sábado, 14 de enero de 2017

Apuntes en el borrador de la memoria...

  Despierto sobresaltada. Miro a mi alrededor y veo una intensa luz color turquesa frente a mis ojos. Reacciono. Abro bien los ojos y me encuentro en la terraza frente al sofá nido de ese mismo color (jajaja).
- Ni que hubieran estado torturándote, jajaja. - ¡Ohhhh, milagro, milagro!
- ¿Dónde? ¡No veo nada!
- ¡Has aparecido de nuevo!
- ¡Jajaja! ¡Yo también tengo derecho a vacacionar!
- ¡Cierto!
(Para los que no me recuerdan, debo señalarles que soy el alter ego de doña Principessa. Todo este tiempo la he dejado sola escribiendo; en todo caso, no había estado muy activa. Ahora que he visto que está más "trabajadora" he regresado de mis andanzas -que ya alguna vez les contaré, jejeje- para hacer el contrapeso a la perspectiva particular e individualista de esta "señorita". Ese es mi propósito. ¿Que si yo tengo, a la vez, un alter ego? No..., no lo necesito, soy perfecta, jajaja)
  No sé qué calidad está teniendo mi sueño en estos últimos días, pero despierto absolutamente desorientada y asustada. Seguramente mis despertares son provocados por algo intempestivo y mi subconsciente no alcanza a realizar el proceso de adaptación a la realidad en toda su forma...Pensándolo bien, es eso. ¿Para qué buscarle las cinco extremidades al felino? Solución : dormir donde corresponde y a la hora adecuada.
- Me parece una buena solución aunque tiene dos "peros"...
- ¿Ah, sí? ¿Cuáles?
- Uno: no sé si podrás mantener los ojos abiertos después de almuerzo si lo que haces es tenderte a leer y escuchar música. Te diré que, al revés, es la mejor manera de buscar el sueño (jajaja). Dos: en estos días, o noches, más bien, creo que nadie está durmiendo muy bien por el calor reinante, de manera que medio mundo de la zona norte y central está quedando al debe con su cantidad de sueño.
- Tienes razón. Anoche logré dormir a ratos solamente. Entre el ruido que subía desde la calle (debí dejar abierta la ventana para que entrara el fresco, jaja) y el calor, más las tres duchas heladas que debí darme  para lograr bajar el calor corporal, el descanso fue de dudosa calidad.
- ¡Felizmente, no tienes mucho de qué descansar, jajaja!
   A ratos deseo un clima más templado. Me escapé de la lluvia hace 11 años y he caído en este calor veraniego excesivo. ¡No todo es perfecto! 
En fin...
  Aboquémonos a nuestro tema.
  Al inicio, debo señalar -y ya algo de esto he mencionado en alguna entrada-, yo soy más bien una viajera-turista "puertas afuera". Prefiero los espacios abiertos por sobre los cerrados, me gusta caminar, callejear, ir descubriendo en el trayecto lugares e hitos de interés, de mi interés, que no siempre es el mismo de todos, por lógica. A veces inicio un recorrido con un itinerario, pero no siempre lo mantengo, pues me doy la libertad de cambiarlo o modificarlo si en el transcurso surge algo no previsto e interesante. Por tanto, podría calificar, si me obligan, mi modo de hacer turismo como de exteriores, pedestre, intuitivo y fotográfico. Creo que aquello explica la razón por la cual no me atrae mucho asistir a exposiciones y adentrarme en museos, si tengo la perspectiva de recorrer lugares más atractivos para observar y plasmar en una imagen. Tampoco soy turista de playa o piscina. Me gusta caminar por la arena, sentir el aire marino, navegar, pero no permanecer, salvo que pueda gozar de la sombra adecuada y de la tranquilidad para escuchar música y leer (situación que no existe en las playas actualmente).Lo que sí confirmé fehacientemente es que las construcciones me atraen: me gusta averiguar algo de su historia, no por el objeto en sí, sino por lo que proyecta de sus creadores y de su tiempo. Me gusta gozar de la belleza de la naturaleza -¿a quién no?- y de ciertos momentos del día. Y cuando hablo de belleza natural cabe tanto un río caudaloso, un bosque o prado, como un hilo de agua entre las piedras y arena del desierto o la nieve en las montañas. También las costumbres humanas  me llaman la atención y me inducen a la reflexión.
- ¡Humm! ¡Interesante ...y utópico!
- ¡No creas! En muchos viajes, he encontrado aquello. ¡No seas aguafiestas!
