caso de Aomame) y la manera cómo van viviendo el día a día, o cómo el día a día los va viviendo a ellos. ¡Todo es cuestión de perspectiva! Lo importante de señalar es que no son personajes exultantes de vida, que tengan objetivos claros y precisos, que gocen como "chinos" (o japoneses, jajaja) de su realidad, que estén asentados ya a pesar de los 30 años a los que se acercan. Son personajes que viven sus circunstancias. 
    ¡Humm! A medida que avance, tendré el escenario novelesco más claro y podré opinar con más elementos de juicio. ¡No os desesperéis!
  Seguiré leyendo por un rato. Saldré a la terraza, con una tercera taza de café, a gozar de la frescura matinal. Después les cuento. Arrivederci. 
  Me acabo de acordar que odio a las palomas. ¡Verdaderamente las odio! Creo que si estuviéramos en guerra y sólo hubiera palomas para alimentarse, no me las comería, se me atragantarían en el pescuezo, jajaja. Veo mis hermosas sementeras y más las odio. Ayer en la mañana salí a confraternizar con mis semejantes, abandoné por unas horas mi vida de anacoreta y ermitaña. En el intertanto, para que mi huerto-jardín respirara  a sus anchas, dejé a medio abrir la "cortina de hierro" del balcón y cuando regresé me encontré con que las malditas palomas, no hay otra explicación, habían estado "revolcándose" en mis jardineras. ¡Pobres pimientos, cilantritos y acelgas! ¡Quedaron abollados! Por tanto,  lección aprendida. Así que tengo amenazadas de muerte a estos bichos, aunque los ecologistas me denuncien y aunque el Premio Nobel de la Paz me sea esquivo una vez más.¡Aún hay tiempo!...creo...

sábado, 26 de diciembre de 2015

"El amante japonés"


