Viajando a La línea de la Concepción...
Cuando preparé mi itinerario por España y comencé a marcar las ciudades a visitar, marqué Algeciras "por si acaso", al igual que Gibraltar. No creí que podría llegar allá. No obstante, sabemos que en ocasiones, la realidad supera la ficción y así sucedió en este caso.
Fui hasta la Oficina de Turismo y pregunté. Me hablaron de La línea de la Concepción, más conocida como La línea, a secas, para los amigos (jajaja). Así se llama la ciudad española fronteriza con Gibraltar y había movilización con bastante frecuencia hacia ella. Decidí ir, para ver, aunque sea desde lejos, el Peñón de Gibraltar.
Una hora ocupó el autobús para recorrer los 19 kms. entre Algeciras y La línea, esto porque funciona como un Transantiago, deteniéndose en todas los paraderos asignados, en un trayecto con numerosas rotondas.
Apenas me bajé del bus, caminé hacia el Peñón, que se veía imponente y no tan lejos. Anduve por una especie de Paseo con locales comerciales dedicados a la venta de comida, cambio de monedas y otros productos. Al llegar al final del paseo, vi la of.Turística.
Luego de la información recibida, me fui al centro urbano de La Línea (ciudad con 63 mil linenses) a un par de cuadras. Unas cuantas calles de tiendas y restaurantes, un Mercado bastante surtido, una Parroquia sencilla y actual, una bella plaza con ornamentación de azulejos, unas esculturas y gente, como en todas partes, sirviéndose un café con tapas o bocadillos a esa hora.
Eran pasadas las 10 de la mañana. Ingresé a unas tiendas a "copuchentear" y luego de todo lo visto, decidí intentar cruzar la frontera.
No hablaré de la historia de esta ciudad, porque es prácticamente lo mismo que Algeciras, por la cercanía.
Cruzando la frontera...
La frontera estaba a una cuadra del Paseo con locales comerciales mencionado anteriormente. Se trataba de cruzar la calle y acercarse a las instalaciones donde había indicaciones de Control de Policía y de Pasaportes.
Me fui a la oficina de Pasaportes. En mi mochila llevaba una botella con agua y un par de frutas de cocaví y no quería perderlas, salvo si fuese estrictamente necesario. Repetí lo que hizo la persona que pasó delante mío (ésa es mi mejor estrategia) y mostré mi pasaporte. El funcionario lo miró por todos lados, con cara de curiosidad, aprobó y me dejó pasar, deseándome una buena estadía. No tuve revisión de mochila. ¡Bravo! ¡Ya estaba en territorio del Reino Unido!(..."jamás será vencido...").
Comencé a mirar carteles de tours. Estaba en eso y un hombre me habla en Inglés. "No le entiendo", le dije (en la oficina turística me habían dicho que se hablaba español también). Me habló en castellano, ofreciendo el tour para ir al Peñón por 35€, lo que me pareció excesivo.
Seguí mirando. ¡Tate! Buses rojos que decían "Citybus". Me subí a uno, que tenía el número 10 y pregunté. El conductor hablaba perfectamente español, aunque se notaba su cara de gringo rubicundo. Era de esos buses "Hip hop", que recorren las ciudades, paran en distintos puntos turísticos, uno se puede bajar y luego subirse a ése u otro bus de los mismos y seguir conociendo la ciudad. En su recorrido llegaba hasta la estación del Teleférico, que subía al Peñón. ¡Bien! Compré el pasaje para hacer el recorrido por la ciudad, aunque lo primero que haría era llegar al Teleférico.
Una vez allá, elegí una calle, que no me llevó directo a la Estación, sino a la que iniciaba la subida al Peñón, caminando. Iban unas cuantas personas por la misma vía. "¡Ah!, ¡qué tanto! ¿Cómo no voy a llegar hasta arriba? De más,..poh!", me dije (jajaja). Comencé la caminata de subida, mirando los letreros y siguiendo a los adelantados, tomando fotos de las instalaciones marítimas, de las embarcaciones y del mar. Así continué, descansando a ratos, hasta que ingresé por una verja que decía "Nature Reserve ".
Antes de que me olvide:
Traspasé la frontera a las 11,10 hrs. Comencé la caminata como a las 11,40 y llegué al punto de la venta de tickets para subir al Peñón a las 12,40 hrs. Ya llevaba una hora caminando. Y yo que pensaba que no era tanto.
Gibraltar
Tiene la misma historia inicial de Algeciras y de La Línea...: romanos, visigodos, árabes, cristianos, árabes nuevamente, hasta que, en 1704 en la Guerra de Sucesión de la Corona Española ( Carlos II o V muere sin dejar descendencia, nombra heredero al nieto de Luis XIV de Francia, Felipe de Anjou, pero la Corona de Austria no estuvo de acuerdo, junto con los ingleses y holandeses, tenían otro candidato). En esta guerra es invadido este territorio y sus habitantes deben abandonar el lugar y fundan Algeciras, que siglos antes había sido destruida por Yusuf V. Los británicos se niegan a retirarse, los españoles no logran su rendición y, finalmente, en 1713, pactan la paz. No obstante, nunca ha sido completa, pues las controversias por el territorio se han mantenido a la fecha. Es un lugar de importancia estratégica.
En una superficie de 7 kms2 aprox., incluido el Peñón, viven 33.140 gibraltareños. Es un territorio británico de ultramar ubicado en una pequeña península al sur de la Península Ibérica (valga la redundancia), al este de la Bahía de Algeciras. Su moneda de uso es la libra gibraltareña y su idioma oficial el inglés, aunque también se habla español, así como se acepta el euro a nivel comercial.
Continúa el ascenso
Hay dos formas de ir ascendiendo: por el camino vehicular o por una vía pedestre, entre piedras y bosque. Elegí la segunda porque si bien era la más difícil, me adelantaron que era la más bonita. Fue un trayecto necesariamente con detenciones, pero con una belleza natural impagable.
Distintas plantas, con flores variadas y de colorido diverso, aves cantando, mariposas de distinto color (vi blancas, amarillas, anaranjadas y rojas con negro; sólo logré fotografiar una). Camino hermoso y... cansador...¡uff! ¡Vamos, que se puede!
Lo primero que vi con vida y que se movía, aparte de las mariposas, fueron unos monos asomándose por el camino. ¡Quedé absolutamente sorprendida! Mansos, acostumbrados a los humanos y bien alimentados. Era el primer hito a visitar. En ese momento, estaba lleno de turistas.
Michael's Cave (Cueva de San Miguel) se llamaba. Es una red de cavernas rocosas, especialmente de piedra caliza, de gran magnitud, que se ubica a 300 msnm, con distintas conformaciones rocosas (estalactitas, estalagmitas y otras).
Es realmente impresionante ingresar, bajar y adentrarse en las cavernas, las que tienen una iluminación cambiante, que le otorga un efecto más irreal y hermoso a este monumento natural.
Continué subiendo...y me encontré con:
O'Hara's Battery (Batería de O'Hara): se emplaza en el punto más alto del Peñón de Gibraltar. Debe su nombre a Charles O'Hara, gobernador entre los años 1795 a 1802. Mandó a construir una torre que no tuvo éxito . Posteriormente, fue destruida aunque hoy, aún quedan restos de la construcción.
En la actualidad, hay dos sectores de máquinas abiertos al público, que se pueden pasar a visitar, mientras en las afueras, vi al menos un cañón instalado.
Desde el Mirador de ese punto se observa el Mediterráneo, el Peñón por el otro lado (ignoro si es este, oeste u otra orientación) y los barcos a lo lejos, muy pequeñitos. El viento no es muy cómplice a la hora de obtener una selfie.
Al salir de ese lugar, se puede ascender por una estrecha senda habilitada hasta lo alto de la Roca, desde donde se observa el acantilado y puede uno aventurarse por una escalera de piedra y bajar. Bajé sólo unos metros: el viento se hacía sentir. No era para menos: la altura era de 421 metros.
Volví al camino, bajando un poco, hasta que llegué a:
Skywalk (Pasarela de Gibraltar) ¡Uyyy! Una plataforma con piso y laterales de vidrio, que se suspende sobre el abismo, a una altura de 340 msnm, con vista de 360°, que según los conocedores permite ver 3 países, pero como yo no sabía dónde comenzaba uno y terminaba otro imposible constatarlo (allí faltó el guía). El ancho de la plataforma es de 2,5 m., con un total de 6,7 m. de superficie.
Yo ya les he hablado de lo que significa para mí caminar por un piso de vidrio, viendo por debajo espacio o ruinas (en más de un sitio arqueológico). La primera vez que caminé sobre aquel material, fue prácticamente un suplicio (equivalente a caminar por la cuerda floja). Sucedió en Gernika, y eso que eran algunos centímetros. Más adelante, lo hice en Cartagena y no hace mucho en Jaén ( en los baños árabes).
Pero esto es más adrenalínico (¡guau!), porque estás al aire libre, a 340 metros de altura y al fondo están los roqueríos y el mar. Lo que ayuda a superar el vértigo son los círculos blancos pintados en el piso de vidrio al ingresar a la plataforma, pues permiten irse acostumbrando, de manera que cuando vas en el espacio en que disminuyen su tamaño para luego desaparecer, ya te has acostumbrado. Así que estuve apoyada a la balaustrada de vidrio sin dificultades.
