No quería regresar de Santiago metida en un vestido de trabajo, por lo que no sabía exactamente qué ropa ponerme toda vez que no había llevado nada más que lo puesto. Tampoco quería dejar mi abrigo allá (ya tengo otros dos que en ocasiones me han hecho falta y que dejé allá precisamente porque no quise regresar con la misma ropa).
Como no salí a las calles santiaguinas desde mi llegada el día sábado a las 17,30 horas, ignoraba cómo estaba la sensación térmica realmente. Opté finalmente por una situación intermedia: traer toda la ropa de vuelta, aunque no toda puesta encima. Me puse un jeans con polera; encima, el abrigo que había llevado (que es delgado y de color negro). Me calcé las mismas sandalias (las primeras en esta temporada), pero no quise hacerlo a "pata pelá" porque lo más probable iba a ser que mis patitas iban a terminar con más de una herida o "matadura". Así que busqué unas medias-calceta y el único par que encontré no estaba muy católico que digamos (igual que la dueña, jajaja, en el más amplio sentido de la palabra). Para empezar, eran de tono distinto (pero andando rápido no se notaría, jajaja), y una de ellas tenían un par de hoyitos, jajajaja.
- ¿Qué hago?
No me podía poner panties, pues terminaría "asada" y si no usaba las mini-medias iba a ser un problema ir a trabajar con las "patitas heridas" al día siguiente. Así que, la conveniencia personal había que ubicarla en primer lugar. Me puse las calcetas, cuidando que los orificios quedaran escondidos, es decir, hacia la planta del pie. Al menos yo no los veía, jajaja. Además, nadie iba a preocuparse de mirar mis pies, luego de ver mi bello rostro (jajaja).
Salí "echando pinta" del edificio: polera negra, jeans, abrigo largo negro, anteojos que se oscurecen, cartera en bandolera y mochila a la espalda. Mientras esperaba el Trans, el viento movía mi abrigo, el que lo arremangué por el calor que hacía. Sin embargo, ya no era hora de sacarme el sobretodo (lo haría una vez estuviera en el Bus hacia Rancagua). En un momento, me sentí casi como la heroína Trinity, sólo que el abrigo no era lo suficientemente largo y era de género (jajaja).
Salí "echando pinta" del edificio: polera negra, jeans, abrigo largo negro, anteojos que se oscurecen, cartera en bandolera y mochila a la espalda. Mientras esperaba el Trans, el viento movía mi abrigo, el que lo arremangué por el calor que hacía. Sin embargo, ya no era hora de sacarme el sobretodo (lo haría una vez estuviera en el Bus hacia Rancagua). En un momento, me sentí casi como la heroína Trinity, sólo que el abrigo no era lo suficientemente largo y era de género (jajaja).
Ante ese pensamiento me reí sola, mientras me subía al Trans, que se había detenido para llevarme. Al bajar a tomar el Metro para llegar hasta la estación USACh y luego al Terminal Sur, de nuevo me sentí transportada a la imagen de Neo, perdido en un tren de alta velocidad, recorriendo el Limbo.
En el viaje de regreso a la Sexta Región leí un poco, pero luego me venció el sueño. Felizmente no estaba conectada con un sinnúmero de cables inducida en un sueño de supuesta normalidad, sino sentada en un bus Expreso Santa Cruz, que en una hora y diez minutos me dejaría en el Terminal O'Higgins.
- ¿Quieres que te diga algo, Princess?
- Dime... Ojalá no sea una pesadez...
- La verdad no debiera molestarte, pienso yo.
- Está bien, dime.
- Estás muy lejos de parecerte a Trinity...creo yo...
- No dije que me parecía físicamente, sino que la "pinta" me hizo "sentirme" como ella...
- Te recuerdo que Trinity es alta, delgada, JOVEN, ágil, INTELIGENTE y... varias cosas más, características todas bien lejanasssss de tu persona,...creo yo... jijiji
- Jajaja, lo sé... Soñar no cuesta nada, jajaja....¡Fue sólo una sensación! ...¡Oye!
- ¡Quéééé!
- No puedes desconocer que lo que mencioné coincide con Trinity y, además, las minicalcetas con hoyitos, jajaja
- ¡Jajaja, buen punto! Ahora que recuerdo, en Zión no estaban instaladas ni Falabella, Ripley ni París, de manera que no era fácil cambiar el guardarropa.
- ¿Y para qué te contaré cómo llegué a palacio?
-¿?
- ¡Acalorada a más no poder, cansada con el peso de la mochila y con los dedos gordos saliendo de las minicalcetas, jajaja! ¡Qué cosas, ¿no?
- ¿Y para qué te contaré cómo llegué a palacio?
-¿?
- ¡Acalorada a más no poder, cansada con el peso de la mochila y con los dedos gordos saliendo de las minicalcetas, jajaja! ¡Qué cosas, ¿no?
Pensando en el estupendo Keanu Reeves, del cual no logré vislumbrar ni un pelo de sus abundantes cabellera y barba cuando anduvo por estos lares el año pasado, cierro metafóricamente el recuerdo de esta película que tantas veces disfrutamos con mi querida Infanta. Hay que volver a la realidad, que no es tan terrible como dicen varios. Al final, todo depende de uno.
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