No lo busqué, simplemente se dio la coyuntura. Es el segundo año que trabajo en la institución y la relación con los demás integrantes de los distintos niveles jerárquicos está más afiatada. Y así como yo conozco más a cada uno de mis colegas y funcionarios con los que compartí el año anterior, ellos, también saben más de mí. No en vano, me paso la semana completa en el PREU.
Hay días más gratos que otros. No sé si se debe a que uno está menos cansada o que las personas con las que comparte son más simpáticas, pero así es. En realidad, creo que hay algo de ambos factores. Y, por lógica, hay lazos más firmes con algunas personas, con las que la conversación es más fluida, interesante y divertida. Las sonrisas y risas no faltan y el ingenio aparece en más de alguna intervención.
En cambio, hay otros días (o tardes, más bien) en que cada uno de los están en la SS.PP. (sala de profesores), entre ellos, YO, respira su metro cuadrado. Mientras alguno está en el PC de la sala y yo estoy sirviéndome un café (es mi vitamina de cada recreo, así sean cinco, como sucede el día viernes), otros están "pegados" a su celular, cual adolescentes. En esos momentos, nadie habla. Yo miro, observo y pienso... (no diré lo que pienso, eso sí, jajaja). Los viernes en la tarde son una soberana lata, así que cuando "la Negra" no está instalada en el sillón de recepción de la Secretaría (la Negra es la gata-mascota de CPECh Rancagua) soy yo la que espero en dicho sillón el toque de timbre que marca el inicio del siguiente período de clases (por suerte no soy alérgica a los felinos, jajaja).
El lunes pasado, al llegar a trabajar a las 14 horas, una colega me consultó si me gustaría ir a almorzar el jueves a las 13 horas con otra colega más. Me encantó la propuesta, pues ambas están en el grupo en que conversamos más y que estuvimos juntas en la celebración del Día del Profesor...y Profesora.
Llegó el día jueves. Las tres teníamos el tiempo suficiente para darnos el espacio para un almuerzo conversado. El lugar fue elegido por ellas; yo no lo conocía. Está incluso bastante cerca de palacio, así que nos fuimos caminando.
El restaurante, llamado "Dulce Aroma" se ubica en calle Cáceres, pasada la rue Campos. Cuenta con varios comedores y uno de ellos está al aire libre, en un pequeño patio interior, que, así y todo tiene como 7 mesas. Allí nos instalamos. El día estaba absolutamente primaveral, casi veraniego, de manera que nos ubicamos bajo la sombra de un Pomelo, árbol que le da el toque especial al lugar, con sus frutas a la vista. Como somos "profes no más", pedimos el plato del día, que, aunque no tenía nada de original, su presentación estaba muy bien cuidada y los platos eran hermosos (ya buscaré aquellos modelitos parecidos cuando tenga tiempo; los detalles hacen la diferencia).
A la entrada de algo parecido a un albóndiga de atún (se me olvidó el nombre, jejeje) en una cama de lechugas acompañado con una salsa con ajo (¡mmmm!) le siguió un principal de pollo arvejado con puré (no es mi plato favorito pero estaba rico y contundente: era un tuto-completi, jajaja), para terminar con un postre de torta de yoghurt con un fruta, todo lo cual fue acompañado con bebida o jugo.
Después de mucho hablar de algunos aspectos de nuestras vidas, terminamos nuestra estadía con un delicioso café americano, con aromático e intenso café de grano...
Luego de pagar cada una su consumo, salimos del local contentas por esas dos horas de relax compartido, y nos fuimos "bajando" del grupo a medida que cada cual se dirigía a su lugar de destino.
Cuando llegué a palacio, igualmente me quedó tiempo para descansar un rato, comerme una fruta (naranja, las favoritas en estos tiempos) y preparar mi ánimo para las clases de esa tarde. ¡Con gusto me habría quedado descansando a "pata suelta", pero el deber me llamaba! En tanto se pueda y sólo sea cosa de voluntad, hay que cumplir y de la mejor manera.
Fue un grato día en verdad. Las clases de la mañana también habían estado agradables. Es que la confianza en el trabajo que realizo día a día, la práctica en los programas de la institución, la tranquilidad con la que uno ejecuta su labor y el interés mayoritario de los alumnos que asisten (cabe señalar, eso sí, que no todos asisten), dan como resultado, a estas alturas del año, una relación bastante distendida con alumnos a los que ya se conoce y que le conocen a uno, por lo que la atmósfera general de trabajo es altamente positiva.
- ¡Cuánto me alegro, Principessa! ¡Ya era hora que algo te haga gozar! Pardón... quiero decir, el trabajo...
- ¡No te preocupes! Te entendí perfectamente...Y ¡yo también me alegro! Me alegro que el cansancio sea por estar de pie, por el tiempo ocupado en estar frente a grupos de alumnos, por preparar algún power más entretenido y no por...otras razones...
- ¿Qué otras razones, estimada amiga, si es que las puedes compartir?
- ¡Claro que sí! For example: cansancio de la gente a tu cargo que hace mal la pega, de los que se dicen profesionales pero se quejan si les piden que hagan bien su trabajo, de la gente irrespetuosa y desconsiderada, de los inconsecuentes, de las malas-pero-malas personas, de los jefes cegatones, etcetc... La lista es larga, lo que no quiere decir que no haya personas y momentos gratos, pero sucede que la mezcla, al final del día resulta de un sabor más amargo que dulce y es el alma la cansada más que el cuerpo...
- ¡Guauu! ¡Qué buena manera de expresar el cambio!
- ¡Es que la vida, a pesar de los pesares, tiene sus compensaciones!
Y pensando en aquello de las compensaciones, agradezco mentalmente a aquellas dos mujeres que fueron -y siguen siendo- parte de ésta, mi vida, y que han partido, dejando tras de sí un cúmulo de momentos vividos, recuerdos gratos, enseñanzas, anécdotas y muchísimo de todo esto que forma parte del día a día en cada familia, cuando en realidad existe la fuerza del cariño.
- La próxima vez que quiera estar bajo la sombra del Pomelo, las llevaré conmigo. Estoy segura, les gustará...
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