miércoles, 14 de octubre de 2015

"Habrá que dejarte ir..."


    La última jornada

    Aquí estamos nuevamente: martes 13 de octubre,  jornada matinal, acompañando a mi madre en sus  últimas horas  entre nosotros. Lo que resta por venir, ya está  en marcha.
    Llueve intensamente, llueve con estusiasmo. Valdivia se despide llorando de doña Urbana. ¡Quién sabe si hará una tregua en el momento del cierre! Como sea, estaremos allí, porque somos sus hijos y porque la queremos; por deber y por amor. 
   El tiempo ha pasado lento; las horas se han estirado como elástico, aunque no pesan, simplemente nos mantienen en el sopor de la espera  cercana al cierre del suceso. El momento de la añoranza aún no llega, el tiempo de la soledad tampoco... Aún es el instante de la estupefacción, del no-creer, de la cercanía..., aún los lazos no se han cortado físicamente...
  Varios amigos y amigas han llegado; otros, han enviado su abrazo virtual  a través de las redes. Se llena el tiempo conversando, preguntando más de algo que pronto se olvidará porque es producto de la circunstancia. 
   Llega la hora de la oración. No somos una familia creyente, pero nunca está de más el solicitar el apoyo de la oración cristiana en bien del ser querido que se va. Mal no le va a hacer; al contrario, podría resultar beneficioso. 
  Terminada la liturgia, es el momento de la despedida de la imagen de nuestra madre. Primero los nietos, luego los hijos y las nueras. Corresponde cerrar el féretro. ¡Adiós, mamá, ya no veremos más tu imagen real y terrenal! ¡Atesoraremos la última visión, con ese gesto de tranquilidad y descanso que nos conforta! Te estuvimos acompañando en tus últimas horas de vida, no estuviste sola a la hora de la partida y aunque fue muy duro para todos, nos deja la conciencia liviana y la conformidad de haberte apoyado...Ahora, ha llegado el momento de  ir a descansar al lado de papá. 
   El tiempo ha sido benévolo con nosotros. Al acercarnos al Parque del Recuerdo ya no llueve. Las nubes se contienen por todo el tiempo que dura la ceremonia, que no es mucho. Los hijos y nietos llevan el féretro: es el último homenaje que hacen a su abuelita y madre.  Los hijos que acompañan, cargan también consigo  el peso de la orfandad completa, aunque la familia de cada cual libra de la soledad. 
   Sólo unas breves palabras en memoria de mi madre, los versos de un poema  creado de corazón, que intenta reflejar lo vivido estos meses. Luego, el saludo y agradecimiento a amigos y conocidos. Compartimos un rato más con querida gente de Lanco, que hizo el esfuerzo de viajar para acompañar con su presencia, en memoria de los años de trabajo conjunto. 
   Ahora, a regresar a casa. Ya no estará mamá. Mi hermana mayor pasa a ser la cabeza de la familia a partir de hoy. Se establecen tareas, responsabilidades, acuerdos. Los que se quedan unos días más apoyarán en ciertos trámites, los que se van se llevan tarea para la casa. En un mes y medio más nos juntaremos, ya con más calma, con el proceso del duelo en desarrollo y con la claridad que nos debiera dar la distancia. 
   La vida nos enseña de distinta manera: a través de las alegrías y satisfacciones, como mediante el dolor. Cada pequeño o gran evento nos permite aprender y superar obstáculos y debilidades. Este acontecimiento familiar nos ha unido, nos ha permitido conocernos mejor, ha sacado lo mejor de nosotros. Papá era quien lograba reunirnos en vida, en su hogar, en fechas de fiestas especiales;  mi madre, lo ha logrado en torno a su persona, a través de su partida. Ya no somos niños, ahora debemos seguir adelante, unidos. No somos producto del azar, no somos desconocidos: somos hermanos y debemos dar muestras de ello y  servir de ejemplo a nuestros sucesores, de los cuales, los menores, ya tuvieron un primer acercamiento a un aspecto de la vida que habitualmente se les escatima, para resguardarles.
    Hemos salido fortalecidos, el fin familiar era más importante que los objetivos personales y eso se hizo carne en estos días. Lo otro importante: la consideración por el otro, el respeto a la opinión distinta y la decisión de mantener la familia unida. Es nuestro turno. 

   "Habrá que dejarte ir"



Habrá que dejarte ir
sin poder hacer nada más.
La lucha contra la Parca
ya no es posible ganarla.
La derrota se avecina,
pues el cariño no basta...


No quisiste seguir adelante,
los pasos se te cansaron,
no hubo ánimo en la mirada,
tampoco palabras ni anhelos.
Dijiste "no quiero seguir",
tu voluntad adormeciste
y a pesar del filial esfuerzo
Ya no has querido vivir.


Difícil es decir adiós,
pero ha llegado el momento
Vamos, hermanos, ¡aliento!, 
que necesario es proseguir
aunque el dolor sea inmenso
y la pena nos acongoje,
vamos, unidos, a continuar
la senda iniciada hace años
por Asendino y Urbana,
él, Alvarez y ella, Saldaña.


A quienes nos acompañan
y nos sostienen con fuerza,
gracias por vuestra presencia
y por todas sus palabras...
Vamos, hermanos, que somos 
los que quedamos a cargo
de demostrar lo aprendido
y de preparar el camino
para que el día de mañana
los que nos siguen asuman
la tarea que va a venir...


Padre, Madre, aquí estamos, 
juntos como vuestra familia.
Sepan ustedes, hoy día,
aunque ya no estén aquí, 
que somos el fruto concreto
de lo que les tocó vivir.
Con mucho cariño y respeto
siempre les recordaremos,
porque es de hijos sinceros
no olvidar todo el empeño
y el esfuerzo que pusieron
para hacernos lo que somos.

Hasta siempre, Asendino y Urbana,
Hasta siempre, una vez más. 

....

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