domingo, 10 de marzo de 2024

Rápidos y furiosos...

   

   Precisamente como aquéllos llegamos al hotel antenoche a las 22 horas. Dieciocho tuk-tuk o mototaxis rugientes hicieron su arribo a la entrada del hotel. De cada uno de ellos bajamos dos viajeros emocionados y contentos, con la adrenalina a tope aún, luego de un largo y ruidoso viaje por las nocturnas calles de Bangkok en una caravana (con escoltas policíacos motorizados incluidos), cuyos competidores luchaban entre sí por llegar antes a la meta, adelantando por los lados a sus similares en una entretenida carrera. Nuestras cabelleras volaban al viento, mientras nos sujetábamos especialmente en las curvas y esquinas para no salir del vehículo eyectadas por la fuerza centrífuga. Fue una extraordinaria experiencia con la que dimos término al segundo día de nuestra estadía en la exótica capital de Tailandia.  
  La voz del pueblo se había escuchado fuerte y clara,  😂. Un compañero había consultado si aquella experiencia -la de trasladarnos en tuk-tuk- estaba considerada o no, pues más de alguno quería vivirla. El jefe de la expedición, Vicente (alias "Vicho"), dejó en suspenso la respuesta, pues -señaló- debía consultar si "la voz del pueblo" podría ser atendida. Al terminar nuestra cena-buffette a eso de las 21 horas, se nos hizo abandonar el local por la salida posterior, se nos "conminó"  a realizar una fila (el acento de los asiáticos al hablar en voz alta muchas veces nos resulta intimidatoria, 😒🙄😧) y pronto empezamos a sospechar que había gato, escorpión o cocodrilo encerrado, 😂. Así no más fue: en unos minutos se escuchó el ruido de los motores, mientras varias moto-taxis aminoraban la marcha y se iban estacionando una detrás de otras, en tanto nos iban haciendo caminar y subirnos en parejas en cada vehículo. Fueron 30 minutos de un fantástico viaje por las avenidas nocturnas de la ciudad. ¡Hermosa experiencia de la que no queda más que estar agradecida! Punto para Masaitravel, 👍.  
    Pero, vayamos por partes. El día viernes terminó así, aunque había comenzado en tono más reposado, con nuestro primer recorrido por los templos más famosos de Bangkok (de los 400 existentes en la capital). Visitamos, luego de un opíparo desayuno, el Palacio Real y el Templo del Buda de Esmeralda. Es el templo budista más importante de Tailandia, localizado en el centro histórico de la ciudad, en terrenos del Palacio Real. Llegamos hasta las cercanías en un bus que nos traslada por la urbe. Pero, primero es lo primero: antes de ingresar fuimos a conocer los servicios higiénicos, 😂. Luego, a hacer fila para acceder con nuestra entrada en la mano. De paso, sacábamos una botellita de agua de las que había en el mesón. Una vez al interior, vimos todo el complejo maravilloso de edificios, que íbamos a recorrer como quisiéramos, partiendo por el templo, al que ingresamos subiendo una breve escalera y descalzos (los zapatos, zapatillas o sandalias debimos dejarlas en unas repisas en la parte baja,  a un costado del edificio). Había, asimismo, que sacarse el gorro o sombrero, y entrar de forma respetuosa al lugar. Al fondo y en lo alto se ve una figura de Buda de 45 cms. La escultura es de jade verde, no de esmeralda. Sus ropajes son de oro y viste según la estación (verano, invierno y lluvias, las tres existentes en este sector del mundo). La gente más cercana al "altar" está prosternada y reza en silencio al Buda. Yo, como turista descreída, ingresé, observé  un rato (no se puede fotografiar) y salí por la otra puerta. No se puede estar mucho tiempo al interior. Hay un flujo constante de visitantes (y también de guardias). Salimos, tomamos muchas fotografías desde afuera y en la entrada. Mirando por la cámara del celular desde afuera se podía fotografiar el Buda de Esmeralda. Hecho aquello, recuperamos el calzado. Ya cumplido este trámite, teníamos 40 minutos para recorrer el complejo como quisiéramos, con el apoyo de un folleto informativo. Más y más fotografías, selfies, todo dependiendo de los gustos y costumbres personales. Ya saben, en mi caso, la mitad superior de mi bello rostro en 
las selfies y una que otra foto de cuerpo entero, con la colaboración de Claudia o de otras compañeras. 
    [Entre paréntesis: todo -o casi todo, para no exagerar- en Tailandia está pensado en función del turista.  Decenas de ventiladores se ven instalados en los patios y alrededores del complejo -y por donde uno vaya-. Eso no impide andar absolutamente "sopeado", 😂, recorriendo y conociendo, bajo un calor inclemente, con una humedad superior a 80 %. Para los visitantes, este lugar y otros, parecen 
verdaderas Torres de Babel por los múltiples idiomas que se escuchan. Mientras la diversidad de razas es también muy abundante, predominando los asiáticos y los europeos. También se ven algunos indios. De origen africano, prácticamente nadie. Cierro paréntesis]. 

