lunes, 17 de febrero de 2020

En Teruel, la Ciudad del amor...

  En viaje a Teruel...
   
Me impresiona lo buenos para hablar que son los españoles. Hablan de todo en cualquier parte, no a voz en cuello pero tampoco en sordina, de manera que quiera o no, me entero de parte de sus vidas,  de la enfermedad de la mamá,  de la  muerte de su marido, de su mala suerte en la lotería y en el amor, de las razones de su viaje y de un cuanto hay, principalmente cosas personales. Y todo lleno de expresiones muy campechanas como "¡No jodas!", "¡vale!", "No pasa nada", "¡hombre!", "¡Venga!" y otras por el estilo  que me simpatizan mucho. 
   Trato de sustraerme de tanta conversación cotidiana, asumiendo  la diferencia grande con nuestra idiosincrasia y con mi propia vida. Somos distintos, pero compartimos el mismo idioma,  con sus peculiaridades, claro está,  que lo enriquecen o lo prostituyen (me refiero al idioma). 

El paisaje de la serranía me alucina, en verdad. Parece, a ratos, un retal con distintos tonos de verde. ¡Maravilloso!, imagen que también uno suele divisar desde un avión. 
   La suerte me ha acompañado por completo,  luego de llegar a Cuenca. Creo que  gasté toda mi mala racha en el intento de llegar a esa ciudad y una vez ya allí,  pienso que, al menos, tengo derecho a un par de días  sin vicisitudes. 
 
 Cuando me dediqué  a averiguar movilización  para Albarracín  o Teruel , sólo  tenía  una línea  de bus (nada de trenes con ese destino). En el cartel de la oficina decía 14 horas para los días domingos, única salida. Sin embargo, averigüé por internet y salía  a las 11,30.  Como  descendiente de Juan Segura, me levanté tranquilamente, pero salí con el tiempo suficiente  para estar en la Estación conquense (nuevo gentilicio; ¡estoy aprendiendo!) a las 11 y un poco más, para hacer averiguaciones.  Si me tocaba esperar lo  haría. Pero, sin duda, me levanté  con la patita derecha, así  que efectivamente el bus salía a esa hora, llegando a las 14,15 aprox. No era tan lejos, pero la carretera era bastante sinuosa,  incluso, en ocasiones, el conductor tocaba la bocina para alertar en curvas cerradas a quien pudiera venir en sentido contrario.
   El trayecto habría  sido la mar de tranquilo si no hubiera subido esa señora buena para batir la lengua. Primero hablaba con otros pasajeros, luego con el conductor,  cuando sus anteriores interlocutores se bajaron. Los últimos  temas que les dieron para un buen rato fueron la delincuencia  y  la educación de los niños y jóvenes  de hoy,  planteando los mismos problemas de indisciplina, falta de valores y otros similares de nuestro país,  aunque, según  mi percepción,  los chilenos son más de temer en la actualidad. 
 
  Felizmente  la última parte del viaje hubo silencio, no porque la veterana se callara, sino  porque se bajó del bus (jajaja). El paisaje había ido cambiando,  derivando en más agreste  y salvaje: altos roqueríos, tierras más  elevadas, más  árboles  que tierra cultivable  hasta que llegamos. 
   Teruel, Ciudad del amor...
 
 Es ciudad y provincia al mismo tiempo. Como centro urbano cuenta una población  de 35 mil turolenses. Pasa por la parte baja de la ciudad el Río  Turia. El casco histórico se ubica a 915 msnm. Aunque en los antecedentes de la ciudad se señala que los inviernos son muy fríos, hoy y ayer, han sido días  en que he tenido que andar en manga corta pues el calor de la  caminata y el sol han elevado la temperatura.  En todo caso, las noticias lo han repetido una y otra vez: es un invierno anormalmente cálido.  
 
 Se señala como fecha de fundación de Teruel el año 1.171 bajo el reinado de Alfonso  II, aunque habían  existido asentamientos celtíberos en el sector ya antes de Cristo. Pero a partir de su fundación,  la ciudad no sólo  se pobló  con  cristianos,  también  llegaron a ella, judíos  y mudéjares, los que dejaron una impronta imborrable que aún persiste. 
Precisamente el casco histórico de la ciudad actual es Patrimonio de la Humanidad  por las numerosas construcciones de arte mudéjar  existente, que se muestran en las hermosas Torres de ladrillo, cal, madera y cerámica  existentes, verdaderas maravillas arquitectónicas.  
   
