miércoles, 11 de enero de 2017

De vuelta a palacio...

  Mientras camino por calle  Alcázar (¡qué apropiado el nombre para esta Principessa!, pues significa "castillo, fortaleza"), dejándome acariciar por los rayos del sol (¡Mmm,  qué grato sentir el calor en la piel después de haber sentido la brisa,  algo intensa, de un rato antes!; grato hasta que comenzó a darme calor y debí optar por irme por la vereda más sombreada). Me siento bien caminando por las calles rancagüinas, cómoda y relajada.  

 Realizo varias tareas que me había propuesto y regreso a palacio a preparar mi almuerzo.  He comprado verduras al casero del edificio para preparar algo distinto.  En la tarde iré al cine a disfrutar un film futurista,  de esos que nos entusiasmaban tanto con Mirella.  Imágenes de la película me recordaron un  tour nocturno y astronómico que hicimos con mi hermana el año 2015, cuando estuvimos en San Pedro de Atacama.   ¡Hermosa vista de la Vía Láctea sin contaminación lumínica! 
   Luego, además de "tragar" páginas de una novela romántica, me dediqué a ordenar en carpetas las más de 2000 fotografías tomadas durante el viaje del mes pasado. Detenidamente, alcancé a revisar apenas las de una de las nueve ciudades visitadas. Sé que debo hacerlo antes de que olvide a qué ciudad pertenecen, así como debo escribir y preservar lo singular, lo llamativo,  lo hermoso y fantástico de lo vivido en los 28 días que recorrimos algunas ciudades españolas. 
   Así que convocaré a los Musos para que me ayuden en la tarea, especialmente en estos días,  antes que la próxima aventura transforme en añejo el viaje pasado. Por lo tanto, retrocederé en el tiempo en la próxima entrada, esperando no desistir en el propósito,  ahora que mi amiga tablet se fue al "patio de los callados" al parecer. En fin, deberé adaptarme a otro artefacto.  
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  Sé que debo escribir pero a ratos logro esquivar esa responsabilidad. No, mejor dicho, necesidad.
  Necesito escribir, necesito plasmar lo vivido, sentido y experimentado de alguna forma. He encontrado una estrategia infalible. Sé que mientras esté leyendo un buen libro hago caso omiso a las Musas, por más que canten al estilo sirénico. (¡Guau! Me ha costado una enormidad escribir ese adjetivo, pues el celular insistía en corregirme. ¡¡Imagínense!! ¡¡¡A mí!!). Entonces, una vez terminado el texto en cuestión,  busco alguna novelilla romanticona, que exude sentimentalismo barato,  autoflagelamiento y algo de sexo (jajaja), con él único objetivo de leer algo estúpido que me obligue a abandonar a cada rato y cambiar por la escritura. Puede parecer poco creíble pero es verdad y da resultados. Tal vez patente la idea. 
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   He logrado, aunque parezca poco creíble, poner lo vivido y experimentado, al menos lo más importante, en palabras, con las imágenes más significativas. Sólo queda escribir algunos apuntes generales (¡qué bien!). Alguien podría pensar o decir, con toda razón, "¡¿Y quién te obliga?!". ¡Cierto, nadie me obliga! Es mi cruzada por la vida, aún sigo -y seguiré-  en el "salvavidas", aunque los riesgos de volcar del comienzo hayan disminuido. Además, me gusta escribir y, más que ello, se ha constituido para mí en una conversación permanente. Escribo para ella...escribo para ti...
  Junto a lo anterior, he realizado varios trámites necesarios, fue al Cine nuevamente y , ayer tarde, compartí unas horas de grato relax con los amigos de siempre ...y de años rancagüinos, aprovechando de celebrar cumpleaños recientes y por venir, además de ponernos al día en las últimas noticias de nuestro medio y en todo lo concerniente al "backstage" de las mismas (jejeje). Después de la "junta", resulta reconfortante para nuestro acervo emocional darse cuenta que la amistad se mantiene viva a pesar del tiempo y la separación física de nuestros trabajos.      
Comenté hace un par de días la última película vista: 
Assessin's Creed. De regreso a palacio, después de participar, por suerte como espectador, de ese extraordinario baño de sangre, me asiste la duda de hasta qué punto, estas imágenes cada vez más frecuentes en nuestros medios están influyendo en los infantes y adolescentes de hoy, y causando su efecto, como la gota que horada la piedra. Considerando que está basado en un juego electrónico, uno de tantos en que se da muerte a destajo a los "enemigos", alguna rémora irá quedando en cada subconsciente que, a futuro, buscará la salida. No me parece que estas imágenes y acciones, repetidas hasta el cansancio, puedan ser absolutamente inocuas. En fin... es la sociedad que estamos construyendo, conscientemente algunos, inconscientemente los más. 
 
 
 El guión de la película, algo simplón, con algunas luces interesantes. Los efectos especiales abundantes y vertiginosos, tanto que a uno le parece que la película dura más tiempo del real. Las locaciones...¡fantásticas!  
¡Es lo  que, desde mi humilde perspectiva, más me gustó; 
corrijo, me fascinó! Hay imágenes de La Alhambra (ciudad Granada) tanto exterior como interior de algunos palacios del complejo: el de los Leones, por ejemplo; 
o el cielo raso de los Baños árabes, donde estuvimos en nuestro viaje y de lo cual tomamos fotografías. Me encantaron esas tomas en los techos de estas construcciones (a velocidad supersónica), así como de la Catedral de Sevilla 
donde efectivamente están los restos de Cristóbal Colón. También reconocí esas paredes de edificios cercanos, que por la estrechez de la separación entre ellos, permitía que los personajes pudieran subir por ellos. 
   Desde hace un tiempo, virtud que se le debe mayormente a la Saga Juego de Tronos,  la temática medieval se ha transformado en un boom, tanto en el ámbito literario como en el cine. A ella también recurre este film, combinándola con el manejo del tiempo, hitos y lugares históricos (la Inquisición, los Templarios, España medieval), más abundante acción, da como resultado una mezcla extremadamente atractiva, lo que pronostica su buen éxito, el que termina con un desenlace abierto, de manera que lo seguro es que tendrá una continuación.
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    Hoy seguimos (y tenemos para rato) disfrutando de un cielo despejado y de muchísimo sol, del que hay que gustar a la sombra, con un vaso de agua mineral al lado, un buen libro en las manos y la música de fondo. Habrá algo más sencillo, económico y, a la vez, extraordinario que eso?? Lo dudo. ¡Muy buenas tardes!

 

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