martes, 5 de marzo de 2024

¡Y llegó Marzo!...



 




 De nuevo el ciclo se completa y se inicia un nuevo año laboral y escolar.  Los que somos profesores  -y ejercimos por varios lustros de tales- tenemos un calendario distinto.  Nuestros años comienzan en marzo,  no en enero. Con los varios que llevo alejada de las aulas y de las oficinas, este mes ya no tiene la misma connotación de antes.  En unos pocos años, imagino,  se me "aparecerá" el fantasma de Marzo cuando empiece a tenerle temor a un nuevo invierno.  Felizmente aún no sucede.  

   He estado unos días tranquilos en palacio luego de haber visitado el gran Buenos Aires al inicio de la segunda quincena de febrero. De nuestros vecinos 
veo de vez en cuando la cara de su presidente en YouTube diciendo "¡No hay plata!", 😉, expresión que a veces me parece una premonición (¡no sé por qué será! 😁). Los ecos trasandinos se acallaron definitivamente con un breve viaje a la Región de Los Ríos, in memoriam de nuestro hermano Ernesto (ya se cumplió un año de su muerte; te recordamos,  hermano Tito,... siempre). 
 
   Entre múltiples tareas (bueno, nunca tantas : tejer, cocinar, ver tv, salir de compras, cuidar de mi huerto-jardín, intentar la conquista del mundo,  😂), he leído...algo (bien poco la verdad). Luego de quedar absolutamente frustrada con mis planes de adquisición de la obra de alguno de mis autores preferidos, planes fracasados ante la carestía de los libros en la maravillosa
 Librería El Ateneo de B.A., me ha costado iniciar la lectura de un nuevo libro. A pesar de ello, leí un par de textos este verano (¡qué vergüenza la cantidad!), que resultaron toda una grata sorpresa. Les cuento.  

   El autor era novel para mí, aunque hace años que él escribe. Claro, cualquiera puede entender que son muchos más los autores desconocidos por mí que los conocidos, pues es imposible que con tanta juventud que poseo,😂 😂, pueda haber leído a tantos. Lavie Thidar me recordó, al comienzo -sólo al comienzo- al autor de los "Los Versos Satánicos" de Salman Rushdie, pero a este último no pude terminar de leerlo, pues no me gustó y no entendí su surrealismo extremo. Fundamentalismo literario pareciera; lo llevan en la sangre algunos escritores. En cambio, Thidar, aunque no tan fácil ni tan obvio, me fue más asequible. Es un escritor judío de cuarenta y tantos, con varios premios a su haber. Su estilo es una mezcla de ucronía, distopía, novela policíaca, con múltiples planos, dimensiones o mundos paralelos. La lectura de sus obras no puede enfrentarse de manera liviana y superficial. Nos obliga a estar atentos.    

   Incursioné en Tierra Profana en la primera quincena de enero con éxito. Tuve una gran ventaja: se trataba de un libro físico y de mi propiedad (un interesante regalo, ¡gracias, Marce!), en el que pude ir haciendo marcas textuales -literalmente hablando- cuando descubría las casi invisibles  pistas de aquellos mundos paralelos en que se desarrollaban los acontecimientos. Casi me transformé en un alter ego del personaje, que recorría lugares, que buscaba, que en más de una ocasión se sintió perdido, extrañado, viviendo y cruzando mundos temporal y geográficamente distintos. Además de este juego como de espejos, en el que ves tu reflejo multiplicado y de pronto no sabes cuál es la imagen real y verdadera y cuáles son meros reflejos, está la interesante base argumental que alimenta la ucronía. Ese punto de partida (punto jombar) es un hecho real e histórico: la búsqueda de la Tierra Prometida por parte de una expedición sionista en el continente africano, en el año 1904, que fracasó en la realidad, pero no en el relato de Thidar.