   Es el título de la última novela de Isabel Allende, que leí durante esta Navidad, es decir, ayer. No fue un regalo, no; fue una compra que hice en una Librería de Valdivia hace un par de semanas y que luego nos acompañó (la novela obviamente, no la librería ni el librero, jajaja) en nuestro viaje a San Pedro. Mi hermana comenzó a leerla tímidamente (es decir, de a poco, como que no quiere la cosa, porque no vayan a pensar que ella, my sister, es tímida) hasta que se entusiasmó y terminó devorándola, metafóricamente hablando, claro. Me la recomendó; me dijo: 
- Leéla, tiene que ver con parte de lo que hemos vivido. 
   No me aclaró qué parte, pues se lo prohibí. No me gusta que me relaten por anticipado una historia que voy a leer. Me gustan las sorpresas (en esto al menos, y también en el amor, de las buenas sorpresas eso sí, jajaja). Ahora, después de leerla, me pregunto:
- ¿Cuál será la parte que tiene que ver con nosotras? Podría haber más de una....(¡ta ta ta tán...!)
     "El amante japonés", relato entretenido, digerible al máximo, como todas las novelas de Isabel Allende. Sé que tiene muchos detractores, conozco a más de alguno, pero aún cuando les encuentro razón en que la calidad literaria no es la característica de su obra en general, no me cierro a reconocer que, sin duda, encontró la fórmula para dar en el gusto a una cantidad impresionante de gente, de muchos países del mundo. Y eso no tiene por qué ser negativo. Hay momentos, en mi caso, en que me gusta leer novelas  de este tipo, que no caen en lo folletinesco, pero que tampoco son candidatas al Premio Nobel. Entretienen, divierten, te transportan a un mundo distinto, a una historia de vida diferenre, aunque sea ficticia. Y en el caso de Isabel Allende, por el hecho de ser chiena, hay mucho de nuestra manera de ser que se ven reflejadas en las acciones y pensamientos de sus personajes. 
  "El amante japonés" presenta varias historias entrelazadas, pero indudablemente la más trascendente es la de Alma Belasco y, en su relación con ella, conocemos la de Irina  y la de los otros integrantes de la familia Belasco.  Los temas más relevantes de este relato dicen relación con un amor prohibido, primero por las convenciones sociales, que condena la unión de personas de distintas razas, en especial cuando una de ellas se ve como "inferior", y, segundo, por los deberes conyugales, uno de los cuales es la fidelidad. 
   Junto a la temática amorosa, aparece muy cercana a la protagónica, el tema de la vejez, del deterioro humano producto de la edad, principalmente, y de la enfermedad, en segundo plano. El escenario principal de la novela es una Casa de Retiro, muy al estilo país desarrollado (¡qué suerte!). Esta característica del espacio novelesco, nos acerca al mundo de la vejez, de la ancianidad y de la muerte. Y no nos resulta nada de ajena la descripción del comportamiento que cada uno de los residentes del lugar va teniendo, dependiendo de la etapa de deterioro a la que van entrando, partiendo por los independientes y autónomos, cuyas facultades físicas y mentales están en muy buen estado, pasando por los que comienzan a necesitar asistencia porque los achaques empiezan a desarrollarse y la mente muestra ya signos evidentes  de olvido y confusión, para llegar a la tercera y última, en que la voluntad de vivir está desapareciendo, la depresión gana la partida, ya no hay  deseos de levantarse, de alimentarse ni de continuar.
    Esto último me trajo a la memoria (y con mayor razón a mi hermana)  parte de nuestra historia familiar reciente: la muerte de nuestra madre...
 Junto a los anteriores, también aparecen, aunque menos desarrollados, el tema de la relegación (de carácter político por pertenecer a una raza distinta, una réplica de los campos de concentración nazi pero al estilo americano), la pornografía infantil, el homosexualismo, el abandono de la tierra natal y también el amor conyugal, sincero, honesto y profundo. 
   Fiel a su estilo,  la autora presenta  en esta novela varias historias entrelazadas, con personajes de distinto tipo y nacionalidad, por lo tanto, de mundos y visiones  diversos frente a la vida, así como visibiliza una realidad cada vez más presente en nuestra sociedad: el problema de la vejez y ancianidad, situación que ya en  muchos países está siendo atendida como una de las prioridades nacionales (¡para allá vamos!), no sin terminar el relato con dos sorpresas y revelaciones  inesperadas, que explican un par de "detallitos" que parecían piezas sobrantes. Al final, todo calza.
- Amiga mía, ¿a usted le preocupa el tema?
- ¿Cuál de los dos?
- El que el invierno se acerque, por supuesto...( ¡jum!, parece que aquí hay gato encerrado...)
- Cuando sea el momento me preocuparé, u ocuparé más bien; por ahora seguiré gozando de esta segunda etapa de mi vida adulta, sin cerrar los ojos a la o las que viene(n), porque tampoco se trata de vendarse los eyes.
- Me alegro que así lo esté tomando, amiga mía. Sabia decisión...
- ¡Siempre he sido sabia, para que lo sepa! Jajaja...
- ¡Humm! ¡No lo creo, aún siendo de noble alcurnia! Uno no nace sabio, los años, las experiencias -buenas y malas- le van dando la perspectiva necesaria para ir aprendiendo y actuando con sabiduría. ¡Claro que no a todos...ni a todas, jejeje!
- ¡Upsss! ¡Buen golpe!
- Y a propósito de los temas novelescos comentados,  ¿puedo hacerle otra "preguntación"?
- Por supuesto, aún me dura el espíritu navideño, jajaja.
- ¿Usted tuvo o tiene  algún amante "japonés,  chino, tailandés, español o simplemente chilensis"? 
- Pregunta bien impertinente, diría yo, por calificarla de alguna manera.
-...pero fácil de responder con un o un no...
- ¡Lo que quería! Jajaja. No diré ni lo uno ni lo otro. Diré como los famosos "Sin comentarios" o "Paso", jajaja
- No se olvide, amiga mía, que "el que calla, otorga".
- Lo sé. Dejaré mis relevaciones para cuando escriba mis Memorias...
- ¡Ajá! ¡Seguramente serán muy sabrosas y gourmet sus memorias, querida Principessa! 
- ¡Puede que sí, puede que no! A veces lo inesperado viene de donde menos se imagina...