   Cuando, a través de la compra del pasaje,  concretamos la idea de ir más allá de nuestro continente, comenzamos la cuenta regresiva a un desafío del que no podíamos arrepentirnos. Hasta antes de ello era sólo un sueño expresado en palabras o pensado como una aspiración. Pero cuando ya se transformó en una realidad a plazo fijo, había que hacerse a la idea y no fue un proceso fácil. El trámite del pasaporte fue el primer paso y, luego, ir preparándose mentalmente para lo que había que llevar, más datos concretos para la estadía. Lo último, ir a una oficina de cambio o banco para obtener dólares y euros. Y sólo a unas horas del viaje, encontramos la salvación para asegurar la estadía en cada uno de los lugares a los que fuimos: booking.com.  
  ¡Bien! Comenzaba nuestra aventura, de la cual ya he escrito pormenorizadamente. Ahora, algunas observaciones a manera de síntesis de...todo un poco.
  En relación a los españoles, con el riesgo de caer en errores, por supuesto, puedo decir que me parecieron, en general,  personas muy extravertidas y sociables (muy llanas a entregar información a la hora de consultarles), que exponen sus ideas con mucha seguridad, sin temor al que dirán. Se parecen a los argentinos en aquello, con la diferencia que los españoles no usan improperios, al parecer- como nuestros vecinos. En su aspecto físico, se observan de estatura mayor que la nuestra, mayoritariamente de contextura normal o delgada, muy bien vestidos. Vimos muchas mujeres, tanto adolescentes como adultas, que a pesar del frío andaban vestidas con abrigos de diferentes cortes y con medias, lo que llamó nuestra atención considerando la época del año (otoño-invierno).
Muchos hombres también vestidos formalmente,  con abrigos al estilo gentleman. Los policías, ¡estupendos! No vimos ninguno, en todas las ciudades que recorrimos, excedido de peso. Numerosa gente mayor (tercera y cuarta edad) caminando sin dificultades, activa de actitud, tanto así que cuando a alguien se le ofrecía el asiento en algún autobús, en la mayoría de los casos desestimaba el ofrecimiento. Se dice que el español es machista y nosotros creíamos que era una apreciación ya superada. Seguro que han avanzado en ello (la mujer española resultaría intimidante para nuestro homo-erectus chileno, jajaja), pero igualmente nos encontramos, por ejemplo, con un señor que nos vendió pasajes cuando desde Bilbao nos fuimos a Ávila, que manifestó que yo le hacía muchas preguntas. ¡Tal cual!
- ¿En serio?
- ¡Sííí! Se sintió molesto porque yo preguntaba mucho.
- ¡Jajaja! ¿Y qué hiciste tú frente a esta reacción expresada abiertamente?
- No me quedé callada. Le dije que necesitaba saber lo que desconocía y continué, jajaja, mientras pensaba "¿Qué se cree este energúmeno cavernario?".
   La población española es variopinta. Esto de la inmigración, fenómeno global, se nota en la península. Gran cantidad de asiáticos y gente de color. Estos últimos los vimos en Madrid, en Bilbao, en Granada, dedicados al comercio callejero principalmente, entre otras actividades no tan santas, como advirtió un comerciante grastronómico a mis compañeras de viaje. Una noche nos dedicamos a observarlos en la Plaza Puerta del Sol de Madrid y sus cercanías, viendo de qué manera instalaban su mercadería en la calle y luego, al ver la policía, arrancaban (igual que acá en Santiago) y a los minutos volvían. Parecía una verdadera competencia, para ver quién se cansaba primero. También nos encontramos con muchas mujeres con burkas y  varios latinos, específicamente trabajando en restaurantes (colombiana, peruano, guatemalteca) y en tiendas (mexicano). También el taxista que nos llevó de regreso al Aeropuerto de Barajas era latino (ecuatoriano).
   Siguiendo en el ámbito humano, nos sorprendió sobremanera el interés extraordinario de los españoles por los juegos de lotería. Ya el 1 de diciembre se veían largas filas en los locales de venta de boletos para el sorteo navideño. Y muchos comerciantes españoles (se notaba que lo eran) en la calle, ofreciendo boletos, principalmente mujeres, hasta horas de la noche, a pesar del frío.


