Último día en Jaén y, desde muy temprano, debí cumplir con dos tareas. La primera era trasladarme de alojamiento. No me gustó para nada el primero, porque, entre otras cosas uno escuchaba todo lo que pasaba en las habitaciones cercanas, de tan delgadas que eran las paredes. Desde movimientos "sospechosos" de una cama, hasta la descarga de los baños en medio de la noche, toses, conversaciones telefónicas, pasos, puertas que se abrían o cerraban...¡Ya parecía mansión del horror la cosa! Junto con ello, al encargado lo vi en el momento en que me recibió y seria todo. Me despachó en un par de minutos pues se notaba muy apurado y, más encima, no me quería recibir a las 13 horas; quería que volviera a las 15. Pero como me he ido ezpañolizando un poquillo, le insistí y no tuvo más opción que rezibirme, hombre, faltaba más (jajaja).
Por eso, como opté por quedarme una noche más, busqué otro lugar donde quedarme y aunque esté un poco más lejos, igualmente queda cerca del centro. Y con una diferencia sustancial: excelente comunicación y disposición a recibir el equipaje a las 9 de la mañana, para que yo pueda salir a conquistar el mundo. ¿Cuál fue el motivo de quedarme, si ya había visto casi todo, excepto los museos, claro, de los que voy a descansar un poco? Les cuento.
.....
Cuando me vine desde Almería el día el 2 de marzo, en el extenso trayecto pasamos por un lugar llamado Guadix. Yo lo había visto en mi mapa viajero pero no lo había seleccionado, pues ni siquiera estaba segura de que llegaría a Jaén por esto de los itinerarios de los buses. De pronto, ¡oh, sorpresa!, veo unas construcciones encaladas apegadas al cerro, que me recordaron el Albaycín de Granada. Quedé pensando si eran cuevas, lo que confirmé cuando una señalética turística decía Barrio de Cuevas. Inmediatamente me dije "Mónica, debes venir acá ". Y ya lo ven: averigüé más antecedentes, busqué otro alojamiento y, ¡chachán!, me fui a GUADIX ayer (digo "ayer" porque anoche me quedé rápidamente "frita" luego de llegar al alojamiento, tomar una frugal once y acostarme; no pude seguir escribiendo; sorry).
¿Qué es importante conocer de Guadix?
(Escuché pronunciar el nombre de la ciudad de tres maneras: Guadíx, Guádix y Guádi. Como no lleva tilde -yo se lo he puesto ahora para explicarles- debiera ser la primera opción la correcta, pero anda tú a corregirle a los españoles que enseguida reaccionarían con su verborrea que a veces cuesta entender, en la cual se "comen" "r" o "s" finales como "verdadero caníbale, ¡madre mía!". Jajaja, me da mucha risa escuchar sobre todo a la gente de "edá", que es la que tiene este acento y expresiones, ya sean hombres o mujeres).
Guadix es un municipio de la provincia de Granada y región de Andalucía. Cuenta con 18.500 accitanos en la ciudad, cuyo origen es romano (fue colonia de la región tarraconense del imperio romano en la península ibérica), así como capital del breve reino musulmán de Abú Abdallah Muhammad, hasta que pasó a ser enclave episcopal una vez en poder de los cristianos.
Durante la ocupación romana, la ciudad de Guadix fue conocida como Julia Gemella Acci, de ahí su gentilicio actual > accitano. Durante el dominio islámico, se le llamó Wadi Ash ('wadi' significa 'río'), siendo rebautizada en tiempos cristianos, tomando como base el nombre musulmán que tuvo. Se ubica a 915 msnm., en el declive norte de Sierra Nevada ( esto de que sea norte o sur me lo "sopló" google, porque, en mi caso, que sólo estoy de paso en la ciudad, no me viene ni me va, jajaja; lo que sí me quedó claro es que es en Sierra Nevada, porque es evidente cuando se va llegando a la ciudad: es el único lugar en todos los kilómetros recorridos que vi nieve en el cordón montañoso).
El Guadix actual impresiona principalmente por algunos monumentos: la Catedral de la Encarnación construida entre los siglos XVI a XVIII, que aparece imponente ante la vista de quienes pasan por la ciudad, mostrando en sus alrededores otros edificios del casco antiguo. Como en muchos casos, prácticamente en todos, la primera parte de la construcción se levantó reaprovechando la antigua mezquita, ya construida en el lugar, y tal como ha sucedido con todos los edificios de esta magnitud, demoran cientos de años en estar completos, lo que trae como resultado una construcción con diferentes estilos desde el gótico medieval hasta el barroco. Lo más espectacular de la Catedral para mi opinión de neófita, es la "portada", con derroche de ornamentación y personajes claves de la iconografía católica.
En el otro extremo del paño de tierra (de una extensión de dos cuadras) se alza una torre medieval conocida como el Torreón del Ferro.
Justo en la parte baja del sector catedralicio,
se ubica un sitio arqueológico aún en obras, que corresponde a vestigios de un Teatro Romano, que habría tenido un aforo de 3000 espectadores. Se conserva poco de esta maravillosa construcción, pues muchos de sus materiales fueron ocupados en otros edificios. Data de mediados del siglo I d.C.
Además de la Catedral, Guadix es generoso en otros monumentos religiosos, al interior del casco histórico: varias iglesias y conventos. Asimismo, en el ámbito civil, se destacan los palacios conservados, en los cuales funcionan diversas actividades culturales y comunitarias. Uno de ellos, el Ayuntamiento, con un hermoso balcón del siglo XVII, que debió ser restaurado tras la Guerra Civil. Este edificio preside la Plaza del Ayuntamiento, cerrada por construcciones de arquitectura continua y porticada, uno de los sectores más gratos y bellos de la ciudad, para sentarse a degustar algo de comer o beber.
Fue allí precisamente donde me regaloneé por poco más de una hora, mientras daba cuenta de un rico almuerzo, que comenzó con una ensalada "Julio César".
Un paréntesis...
《La ensalada fue rebautizada por mí en el instante en que, junto con llevármela, me llevaron la panera, unas aceitunas y aceite de oliva para degustar. Fue una grata y deliciosa sorpresa para mí, pues nunca había tenido la oportunidad de probar uno de los alimentos propios del ejército romano: el pan con queso de cabra y aceite de oliva. Es cierto que faltó el queso, pero ahí estaba el aceite, espeso, amarillo y aromático, junto a unas deliciosas aceitunas. Dicen que Julio César, mientras estaba en campaña militar, consumía el mismo alimento que sus hombres, lo que sin duda lo enaltecía ante la tropa. Y yo, 20 siglos después, salvando las diferencias, iba a probar algo de aquello. Consciente de que, probablemente, el colesterol se me iría a las nubes, que me estaba saliendo completamente de mi dieta, escasa en aceite, fui untando trocitos de pan fresco en el aceite, hasta que ambos desaparecieron, no por arte de magia, sino porque me lo comí todo... 》
Cierre de paréntesis...
El resto de mi almuerzo consistió en lomo con frutos secos y jamón, verduras cocidas y papas fritas, para terminar con mi postre favorito, tarta de queso.
Todo ello, acompañado de una copa de vino de la casa, que, luego, cuando el garzón me dijo que tenía 15 °, casi me mareo allí mismo. La verdad, no fue nada de saludable mi almuerzo, pero resultó muuuuyyy rico.
Para ponerle un contrapeso a tan "frugal" almuerzo, luego me fui a caminar y a buscar un Mirador que aparecía en el plano de la ciudad como punto de interés, y, lógicamente, obtener algunas buenas fotos. Ya era cerca de las 16, hrs. cuando volví a la Plaza de la Catedral, no para ingresar a ella, sino a esperar el Tren Turístico, que me llevaría hasta el Barrio de las Cuevas ( mientras entraba a la Catedral de Jaén, consideré que ya era suficiente con "meterme" a estos monumentos religiosos, sobre todo, cuando cobran, porque todos, cual más cual menos, presentan lo mismo. Decidí hacer excepción cuando tengan alguna reliquia y elementos constructivos especiales).
Llegó el momento de abordar el tren. Como era la única pasajera, tenía los tres vagones a mi disposición para elegir asiento (jajaja).El itinerario consistía en ir subiendo por el barrio judío hasta llevar al Barrio de las Casas-Cuevas, mi verdadero objetivo de retroceder 104 km. desde Jaén. Mientras el trencito hacia su recorrido, una grabación iba aportando los antecedentes que se requería para entender de la mejor forma lo que uno veía. El punto de llegada era el plano superior del cerro donde se encuentra una plaza y hay, entre otras casa-cuevas, una Iglesia, un Museo y la vivienda que se visita además de un Mirador.