   Así es. Haciendo un ejercicio de pensar sólo en las "viejitas" que conozco (desde 70 años hacia arriba, dejando de lado los "viejitOs" para no ofender a alguien que conozco, jajaja) pienso en cuántas de ellas tendrán algún amante escondido -o más de uno-  en el baúl de sus recuerdos, aunque no tenga el colorido, la fuerza y la intensidad de lo vivido por Alma, así como también habrá varias que no se "chasconearon" (ni las chasconearon) en algún lugar prohibido. ¡De todo hay en la viña del Señor! (¡qué herética soy, arderé, seguro, en las hogueras de don Sata!).
   Creo que lo que muchas mujeres buscamos durante toda nuestra vida es ese gran amor, ese AMOR con mayúsculas, que muchas veces no se encuentra (sólo suele haber retratos en sepia con los que uno debe conformarse y resignarse, dependiendo de  la capacidad de aguante de cada cual, en lugar de imágenes con colores brillantes y definidos, o multicolores, como quisiéramos). Y nos pasamos la vida -o parte de ella- soñando con lo que no pudo ser. ¡Es que somos tan románticas!
- ¿Usted también está en esa categoría, doña Princess?
- ¡Obvio! ¡Todas las princesas somos románticas ...y las no-princesas también. 
- ¡Caramba, parece que sus memorias serán develadas antes de lo previsto!
   Esto no es ningún secreto. Se es romántica/o cuando se pone el sentimiento por sobre la razón, cuando le das cabida en tu vida a la poesía en todas sus formas (es decir, a la expresión de las emociones, de los sensaciones, de los estados de ánimo, a los sentimientos), cuando amas la libertad y la independencia, cuando luchas y defiendes los valores fundamentales. Lógicamente, no puedes ser romántica/o las 24 horas del día, porque si no tu vida sería un caos; también la razón es necesaria. Lo ideal es mantener el equilibrio, como en todo, hasta en el número de amantes, jajaja...
 

jueves, 24 de diciembre de 2015

No es oro todo lo que reluce....


   Eso pensamos nosotras, las hermanitas, cuando  luego de regresar del último tour en San Pedro, el Valle  Arco Iris, revisamos nuestros tesoros traídos del lugar. Las hermosas piedras recogidas y cargadas de regreso al Hostal, no parecían las mismas. O un duende las había cambiado o ellas habían sufrido una metamorfosis con el objetivo, tal vez, de castigarnos por haberlas sacado de su hábitat... ¡Quién sabe! Pero algo había sucedido. Ya no brillaban y el color por el que las escogimos ya no existía. Había que hacer un soberano esfuerzo para lograr convencerse que era las mismas que nosotras habíamos encontrado. 
Mi hermana las dejó abandonadas (¡qué mala!, jajaja),  yo las traje a Rancagua. Acá veré si puedo hacer que sonrían. 
  Tengo alguna teoría al respecto de lo que sucedió, que, a pesar de mis pocos conocimientos geológicos, físicos y químicos, pueden acercarse a la verdad. 
  Creo que lo sucedido tiene que ver con el entorno: una altura respetable (a lo menos de 3000 metros), un sol permanente y constante, una ausencia de humedad considerable (Nicolás, el astrónomo, nos dijo , por ejemplo, que los labios se nos partían debido al exceso de sequedad), una  cantidad numerosa de diferentes  minerales en el lugar (óxido de cobre, pirita de hierro y otra serie de minerales de nombres extraños para nuestra vida común y corriente) y una enorme cantidad de ejemplares de cada una. Ello hace que el efecto sea distinto, que unas al lado de las otras, iguales en color y en componentes, se potencien y el verde sea más intenso, el blanco de distinga claramente y el café parezca chocolate amargo, mientras el brillo, bajo los rayos solares,  resulte espectacular. Además, hay otro elemento fundamental: la perspectiva.
- ¿La perspectiva? ¿Qué quieres decir exactamente con eso?
- Te lo ejemplificaré, para mejor comprensión...
- ¿Insinúas que tengo problemas de entendimiento? Te recuerdo que quien se perdió en el desierto no fui yo, jajaja...
- ¡Ja! No replicaré tu pesadez, sólo por las fiestas navideñas, jajaja...No todas las perspectivas permiten apreciar lo mismo. Me explico: el colorido que uno aprecia de una laguna, por ejemplo, desde distintas distancias no es el mismo. Mientras la cercanía te impide apreciar color, la lejanía le otorga a esa fuente de agua un color que puede ir desde un verde esmeralda hasta un turquesa incomparable. 
- ¡Ajá! Ahora entiendo: o sea, que la distancia y cantidad de piedras de similar composición mineralógica (¿se dirá así? ¿quién sabe?, pero suena bien, jajaja) ofrece un colorido distinto al que podamos obtener de la mirada de UN solo elemento a una mínima distancia. 
   Eso es lo que debe haber pasado, creo yo. Suena bastante lógico para provenir de una neófita del ramo. En fin... Lo que yo haré será darle brillo artificial a mis "tesoros"  a través del barniz y así mantener una pequeña muestra de ese maravilloso paisaje visto.
    Creo que esto mismo es lo que pasa con nosotros, las personas. Más de alguna vez nos encandilamos (ufff, me salió muy antigua la palabra) u obnubilamos (ahí está mejor) con algún congénere y sólo cuando nuestra visión se despeja, nos damos cuenta que bajo y en sus pies el ídolo sólo tenía  barro y su composición no pasaba de ser pirita de hierro. Lo ingrato es cuando el efecto del deslumbramiento ha sido provocado por el otro (u otra, porque también hay "perversas") y tú,  como mosca ante el aroma y los colores de la planta carnívora, caes en el engaño. Aún así, lo importante es que logres liberarte y no vivas toda tu vida con un velo ante los ojos. 
    Por ello, y ya yéndome al plano personal, prefiero no engañarme...siempre. Hay momentos en que casi lo consigo y hasta logro sentirme feliz dentro de lo que cabe, pero también debo aterrizar y ver la soledad del desierto. Hay belleza en él, pero también dolor, sobre todo en estos días. Así que es hora de servirse este trago amargo, a solas, sin testigos, para estar luego en condiciones de apreciar lo agridulce de lo cotidiano... y del resto de mi vida.