Además  del arte mudéjar como característica de la ciudad, lo que le ha dado el apelativo de "Ciudad del amor" es la historia de dos amantes trágicos,  Isabel de Segura  y Juan Martínez  de Marcilla (también conocido como Diego de Marcilla), los Amantes de Teruel. La historia dice que se enamoraron siendo muy jóvenes (siglo XIII) pero no pudieron casarse pues, Juan, aun perteneciendo a una familia adinerada,  era hijo segundo  en una sociedad en que existía  el mayorazgo.  Por ello, pidió a Isabel que lo esperara 5 años mientras hacía  fortuna. Ella prometió y cumplió  pero pasado ese tiempo debió  ceder a ser casada por conveniencia, de manera que al regreso de su amado ella no podía faltarle a su legítimo  esposo. Juan la busca por última vez, le pide un beso, ella se lo niega, se lo vuelve a pedir y al ser rechazado nuevamente (ejemplo de fidelidad doña Isabel) cae muerto.  Durante su velatorio, al que acude Isabel, desesperada, le da un beso a su amado que yace sin vida,  con tal  mala pata (jajaja) que cae muerta al lado de su amado. Hasta ahí la historia de amor...😍😍  Yo había  oído  hablar de "Los amantes de Teruel" mientras era universitaria (el siglo pasado,  jajaja), pero no nos hicieron leer varios de los textos que se basaban en la pareja de enamorados.
   ¿Por qué esta leyenda adquirió  tanta importancia?
 
 Lo que pasa es que en el año 1555, cuando estaban haciendo unos trabajos en una de las capillas de la Iglesia de San Pedro de Teruel (siglo XIV), encontraron dos momias, de un hombre y de una mujer, enterrados juntos. Estuvieron expuestos un tiempo y luego fueron inhumados nuevamente. En 1619, exhumados otra vez (¡pobres momias!) y exhibidos en adelante  en distintos lugares. Finalmente, en 1956, se les depositó  en donde yacen en la actualidad, en el mismo recinto religioso,  pero bajo la escultura de mármol  que creara Juan de Avalos, con un detalle  simbólico de su amor imposible: sus manos cercanas,  pero que no logran tocarse nunca. Después  del año 2000 se les hizo una prueba con carbono 14 para determinar su data y efectivamente  se comprobó  que provienen de la fecha de la leyenda.

 Actualmente, la ciudad de Teruel realiza cada año la "Fiesta de las "Bodas de Isabel de Segura" cada 20 de febrero. Ya las calles del casco antiguo están  siendo adornadas para tal  efecto, ambientándola en la época medieval. De acuerdo a la información que he recibido,  este fin de semana los turolenses se visten a la usanza medieval y muchos grupos preparan escenas de la leyenda: la boda de Isabel,  la llegada de Diego, el encuentro de los amantes, su muerte y el entierro.  
   Yo no asistiré; no he sido invitada. Ya asistí hace años a una y no me fue  muy bien (jajaja). La verdad es que no está  en mis planes detenerme en las ciudades, salvo que sea algo más  poderoso que una boda. Estoy segura que en alguna otra ciudad coincidiré con alguna fiesta o celebración  tradicional.  
   Otros hitos turolenses...

La ciudad medieval mudéjar  de Teruel está enriquecida de construcciones como  Torres, Iglesias,  torreones, casas palaciegas,  conventos,  destacándose,  por ejemplo,  la Catedral de Sta. María de  Mediavilla ( que comenzó  a ser construida en el siglo XII, con varias transformaciones posteriores) con su torre mudéjar  a un lado y la Iglesia de San Pedro  donde está  el Mausoleo de los Amantes de Teruel.

 En el ámbito de la arquitectura civil medieval,  impresionan  los paños de Murallas existentes, que, en algunos sectores se preservan a través de los Torreones
 Asimismo, ¡oh, sorpresa!, logré encontrar el Acueducto de los Arcos (construido entre 1537 a 1556) y el Aljibe Fondero (año 1375 ), maravillas que ya he visto en otras ciudades, pero que no dejan de sorprenderme.  
 
 En lo moderno, se destacan un Viaducto Peatonal de comienzos del siglo  XX, una Plaza de Toros, de estilo neomudéjar (1935 )  y otra serie de edificios que mantienen el estilo de la ciudad antigua.
   Casi me olvido mencionar la Plaza del Torico, lugar de encuentro de los habitantes de la ciudad, cuya figura central es la Fuente del Torico, la que consta de 4 caños con  cabeza de toro y en la parte superior  se yergue, desafiante y poderoso, un pequeño toro de color negro. 
Todo esto, por supuesto, tiene su trasfondo histórico, teñido de leyenda, que dejaremos para otra ocasión.  
    Hoy, con tranquilidad  y calma, visité lo faltante y, prácticamente,  nada de interés quedó  sin que mis ojos lo vieran. Habría  viajado a otra ciudad cercana,  pero hasta las merecedoras de mi visita no había cómo  llegar, salvo en movilización personal.  Una pena, pero, pensándolo bien  me  vengaré el día  de mañana... 
Por hoy, todo ha sido tranquilo y relajado,  almorcé en un restaurante asiático,  del que salí bien alimentada y con un regalo inesperado.  Aún  me pregunto  la razón del obsequio. 
No creo haber conquistado al chino que me atendió.  Lo que sí  le dije es que la comida estaba "muy lica" y, además, yo era la única cliente (jajaja). Sólo  al irme llegó  otro ser caucásico. ¿Estarán sufriendo los efectos  del Coronavirus? Todo puede ser en este mundo interconectado, exagerado y racista... ¡Nos vemos!

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