Desde el comienzo aclaro que no será de mis memorias de las que hablaré (ni tampoco de mi memoria, jajaja), sino de las de un distinguido y cercano Premio Nobel de Literatura (2010). Me refiero al escritor peruano Mario Vargas Llosa.
"Conozco" a Vargas Llosa desde mi adolescencia -al escritor-, cuando cursaba enseñanza media en el Liceo de La Unión. La ciudad y los perros y algunos cuentos de Los jefes fueron mi primera incursión en su prosa literaria. No fue fácil leer su primera novela, no por no ser atractiva, sino por los recursos narrativos utilizados. Uno estaba acostumbrada a leer una historia lineal y desde sólo una perspectiva narrativa. En este texto, la visión es múltiple y no fácil de reconocer en primera instancia.
Posteriormente, en la UACh, como alumna de Pedagogía en Castellano, me apasionó, y correspondió por programa, leer todo lo que se pudiera de los integrantes del llamado "Boom Latinoamericano", toda vez que estaban absolutamente en su punto más álgido: García Márquez, Cortázar, Rulfo, Vargas Llosa y otros. Ya ejerciendo como docente, compré y leí lo que encontré de García Márquez y Vargas Llosa, transformándose en grandes referentes para mí.
En estos últimos años, asoman de vez en cuando sus obras, que en el caso del peruano, son nuevas porque, además de estar vivo, continúa escribiendo. Entre las que no había leído de este último se encontraba El pez en el agua (escrita en 1993). Desconocía la temática, porque en casos de autores como él, no reviso sinopsis (siempre sus historias me atrapan). Mi sorpresa, en esta ocasión, fue que no era un texto ficticio, sino uno autobiográfico.
El pez en el agua es un hito para mí. Es la primera vez que leo las memorias de alguien y debo decir que me resultó fascinante, aunque la vida de Vargas Llosa da para un segundo volumen. Durante cuatro días he permanecido en Perú, con un recreo de un mes en París, siguiendo sus recuerdos. Su relato no es lineal. Sigue dos cauces: por un lado, su infancia, adolescencia y juventud primera, con la omnipresente y ominosa figura de su padre; y, por el otro, el corto pero intenso período de tres años en que incursionó en la política de su país, transformándose en Candidato a la Presidencia de Perú (1987 a 1990).
Después de lo leído, además de informarme de sus inicios como escritor y de su enorme capacidad de trabajo, he confirmado, una vez más, que los "escribidores", consciente o inconscientemente, cogen de su vida, de sus experiencias, de lo que los rodea el material que se transforma luego en literario. La gracia es que aquello, unido al talento, sea convertido en un resultado artístico destacado y entretenido.
Con el relato de su casi desquiciante actividad política, he recibido una exhaustiva panorámica del comportamiento humano de individuos y de masas realmente digno de estudio, que sirve de explicación al tipo de líderes que tenemos en el continente. Y para no quedarme con la mirada desde sólo un ángulo, a pesar de que los hechos y los personajes no me son para nada desconocidos, me dediqué por varias horas, a informarme acerca de Alan García, Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Ollanta Humala, PP Kuczynski y las organizaciones terroristas Sendero Luminoso y Tupac Amaru (añado que estaba precisamente en Tacna el año pasado, cuando A.García se quitó la vida. Mi actitud y la de muchos peruanos fue de absoluto estupor ante el hecho).
Teniendo en cuenta todo lo leído -lo del novelista y la información de Internet- no me cabe más que justificar completamente la pregunta que se hace Santiago al comienzo de la novela Conversación en la Catedral: "¿En qué momento se había jodido el Perú?". Pregunta irreverente, pero no menos necesaria frente a una realidad que abruma. Prueba de ello es que desde mucho antes del gobierno de las personalidades mencionadas en el párrafo anterior, los peruanos han tenido dirigentes venales, corruptos, incapaces, abusivos del poder, a pesar de toda la educación a la que tuvieron acceso y de sus capacidades intelectuales, situación no muy lejana al resto de Latinoamérica, donde la actividad predominante pareciera ser llenarse el bolsillo.
Un texto apasionante y recomendable para darse un baño de historia e intrahistoria sociopolítica de nuestro país vecino.
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