No pudimos tener mejores cicerones para ese día. Aún no salíamos de Castro y tuvimos una primera detención, en el Mirador de los Palafitos, postal representativa de la ciudad. Allí hicimos nuestras fotografías y también nos retratamos para la posteridad. René oficiaba de fotógrafo.
Siguiente punto de interés : la Iglesia Nta. Sra.de Gracia de NERCÓN, ubicada a unos 4 kms. al sur de Castro, también patrimonial. Yo ya la había visitado con Gloria hacía un par de semanas y hace unos años también. Esta vez tuvimos la suerte de encontrarla abierta y recorrerla en su interior. Incluso alcanzamos con Eliana a subir hasta el sector del coro, pero no pudimos recorrer el corredor que rodea la bóveda, esto último producto de la reciente remodelación.
El edificio actual del templo data del año 1890. Tiene un hermoso y cuidado jardín con setos en su parte anterior, mientras que en uno de sus lados y en la parte posterior se levanta un cementerio.
El edificio actual del templo data del año 1890. Tiene un hermoso y cuidado jardín con setos en su parte anterior, mientras que en uno de sus lados y en la parte posterior se levanta un cementerio.
Continuamos...
Próxima parada: Mirador de Rauco, donde fotografiamos el paisaje y un sector de CHONCHI que se veía a lo lejos.
El siguiente lugar no estaba en nuestro itinerario, pero, por la cercanía, nos llevaron hasta allá. Me refiero a HUILLINCO, localidad a orillas del Lago del mismo nombre, con un bello embarcadero, que sirvió de locación fotográfica.
Cerca de él, unas mujeres emprendedoras voceaban las empanadas de manzana y el mote con huesillos. Al fondo, hacia el horizonte, estaba el mar. La iglesia se veía bella, pero sólo pudimos verla desde lejos, pues hasta la verja estaba cerrada.
De Huillinco volvimos a Chonchi para tomar la carretera que nos llevaría a QUEILEN, pero no nos detuvimos en la primera ciudad. Ya habíamos estado en ella y volveríamos esa tarde. El tiempo había que aprovecharlo. A 37 kms. estaba nuestro destino final, pero antes nos detuvimos en otro lugar, digno de conocer :
AITUY, localidad con una iglesia a orillas de la playa y del mar, donde caminamos por un rato y disfrutamos del sol y del aire salobre. Marcia no pudo resistir la tentación de mojar sus pies en el agua, pero nosotras no la imitamos. Era cerca de mediodía y habían ya familias dispuestas a pasar el día en la playa de picnic.
AITUY, localidad con una iglesia a orillas de la playa y del mar, donde caminamos por un rato y disfrutamos del sol y del aire salobre. Marcia no pudo resistir la tentación de mojar sus pies en el agua, pero nosotras no la imitamos. Era cerca de mediodía y habían ya familias dispuestas a pasar el día en la playa de picnic.
Continuamos hasta llegar a la Caleta de QUEILEN, que nos entusiasmó con su Costanera, su extensa playa, un faro cercano y muchas embarcaciones en un sector de la playa.
Visitamos dos construcciones en ese sector: un pequeño Museo y la Feria Artesanal. Luego de salir del museo, nos divertimos a costa de Eliana. Sucede que uno podía registrar su visita en el momento de salir.
Así lo hicimos Anita y yo, pero Eliana no, según nosotros porque no quiso confesar su edad (jajaja), pues había que anotar los "añitos" que teníamos en una de las columnas a completar. Al salir, Anita, discretamente, me preguntó si yo había puesto mi edad verdadera, "claro que sí, yo no miento", 😏, le dije; lástima que no me fijé lo que ella había escrito (😅😅). ¡Mujeres!, diría un varón y más de algún barón también.
Luego nos fuimos rumbo al Faro, donde ocurrió un percance en toda regla, que, felizmente, no llegó a mayores. Estábamos ya a unos 200 metros de él y aunque Marcia dudó entre seguir o detenerse, continuó, seguro para no hacer caminar tanto a su "venerable" tía y a sus no menos venerables amigas.
Y sucedió lo que temía: quedó enterrada en la arena, sin poder moverse para atrás ni delante.
Mientras nosotras, irresponsablemente, nos fuimos hasta el faro y bajamos a la playa, nuestros anfitriones trataban de solucionar el problemilla, con tan buena suerte que René encontró a un señor dispuesto a colaborar en tirar al auto con su camioneta, lo que se logró después de un rato, sin que hubiéramos tenido que ayudar a empujar, aunque Anita ya parecía estar preparada para ello (jajaja). Yo, por mi lado, probaba mi fuerza para estar en forma (😂😂).
Visitamos dos construcciones en ese sector: un pequeño Museo y la Feria Artesanal. Luego de salir del museo, nos divertimos a costa de Eliana. Sucede que uno podía registrar su visita en el momento de salir.
Así lo hicimos Anita y yo, pero Eliana no, según nosotros porque no quiso confesar su edad (jajaja), pues había que anotar los "añitos" que teníamos en una de las columnas a completar. Al salir, Anita, discretamente, me preguntó si yo había puesto mi edad verdadera, "claro que sí, yo no miento", 😏, le dije; lástima que no me fijé lo que ella había escrito (😅😅). ¡Mujeres!, diría un varón y más de algún barón también.
Luego nos fuimos rumbo al Faro, donde ocurrió un percance en toda regla, que, felizmente, no llegó a mayores. Estábamos ya a unos 200 metros de él y aunque Marcia dudó entre seguir o detenerse, continuó, seguro para no hacer caminar tanto a su "venerable" tía y a sus no menos venerables amigas.
Y sucedió lo que temía: quedó enterrada en la arena, sin poder moverse para atrás ni delante.
Mientras nosotras, irresponsablemente, nos fuimos hasta el faro y bajamos a la playa, nuestros anfitriones trataban de solucionar el problemilla, con tan buena suerte que René encontró a un señor dispuesto a colaborar en tirar al auto con su camioneta, lo que se logró después de un rato, sin que hubiéramos tenido que ayudar a empujar, aunque Anita ya parecía estar preparada para ello (jajaja). Yo, por mi lado, probaba mi fuerza para estar en forma (😂😂).
Ya pasado el bochorno, nos fuimos a la Plaza de la localidad, frente a la cual estaba la Iglesia y otra Feria Artesanal, en la cual adquirimos una que otra bolsa de té de hierbas de emprendedoras locales.
Terminado el programa del "tour", emprendimos el regreso. Nosotras nos pasamos a quedar a 4 kms. antes de llegar a Chonchi, donde está el embarcadero Huicha, que permite el traslado a la Isla LEMUY, nuestro próximo desafío. Marcia y René seguirían hasta Castro y en la tarde volverían con nuestro equipaje a Chonchi (¡una maravilla de cicerones!).
En el muelle nos enteramos que nosotras pasaríamos gratis en el transbordador (no por ser quienes somos), sino porque sólo pagan importe los vehículos (los seres humanos no cuentan en este medio de transporte, jajaja). Mientras llegaba la hora, consumimos nuestro almuerzo consistente en una empanada de mariscos. Esperábamos seguir contando con la suerte que nos había acompañado durante el día. Nuestra idea era llegar hasta la localidad de Detif (al finaaaal de la isla), por lo que cruzamos los dedos, tocamos madera y nos encomendamos a todos nuestros manes.
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