martes, 22 de diciembre de 2015

Diario de un viaje: últimas horas, chascarros y curiosidades

Domingo 20 de diciembre: último día en San Pedro

  Día de descanso, de últimas compras, de un nuevo almuerzo de atún con lechuga y tomate...
    Desayunamos frugalmente, con un trozo de pan duro al que pudimos hincarle el diente, que habíamos comprado el día anterior, pero que no resultó como esperábamos: se partía como la tierra del salar bajo nuestros pies y costaba una enormidad untarlo. En fin, lo que sí, alimentaba.
   Abandonamos el Hostal como a las 11, buena hora para ser día domingo. Llegamos hasta la Plaza, nos acercamos a la Iglesia de San Pedro e ingresamos a ella, para conocerla pues estaba abierta al público (en todas las ocasiones anteriores la vimos cerrada, a excepción del día de la primera salida de Virgen de Guadalupe). Nos encontramos con una gran nave central, con un alto cielo raso de madera rústica en los postes y madera de cactus rellenando de poste a poste. Una construcción sencilla aunque restaurada, según le escuchamos a un joven que iba explicando las características a dos niñas. El piso original (de piedra sin pulir) se veía a través de una "ventana" que se dejó en el pasillo, a unos 60 cms. más abajo que el piso actual, de madera. El altar es muy hermoso  y de colores celestes, lo que me llamó la atención. En el sector posterior y de segundo piso, había un hermoso y antiguo órgano...o armonium, no los sé distinguir...      De allí, nos dirigimos a una  Galería Artesanal para echar los últimos vistazos, luego al Cajero Automático y, por último, a buscar la Casa de don Pedro de Valdivia, dato que quisimos cotejar sobre la base de lo escuchado en el último tour. 
    La información recibida era verdadera. Había una placa en la pared que así lo atestiguaba. Lo lamentable es  que en lugar de haber sido conservada como monumento histórico, estaba transformada en uno de los tantos locales de venta de artesanía y tejidos. Es cierto que don Pedro no fue de nuestra nacionalidad, pero lo queramos o no, es parte de nuestra historia. 
   Luego llegó el momento esperado por mí desde hacía días: concretar la adquisición de una pulsera de la cual me había "enamorado" (fue amor a primera vista) y que no había encontrado en ningún otro local, como para comparar valor. No era muy barata (de acuerdo a lo que me había dicho el vendedor en la primera ocasión) pero igualmente estaba dispuesta a comprarla, porque así es el amour (jajaja).
¿Qué tenía de especial la famosa pulsera? 
    Pues era de alpaca con aplicaciones de oro peruano, ajustable, del mismo estilo de un anillo que compró mi madre una vez a una tía de ella que acostumbraba a  viajar al sur con "matute". El anillo aún está, pero absolutamente gastado (debe tener aproximadamente unos 52 años, el anillo, no la tía de mi madre). Las figuras de la pulsera eran de temática andina adornada con mis grecas preferidas. Lo bueno y absolutamente sorpresivo para mí fue que cuando pregunté el valor por segunda vez, éste era inferior en un 40% al que me dijeron en primera ocasión y eso que no estaba en liquidación. Por suerte no fui reconocida por el comerciante ni yo tampoco le recordé que había ido días atrás. Fue una fortuna también que nuestro vecino (lo digo porque el era de nacionalidad peruana) tenía mala memoria. ¡Me habría perdido esa tremenda ganga! Claro que no debo ser ilusa: seguramente el costo es el 50 % menos o tal vez más y, los comerciantes, así como van viendo a la gente, dicen un precio u otro, a excepción de los que acostumbran a marcar el valor de sus productos, que es la mayoría, felizmente. 
   Esta mala costumbre de ponerle cualquier precio a las cosas, según a qué cliente vean, también lo vivimos en ocasión anterior, en un almacén. Pasamos a comprar azúcar y el vendedor, al preguntarle el valor, rápidamente señaló de costaba mil pesos. Sin embargo, como la mercadería estaba al alcance de nuestras manos y cada cliente podía  sacar lo que necesitaba, revisamos las bolsas. Había dos marcas de azúcar, ambos importadas : El Conejo (de origen guatemalteco)  y otra, cuyo nombre y origen se nos olvidó  ( debéis disculparnos, no se nos puede pedir tanto, jajaja). Para mala suerte del comerciante (al que my sister calificó de allí en adelante de "sinvergüenza" y no volvimos a entrar a su local) el precio de cada paquete de azúcar estaba marcado en el producto (uno valía 800 y otro, 900 pesos). Lógicamente, le hicimos saber lo que estaba marcado y debió respetarnos el precio. 
   Y es por esos casos, de los que deben replicarse  a cada rato, que no dejamos de encontrarle razón a personas que dicen que lo autóctono del pueblo se ha perdido y que se ha transformado en un mero comercio. No dejan de tener razón, si agregamos más elementos de juicio. For example, la gran cantidad de extranjeros establecidos en el lugar, algunos viviendo en forma particular, otros dueños de locales comerciales o de servicios; la gran mayoría de los artículos de artesanía ofrecidos como recuerdo, son de origen peruano o boliviano, además de la enorme presencia de personas de estas nacionalidades, especialmente dedicadas al rubro del comercio o de trabajos de aseo o alimentación en los distintos locales de comida o alojamiento. 
   Lo mismo podemos decir de los guías: de los seis tours que contratamos, sólo dos de ellos eran chilenos y probablemente no oriundos de la zona. 
  En lo que sí no cabe duda que nos enfrentamos a lo auténtico fue en los diferentes lugares, propios, característicos y genuinamente de la zona, así como la Festividad Religiosa presenciada en honor a la Virgen de Guadalupe .
   Después de haberme transformado en la feliz dueña de una pulsera plateada-con-figuras-doradas, nos fuimos a casa a preparar nuestro almuerzo. Esta vez hicimos una gran variación : no comimos sólo atún, sino que le agregamos una lata de sardina, sólo que no me di cuenta, al comprarla, que las sardinas estaban embadurnadas de salsa de tomate. ¡Bien! Peor es en la guerra, allí sólo hay ratones para comer....¡y sin salsa! (Jajaja).
   En la tarde descansamos bajo techo, el calor reinante al aire libre lo ameritaba y cuando ya refrescó salimos a la terraza. No tomamos onces, pues teníamos planificado darnos una buena despedida del lugar, digna de nuestras personas. Lo que sí, queríamos ir a un local con Música en Vivo. Ya conocíamos uno cerca de donde hospedábamos, pero ese día, por ser domingo, no había músicos. ¡Plop!
   Fuimos a otro local del que nos habían dado el dato aunque quedaba algo retirado: la Música en Vivo comenzaba a las 21,30 horas. Pedimos permiso para pasar a ver el local y...¡humm! ¡No nos gustó! Se notaba bastante popular. Si hubiéramos estado en un grupo, probablemente, pero ¡¡solas!!,  no podíamos arriesgarnos (¿arriesgarnos a qué? pienso ahora, jajaja). 