   En la novela, los judíos establecieron su "tierra prometida", no en el lugar en que se suponía de acuerdo a las escrituras (por ello lo de "profana"), sino cerca de Uganda. Y claro, esa bifurcación histórica -y geográfica- evitó que fueran víctimas del nazismo, aunque sí son victimarios -¡vaya paradoja!- de los habitantes nativos de aquel territorio (de los "pueblos originarios" dirían algunos). Hitler no tuvo como "cabezas de turco" a los judíos, no logró hacer prosperar su guerra, no se suicidó en 1945, sino que fue asesinado en 1948. Este último dato aparece como una pequeña pincelada en la tela argumental, lo que obliga al lector a completar la imagen o el escenario completo sobre la base de sus conocimientos, elucubraciones y gustos personales. Estas mínimas pistas  (como aquéllas sombras que solía ver el personaje con el rabillo del ojo) me hicieron recordar esos gatos que le solían aparecer a Neo en Mátrix y que le indicaban la falla en ese intento de "realidad" que le querían "vender" los líderes de aquel mundo -distópico también-. Me pregunto: ¿cuáles serán los gatos o marcas que presenta nuestra realidad chilena oficial?

  Estando al tanto de lo que sucede en la actualidad -lamentablemente- entre los israelíes y los extremistas de Hamas, más de alguien pudiera sentirse tentado de pensar que la historia ficticia, tal vez,  habría sido mejor para todos. Tal vez. Nadie tiene la potestad de vislumbrar en el posible cruce de caminos de la historia lo que ofrece una vía u otra, como para ganarle el quien vive a los acontecimientos. Quizás igualmente se les hubiera acusado de genocidas, como se lo está haciendo en estos días, olvidando convenientemente quiénes fueron los atacados y los atacantes iniciales. 

   Entusiasmada por esta obra de Thidar, busqué otras en el océano digital. Encontré varias. Me decidí por Osama (publicada el año 2011). Ya en este relato, está algo más que el germen de lo que alcanzará como escritor en su última novela, Tierra Profana. Sin ninguna duda, me inclino por su obra más lograda, la última. 

   Estoy terminando de escribir estas líneas luchando contra el movimiento involuntario que me provocan las turbulencias del vuelo. No estoy viajando a África,  tampoco a Medio Oriente. Voy a otro lugar, también lejano y exótico para nuestro Occidente tercermundista. Me dirijo a Tailandia, la joya del sudeste asiático, el país de las sonrisas. Recién estamos en la primera parte del viaje,  🙈. Soy integrante de un grupo de 38 personas, 3 de ellas guías de un montón de féminas  entradas en años, 😂, ansiosas de recorrer el mundo antes de éste llegue a su fin o le toque el "the end" a la historia personal de cada una. La mayoría, mujeres, de sus años, acompañadas en la aventura por contados varones y unas cuantas evas con menos tiempo fuera del paraíso, 😂 😂.  Estoy sentada en la penúltima fila de un avión de más de 300 pasajeros. Ha surgido buena onda entre varias "nuevas" que viajan con la empresa Masaitravel. Espero que continúe -a la buena onda, me refiero-. Tengo algo de frío y más que algo de hambre. Los franceses a cargo de la línea aérea parece que están pasando por tiempos de vacas flacas. O bien, a los pasajeros de los últimos asientos les corresponde dieta obligada (falta que me hace, entre paréntesis, 🙈).  En todo caso, nos dieron almuerzo, el que aprovechamos de regar con vino tinto y champaña en nuestra fila. 

   Faltando una hora para llegar a París ( lugar de conexión) nos han traído alimento. Una especie de desayuno, toda vez que haremos escala a las 6,05 hrs. Algo se me ha calmado la solitaria, pues ya habían transcurrido 10 hrs. desde que almorzamos. Hace algo de frío. El café ☕ que nos convidaron fue apenas medio vasito y no muy caliente. En fin, c'est la vié. Nos vemos en Bangkok.  Hasta pronto,  si las turbulencias no quedan más que en eso, 😒🙄.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario