martes, 9 de diciembre de 2014

Llegando al Castillo materno... Encuentros familiares y otras hierbas...

Llegando a Santa María la Blanca (sábado 6 de december)

   7 de la mañana: bajando del bus, después de tomar un café en movimiento arriba del bus. ¡Llueve, llueve sobre Valdivia, sobre los techos rojos...(Schwencke&Nilo)

   La Reina Urbana estaba ya levantada, envuelta en su bata y con el fuego de la chimenea encendido. El puente levadizo estaba abajo, de manera que no hubo problemas para ingresar, los cocodrilos ya habían desayunado, por tanto, no había peligro al pasar sobre el foso.
- ¡Reina Urbana! ¡He llegado! 
- ¡Principessa! 
   Un abrazo cariñoso y a compartir los primeras palabras de bienvenida de ambas partes. Y mientras la servidumbre preparaba el desayuno para tan extraordinarias damiselas, la Principessa pidió que le preparasen un baño de espuma con el correspondiente masaje corporal, para recién empezar a enfrentar el lluvioso día. 
     Cuando se acercó al comedor, la  vajilla de cristal relucía sobre la mesa, a la cual se sentaron, para comenzar  a degustar los manjares preparados en las  cocinas del castillo (pardón, la cocina).


Despertando a los bellos durmientes (bueno, no tan bellos)


    - Ya van a ser las "socho", buena hora para que los demás integrantes de la familia real sepan que he arribado sin novedad a vuestro castillo, madre. Los llamaré.
    Comenzó con la hermana mayor (había que respetar los años, jajaja). Después de unos cuantos repiqueteos de la campanilla de su celular, ella contestó con voz medio adormilada. Doña Principessa logró hacerse entender. La princesa Gladys había llegado la noche anterior a su palacio en La Unión, desde Cañete city, lugar donde había estado acompañando a la Infanta Viviana que acababa de ser madre y traído a la luz de este mundo, recién el 26 de noviembre, a un nuevo integrante de la dinastía. No había llegado sola: le acompañaban el príncipe Juan Carlos con su familia, todos los cuales harían su arribo a mediodía aproximadamente al castillo de la reina Urbana.
   ¡Ya, primer llamado exitoso!
 -Ahora, corresponde llamar al príncipe Luis Alberto, que también se encuentra en la Villa de San José (La Unión). ¡Rinnnnnnnnggggggg! .....Nada, no contesta.... ¡No creo que sea tan temprano! ¡Ya está de día! Llamaré  a mi cuñis, entonces; seguro que ella debe tener el oído más fino (entiéndase más sensible, porque más fino...hummm, no lo creo...). ¡Nothing! ¿Me estarán haciendo el vacío? ¿O estarán ocupados en "algo"? Bueno, deben estar durmiendo, después los llamaré... 
   Ahora, le tocaba al príncipe Ernesto: no contesta; suena como ocupado su teléfono. Deberé volver a llamarlo más tarde...
 (Gladys, Ernesto y  Luis Alberto, además de a su cuñada Carmen) aprovecha de compartir con la reina noticias del castillo, los últimos acontecimientos, algunas de las actividades planificadas, en consideración a que ella no estaba al tanto de lo que ellos han estado organizando para celebrarla. No le aclara todo, para que algo  resulte una sorpresa.  Por un rato, se dedican a mirar las noticias televisivas, leen un poco algunas aventuras de doña Principessa y bosquejan el almuerzo. En el intertanto, le responden  sus llamadas los principesos y se pone de acuerdo con ellos.
  Ya habiendo llamado por teléfono a tres de los principesos 

A preparar el almuerzo
   La mañana se estira perezosa por largo rato, leeennnttaaa.....Se acerca  el mediodía. Anuncia su llegada la hermana mayor, Gladys con el príncipe  Juan Carlos. Este último sólo pasa a saludar pues se integrará en la tarde a la actividad familiar. Saludos, conversaciones, se planifica el almuerzo y se toma la decisión de comenzar cuando ya son las 13 horas. La Principessa se hace cargo de la parrilla. El hermano Ernesto ha anunciado llegada, pero como aún ésta no se produce, toman la decisión de comenzar las preparaciones. Total, pertenecen al sexo débil pero no son nada de ello: son autovalentes. 