   Conclusión: Fuimos a Bendito Desierto, un local top, cuya exclusividad es la carne de llamo, ubicado a una cuadra de nuestro 5 estrellas, rústico pero elegantoso. Comenzamos con dos piscos souer, atención de la casa, y pedimos un plato de "Anticuchos andinos" con sendas copas de vino, cada una de las cuales costaba ....¡3 lucas!!! (con esa plata de las dos copas me compro 6 botellas de 700cc del vino embotellado más barato, 120 o Bodega Uno, jajaja). Sin embargo, estábamos de fiesta y no nos íbamos a andar con pequeñeces.
  El plato tenía dos anticuchos bien gordos con trozos de distinto tipo de carne, unas papas rústicas al punto y una salsa de chuparse los dedos. ¡Fue la cantidad exacta para nuestras bellas personas! Mientras cenábamos, la música ambiental nos acompañaba, veíamos (literalmente) el cielo estrellado a través de  las "ventanas" de la terraza.¡Mmmm! ¡Un final digno y merecidísimo! 
  Recapitulando y considerando lo vivido en estos días, procederemos a hacer un resumen con algunos Rankings y Categorías. ¡Dedos a la obra!



Categoría: Guías de Tours
* El más Simpático, amoroso, amable y considerado con estas bellezas: Jefferson, el venezolano.
* El más Antipático, desconsiderado, irresponsable y pesado: Juan, el chofer (ignoro su nacionalidad, es probable que haya sido apátrida, jajaja).


Categoría: Choferes
* El más Simpático, paciente, buena onda y medio "lacho" : Danilo, oriundo de Socaire, de apellido Volao (con una paciencia digna de ser mencionada, acompañante de Jefferson en el tour, dispuesto a explicar lo que se le preguntara, a sacar fotos si uno se lo pedía y con quien nos tenemos unas fotos comprometedoras, jajaja).
* El más Instruido: Juan (otro Juan) , sabía mucho de Geología y apoyó a Marcos con sus conocimientos cuando fuimos al Valle Arco Iris. Al parecer era chileno, por el acento.


Categoría: Turistas
* Los más MinOs : ¡Ufff! Muuuuchoooossss, parecía competencia de Minos Ricos, portugueses, italianos, ingleses, connaturales. Casi es un atentado contra las enfermas cardíacas o hipertensas (como yo, jajaja) tanto hombre estupendo y buenmozo que se moviliza por las calles de San Pedro y en los tours, tanto jóvenes como mayorcitos (jijiji). No digo más para no arriesgar demanda de divorcio (jajaja).
*  Las más MinAs: a decir verdad nosotras no estamos en la cúspide de esta pirámide rankíngstica, para ser honestas,  pero tampoco (y eso se lo podemos dar firmado, jajaja) estamos en la base, es decir, al final. Sin duda, hay una junta de jóvenes y mujeres preciosas en este lugar, hablando distintos idiomas, rubias, morenas, mulatas,  de raza negra, asiáticas, pero también se ven algunas no tan beneficiadas por la Pachamama y no éramos nosotras, precisamente. Vimos varias de talla XXXXL y otras que parecían ser esposas de don Federico, jajaja. 
* Las más Chillonas: lejossss, las turistas libanesas y tailandesas, algunas de las cuales estuvieron en nuestro Hostal y , la verdad, parecían, gallinas cluecas, jajaja. Es probable que en sus países no las dejen hablar y aquí aprovechan para hacerlo (una teoría al azar, jajaja).
*Los más Pesados y Poco Comunicativos: los Alemanes. Algunos también compañeros de alojo, ni siquiera saludaban al ingresar a la cocina. Tratamos de educarlos un poquito, pero no resultó mucho. Un matrimonio en un tour, últimos de pesados: él, no le gustó la comida, ella, sólo le interesaba estar lo más descubierta posible para tomar sol, sólo la hija de ambos se salvaba, que se comunicaba algo con la gente. 
* Los más Hediondos: sin duda, los franceses, jajaja, y una pareja de jóvenes compañeros de un tour, que cuando se subieron al minibús no sólo my sister se llegó a quejar de dolor sentido en su fina nariz, jajaja, sino también otros jóvenes que iban delante nuestro. Parece que esa parejita no se había lavado ni cambiado ropa hacía días y deben haber pasado del carrete nocturno al tour.
* Los más Excéntricos: un par de turistas varones, estupendos ellos, morenos, con barba naciente, al estilo el hombre más guapo del mundo (jejeje), que estaban en bata blanca tipo salida de baño en medio de los demás varones con sólo short,  que se duchaban o esperaban su turno para hacerlo, con el objetivo de sacarse la sal luego de haber estado bañándose en las aguas salinas de Laguna Piedra.