Subí por el camino otro poco hasta llegar a...
Apes' Den (comedero de monos), pequeña caseta y mirador donde los macacos se mueven a sus anchas, comiendo frutas, saltando de un lado a otro, limpiándose los insectos entre sí, mientras uno camina entre ellos, tratando de no pisarlos.
Más arriba, se ubica Cable Car stop Station (la Estación del Teleférico). No accedí a las instalaciones porque significaba salir del Parque y no iba a poder regresar y aún me faltaba cosas que ver.
Luego bajé por una escalera que se ubica en Carlos V Wall. Esta escalera tiene , ni más ni menos, que 650 escalones aproximadamente (hasta donde yo llegué), porque cambié los peldaños por camino y llegué al , ¡tatatatán! :
Windsor Bridge, ¡otra maravilla! ¡Un puente colgante en altura! De 71 metros de longitud, cuelga sobre un barranco de 50 m. de profundidad, desde donde se obtiene una vista inmejorable de los alrededores.
Si tienes fobia a las alturas, es mejor que no pases por él, pues se bambolea un poco, especialmente cuando son más dos o más las personas que van caminando por él.
Ésos son los hitos más relevantes con que sorprende la Reserva Natural del Peñón de Gibraltar (Upper Rock) Sin embargo no es lo único. También hay Túneles de la II G.M., que eran esenciales en la defensa de Gibraltar ante un posible ataque alemán en connivencia de Franco. Sobre la base de los túneles construidos en la Guerra del Gran Asedio del siglo XVIII, se hizo construir una red de túneles, por un total de 52 kms. en una superficie ce 6,8 k., lo que resulta asombroso. Además, se construyó al interior de la Roca, una serie de dependencias para otorgar los servicios básicos hasta a 16 mil soldados, durante 16 meses en caso de asedio.
También, casi al salir de la Reserva, se ve un Castillo Morisco, al cual no ingresé pues nuevamente había que pagar. Es una fortaleza datada en la edad media, que consta de varias dependencias más una Torre del Homenaje. Fue construida por la dinastía Meriní, por lo que es único en la Península Ibérica.
Unas cuantas escaleras más y llegué a una calle céntrica, con muchas tiendas, todas abiertas, que ofrecían sus productos en Libras gibraltareñas. Muchas joyerías y tiendas de ropa, más locales de comida. Algo miré, pero al no haber averiguado el valor de la libra, no pude hacer comparaciones.
Pronto me dediqué a buscar un paradero de los Citybus, luego de dejar "pagando" a un vendedor de productos de belleza con su "oferta especial", que me la dio a conocer después de hacerme una aplicación de una crema milagrosa tipo bótox en las "líneas de expresión" que se forman bajo los ojos. La piel de la cara bajo mis ojos quedó tiesa, como acartonada, y yo, casi tan expresiva como los chinos.
Finalmente encontré el autobús. Me subí, sin saber qué paradas tenía, porque era número 5 , no 10. Pero llegué a la Frontera. Ya no quería más guerra. Suficientes con las que habían peleado los ingleses. Me despedí de ellos, sin prácticamente ningún trámite, porque casualmente quedé entre un grupo de turistas, cuyo bus esperaba en territorio español.
Tenía hambre. Me fui al sector de los locales de comida y me acerqué a Peter Pan, un local de pizzas. Me atendió el propio Peter, claro que no andaba de verde. Me sirvió un "combo" de sus pizzas con Coca-cola. La verdad no estaban tan buenas, pero me las comí todas. Él me contó que hacía un mes no sabía hacer pizzas (yo ya me había dado cuenta, jajaja), pero su jefe le había enseñado y él las preparaba con mucho cariño (no me dijo si Campanita lo ayudaba; al parecer, no, porque si así fuera, estarían mejores, jajaja).
Salí medio atragantada del local y me dirigí al Terminal de Buses. Llegué cansada, pero contenta. Había logrado algo que nunca había intentado sola: cruzar una frontera y lo había conseguido.
Además, lo mayormente relevante, había subido al Peñón de Gibraltar, desafío que no me había planteado y, sin embargo, lo había logrado con absoluto éxito. Muchos, a lo largo de la Historia lo habían intentado y no siempre lo habían alcanzado. Merecía descansar y lo haría inmediatamente llegara al alojamiento. El sol aún estaba alto, pero era necesario detenerse por ese día ¡Hasta pronto!
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