   ¡Comienza el trabajo culinario! 
    Buscar la parrilla, el carbón, encender el fuego, mientras la otra damisela se dedica a preparar la carne y el acompañamiento. ¡Ya! Está listo el fuego! A poner la carne de jabalí ahora, los chorizos, salchichas y las verduras....Comenzó el trabajo de la Principessa. Pero, además, a poner la música para "alegrar el almanaque", con lo que ayuda la reina Urbana. 
   Pronto llega el hermano Ernest con la gran torta. Al jabalí ya le  faltaba poco. Se da la orden para que los ayudantes de cocina prepararan la mesa del banquete, las ensaladas y los detalles propios del primer banquete real. Al rato hacen su aparición los integrantes de la  familia de Ernest : Ximena, Miranda y Camilo
   Se inicia el primer Almuerzo en familia, correspondiente a los primeros que han llegado al palacio materno. 
   Antes de retirarse de la mesa, llega el principeso Héctor con su distinguida esposa. Tienen suerte. Los cocineros aún no se retiraban a sus aposentos. Claro que parece que el benjamín de la family llegó con hambre y sólo les dejó a los siguientes, dos trozos de zanahoria asada y un  chorizo. La pregunta que inmediatamente surge entre los comensales es: ¿quedarán satisfechos el príncipe Luis Alberto y su esposa, la plebeya Carmen Lucía, con dos trocitos de zanahoria y un chorizo? Jajaja


Conciliábulo de hermanos

   Se toma la decisión de salir a cotizar el almuerzo del día siguiente para toda la familia que acompañará en el magno acontecimiento de la celebración de los 90 años. 
  Salimos en dos vehículos, a cargo de los principesos Luis Alberto y Héctor. Primero fuimos al tradicional, conocido y nunca bien ponderado Restaurante "El Guata Amarilla". Los problemas ya comenzaron cuando no sabíamos cuál era la entrada. Una vez en lugar habitado, casi nos golpea, al ingresar al Comedor de comensales, el olor a cebolla, que nos dejó absolutamente perfumados y listos para la cita del año. ¡Si ya doña Principessa estaba con olor a parrilla del almuerzo, ahora quedó un fuerte olor a empanada! ¡Tremendo bouquet! Lo único que le faltaba era masticar unos dientes de ajo, jajaja.
   Consiguieron la cotización. La persona que los atendió (tal vez, la esposa del "Guata"), al pedirle un proyector en el lugar del almuerzo, señala que eso significa hacer trabajar mucho a los "mozos", pues deberían ordenar otro salón que se desocuparía de madrugada. ¡Qué poco sentido del negocio! Es como si nos hubieran dicho : tenemos esto, si les gusta, bien; si no les gusta, váyanse a otro lado... jajaja
    Y a otro lado nos fuimos:  al sector Costanera. Varios locales cerrados. A nuestra cuñada Carmen se le ocurrió (andaba ocurrente en ese momento) un  almuerzo fluvial. ¡Buena idea, pensamos! A estacionar, por tanto, para realizar averiguaciones. 
   Establecimos contacto con Llanicia (¡¡el nombrecito!!), quien nos ofreció un tour rebajado a Punucapa, con todo incluido, excepto el paseo en una carreta hasta el restaurante, en caso de que alguno de los menos jóvenes no pudiera caminar algunos cientos de metros. Averiguamos otros tours, con banquete a bordo, pero en  ellos el bebestible había que pagarlo aparte, por lo que se encarecía el evento.
    Finalmente, decidieron buscar en el camino hacia Niebla y Los Molinos al día siguiente y salir de parranda en la noche. Pero,  primero es lo primero: había que comprar lo que se les encargó para la once. Se dirigieron al Líder, desviando la ruta, pues se escuchaban disparos por la zona céntrica. ¡Recién habían terminado los partidos de fútbol por el Campeonato Nacional y no se sabía si partidarios de los triunfadores o perdedores estaban haciendo algún desaguisado!


   "Dentrar" al súper no fue problema, pero la salida costó un tanto. El príncipe Luis Alberto quería salir para Puerto Montt en lugar de Pedro Montt y no había cómo convencerlo. Con un par de exabruptos, logró entender, jajaja. De Pedro  Montt a Bueras... hasta llegar a Avda. Picarte. Todo iba bien, cuando de pronto, el príncipe, chofer nuestro en ese momento, quiso seguir por calle Ecuador hacia la estación (aunque estaba lejos de nuestro itinerario) pues iba siguiendo una limusina ploma que creyó era del benjamín. ¡Craso error!  ¡No eraaaaa! ¡¡Poing- crash- crunch!!(parece que lo último no me sirve para expresar el golpe que mi frente dio con el respaldo del asiento delantero, jajaja). Para aligerar el ambiente producido por el  cuasi choque, la frenada y el viraje en 180°, ayudé a entonar una canción de barras bravas usadas para alentar un equipo, dirigida por la plebeya  Carmen: 

"por ser así ....tan especial, 

por ser así..... tan especial 
te dedicamos esta canción ........ 
(el último verso me lo reservo, jajaja)


La once en el castillo materno


    Nos juntamos 14 personas y media (el más pequeño de la familia en el castillo tiene 2 años). Hubo que tomar once en dos turnos, con el consejo explícito y "pa callao" de no comer demasiado pan, pues no se había comprado mucho. Felizmente había una torta grande de yoghurt, que alcanzaba para todos e incluso para la servidumbre. Y, posteriormente, como se había decidido, al final de las cotizaciones, iniciar el  camino a Niebla y buscar un local, se le solicitó al Infante Pablo ir en busca de una pantalla LED o parecida,  para disfrutar el video en honor a doña Urbana I. Cuando ya estábamos casi durmiéndonos, llegó el Infante con el plasma a cuestas. Se juntó a la familia completa, se les acomodó de la mejor manera y se puso en marcha el Video para una Reina Madre de 90 añitos. 
    La sesión audiovisual terminó en forma muy emotiva, pues antes de alcanzar a terminar y comentar lo visto, se inició solito el video de la Infanta Mirella, de manera que allí la tuvimos también presente, participando con todos en la reunión familiar a pesar del tiempo y de lo sucedido. 

Taxi para cinco
 Ya eran pasadas las 23 horas, cuando, luego de conversar y compartir lo suficiente,  se procedió a "desgranar el choclo" (jajaja). Juan Carlos con su familia, su madre y hermano dirigieron sus pasos a Niebla, donde habían arrendado una mansión veraniega para pernoctar. Ernest y su familia también hizo mutis. Era hora de que los más jóvenes (jajaja) fueran a carretear. Tomaron la decisión de ir a la Cervecería Kunstmann que, como siempre, se sentirían honrados de recibirlos. Sin embargo, esta vez, nadie conduciría. Por lo tanto, habría que buscar un taxi...para cinco, tarea no fácil, pero que lograron cumplir. 
   Llegaron a la Cervecería faltando 5 minutos para las 24 horas, a punto de perder el encanto. Claro que lo que sucedió no resultó nada de gracioso, pues en tanto se tomaron la foto de rigor y procedieron a entrar a las dependencias del local, ya el cartel de entrada decía Cerrado. ¡Sólo atendían hasta las 24 horas! , de manera que se transformaron en "personas non gratas", a pesar de pertenecer a la  realeza.
  Ni siquiera se pudieron tomar otras fotos con tranquilidad, pues hicieron funcionar los aspersores y debieron arrancar del chorro de agua. ¡Grrrr! 
   Frente a tan malos resultados, optaron por subirse al mismo taxi, que aún estaba ahí y se dirigieron al centro de la ciudad. Llegaron directo a "El Yugo" y los hombres felices y cómodos, acostumbrados a aquello, quisieron quedarse allí (jajaja). 




   Como la once no había estado muy contundente frente a la posible falta de pan, pidieron una pichanga para 4, de la que tranquilamente comieron 7, pues pasados unos momentos llegaron los Torres-Alvarez. Junto a la pichanga, se dieron cita en nuestra mesa,  4 pitcher de cerveza torobayo  Kunstmann (equivalente a 10 litros de cerveza), las que se fueron vaciando en amena charla y recuerdos infantiles varios ¡Uff! ¿Y la dieta?
  - ¡Salud! 
  - ¡Salud!
   Lluvia...de regreso a las 3 de la mañana; los sobrinos Torres se fueron a Niebla,  llegando sin novedad, en tanto los tíos y esposas, llamaron al mismo taxi ...para cinco. 
   A dormir.....
  Estaba comenzando a sumergirme en las nieblas del sueño (o brazos de Morfeo) cuando escucho en ruido-golpe extraño para la hora. ¡Humm! Parecía haber salido del dormitorio del frente (bueno, a decir verdad, del otro dormitorio de este segundo piso, jajaja), donde se suponía, estaban durmiendo mi hermano y su ¿distinguida? esposa, la Carmela. No pude dormirme en seguida. De puro mal pensada que soy, jajaja, creí que el ruido iba a seguir. En fin, finalmente me vencieron los brazos de M o r f e o .....zzzzzzzzzzz

Amaneciendo en un verdadero gallinero

  A la mañana siguiente, desperté asustada. Escuché un cacareo de padre y señor mío, que sabía que no podía venir de este castillo, sino de algún otro. Acá, sólo hay faisanes y pavos reales. Nada de gallos y gallinas...pero..pero...eran verdaderos y plebeyos cacareos...sólo que luego de escucharlos detenidamente, me di cuenta que tenían ritmo.
   -Jajaja, es un sonido para despertar.
  El principe Jano tiene ese sonido para abrir sus eyes (debe ser donde es Veterinario, le son más cercanos los animales... ¿Será así en todo? jajaja). Él había dormido en el bergère Luis XV que está en el living comedor, pues no había logrado obtener una cama la noche anterior. Es el menor, así que debió sacrificarse en función de sus provectos hermanos. 
  -Y ahora...¡a hacer cola pa' la ducha o cualquier forma de lavado  corporal.
  Mi cuñada Carmen, sin ni siquiera haberla puesto en el cepo, explicó que ella no pensaba ducharse, sólo se "trapearía". Jajaja. No sé qué es eso, pero parece divertido.
    Más tarde, ella misma me preguntó acerca de si habóia escuchado un "ruido" la noche anterior. Me hice la loca, con el objetivo de no abochornarla (¡tan delicada yo; es que todo es cuestión de cuna!). Sin embargo, ella, simplemente dijo que se le había quebrado "una tabla al catre" en el que estaba durmiendo. "¡Humm!", nada más fue mi respuesta explícita, mientras interiormente me decía "¡Seguro que te voy a creerte no más!" (jajaja; en todo caso, no sería la primera, upss, se me salió, jajaja).
   Luego de desayunar y, aún así, haber quedado del pan de la tarde anterior, entre todos decidieron ir a la  Feria Fluvial de la Costanera, a comprar algunos productos del mar  y luego, antes de volver al castillo ir hasta el Parque a visitar al Rey Asendino. Después de esas dos diligencias, procederían a prepararse para ir al magno evento del Almuerzo en familia.

   Antes de iniciar las actividades acordadas, se les avisó a los hermanos mayores, para tenerlos informados y que ellos decidieran en cuál o cuáles actividades se integrarían.








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