Una docena de elefantes, si el conteo no me falló, estaban en medio de la Ruta Costera, a la altura de Fuengirola (ciudad ubicada entre Torremolinos y Marbella). El conductor del bus, hombre al parecer experto en sortear elefantes, (jajaja), viró su volante hacia la derecha y los esquivó olímpicamente. Fue como una verónica al mejor estilo de Luis Miguel Domínguín, famoso torero español.
En Marbella, ayer nada más, divisé un rinoceronte de color medio verde calipso. ¡En serio! No es que lo haya confundido con el hombre increíble (ése es verde oscuro). En tanto, en Torremolinos, un gran toro blanco se encontraba en medio de un paseo peatonal, ayer en la tarde.
Las grandes ciudades se están llenando de animales exóticos, cuál más grande y colorido. Pero en Fuengirola "se pasaron". El Ayuntamiento debe haber obtenido una ganga o, al menos un descuento, por docena (así como en la película, jajaja).
¿Qué significado tiene una manada de elefantes en la Costa del sol? Salvo que se quiera recordar a Aníbal que anduvo por acá, antes de nuestra era, "paseando" con elefantes. Pero éstos no eran todos de la misma edad, había algunos "niños". Tal vez andaban veraneando en familia (jajaja).
En fin, cada municipio, de acuerdo a sus ingresos, adornará como quiere su ciudad. Y, en este caso y en los cercanos, hay bastantes recursos.
Creo que en mi escrito anterior anduve quedándome "corta" en la descripción de todos estos balnearios. Por ello, he vuelto sobre el tema. Desde que uno inicia la ruta desde Málaga, las mansiones y edificios se suceden unos tras otros, blancos-prístinos, de estilo mediterráneo, con cúpulas, líneas cuadradas u onduladas, medio geométricos, con adornos color ocre algunos, azul, otros, por kilómetros y kilómetros, con unos pequeños espacios, que no tienen edificios, sino vegetación, que a veces corresponden a los parques de aquellos que están a orillas del mar.
Las rotondas son numerosas en la laaarrrga avenida de dos vías por ambos lados, separada principalmente por una interminable hilera de palmeras. ¡Imagínense ese espectáculo! Lo lamentable es que es muy difícil fotografiar en marcha, con el sol reflejando en los vidrios. Los nombres de los lugares y las playas su suceden con rapidez, con letras principalmente blancas, rectas o cursivas, señalando las localidades o las playas cercanas.
Un paréntesis...
《Me acordé de una turista "gringa", que se acercó al conductor al salir de Fuengirola - ¡acuérdense! el lugar de los elefantes - porque necesitaba bajarse en Calahonda. El chófer le dijo que debía ir hasta Marbella y desde allí regresar, pues no tenía parada en Calahonda. ¡Y punto! Claro que sin "mala onda", jajaja.
Acá en la Península, los conductores son muy estrictos en cuanto a sus detenciones. Lo hacen sólo donde está estipulado, existan pasajeros o no. Sucede que hay muchos buses que no tienen viajes directos y les corresponde ir desviándose a pueblos "chicos". Habitualmente hay muy pocas pasajeros, uno...o ninguno, pero igualmente deben hacerlo, aunque el viaje se demore más, porque está en el itinerario.
Sin duda, no es igual que en nuestro país, donde los choferes se detienen donde el pasajero les solicite y a veces los trayectos establecidos no se respetan, sobre todo en las pequeñas localidades.》
Cierro paréntesis...
En el trayecto, antes de llegar a Marbella, observé un castillo-alcazaba en altura y dos torreones, en distintos lugares. Investigando, me encontré con el "detalle" de 41 torres Almenaras, que fueron construidas en el siglo XIV por orden de Yusuf I, para vigilar las costas de incursiones piratas o de otros enemigos. Por lo tanto, tenían una función militar.
Hacia el interior de todo este recorrido (en algunos tramos la carretera de la costa se aleja un poco de ella) comienzan a aparecer algunas construcciones de color ocre o terracota, pero son las menos, quebrando el blanco de todas las que orillan el Mediterráneo.
Ya camino a Algeciras, la carretera va internándose al interior y van apareciendo cultivos diversos, árboles, cerros, montañas, un par de ríos y pueblitos "encaramados" en los cerros. Llegando a Algeciras, aparece nuevamente el mar en toda su inmensidad, ahora, eso sí, rodeando las instalaciones de un Puerto de gran actividad. El paisaje ha cambiado, el veraneo desapareció, el blanco se tiñó de otros colores y el español comparte espacio con el árabe. ¡Hasta mañana!
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