Categoría: Habitantes del lugar
* Los más Simpáticos/as: en general, todos los vendedores de Tours, en especial, Nayarett, joven casualmente rancagüina, que nos atendió en todas nuestras salidas, aunque es importante, señalar una excepción que conocimos, una rubia señorita que no se dio el tiempo de darnos detalles acerca de lo que preguntábamos, pues, al parecer, no nos reconoció (jajaja). También es importante incluir en esta subcategoría, a una jovencita vendedora de Helados, que nos trataba de "señoritas"(cada vez que pasábamos por fuera de su local , es decir, a cada rato, jajaja, nos ofrecía helados con la misma simpatía y buena onda; cuando finalmente ingresamos a su local para comprar unos deliciosos helados de rica-rica, producto local, ya nos trataba de "sus clientas", jajaja)una vendedora de joyas de "Piedras Australis", que a pesar de que no éramos rubias ni extranjeras, nos atendió de maravilla (esta empresa también tiene locales en los Aeropuertos y , la verdad, sus joyas son maravillosas, de lapislázuli con cobre, bronce, plata y otras mezclas, pero da "dolor de guata" mirar los precios) ; los garzones de diversos locales de comida que salían a publicitar almuerzos y cenas a la calle, recibiendo el no con una sonrisa y despidiéndose amablemente, deseando una feliz estadía o buena tarde, según correspondiera; Sandra, la Encargada del Hostal Puritama  que siempre, con la sonrisa en los labios, atendía peticiones y sugerencias; era, al parecer peruana o boliviana. 
* Los más Curiosos: un joven vendedor de tours, que se ubicaba siempre en el mismo lugar (obvio, por allí debía tener la oficina, jajaja)  y lo reconocíamos por su sombrero con plumas, al estilo Robin Hood. 
* Los más Desconfiados: unos comerciantes peruanos y/o bolivianos, que nos seguían dentro del local y a los cuales no les compramos nada por pesados.
* El más amable: un señor que conducía una camioneta y que se detuvo en una esquina de calle Toconao, casi en las afueras del pueblo, para ofrecerse a llevarnos al centro. Se lo agradecimos con una sonrisa de oreja a oreja, declinando su invitación, pues estábamos precisamente practicando caminata. 
* Los más auténticos: la Sra. Alicia, habitante de la localidad de Machuca, quien no se hizo problemas para fotografiarse mientras estaba en la calle principal y única del luga, sentada con sus hierbas medicinales e hilando lana de llama con un uso. Le ofreció a my sister una pequeña ramita de llareta, una planta endémica, de distintos usos, pero también recomendada para las personas con diabetes, a dos lukas. Mi hermana más que ofendida por el precio del ganchito de la planta, fue porque doña Alicia asumió que era diabética. "¡Qué se habrá creído!", dijo doña Gladys, mientras subíamos la cuesta para llegar hasta la Iglesia "machucana" ¿o "machucada"? (jajaja); la Pastora que divisamos desde el minibús cuando nos alejábamos de Machuca.
* Los más Frescolines: un par de "minocos" populares (jajaja) que estaban en las afueras de San Pedro y que encontramos de regreso de una de nuestras caminatas, sombreando y almorzando bajo un pimiento (árbol, se entiende, no fruto, jajaja) , aunque era recién mediodía y que, además de saludarnos al pasar, nos preguntaron qué hacíamos tan solas  y si acaso no necesitábamos compañía. Jajaja... Con esos minos sí, habríamos primero tener que echarles una buena lavada en la fuente de la juventud, jajaja. Obviamente tuvieron una respuesta inmediata y en buena onda de my sister que, en casos como éste, tiene más presencia de ánimo (jajaja). Mención especial cabe para otro de esta misma subcategoría, quien ayudaba a llevar el Estandarte de la Virgen de Guadalupe en la procesión que presenciamos: muy moreno, recontra "dejado de la mano de Dios" (a lo mejor por eso se acercaba a la Virgen, jajaja), de una polera verde fosforescente, que le lanzó unos requiebros a mi hermana, pero que, rápidamente, retrocedió en sus decires, cuando expresó "Pero a mí me gustan grandotas". Jajaja, con gustos específicos y claros, el "caballero"... Mi hermana quedó decepcionada, mientras yo no pude hacerme ni la más mínima  ilusión con aquella declaración de principios...(jajaja).