  Y a propósito de Navidad, cabe destacar que la celebran "a todo dar". Todas las ciudades visitadas tenían adornos navideños luminosos en todas las calles céntricas, con diferentes motivos, con mucho colorido y muy hermosos. A ello, se agregan los árboles de Pascua, instalados en diferentes plazas. Constatamos a través de esto y en el ambiente, la importancia de estas fechas de fin de año, más el Día de Reyes (6 de enero).
- ¡La contaminación lumínica debe ser la "patagüina!
- ¡Jajaja! ¡Tú lo has dicho! ¡Y el gasto de luz para las arcas de cada ayuntamiento, otro tanto! En eso, en nuestro país son más cuidadosos.
- ¿Cuidadosos o fomes? jajaja...
  Mucha gente con adornos de cotillón en las calles en días previos a Navidad, sin ningún complejo. Mucha venta de esa flor que acá le llamamos "Corona del Inca", pero que en España la denominan "Poinsettia", si no me equivoco. En las calles se veía a mujeres y hombres llevando un ramo de ellas, mientras que en locales comerciales y en casas eran parte del adorno obligado. ¡Mucho rojo, como pueden deducir! 

  Otras de las actividades del comercio callejero que disfrutamos fue algo que también se desarrolla en nuestro país (¿Nos habrán copiado los españoles, jajaja?): 
las estatuas humanas y los grupos musicales, hasta de ópera, que también he visto en Paseo Ahumada más de una vez. 
La estatua que más nos llamó la atención fue la de un Viejo Pascuero en motocicleta, pero "congelado" en el aire. ¿Cómo se sostenía? ¡No lo averigüé! Preferí quedarme con la idea de que levitaba (jajaja).
- ¡Oye! ¿Y entre esa maravillosa fauna humana, se ven mendigos?
- ¡Sííí! En todas las ciudades, pero vimos más en Bilbao. Nos encontramos con muchos rumanos con carteles pidiendo para su familia. También vimos hombres que no sólo pedían para ellos, sino también para su compañero canino, que tenían a su lado. Asimismo, y eso fue chistoso, había en Madrid un par de hombres que solicitaban aporte para comprar cerveza, wiski y otros líquidos parecidos. ¡Car'e palo!
   También, dentro del comercio callejero nos encontramos en varias ciudades con personas que vendían castañas tostadas y otros, choclos y camote ídem.
   Hubo una costumbre que llamó nuestra atención negativamente. Tuvimos plena conciencia de aquello en Bilbao, pero también la constatamos en otras ciudades.
- ¿Qué?
- Aquello de botar al piso las servilletas usadas y los sachets de azúcar utilizados, por ejemplo, al desayunar o tomar onces. De manera que el piso de la barra o de las terrazas se veía "asqueroso" avanzado el día. En un local en Ávila, recuerdo haber visto tres o cuatro basureros dispuestos bajo la barra, pero los clientes igualmente tiraban estos desechos  al piso.
- ¡Seguramente no tienen muy buena puntería, jajaja!
- ¡Y tanta gente en las calles, en las plazas y en la terrazas, casi a toda hora!
- ¿Y eso es malo?
- ¡No, era impresionante...y algo agobiante! Jejeje...
   Creo que más de algo puede quedar en el tintero, pero con esto cierro el ciclo de lo que quería compartir con ustedes. Es probable que en alguna futura ocasión surja algo más de la memoria... ¡Ah!... Precisamente, acabo de recordar de lo bien que dormíamos allá, con esos postigos y persianas black out, que dejaban fuera toda luminosidad excesiva y de la calefacción permanente en esos días, de manera que el frío de la calle quedaba en ella. Lo que sí, no puedo dejar de mencionar, que nuestro último alojamiento tenía algunos pros y varios contra: se ubicaba a pasos de la Plaza más importante, la del Sol, pero con una vida nocturna callejera hasta  muy tarde y con participación más de inmigrantes que nada, muy bochincheros. ¡Fue una verdadera lata, de la cual, lógicamente obtuvimos aprendizaje para el futuro!
  Compensaciones...
 Sé que nada puede compensar lo perdido,  pero la vida te va dando pequeñas vitaminas que te otorgan la fuerza necesaria para seguir adelante. Esta aventura actuó como una inyección vitamínica importante. No reemplaza, pero ayuda...
  ¡Hasta pronto!

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