   Seguimos, 🙈...

   No entraré en tanto detalle de lo visto. Dejaré a las imágenes que expresen la majestuosidad, la policromía y la belleza de lo existente a cada paso. El trabajo y el amor que trasunta cada una de las construcciones y figuras (muchas, de carácter mitológico, en diversos materiales y coloridos) son extraordinarios.  

    Del Templo del Buda de Esmeralda nos dirigimos al Palacio Real (se comenzó a construir en 1782). Quien gobierna en la actualidad tiene 71 años y recibe el título de Rama X.  Su imagen se observa en distintas esquinas de las calles de la ciudad, con el correspondiente ornamento, digno de su realeza. Voy a obviar mayor información, pues es posible encontrarla en Wikipedia sin inconvenientes. Además, allí hay "sabrosos" antecedentes, 😉. En fin, estábamos frente a palacio y no salió a saludarnos. Nos tomamos una foto grupal haciendo algo de tiempo, pero no nos dio resultado: cero presencia Real, 😁. Luego de eso, fuimos al baño de nuevo... Posteriormente, nos dirigimos al muelle para subirnos a una embarcación (estábamos cerca de un largo flujo de agua, el Río Chao Phraya), que nos llevara hasta el "Templo del Amanecer", "de la Aurora" o "Wat Arun", construcción realizada en tiempos en que Ayutthaya era la antigua capital de Tailandia. La construcción está adornada con piedras de porcelana y azulejos de cerámica china. Subimos a las alturas del bello Templo del Amanecer, que se erige como una gran estructura piramidal, multicolor y bellísima. Llegamos hasta el tercer nivel que se permite, trepando por unas empinadas escaleras.  Ya en tierra, esperamos a la sombra que sea la hora de juntarnos, para cruzar el cauce del río hasta la zona céntrica. Múltiples embarcaciones se trasladaban para uno y otro lado. 
     ¡Último  templo de la mañanaaa, 📢!! "Templo del Buda Reclinado". En el camino de la entrada del templo, vimos grandes gongs, que podían pasarse a tocar. Con Claudia lo hicimos sólo para la foto. En mi caso, borré las fotos, pues no salía nada de favorecida,  🙈. La verdad, ¡no me reconocí,  😭😭! Pero como ya había pasado -descalza- a visitar al enorme Buda Reclinado, no llevé ninguna mala vibra para su interior. Este señor Buda mide 48 metros de largo por 15 de alto. Su color es dorado,  aunque sus materiales de construcción son cemento, ladrillo y láminas de oro (¡sólo láminas!). Se ingresa al templo y se va caminando a lo largo de un pasillo (la escultura está en el centro del templo, rodeado por pilares). Cuando  caminamos por el sector en que vemos su espalda se puede recorrer este trayecto paso a paso, meditando y echando monedas en cada uno de los 106 cuencos que hay a orillas de la pared, o billetes en unos depósitos de vidrio (tipo urnas para votos). Junto al templo, siendo parte del complejo, se erigen 99 stupas, pagodas o jedis, como se les conoce. En esas construcciones se van depositando las cenizas de los monarcas (en las más grandes) y de los integrantes de familias poderosas. Cabe señalar que los budistas no inhuman a sus muertos, los creman.   
     ¡Hora de almuerzo! ¡Ya hacía hambre! Fuimos al primer piso de un restaurante con sillas vestidas. ¡Cuánta elegancia! Comida buffette. Todo rico y abundante. Me serví algo de ensalada, para mantener la dieta, 🤭🤭. Unos postres y café. De allí partimos a visitar el "Templo del Buda de oro", una escultura de este metal macizo, de 3 metros de altura y de 5,5 toneladas de peso. Antes de acceder a él, había que pasar por una purificación a cargo de un monje, que nos rociaba con agua bendita (🤔), mientras permanecíamos prosternados, esperando que nos amarrara a cada uno una pulsera de algodón (en la muñeca izquierda). A algunos les llegaron gotas; a mí, casi una ducha,😂😂(¿sería casualidad?). Pasamos alrededor de un Buda y, luego, al salir, el que quería presentaba alguna ofrenda, consistente en 9 inciensos, una velita y una flor de loto, por un costo mínimo de 20 bahts,  Era