La Casa-cueva es habitada por don José, quien señala que toda la casa está excavada en el cerro. Tiene dos baños, 3 dormitorios, un salón-comedor grande, una cocina y una sala de estar, todo ubicado con bastante amplitud y muy gratamente ornamentado. Delante de la puerta de entrada hay una cortina (característica típica de estas casas y otras en barrio judío o árabe), similar cortina que separa cada habitación interior, las que no poseen puertas, a excepción de los baños (adelanto moderno, pues sólo a mediados del siglo pasado llegó el agua potable al sector). Le hice varias preguntas a don José, quien me contó que él había nacido allí.
Luego me trasladé al Mirador, donde pude tomar conciencia de toda la cantidad de casas-cuevas que allí había. Un panorama hermoso, casi de cuento infantil, con las casas surgiendo del cerro, en la pendiente, con sus blancas estructuras semicirculares y sus cañones-respiraderos asomando por todos lados. ¡Un espectáculo extraordinario!
Fue desde allí, donde tuve la panorámica de la ciudad, que me di cuenta que había una construcción estilo castillo medieval que no había visto en mi recorrido hasta ahora. Se trataba de la Alcazaba, construcción fortaleza, de data medieval, construida por los árabes durante el siglo XI, cuya conservación y restauración es una tarea en proceso, pues sufrió destrucciones principalmente en el siglo XVI y durante la ocupación napoleónica, en el siglo XIX. Estaba cerrada al público (sólo la abren los domingos), así que debí conformarme con verla al ir de regreso a la plaza principal.
La Iglesia-cueva se construyó en torno al sector en que existió, a partir del siglo XVI, una ermita. Se aprovechó el lugar donde había un horno o tahona y se instaló la ermita, con sus ornamentos y altar, presidiendo la imagen de la Virgen de Gracia. Posteriormente, siglo XX, se realizó y se construyó a continuación, hacia afuera, una parroquia.
El sacerdote a cargo me dio la bienvenida. Estaba realizando sus tareas en algunas de las numerosas dependencias. La ermita original, incluso tiene una escalera semi-caracol, que lleva hasta dos dependencias pequeñas. Al interior de la iglesia hay una exposición de belenes (de muchos países del mundo, incluso uno chileno, el más humilde), un pequeño museo y los altares correspondientes. Cuando uno mira desde fuera el edificio no se imagina encontrar tantas dependencias, casi un laberinto, por lo que va de sorpresa en sorpresa.
Al salir de la iglesia, me fui al Museo o Centro de Interpretación, que hasta mediados del siglo XX fuera la cueva-casa de un matrimonio. Este sitio recrea la vida de este matrimonio en un rescate de cómo se vivía cuando no se contaba con agua potable. En la muralla del dormitorio se proyecta la imagen de una mujer que se levanta, se pasea, se viste y se arregla para iniciar su vida cotidiana , iniciada con el canto del gallo. En tanto, en la cocina, se vislumbra la imagen del dueño de casa, ayudando a cocinar, bebiendo un vaso de vino y luego disponiéndose a trabajar el tejido de la "ñocha" (tiene otro nombre pero no lo retuve), que era utilizada en variados objetos al interior del hogar.
Alcancé justo a ver todo aquello y llegó el trencito a buscarme. Ya siendo las 17,30, me fui tranquilamente a la Estación de Autobuses, donde esperé tomando una heladita Coca en lata, comprada en una máquina. A veces, suelo caer en vicios como éste, cuando la sed me agobia y la necesidad de azúcar pareciera ser una exigencia. Y eso que no soy diabética, que yo sepa.
Llegué ya de noche al alojamiento, donde me preparé para tomar una once en forma. Pasé a comprar dos huevitos. Los puse en un vaso con agua al interior del microondas, pues no vi otra alternativa. No tenía aceite y no sabía cómo hacer funcionar una encimera. Solución: el microondas. Sin embargo, nunca había hecho eso, así que esperaba que resultara. Dos minutos. El agua ya se había calentado. Le agregué 3 minutos más y había pasado apenas uno, cuando se produce una explosión al interior del aparato. Jajaja, uno de mis huevitos estaba hecho picadillo y sus restos habían saltado por todos los lados del microondas, pero estaba medio cocido (se veía claramente, pues examiné lo encontrado como detective). Me vi en la obligación de limpiar el estropicio, pero salvé medio huevo. El otro estaba perfecto. Los vasos, intactos. Así que me serví una once más variada y sabrosa, a pesar del incidente, y luego me dispuse a trabajar y, por supuesto, a descansar. ¡Hasta pronto!
Por eso, como opté por quedarme una noche más, busqué otro lugar donde quedarme y aunque esté un poco más lejos, igualmente queda cerca del centro. Y con una diferencia sustancial: excelente comunicación y disposición a recibir el equipaje a las 9 de la mañana, para que yo pueda salir a conquistar el mundo. ¿Cuál fue el motivo de quedarme, si ya había visto casi todo, excepto los museos, claro, de los que voy a descansar un poco? Les cuento.
.....
Cuando me vine desde Almería el día el 2 de marzo, en el extenso trayecto pasamos por un lugar llamado Guadix. Yo lo había visto en mi mapa viajero pero no lo había seleccionado, pues ni siquiera estaba segura de que llegaría a Jaén por esto de los itinerarios de los buses. De pronto, ¡oh, sorpresa!, veo unas construcciones encaladas apegadas al cerro, que me recordaron el Albaycín de Granada. Quedé pensando si eran cuevas, lo que confirmé cuando una señalética turística decía Barrio de Cuevas. Inmediatamente me dije "Mónica, debes venir acá ". Y ya lo ven: averigüé más antecedentes, busqué otro alojamiento y, ¡chachán!, me fui a GUADIX ayer (digo "ayer" porque anoche me quedé rápidamente "frita" luego de llegar al alojamiento, tomar una frugal once y acostarme; no pude seguir escribiendo; sorry).
(Escuché pronunciar el nombre de la ciudad de tres maneras: Guadíx, Guádix y Guádi. Como no lleva tilde -yo se lo he puesto ahora para explicarles- debiera ser la primera opción la correcta, pero anda tú a corregirle a los españoles que enseguida reaccionarían con su verborrea que a veces cuesta entender, en la cual se "comen" "r" o "s" finales como "verdadero caníbale, ¡madre mía!". Jajaja, me da mucha risa escuchar sobre todo a la gente de "edá", que es la que tiene este acento y expresiones, ya sean hombres o mujeres).
Guadix es un municipio de la provincia de Granada y región de Andalucía. Cuenta con 18.500 accitanos en la ciudad, cuyo origen es romano (fue colonia de la región tarraconense del imperio romano en la península ibérica), así como capital del breve reino musulmán de Abú Abdallah Muhammad, hasta que pasó a ser enclave episcopal una vez en poder de los cristianos.
Durante la ocupación romana, la ciudad de Guadix fue conocida como Julia Gemella Acci, de ahí su gentilicio actual > accitano. Durante el dominio islámico, se le llamó Wadi Ash ('wadi' significa 'río'), siendo rebautizada en tiempos cristianos, tomando como base el nombre musulmán que tuvo. Se ubica a 915 msnm., en el declive norte de Sierra Nevada ( esto de que sea norte o sur me lo "sopló" google, porque, en mi caso, que sólo estoy de paso en la ciudad, no me viene ni me va, jajaja; lo que sí me quedó claro es que es en Sierra Nevada, porque es evidente cuando se va llegando a la ciudad: es el único lugar en todos los kilómetros recorridos que vi nieve en el cordón montañoso).
El Guadix actual impresiona principalmente por algunos monumentos: la Catedral de la Encarnación construida entre los siglos XVI a XVIII, que aparece imponente ante la vista de quienes pasan por la ciudad, mostrando en sus alrededores otros edificios del casco antiguo. Como en muchos casos, prácticamente en todos, la primera parte de la construcción se levantó reaprovechando la antigua mezquita, ya construida en el lugar, y tal como ha sucedido con todos los edificios de esta magnitud, demoran cientos de años en estar completos, lo que trae como resultado una construcción con diferentes estilos desde el gótico medieval hasta el barroco. Lo más espectacular de la Catedral para mi opinión de neófita, es la "portada", con derroche de ornamentación y personajes claves de la iconografía católica.
En el otro extremo del paño de tierra (de una extensión de dos cuadras) se alza una torre medieval conocida como el Torreón del Ferro.
Justo en la parte baja del sector catedralicio,
se ubica un sitio arqueológico aún en obras, que corresponde a vestigios de un Teatro Romano, que habría tenido un aforo de 3000 espectadores. Se conserva poco de esta maravillosa construcción, pues muchos de sus materiales fueron ocupados en otros edificios. Data de mediados del siglo I d.C.
Además de la Catedral, Guadix es generoso en otros monumentos religiosos, al interior del casco histórico: varias iglesias y conventos. Asimismo, en el ámbito civil, se destacan los palacios conservados, en los cuales funcionan diversas actividades culturales y comunitarias. Uno de ellos, el Ayuntamiento, con un hermoso balcón del siglo XVII, que debió ser restaurado tras la Guerra Civil. Este edificio preside la Plaza del Ayuntamiento, cerrada por construcciones de arquitectura continua y porticada, uno de los sectores más gratos y bellos de la ciudad, para sentarse a degustar algo de comer o beber.
Fue allí precisamente donde me regaloneé por poco más de una hora, mientras daba cuenta de un rico almuerzo, que comenzó con una ensalada "Julio César".
Un paréntesis...
《La ensalada fue rebautizada por mí en el instante en que, junto con llevármela, me llevaron la panera, unas aceitunas y aceite de oliva para degustar. Fue una grata y deliciosa sorpresa para mí, pues nunca había tenido la oportunidad de probar uno de los alimentos propios del ejército romano: el pan con queso de cabra y aceite de oliva. Es cierto que faltó el queso, pero ahí estaba el aceite, espeso, amarillo y aromático, junto a unas deliciosas aceitunas. Dicen que Julio César, mientras estaba en campaña militar, consumía el mismo alimento que sus hombres, lo que sin duda lo enaltecía ante la tropa. Y yo, 20 siglos después, salvando las diferencias, iba a probar algo de aquello. Consciente de que, probablemente, el colesterol se me iría a las nubes, que me estaba saliendo completamente de mi dieta, escasa en aceite, fui untando trocitos de pan fresco en el aceite, hasta que ambos desaparecieron, no por arte de magia, sino porque me lo comí todo... 》
Cierre de paréntesis...
El resto de mi almuerzo consistió en lomo con frutos secos y jamón, verduras cocidas y papas fritas, para terminar con mi postre favorito, tarta de queso.
Todo ello, acompañado de una copa de vino de la casa, que, luego, cuando el garzón me dijo que tenía 15 °, casi me mareo allí mismo. La verdad, no fue nada de saludable mi almuerzo, pero resultó muuuuyyy rico.
Para ponerle un contrapeso a tan "frugal" almuerzo, luego me fui a caminar y a buscar un Mirador que aparecía en el plano de la ciudad como punto de interés, y, lógicamente, obtener algunas buenas fotos. Ya era cerca de las 16, hrs. cuando volví a la Plaza de la Catedral, no para ingresar a ella, sino a esperar el Tren Turístico, que me llevaría hasta el Barrio de las Cuevas ( mientras entraba a la Catedral de Jaén, consideré que ya era suficiente con "meterme" a estos monumentos religiosos, sobre todo, cuando cobran, porque todos, cual más cual menos, presentan lo mismo. Decidí hacer excepción cuando tengan alguna reliquia y elementos constructivos especiales).
Llegó el momento de abordar el tren. Como era la única pasajera, tenía los tres vagones a mi disposición para elegir asiento (jajaja).El itinerario consistía en ir subiendo por el barrio judío hasta llevar al Barrio de las Casas-Cuevas, mi verdadero objetivo de retroceder 104 km. desde Jaén. Mientras el trencito hacia su recorrido, una grabación iba aportando los antecedentes que se requería para entender de la mejor forma lo que uno veía. El punto de llegada era el plano superior del cerro donde se encuentra una plaza y hay, entre otras casa-cuevas, una Iglesia, un Museo y la vivienda que se visita además de un Mirador.
La Casa-cueva es habitada por don José, quien señala que toda la casa está excavada en el cerro. Tiene dos baños, 3 dormitorios, un salón-comedor grande, una cocina y una sala de estar, todo ubicado con bastante amplitud y muy gratamente ornamentado. Delante de la puerta de entrada hay una cortina (característica típica de estas casas y otras en barrio judío o árabe), similar cortina que separa cada habitación interior, las que no poseen puertas, a excepción de los baños (adelanto moderno, pues sólo a mediados del siglo pasado llegó el agua potable al sector). Le hice varias preguntas a don José, quien me contó que él había nacido allí.
Luego me trasladé al Mirador, donde pude tomar conciencia de toda la cantidad de casas-cuevas que allí había. Un panorama hermoso, casi de cuento infantil, con las casas surgiendo del cerro, en la pendiente, con sus blancas estructuras semicirculares y sus cañones-respiraderos asomando por todos lados. ¡Un espectáculo extraordinario!
Fue desde allí, donde tuve la panorámica de la ciudad, que me di cuenta que había una construcción estilo castillo medieval que no había visto en mi recorrido hasta ahora. Se trataba de la Alcazaba, construcción fortaleza, de data medieval, construida por los árabes durante el siglo XI, cuya conservación y restauración es una tarea en proceso, pues sufrió destrucciones principalmente en el siglo XVI y durante la ocupación napoleónica, en el siglo XIX. Estaba cerrada al público (sólo la abren los domingos), así que debí conformarme con verla al ir de regreso a la plaza principal.
La Iglesia-cueva se construyó en torno al sector en que existió, a partir del siglo XVI, una ermita. Se aprovechó el lugar donde había un horno o tahona y se instaló la ermita, con sus ornamentos y altar, presidiendo la imagen de la Virgen de Gracia. Posteriormente, siglo XX, se realizó y se construyó a continuación, hacia afuera, una parroquia.
El sacerdote a cargo me dio la bienvenida. Estaba realizando sus tareas en algunas de las numerosas dependencias. La ermita original, incluso tiene una escalera semi-caracol, que lleva hasta dos dependencias pequeñas. Al interior de la iglesia hay una exposición de belenes (de muchos países del mundo, incluso uno chileno, el más humilde), un pequeño museo y los altares correspondientes. Cuando uno mira desde fuera el edificio no se imagina encontrar tantas dependencias, casi un laberinto, por lo que va de sorpresa en sorpresa.
Al salir de la iglesia, me fui al Museo o Centro de Interpretación, que hasta mediados del siglo XX fuera la cueva-casa de un matrimonio. Este sitio recrea la vida de este matrimonio en un rescate de cómo se vivía cuando no se contaba con agua potable. En la muralla del dormitorio se proyecta la imagen de una mujer que se levanta, se pasea, se viste y se arregla para iniciar su vida cotidiana , iniciada con el canto del gallo. En tanto, en la cocina, se vislumbra la imagen del dueño de casa, ayudando a cocinar, bebiendo un vaso de vino y luego disponiéndose a trabajar el tejido de la "ñocha" (tiene otro nombre pero no lo retuve), que era utilizada en variados objetos al interior del hogar.
Alcancé justo a ver todo aquello y llegó el trencito a buscarme. Ya siendo las 17,30, me fui tranquilamente a la Estación de Autobuses, donde esperé tomando una heladita Coca en lata, comprada en una máquina. A veces, suelo caer en vicios como éste, cuando la sed me agobia y la necesidad de azúcar pareciera ser una exigencia. Y eso que no soy diabética, que yo sepa.
Llegué ya de noche al alojamiento, donde me preparé para tomar una once en forma. Pasé a comprar dos huevitos. Los puse en un vaso con agua al interior del microondas, pues no vi otra alternativa. No tenía aceite y no sabía cómo hacer funcionar una encimera. Solución: el microondas. Sin embargo, nunca había hecho eso, así que esperaba que resultara. Dos minutos. El agua ya se había calentado. Le agregué 3 minutos más y había pasado apenas uno, cuando se produce una explosión al interior del aparato. Jajaja, uno de mis huevitos estaba hecho picadillo y sus restos habían saltado por todos los lados del microondas, pero estaba medio cocido (se veía claramente, pues examiné lo encontrado como detective). Me vi en la obligación de limpiar el estropicio, pero salvé medio huevo. El otro estaba perfecto. Los vasos, intactos. Así que me serví una once más variada y sabrosa, a pesar del incidente, y luego me dispuse a trabajar y, por supuesto, a descansar. ¡Hasta pronto!
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