Chascarros varios
  Además de los que se pueden deducir en lo ya narrado de nuestro viaje, hay otras situaciones dignas de mención por lo divertidas o no tanto.  Sin duda, la que se lleva el Premio, es:
* Perdidas en el Desierto de  Sal: que nos significó una caminata a solas por más de un kilómetro, en plena soledad y, aunque a my sister le supuso la mayor rabia del viaje, a mí me trajo como beneficio la mejor fotografía personal, ésa que adorna mi perfil de facebook, equivalente a la del Principito caminando por el desierto (Claro, como yo soy la Principessa, todo debía calzar!!).
* Polera al "verre": en el mismo tour, ya arriba del minibús,  de pronto mi hermana me toca las etiquetas de la polera que yo llevaba puesta y que estaban a la vista de quien quisiera mirarlas. Ahí recién me doy cuenta, ¡oh, mai gasch!, que me había puesto la prenda al revés y como no le había cortado aún las etiquetas, éstas casi flameaban al viento, cual banderas (jajaja). 
* P'atrás pa'elante: la misma persona, es decir "yo", el mismo tour, un rato después de haber arreglado el problema de la polera, aprovechando la visita a los vestidores para ponernos nuestros trikinis (jajaja) e ir hasta la Laguna Piedra para probar sus aguas densas. De pronto, ¡uppss!, mi pantalón étnico estaba ...¡¡¡completamente negro por delante!!!  ¿Qué había sucedido? No se le habían caído las aplicaciones de colores ni nada por el estilo. Simplemente, al volverme a vestir, la parte trasera la había invertido (jajaja, no era nuestro día).
* Turistas en salmuera: mismo escenario, misma función. Luego de bañarnos en las salobres aguas de Laguna Piedra, a pesar de pasar a las duchas exteriores a sacarnos la sal, no nos lavamos la cabellera y ésta quedó en calidad de congelamiento atroz (no por efecto del hielo, sino de la sal), tan pero tan tieso y blanquecino, incluyendo las orejas, que optamos por no intentar sacar la sal pues no habíamos llevado peineta o cepillo, para habernos adecentado un poquito.
     El último día algo nos estuvo inquietando, pero al llegar la noche felizmente pudimos ya respirar a nuestras anchas: el paro de la Dirección Aeronáutica había terminado y el regreso a nuestros hogares estaba asegurado. De otra manera, habríamos pasado Navidad en el Aeropuerto, lo que no habría sido nada de gracioso.  
    Todo lo anterior, lo extraordinario, lo mágico, lo bueno, lo mediano, lo malo, lo molesto, lo diferente, hicieron de este viaje, -nuestro viaje-, unos días especiales, divertidos, únicos. Conversamos mucho, nos aprendimos a conocer, aprendimos de otros, caminamos bastante, vimos una realidad diversa y extraña a nuestra cotidianeidad, descansamos a nuestras anchas, echamos abajo barreras formadas por el tiempo...
     Ahora, a volver a nuestra vida cotidiana por unas semanas, para cuando volvamos a emprender una nueva aventura: esta vez será Arica, siempre Arica, y Bolivia. Hasta pronto...