todo un rito: una oración que estaba a cargo de Carolina (una de las guías thai), había que doblar las hojas de la flor de loto, dejarla en un recipiente, prender los inciensos en una llama e incrustarlos en una mesa con arena (luego de apagar la llama moviéndolos; no se puede soplarles; es impuro). También, encender la vela y dejarla en una red de alambre, todo ello mientras uno pedía algún deseo personal, para los seres queridos, vivos o muertos. Obvio, yo pedí por la salud de los de este mundo y por el alma, si existe, de los que ya partieron (queridos papás, Mirella y hermano Ernesto). Una vez presentada la ofrenda, nos fuimos al templo propiamente tal, en cuya entrada donde volaron las sandalias para ingresar a ver a Buda. Y a hacer sonar las campanillas colgadas a la entrada para que los deseos expresados en la ofrenda se vayan más rápido al cielo de los Budas. Una vez cumplida la tarea nos dedicamos a "vitrinear" en el tiempo que nos quedaba. Fueron las primeras compras en Tailandia. Empezábamos a practicar el arte del regateo. No nos resultó mucho, eso sí, porque, luego, en un local de la entrada del recinto los artículos  estaban más económicos,  😂 😂.  ¡Flor de regateadoras!  
     Ese día lo completamos con tres actividades más, ¡uff! Nos llevan, luego de una intensa jornada de templos, a una calle de muchos puestos comerciales, especialmente de ropa, souvenirs, zapatillas, sandalias y algunos de comida, por ejemplo, de gusanos e insectos a la parrilla, crujientes y sabrosos (dicen, 🥴😵). Allí y en una calle paralela, había mucho por vitrinear. Era el sector de la conocida Calle de los Mochileros. Cerca  cenaríamos en una hora más, de modo que nos dedicamos a vitrinear a destajo. Unos souvenirs pasaron a nuestra propiedad, más,  en mi caso, un pantalón de "pata" ancha, floreado, muy estilo casual y casi "hippie", 😂 (¡a estos años!). El pantalón en cuestión  no era tan barato, pero la guía Javi, que pasaba por allí, me ayudó a regatear. Finalmente lo compré con una buena rebaja. En pesos chilenos, 4.800 pesos, 😁. Yo tenia toda la intención de comer verdaderamente un insecto, pero me olvidé de cuál era el recomendado por los guías ("sabe a papa frita", dijo Carolina). Como no me acordé cuáles eran, preferí hacer lo mismo que mi compañera de andanzas: sacarme fotos haciendo que comía. Debo decir que las fotos dolieron pésimas y debimos repetir en otro lado. Cobraban 10 bahts por fotografía (300 pesos m/m). 
      Llegó el momento de la cena, también servicio buffette, pero lejos de la variedad del hotel. No obstante, no teníamos hambre. Perfectamente habríamos sobrevivido sin comida, pero no sin bebida, ¡Salud!, 😂😂. Preguntamos por el valor de una copa de 🍷. Tuvimos que desistir: no vendían por copas, sino la botella entera y costaba la friolera de ...¡24 mil pesos! ¡Era demasiado! Pregunté personalmente por cerveza. Su valor era 90 bahts= $ 2.430. ¡Eso ya era más razonable! Pedí una "chela" en solitario, pues a Claudia no le gusta la cerveza. Estaba bien buena, a decir verdad. Después del café y la conversación de sobremesa, vino la hora de volver al Hotel. Ya eran las 21 horas. Ese fue el momento  en que, luego de estar fuera del Restaurant por la entrada principal, nos hicieron regresar al interior y salir por otro lugar. La razón era la sorpresa de regreso que nos habían preparado, de la cual les hablé al inicio de este escrito. 

   Realmente fue un día estupendo, con un cierre fenomenal y digno de nosotros, 😂. El día siguiente también sería de emociones varias y había que prepararse. Una fresca e intensa ducha no se hizo esperar. Algo de comunicación con la familia y amigos, a preparar la ropa del día siguiente  y a tirarse en los brazos de Morfeo, que iba que hacer de tripas corazón para aguantar el peso, 😂 😂.Nos quedan una noche y dos días en Bangkok. Ya les contaré de aquello. Hasta pronto.  






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